El stoner desértico de los noventas que se desarrolló en la árida California tuvo la fortuna de irse desarrollando en diferentes vertientes hasta lograr salir del valle de Coachella y sumar otros sonidos y conceptos a su definida figura. El género cruzó el océano Atlántico para incrustarse en la Europa bajo la idea de la recuperación del sonido clásico y líricas inspiradas en el cosmos, manteniendo siempre el poder del pedal fuzz sobre las cuerdas electrificadas. Así es como nos encontramos con bandas como Truckfighters de Suecia, Taiga Woods de Noruega, Deadly Vipers de Francia o Dune Pilot de Alemania; pero ahora es momento de escribir sobre los ingleses Psychlona y escuchar detenidamente su última producción titulada Venus skytrip.
Lo primero que supimos de Psychlona fue a partir de su álbum debut presentado en noviembre de 2018 Mojo rising, un material heredero del original stoner de melodías aletargadas y densas donde cada acorde es arrastrado como una losa sobre la espalda mientras el calor abrasador provoca fuertes alucinaciones. Aquella extraña mezcla entre Kyuss y Hawkwind logró penetrar en el gusto de los amantes del stoner cósmico de manera directa y sin muchas pretensiones... Pero ahora había llegado el momento de dar el siguiente paso.
Publicado en agosto de 2020 a través de las disqueras Ripple Music y Cursed Tongue Records, Venus skytrip busca expandir las posibilidades sonoras de la banda originaria de Bradford, al norte de Inglaterra, con la finalidad de brindar un álbum multicolor dentro de diversos ritmos y efectos sonoros que transporten al escucha hacia otras galaxias sin perder el eterno toque arenoso y áspero del fuzz rock. Desde el primer instate en que bajamos la aguja sobre el vinil y por las bocinas se escapan las lisérgicas notas de "Blast off" con su energético riff, sabemos que nos encontramos ante un álbum que tendrá la capacidad de arrancarnos los pies de la tierra para tomarnos de la mano y mostrarnos el universo en un audiorama psicotrópico y potente.
Más allá del uso de las obvias referencias sonoras de las comunicaciones entre astronautas y naves intergalácticas, el segundo álbum de Psychlona se transforma en un bólido conformado por un poderoso V8 que sabe acelerar por las desérticas y polvorientas sendas californianas hasta que es elevado con sendos cohetes de propulsión a chorro hasta que es abandonado ante la ausencia de gravedad. Sin duda alguna hubo un toque de hierba, una penetración de aquel ácido líquido o hasta una mordida al hongo mágico, pero Venus skytrip tiene la capacidad de mirar hacia el cielo a partir de una noche estrellada a la mitad del desierto.
Las guitarras de Dave y Phil tienen la capacidad bipolar de soltar un golpe directo a la mandíbula y al mismo tiempo abandonarte a la mitad del espacio, es decir, provocar un viaje ambivalente entre distorsión y alucine entre saturaciones y ensoñaciones. Una muestra clara de ello es "10,000 volts" con sus claras posiciones contradictorias que terminan explotando por las bocinas sin remedio alguno. Sin embargo, la banda retorna a sitio seguro con su aletargada y constante "Blow" donde el clásico sonido del stoner californiano es imposible de esconder, algo que termina irremediablemente siendo confesado en la sostenida "Star" que nos remite al rock desértico de ritmo constante y potente.
Un rastrero bajo en manos de Martyn nos ofrece la zozobra sonora con la que está creada "Resin", track que provoca la confianza con aquel tufo al Pink Floyd onírico y luego te engaña con su golpe certero sin contemplación. Otro guiño al Kyuss clásico se encuentra en "Tijuana", un tema de cuerdas impresionantes con la batería de Scott golpea sobre el suelo de manera seca como meteoritos sobre la arena. Por si fuera poco, el Venus skytrip cierra con un riff viscoso pero áspero llamado "The owl", una melodía lisérgica de acordes aletargados que saben tronar los amplificadores mientras su paso concreto asemeja el andar de un coloso infernal que llega con su terror cósmico desde algún punto lejano de nuestra constelación.
Uno de los temas más interesantes del Venus skytrip es "Edge of the universe", un track de voces lisérgicas que saben aprovechar el efecto hipnótico de las guitarras en fuzz de figura sostenida y repetitiva que semejan el avance monótono de algún vehículo sobre los rectos senderos olvidados del desierto. Como si se tratara de la marca distintiva de la banda, Psychlona nos ofrece un galáctico puente sonoro que intenta mostrarnos el espectáculo estelar del universo, pero todo retorna a la magia envolvente y áspera de la distorsión sonora que desgarra las bocinas. Mientras escuchamos una lírica que sabe jugar con la metáfora del corcel de hierro que nos transporta a otras galaxias, observamos un trabajo visual que sirve de promoción a través del correr de aquellos club de motocicletas por las polvorientas carreteras como si se tratara de una trasmutación entre el correr motorizado y el viaje espacial.
Lejos de lo que se podría creer, el stoner ha encontrado durante la segunda década del siglo XXI un lugar seguro a través de su irremediable encuentro con el hard psych y sus referencias cósmicas. Muchas bandas han explotado esta fórmula y han encontrado un espacio referencias dentro del espacio sonoro, pero es necesario saber discernir entre la amplia oferta para detectar a los grupos que tienen una buena capacidad interpretativa y una gran imaginación para aprovechar los recursos que muchos están empleando sin disimulo. El Venus skytrip nos muestra que los británicos de Psychlona es una de aquellas agrupaciones que requieren ser valoradas dentro de dicha escena gracias a su colección de temas ambivalentes que logran el viaje psicotrópico y el quiebre sonoro a través del encuentro de sonidos oníricos frente a los acordes ásperos del fuzz. Aquí está la invitación a su travesía cósmica, pero en ustedes estará la capacidad y la habilidad para poder distinguir aquellos elementos que los hacen destacar sobre otras bandas construidas bajo los mismos conceptos. Buena suerte, jinetes...
Los cambios de integrantes dentro de una banda siempre supondrá una modificación en su sonido, una adecuación que requiere tiempo y una apertura por parte de su base de seguidores. Sin embargo, si dentro de dicha mutación también existe un cambio en los roles instrumentales, la variación será tan drástica que necesitará una asimilación al interior de la banda mientras la expectativa del grupo queda tendida de un hilo que divide lo conocido frente a la transformación necesaria. Este es el trance que han sufrido los reconocidos y mediáticos Blues Pills...
En noviembre de 2018, la banda multinacional anunciaba la salida de su guitarrista francés Dorian Sorriaux, lo que supondría el inicio de la búsqueda de alguien que lo pudiera sustituir. Lejos de lo que todos podrían esperar, el bajista norteamericano Zack Anderson abandonaría las cuatro cuerdas que lo han reconocido dentro de la escena del hard psych y el heavy rock con tintes vintage para tomar el control eléctrico de los riffs y armonías de Blues Pills. Casi un año después sería anunciada la llegada de Kristoffer Schander como nuevo bajista, y junto con él se anunciaría que la banda ya tenía bajo el brazo un nuevo álbum que sería publicado para el 2020.
A través de la reconocida disquera Nuclear Blast, en el mes de agosto de 2020 Blues Pills presentó su Holy Moly!, un álbum que rescata los primeros instantes de la banda por medio de aquel hard rock energético inspirado en el soul, el blues electrificado y la vieja psicodelia pop de finales de los años 60. Si bien su debut de julio de 2014 (reseña-review) fue una verdadera bomba que lograba rescatar el poder y la magia de sus EP's previos, su siguiente disco titulado Lady in gold de 2016 perdió mucha de su energía original debido al desarrollo de varios temas cercanos al pop setentero que tenían en los teclados su base sonora.
Holy Moly! hacea un lado los teclados hasta dejarlos arrinconados tan sólo en "California" o "Song from a mourning dove" para dar paso al acorde concreto lleno de distorsión que distingue al hard psych que bien podemos escuchar en la electrizante "Dreaming my life away". Sin embargo, algo que es claro en el tercer álbum de Blues Pills es su intención por recuperar la esencia sonora de su debut, por lo que algunos tracks regresan al misterio reptante como se escucha en la mística "Bye bye birdy" o cómo "Rhythm in the blood" retorna a las melodías poderosas llenas de percusiones y aquellos juegos de "ruido-silencio" provocados por el bajo que le dan espacio a Elin Larsson para que explote todo su potencial vocal.
Más allá de las condiciones que busca establecer la banda radicada en Örebro, Suecia, este álbum ofrece algunas joyas escondidas como aquel blues místico que es "Dust" y la dulce balada "Wish I'd know" que elimina cualquier rastro de distorsión para ofrecernos un tema terso con su pequeño toque soul y pop que retorna al Lady in gold. Aun así, todavía podemos escuchar temas oníricos de lento dearrollo como la concluyente "Longest lasting friend" donde todo queda bajo el resguardo de los miembros originales de la banda, Zack y Elin.
La promoción del Holy Moly! se ha centrado en el lanzamiento de singles acompañados de trabajos visuales, permitiendo colocar al álbum en la mente de la gente con mucho tiempo de anticipación. Así como tenemos el juego de colores y sombras de "Rhythm in the blood", podemos observar el lisérgico video que le da soporte gráfico a "Kiss my past goodbye", aquel track de guitarra wah y clímax a toda velocidad. Sin embargo, la primera prueba del tercer álbum la tuvimos con las caderas enfundadas en mezclilla blanca de Elin Larsson cantando la energética "Proud woman" con aquel toque soul y el poder de las percusiones en manos de Andre Kvarnström.
Otro de los trabajos visuales lanzados antes de la presentación del Holy Moly! es el realizado para el tema "Low road", quizá el track más áspero del tercer disco de Blues Pills. Como si fuera parte de un viejo programa de variedades trasmitido por TV, observamos al mítico John Hoyles (quien a formado para de bandas como Witchcraft, Troubled Horse, Spiders y Big Kizz) presentando a la banda en el supuesto show Rock on. "Low road" es un tema incendiario que veloces figuras insistentes construidas por las cuerdas eléctricas y entrecortados instantes de guitarras muteadas e hirientes. Mientras observamos algunas imágenes caleidoscópicas de la banda, escuchamos un espectacular solo de guitarra en wah a través de las manos de Zack Anderson, lo que nos permite olvidar la ausencia de Dorian Sorriaux. La potencia de este track y la imaginación para incrustar un puente musical lleno de zozobra, provoca que sembremos las esperanzas de un buen retorno a Blues Pills a través de sus raíces sonoras.
El esperado regreso de Blues Pills no ha sido decepcionante con su Holy Moly!, y al contrario, tenemos la fortuna de escuchar un álbum equilibrado que explora todo el espectro sonoro que ha construido la banda desde sus orígenes. Cada instrumento ha sido colocado en la grabación final en un sitio preciso que nos permite apreciar cada ingrediente más allá de la mezcla final. Hay hard rock, hay soul, hay blues, hay pop y hay hard psych... El resultado final es un excelente tercer álbum que vuelve a colocar a Blues Pills como una de las mejoras propuestas de rock vintage a nivel mundial.
Conforme fuimos viendo el correr de la segunda década del siglo XXI, tuvimos la oportunidad de presenciar la forma en la cual se fue estableciendo la áspera psicodelia como un género trascendental dentro de las distintas escenas emergentes y alternativas en el mundo. Inglaterra no pudo salvarse de esta fiebre y ello queda demostrado al escuchar a bandas como Sergeant Thunderhoof , The Lunar Effect, 1968, Green Lung o Prophets of Saturn; diversas propuestas que se han basado en la poderosa mezcla de los sonidos lisérgicos y los fuertes acordes distorsionados. Ahora es el momento de escuchar lo que nos ofrecen Black Helium.
Lejos de lo que podríamos pensar, Black Helium nació en el año 2005 a través de la unión de la bajista Beck Harvey y el guitarrista Stuart Gray con la intensión de construir un sonido poderoso que hiciea coincidir la aspereza de las neblinas noise con la distorsión del fuzz garage y la magia lisérgica del hard psych, pero los resltados los pudimos constantar de manera discográfica hasta julio de 2018 con la publicación de Primitive fuck, álbum debut de la banda afincada en Londres, Inglaterra.
Aquel primer disco de Black Heluim es un caleidoscópio sónico con obvias referencias psicotrópicas y algún devaneo con el heavy metal setentero para crear un álbum con ganchos seguros pero sin una clara propuesta sonora propia. Sin embargo, la pareja reclutó al guitarrista Davey Mulka y al baterista Diogo Gomes para construir nuevo material hasta lograr crear un concepto definido que vaga entre los acordes pesados como losas y ensoñaciones místicas mientras ofrecen un amplio audiorama lleno de posibilidades por recorrer.
En julio de 2020 fue presentado The wholly other, un material obscuro que de repente encandila con luces multicolores que sólo se muestran de forma intermitente para hacernos comprender que hemos sido engullidos por un agujero negro. Tras algunos sonidos de la hermosa naturaleza, una amenazante guitarra nos desgarra con su riff asesino y desafiante; pero no es hasta que entran todos los instrumentos de la inaugural "Hippie on a slab" cuando nos percatamos del poder de Black Helium contenido en su segunda placa, aunque al mismo tiempo se brinda la posibilidad de realizar divagaciones oníricas que terminan por convertirse en pesadillas lisérgicas de las cuales será imposible de escapar.
Con un arranque tan denso con el que tiene The wholly other, uno podría esperar que el resto del álbum fuera igual de estridente, pero el material resguarda varias sorpresas que nos permiten apreciar la capacidad compositiva de los ingleses. Escuchar aquel mantra cósmico que es "Death station of the goddess" bien podría provocar nuestro extravío ante la nulidad del centro de gravedad, aunque Black Helium logra rescatarnos a través de los densos acordes de su "One way trip", un alucine psicotrópico con reminiscencias doom que permite mostrarnos algunas luces como una forma de anunciarnos que no todo está perdido ante el fuerte y poderoso viaje que estamos experimentando.
Para aligerar el neuronal paseo cósmico, Black Helium nos regala en "Pink bolt" una figura de bajo hipnótica que intenta regresar nuestros pies a la tierra, pero las armonías de las guitarras se aferran a mirar hacia el espacio exterior hasta que la melodía cambia para provocar nuevamente un recorrido astral lleno de sonidos enigmáticos y místicos que sólo pueden provocar un escalofrío ante la inmensidad del universo frente a nosotros. Finalmente, la banda baja el volumen para ofrecernos una melodía llena de zozobra llamada "Teetering on the edge", un track onírico que tan solo deja la sensación de levedad y abandono irremediable.
Uno de los temas más interesantes del The wholly other es "Two masters", track que de primer momento nos ofrece unos acordes sueltos y limpios que de manera inesperada son quebrados por un directo riff de guitarra asesina y el golpe insistente de tambores y platillos. Mientras el ruido satura las bocinas, en las pequeñas grietas del muro de sonido se escapan las voces que de manera hipnótica nos habla sobre encrucijadas, una lírica obscura que fue inspirada por una frase escondida en un horóscopo. Si su figura principal es fuerte y venenosa, "Two masters" encuentra en su parte central un clímax instrumental que recuerda los ácidos pasajes de bandas como Hawkwind gracias a su intensidad que permite abandonar este planeta sin despegar los pies del suelo.
Sin lugar a dudas, The wholly other es un denso viaje auditivo que sabe hacer coincidir la fuerza de los instrumentos y los pasajes hipnóticos hasta lograr melodías enigmáticas que rondan galaxias hechizadas y cúmulos de estrellas olvidados. Entre largos recorridos sonoros y explosiones sonoras estridentes, el segundo álbum de Black Helium logra construir una colección de ruidosas atmósferas que atrapan para abandonarte ante el vacío total mientras observamos el gran espectáculo del universo. Mientras esperamos que los estragos de la pandemia permite recuperar los espacios físicos de encuentro para vivir esta oda escandalosa hecha por los ingleses, surcamos los densos surcos del vinilo que resguarda esta obra cósmica de paisajes lisérgicos...
Uno de los lanzamientos más interesantes de lo que va del año 2020 es el álbum debut de la banda australiana de Buttlerfly, un material electrizante que recupera toda la magia del heavy metal setentero para crear una colección de nueve temas que logran realmente recuperar el antiguo espíritu de un género que se ha bifurcado en cientos de posibilidades tras el paso del tiempo. Sin embargo, para poder desmenuzar este bocadillo sonoro, se requiere tener la paciencia suficiente para saborear lentamente y lograr con ello descifrar todas las sorpresas que se esconden en él.
Butterfly nace a principios de 2017 en la ciudad australiana de Melbourne por medio del encuentro de cuatro viejos marinos dentro de las aguas del rock: el bajista Phil Gresik, el baterista Rob Wog y los guitarristas Luke Robertson y Phillip T. King. A través de su amor por el metal clásico desarrollado en la década de los años 70's, el cuarteto construyó un disco lleno de reminiscencias a bandas poderosas que en principio parecerían imposibles de hacer coincidir en un mismo track: UFO, Thin Lizzy, Iron Maiden, Wishbone Ash, Scorpions y Uriah Heep.
Bajo el nombre de Doorways of time y una portada épica que muestra a dos personajes míticos bajo un juego interesante de colores pálidos, nos encontramos con el álbum debut de Butterfly, el cual podría colocarse enmedio de los dos extremos del hard rock australiano de la última década; en cual tenemos por un lado a Witchskull con su ruidoso satanismo y por el otro al glam rock mezclado con blues eléctrico de Jungle City, pasando por el sonido directo de la obvia referencia sonora de Wolfmother.
Más allá de las comparaciones y referencias con otras bandas del género, el álbum debut del cuarteto del Melbourne ofrece un recorrido a los orígenes del heavy metal y el hard rock con la intención de crear un material de alto nivel infeccioso gracias a sus riffs afilados y melodías tóxicas. El fuerte del debut de Butterfly está en los tracks ásperos de rock puro como escuchamos en valvular "Heavy metal highway" con su obvia referencia motera, la sureña "The sin" con sus guitarras slide o en el crudo track que bautiza al álbum con aquel sabor a rock potente que al menor descuido se transforma en NWOBHM o en una tétrica melodía de voces metafísicas.
Lejos de lo que podríamos esperar, Doorways of time nos regala diversas visiones sonoras sin permanecer de manera aferrada a un mismo estilo, lo que nos permite disfrutar de un audiorama rico en posibilidades, algo que queda demostrado con el rol protagónico de la voz cantante que es compartida entro los integrantes de la banda. "Climbing a mountain" ofrece una larga introducción donde podemos deleitarnos con un hard rock que mezcla el groove comercial de Kiss con las entonaciones más crudas del rock setentero con figuras rebuscadas que rompen la melodía principal. Pero de manera opuesta, "Nobody" baja las revoluciones ofrecidas por el disco para someternos a una misteriosa áurea de acordes arpegiados que finalmente explotan en un solo de guitarra bastante afilado.
Aun así, el debut de Butterfly nos regala remansos auditivos que permiten darle mayor potencias a las tormentas que se resguardan en su interior, como queda claramente definido en "Crawling", un tema que comienza con acordes sueltos muy básicos que permiten a la guitarra construir una explosión de notas hasta que una vez electrificado el escucha se nos ofrece una suave melodía que enamora con su embeleso. Como bien podríamos esperar, Doorways of time cuenta con hermosos puentes como la bella melodía de despedida en su lírica que es "The night is on it's way" con todo y su ritmo militar entonado por los tambores mientras escuchamos el correr del agua, aunque también tenemos la concluyente e instrumental "The scorpion" construida a partir de teclados atmosféricos y guitarras electroacústicas.
Quizá uno de los tracks más interesantes de este primer disco de Butterfly sea su inaugural "Desert chase", un tema de cuerdas cortantes y una línea armónica que obliga ha ser seguida hasta que un solo de guitarra explota por las bocinas como demostración de la capacidad interpretativa de la banda. Los amplificadores son encendidos y su natural ruido eléctrico zumba a través de los parlantes hasta que el bajo nos regala la armonía principal y las guitarras nos cercenan poco a poco. Una larga introducción instrumental nos sumerge en el poder interpretativo del cuarteto hasta que la línea vocal nos arranca los pies de la tierra. Su innegable sabor a antaño nos transporta de manera inmediata a los primeros segundos del heavy metal, pero el track guarda su esencia más allá de las guitarras gemelas, las voces agudas y su ritmo entrecortado.
Doorways of time es sin duda un álbum debut preciso que no se avergüenza de mostrar sus influencias, y por el contrario, decide tomarlas como punto de partida para crear una colección de temas venenosos que saben jugar con las posibilidades de la intensidad inyectada en los momentos precisos. Si lo que se busca es comprender la influencia del heavy metal como género dentro de la escena de la segunda década del siglo XXI, el primer material discográfico de Butterfly tendría que convertirse en una referencia obligatoria...
Existen personas que se declaran ateas, quizá agnósticas, pero hay otras que definitivamente se presentan como anti-religiosas. La idea del Cristo redentor es destrozada hasta sus cimientos con la intención de terminar con la institución que se ha servido de la fe para controlar los rebaños humanos. Sin embargo, existen diversas maneras de realizarlo, ya sea desde la publicación de textos hasta la declaración hereje, pasando obviamente por la composición musical. Purification es el claro ejemplo de esta última opción...
Purification nació del encuentro entre Marshall William Purify y Lord Donangato en la obscura ciudad de Portland, Oregon durante 2018. La consumación de sus ideas críticas y su gusto por el sonido del primer metal y la densidad del doom se vio reflejada en la publicación de su demo 1642 y su primer EP titulado 1455, pero no fue hasta la edición de su álbum debut de junio de 2019 bajo el nombre de Destruction of the wicked cuando el proyecto tomo una verdadera forma bajo un concepto sólido de ruido y protesta.
Una vez construida la base de la banda, la llegada de un nuevo integrante permitiría la posibilidad de afianzar a cada miembro en sus correspondientes instrumentos y posibilitar el traslado de esta sonora herejía a los escenarios. De esta manera, podemos encontrar a Marshall William Purify encargándose de los graves quejidos del bajo, Lord Donangato de la hiriente guitarra y a Count Darragh de las tribales percusiones. Soportados en la idea de un power-trio, la banda abandona el usa de los sintetizadores para crear un sonido más puro y a la vez más crudo con la intención de construir una atmósfera más áspera que se adaptara a su negro sermón.
De esta manera, y aprovechando la plaga viral que ha azotado al mundo, Purification registró su segunda placa bautizándola con el nombre de Perfect doctrine, un álbum directo y desgarrador presentado el último día de julio de 2020. Bajo este contexto de enfermedad y muerte, el material discográfico nos ofrece un densa tormenta de sonidos aletargados que sirven de telón ideal para criticar al cristianismo, ensalzar a su contra imagen enfocada en el maldito y desatar las pesadillas en una humanidad decadente que ha perdido el control de su destino por culpa de una falsa creencia.
Perfect doctrine es una colección de ocho temas que retoman el doom y los primeros instantes del heavy metal para tomarnos de la mano y llevarnos así a través de un paseo por los abismos hasta dejarnos en la antesala de la muerte. Para otorgarle un elemento onírico a dicha travesía, la banda norteamericana le ha sumado a sus cuerdas algunos elementos lisérgicos que permiten colorear por momentos su obscuridad obsesiva. Si deseamos identificar plenamente estas características, necesitamos escuchar de manera detenida su tema central "All the glittering jewels", un track viscoso de lento paso dividido en dos partes que nos sentencia que no existe salvación ya que la destrucción está frente a nosotros gracias a las mortales máquinas que ha soltado Satanás sobre la humanidad.
Tratando de mantener una misma unidad sonora, Purification construye sus temas a partir de acordes concretos y desgarradores que acompañan a una voz sepulcral que aprovecha su púlpito maldito para anunciarnos la inminente destrucción. "Of the wing of pestilence, darkness takes flight" retoma los cánticos religiosos para crear una densa oda dedicada a las almas crucificadas que serán quemadas eternamente por las hogueras de odio, pero esta tétrica melodía palidece ante con el sonido lento y pantanoso de "Dark age warlord resurrected by seditious trickery" y su gemela "Sabbatharian blood feud" con su anuncio apocalíptico provocado por una inminente guerra nuclear. Aun con estos sombríos himnos, Perfect doctrine nos comparte track más armoniosos sin perder su sombría esencia como en "Throw away the cross", pero el material se aferra a su lúgubre ambientación en "The Theurgy / Hymm 99", última canción del disco que logra el éxtasis cuando alcanza su acelerada explosión final.
"El mundo entero es una zona de guerra
y tu vida se torna sombría.
Sus fantasías son tus mentiras
y tu dolor parece que no debería nunca terminar...
nunca terminar.
Tan llenas de mentiras, esas víboras descansan sobre
lo desconocido, lo inamovible.
En el jardín, en las rosas
las malvadas formas esperarán la sangre.
Bajando, bajando directo al infierno.
Encierra al mundo en una celda de la prisión.
Odio consagrado como ley sagrada.
Dicho orgullo siempre llega antes de la caída...
antes de la caída.
Los amantes no pueden ser capturados
Hoy repararé mi corazón roto
Eleva el signo del Alto Sephirot
para volar, para volar, para volar
lejos de esta pesadilla."
El primer single del Perfect doctrine es su tema inaugural "Opium blade", que al hacer honor a su nombre, escuchamos un áspero doom lisérgico de ácidas voces, melodía de hipnótica cadencia y ruido desgarrador. Acompañado el lanzamiento de un trabajo visual donde podemos ver a la banda tocando entre coloridas flores y caleidoscopios mientras la biblia es mancillada, el track nos ofrece un viaje alucinógeno de sonidos pesados que de manera inmediata nos hace remitirnos a las propuestas sonoras de bandas como Beastmaker o Tempelheks. Quizá este track no represente los que es la atmósfera general del álbum que lo contiene, pero es un hecho que es el tema con mayor capacidad de toxicidad que pueda provocar un llamado de atención mientras se levanta un aquelarre a su alrededor.
Perfect doctrine define los conceptos líricos y sonoros de Purification a través de su obvia postura antireligiosa por medio del uso del metal tradicional y el doom acidificado. Pero más allá de los prejuicios y clichés, el segundo disco de la banda de Portland debería ser escuchado como una densa obra obscura que habla sobre los horrores que acechan a la humanidad a través de la dualidad entre la divinidad y la maldad. Guerras, enfermedades y creencias han arrastrado al ser humano a su degradación y su muerte, provocando que Purification reúna todas estas temáticas en un material discográfico difícil de digerir para las mentes piadosas y los oídos sensibles...
Un grupo de muertos vivientes han detectado nuestra presencia y ahora es momento de buscar la manera de huir de la situación, sin embargo ya es demasiado tarde. Tras ser mordidos por estos entes nocturnos, nuestro cuerpo ha mutado en carne putrefacta dispuesta a perseguir la vida para infectarla. Así como es descrita esta escena, una colección de temas venenosos construidos por una pareja noruega han logrado arrancar una parte de nuestra atención para dejarla eternamente enferma con su concreta propuesta sonora que es necesaria repasar en estas líneas.
Night League nace del encuentro entre la bajista Marita Sundet y el guitarrista Trygve Johan Solheim en un intento por crear nuevo material tras la pausa colocada sobre Grimskull, la banda de metal a la cual pertenecían ambos desde 2009. Para esta ocasión, la pareja retoma al viejo NWOBHM como principal caballo de batalla para mezclarlo con algunos elementos del primer metal nórdico y hasta el ochentero metal glam, obteniendo como resultado la publicación de su homónimo álbum debut en julio de 2020 a través de la disquera Skullcrack Records.
Night League es un álbum interesante desde el punto de vista de la recuperación de los viejos sonidos que le dieron origen al metal como género, recuperando la esencia de los primeros y crudos sonidos de bandas como Iron Maiden y Judas Priest sin olvidar la tradición escandinava o la suciedad de dicho estilo bajo los conceptos americanos de Mötley Crüe. De esta manera, el material discográfico se convierte en una colección de ocho temas balanceados que logran mantener una misma atmósfera sin estancarse en su fórmula básica.
Quizá sea "Trashing revolt" lanzada como primera mordida del debut la que de manera inmediata nos atrapa con sus notas intensas y entrecortadas bajo una neblina de salvajismo y agresividad que es imposible ignorar. Los juegos vocales del track que beben directamente del eterno Rob Halford nos muestran la mezcla perfecta entre Mara y TJ Cobra, pero quizá sea la melodía de este primer tema el que logre capturar al escuchar para despertar en él un deseo por saber qué más hay en el resto del disco.
Lejos de mantener aquella intensidad lograda en su track inaugural, el álbum debut de Night League es un encuentro de melodías adictivas que juegan con las posibilidades del metal clásico hasta lograr una múltiple paleta de colores que van desde un directo rock de estadio mostrado en "Shock" hasta una balada de guitarras electroacústicas que juegan con el pop melódico del Fleetwood Mac setentero y los primeros momentos del suave metal progresivo que llea por nombre "Rise from the ruins". Sin embargo, el primer material de los noruegos alcanza sus momentos climáticos cuando se decide subir a la carrera loca de un caballo desbocado como se escucha en la rabiosa "Viper" con su hermoso puente musical de guitarras gemelas y bajo punteado.
El sonido alcanzado por Night League es sin duda creado por TJ Cobra, quien además de tocar la guitarra, la batería y los teclados, produce el álbum en su totalidad. Parte de este trabajo se puede apreciar con plenitud en "Fallgate to hell", el colosal track instrumental de tintes grandilocuentes y misteriosos que demuestran la calidad interpretativa del músico. Sin embargo, el aporte de Marita lo podemos escuchar en la magia de sus líricas y su atmosférica voz como se demuestra en la sombría "Unholy union" con su obvio sabor a doom, sin olvidar además al hard rock directo muy escandinavo que se escucha en "Night league", canción que dota de nombre a la banda y al disco.
"La energía del motor está debajo de mí
Lo disfruté y me sentí libre
en un camino hacia un mundo completamente nuevo
porque he visto al viejo estrellarse y quemarse.
Había caos en las calles
Todo lo que escuchamos eran mentiras y engaños
La gente gritó y cayó sobre sus rodillas
mientras el fuego ardía y quemaba sus súplicas.
Tomé un bando y traté de luchar
Me mantuve firme porque sabía que estaba bien
El poder de la locura me detuvo
No hay forma de ganar y llevarse la corona.
Terror mecánico, la batalla continuó
La armadura era fuerte, héroes muertos y desaparecidos
Me enfrenté al mal para acabar con todos
La única manera era que el mundo cayera.
Salté sobre mis ruedas y aceleré
Manejando tan fuerte, nunca me detendré
Contra el fuego
Contra el miedo
Estoy eligiendo mi equipo
Son las ruedas del guerrero..."
Bajo un obvio sabor a carretera, polvo y motocicletas, Night League nos ofrece en "Wheels of the warriors" la demostración de su propuesta sonora, pues lograr arrancar con un riff asesino que desgarra, pero que a los pocos instantes se transforma en una melodía de metal glam para después crear un puente sonoro construido bajo las premisas del NWOBHM. El encuentro de la voz masculina con la femenina crea una tensión perfecta mientras las armonías logran que el tema fluya sin comprometer sus figuras. Por lo pronto, el trabajo visual que acompaña al single nos muestra los clichés de un tema como el presentado: cuero negro, estoperoles, motoclicletas y explosiones militares.Sin embargo, el encuentro de distintos estilos en una misma composición requiere tener la suficiente apertura como para asimilar el track bajo sus múltiples posibilidades y no tomarla tan sólo como un collage sin sentido de géneros.
Night League ofrece un buen ejercicio de lo que es la recuperación de los sonidos clásicos de un género que se ha ahogado en referencias obvias de las cuales es imposible escapar, pero más allá de caer en una caricatura, la pareja noruega logra crear un álbum equilibrado e interesante que requiere ser digerido detenidamente para detectar cada uno de sus elementos y disfrutar sin prejuicios cada uno de los temas que lo conforman. Tras esta primera entrega, la banda escandinava podrán encontrar los rasgos que más le funcionen a su propuesta para recuperarlos en un próximo material discográfico que sea más concreto y mejor desarrollado tras este primer intento. Por lo pronto, será necesario dejar madurar su debut y permitir que la pareja exponga su trabajo sobre los escenarios...
Tras una larga pausa de cinco años, Valkyre ha regresado para regalarnos un equilibrado álbum lleno de matices y colores bajo el tufo a aquel heavy rock que se fue transformando en metal. Es obvio que los tímpanos regresen a los viejos materiales para realizar una comparación con las nuevas melodías ofrecidas, pero es necesario comprender que una banda que no ha publicado durante un lustro deberá desarrollar su sonido hacia nuevos parajes. Una vez que dejamos a un lado los prejuicios, dejamos que Fear hable por sí solo mientras sus acordes fluyen por las bocinas.
Si bien aquel Shadows de mayo de 2015 fue un excelente desarrollo de ideas musicales basadas en el rock fuerte con obvia orientación hacia el metal, el reciente Fear editado en julio de 2020 a través de Relapse Records da un paso más hacia adelante gracias hacia su paseo hacia algunas posibilidades que brinda el movimiento progresivo y el stoner metal. La obscuridad y los misteriosos paisajes se sienten en cada uno de los ocho tracks del material discografico, pero en ellos también se puede detectar un animal que respira en búsqueda de una huida ante el miedo que despierta el enfrentarse a la muerte y el inexorable paso del tiempo.
Valkyrie es inmediatamente relacionado por la participación de su guitarrista Pete Adams en Baroness, pero su salida de dicha banda a mediados de 2017 le permitió enfocarse en este proyecto formado desde 2002 y consolidado en 2005 con el ingreso de su hermano Jake en la segunda guitarra. La alineación actual es la que se mantiene desde 2012 con la participación del veterano baterista Warren Hawkins y el bajista Alan Fary; constituyendo así la formación que grabó el Shadows y que desarrolló el más reciente álbum.
Cuando uno habla de un disco que trabaja a partir del proto-metal para desarrollar melodías llenas de texturas, de primer momento uno podría esperar un álbum rebuscado lleno de ruidos insistentes que divagan sin sentido como si fuera un extravío dentro de un laberinto sonoro. Sin embargo, Fear nos ofrece una colección de temas llenos de ganchos melódicos que jamás provocan el abandono de nuestra atención. Acordes secos llenos de intención, atmósferas claras que poco a poco se obscurecen bajo la zozobra de algo que se esconde tras las capas de sonido, líneas rítmicas bien definidas que son esculpidas por guitarras afiladas con riffs exactos y audioramas directos que sólo una interpretación análoga y bien pensada puede lograr.
Si uno se acerca al cuarto álbum de la banda de Virginia a través de su tema central "Fear and sacrifice", te enfrentas a un furioso enjambre de acordes que nos golpea sin piedad y que nos envuelve sin remedio, pero Valkyrie tiene la capacidad de rescatarnos y colocarnos en otro sitio de manera inteligente para que podamos observar el espectáculo. De manera opuesta, "Afraid to live" nos sitúa en algún espacio obscuro y sombrío que recorre poco a poco hasta que gana confianza para acelerar su paso ante el temor de aquello agazapado que se encuentra al acecho. De esta manera, la banda nos ofrece dos visiones adversas que al mismo tiempo mantienen su espíritu de unidad y sonoridad.
El juego de las guitarras de los hermanos Adams en combinación perfecta con las líneas melódicas de las cuatro cuerdas de Fary y la exacta tormenta de meteoritos de Hawkins queda demostrada como fórmula ganadora de Valkyrie a través de su bien llevada "The choice". Los suaves compases de "Brings you down" y la instrumental "Exasperator" sirven como remanso ante las fuertes oleadas que Fear contiene en la mayoría de sus temas, pero el álbum tiene sus mejores momentos sin lugar a dudas cuando la banda se decide entonar aquellos himnos ruidosos llenos de energía que son imposibles de abandonar como en "Evil eye", algo que es coronado con aquel duelo de solos de guitarra que son simplemente espectaculares como si se tratara de obtener la recompensa de una maravillosa vista tras el esfuerzo de ascender una rocosa montaña.
"Sintiéndose tan bajo
intentando dejarlo pasar.
El cambio es muy lento
con las cosas que haces.
Ciclos de dolor
La paciencia se ha ido
Vive como un santo
o sigue sufriendo
El amor no es difícil de hacer
Sentimientos tan difíciles de sacudirse
La paz será mía otra vez...
El amor será mío otra vez..."
El tema que ha elegido Valkyrie como single promocional para su Fear es la inaugural "Feeling so low", un track adictivo de guitarras ásperas que dan oportunidad a un bajo criminal marcar la figura que dota de sentido a la melodía. Una vez delimitadas sus fronteras, "Feeling so low" nos enamora con la línea melódica que la voces entona mientras escuchamos una lírica que habla sobre la búsqueda de opciones para escapar del dolor a través de la paciencia y el lento paso del tiempo. Aun si ésto fuera poco, aquello que podría dar pie a un estribillo se convierte en un puente musical que permite al escucha seguir con su canto, algo que pocas bandas se aventuran a realizar y que en el caso de Valkyrie se logra a la perfección mientras le da oportunidad a las guitarras a explotar. Cinco minutos de música bien llevada que logra transportar al oyente a una realidad alterna sin dejar por un segundo de hacer referencia a las vicisitudes que existen en ésta.
Sin lugar a dudas, Fear es un álbum que define lo que ha sido el desarrollo del stoner metal con tintes progresivos, el proto-doom y el hard rock durante la última década, pero lo alcanzado por Valkyrie va más allá de un compendio de sonidos ya probados por otros, pues su último material discográfico logra construir una colección de temas concretos que logran desarrollar un universo propio más allá de las referencias sonoras. Voces entrelazadas con instrumentaciones exactas y variantes que saben crear melodías infecciosas e ingeniosas, elementos todos difíciles de alcanzar por otras muchas bandas. Atención señores, quizá estemos frente a uno de los mejores álbumes del año...