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miércoles, 30 de enero de 2019

Royal Sons : las diversas posibilidades del abrasador hard blues


Con el paso de los años, el blues no sólo se convirtió en el género musical distintivo de los Estados Unidos de América durante el siglo XX, pues también fue la base sonora que permitió a diversos estilos nacer y desarrollar en otras tendencias auditivas. Etiquetar el día de hoy a una banda dentro del blues sería un error, pues en una época dominada por la fusión y el intento por crear un estilo propio ha provocado que cada grupo tome su propio camino. Esto es lo que pasa exactamente con Royal Sons, que gracias a su álbum debut, se han colocado dentro de las murallas de dicho género y al mismo tiempo las ha derribado de un solo golpe.

Cuatro músicos nacidos en la zona metropolitana que une a Dallas y Forth Worth, Texas se dieron a la tarea de compartir experiencias dentro de diversas bandas. Las capacidades de los guitarristas Chad Beck y Johnny McConlogue, el bajista Marcus Gonzales y el baterista Javier Garza los llevaron a coincidir también en diversas grabaciones de una disquera, por lo que fue natural para ellos plantearse la formación de un grupo en 2016. Sin embargo, no fue hasta la inclusión del vocalista Blake Parish que todo realmente tomó un rumbo claro.


Al escuchar Praise & warships, es imposible imaginar que éste es un álbum debut. Al transcurrir cada uno de sus once track podemos saborear las múltiples posibilidades que tiene Royal Sons, aunque bien se puede descubrir el origen de las mismas sin se escuchan detenidamente. El disco inicia con la innegable zeppeliana de "The devil's knockin'" gracias a su blues electrificado de guitarra slide, pero que al pasar algunos minutos, se convierte en un hard rock muy cercano a la escuela del Aerosmith de los setentas. No muy lejos de lo logrado por los también texanos Scorpion Child, podemos escuchar temas venenosos de buen rock pesado basado en riffs adictivos como en "Shuffin' shoes" y la francamente pegajosa "Taste of the whip"; aunque en el disco entran uno que otro experimento sonoro como la vaquera "Órale culeros" o la stoner "Familiars".

Sin embargo, el primer disco de Royal Sons respira por medio del blues americano y sus asimilación por la cultura popular. Un ejemplo vivo está en "The eye" con su tributo de los ritmos ancestrales de los primeros pueblos norteamericanos en mezcla perfecta con el blues electrificado, lo que recuerda lo logrado por The Picturebooks, The Black Keys o All Them Witches. La obscura y áspera "Nobody has to know" repta por los suelos hasta mordernos el tobillo, aunque es el tema que le da nombre al álbum cuando terminamos por entender el sonido de Royal Sons por medio de aquel blues desgarrador y todos aquellos sonidos surgidos a partir del efecto de distorsión como es el hard psych, el stoner y el rock revival que ha encontrado en América una tierra fértil.


El primer single promocional del Praise & warships fue "Let it burn", el track que quizá escapa más de lo que podríamos llamar "el estilo de la banda". Por medio de una hipnótica figura que se arrastra poco a poco hasta hechizar al primero que se cruce en su camino con su figura en forma de loop, la canción refleja coraje que termina por explotar de manera incendiaria e hiriente. Combustión de alto alcance y persistencia que incinera todo lo que toca, sonido misterioso que a la menor provocación estalla en un estruendo abrasador que recuerda los ataques mortíferos con napalm como en los ocurridos en los diversos conflictos armados de intervención realizados por Estados Unidos en el siglo pasado. Guitarras hirientes sobre un ritmo constante, una voz que pasa del suspiro al clamor y el irónico juego de ruido y sonido que permite crear una perfecta atmósfera de zozobra que cae con todo su peso sobre el oyente.


"Estamos en el desierto tratando de encontrar nuestro camino a casa. Tal vez no hay nada por lo cuál volver, así que sólo me dejaré quemar. Secretos escondidos y archivos de mentiras, pero eso no significa nada para mí. Me haces preguntas y yo te daré mis respuestas, así que no te sorprendas si te punzan. Desde el borde de la obscuridad de donde algo viene por mí, ojos cegados por la maldad vienen para liberarme. Yo no quiero saber... Napalm!! "

Anticipando el lanzamiento de Praise & warships que se llevó a cabo a finales de octubre de 2018, Royal Sons publicó el video promocional de "Let it burn"; trabajo visual dirigido por Dustin Schneider de Plastik Object Photography y editado por Johnny McConlogue, guitarrista de la banda. Bajo una estética vintage generado por el fuerte color sepia, observamos al quinteto texano interpretando su tema sobre el escenario mientras la lenta velocidad  otorga una sensación de añoranza e intensidad. Entre público y amplificadores, Royal Sons demuestran su calidad interpretativa.


Si buscáramos adjetivos al hard blues construido por Royal Sons en su esperado álbum debut serían los de "esotérico" y "tribal" gracias al sonido creado por Barry Saling y los años de experiencia que tienen los miembros de la banda entre salas de ensayo y cuartos de grabación. Más allá de las múltiples posibilidades compositivas del Praise & warships, el primer disco del cuarteto texano logra colocar cada uno de los elementos que lo conforman en su lugar preciso, permitiendo al oyente escuchar cada instrumento de manera definida y al mismo tiempo uniforme con el resto de sonidos. Regresemos la aguja al primer surco del álbum nuevamente y disfrutemos de manera detenida este material, pues además de gozar de un hard blues electrificado bien logrado, tenemos la oportunidad de escuchar a una nueva banda con la intención de refrescar al género más allá de las etiquetas...


jueves, 24 de enero de 2019

Samavayo : cuando las sirenas recuerdan los vientos de guerra


Si existe una banda que ha sabido hacer coincidir al stoner con el metal progresivo es Samavayo, grupo alemán que conforme el transcurrir de siglo XXI se ha consolidado como una referencia obligada de los sonidos distorsionados y destructivos creados en Alemania. Gracias a la publicación de su sexto álbum a finales de noviembre, lograron colocarse como una de las mejores producciones del 2018; pero es necesario desmenuzar lentamente todos sus elementos para valorarlo con toda la razón y, finalmente, disfrutar su potencia sonora y su fértil imaginación compositiva.

Samavayo nació en Berlín a principios del nuevo siglo a partir de la intención de los hermanos Voland por crear una banda que retomara el estridente sonido del stoner desértico creado por Kyuss y potencializado por Truckfighters; aunque todo terminaría tomando un rumbo alternativo al inspirarse en el estilo de los eclécticos Tool. Stephan en la batería y Andreas en el bajo conformaría la base sonora de su agrupación, a la cual se sumarían Marco Wirth en las vocales y Behrang Alavi en la guitarra; éste último un chico de Teherán, Irán que se había ido a radicar a Alemania tras la caída del muro. Sin embargo, en 2013 Wirth abandonaría al grupo, Alavi tomaría el control de las vocales y Samavayo tomaría un nuevo rumbo sobre aguas mucho más profundas como jamás lo habían hecho antes.


Dakota de mayo de 2016 nos demostró la mutación sónica que el ahora trío pudo lograr por medio de riffs rabiosos y ritmos rebuscados con un descarado reto a los tiempos convencionales, lo que obtuvo el aceptación de un amplio público y el reconocimiento de la prensa especializada. Sin embargo, sería hasta la publicación de Vatan, sexto álbum del grupo, con lo que Samavayo establecería su estilo propio a través de largos pasajes musicales que demuestran una gran calidad interpretativa, composiciones llenas de furia que vagan por sombríos campos minados y líricas profundas que reflejan los sentimientos de una Berlín sumida en sentimientos encontrados tras la guerra fría y el choque de diversas culturas.

La complejidad alcanzada por el trío alemán podría desconcertar al escucha primerizo que quedó atrapado por la belleza de portada lograda por Dark Joao Paes de Barros (quien es además el guitarrista de Fuzzly), pero una vez que el oyente se engancha con algún potente riff o una frase venenosa, Vatan se transforma en una enfermedad que obliga a darle vuelta al álbum una y otra vez con el afán de descubrir en él otro secreto más gracias a ese obscura áurea que lo rodea y termina por otorgarle un misticismo más allá de su estridencia. Si en dado caso buscas un responsable para dicha atmósfera, quizá tengas en el trabajo de grabación y mezcla de Richard Beherns al culpable perfecto; quien refleja su experiencia como bajista de Samsara Blues Experiment y Heat, además de producir a Wucan, Travelin Jack o Limestone Whale.


Samavayo ha creado un disco complejo que no puede quedar reducido a un solo tema. Los tétricos sonidos con los que arranca el álbum sirven de ambiente perfecto para una línea de bajo rastrera que poco a poco ofrece soporte a lo que se llamará "Prevarication nation", tema abridor con un innegable tufo a Tool que sólo es quebrado cuando escuchamos el track que le da nombre al material por medio de su insistente figura y sus tenues figuras que a su paso van construyendo un obscuro sendero del cual no habrá retorno. "Hate of thousands" confiesa la línea más desértica de la banda de Berlín, pero sus diversas líneas melódicas juegan con algunos elementos tenues del doom y el metal progresivo hasta romper cualquier estereotipo. Las figuras funky de "Time to die" nos podría sacudir en un primer momento, pero una vez comprendido el momento, la intensidad nos toma por asalto para sorprendernos una vez más. Los ambientes sombríos de "Marionette" logran ser un base para los diversos experimentos sonoros que intenta Samavayo, aunque la furia de la concluyente "Children  of Kobane" es el tema que logra condensar todos los estilos intentados por la banda durante todo el Vatan.

Con la intención de ser un faro para nuestra errante navegación, Samavayo presentó "Sirens" como el primer single de su sexto álbum. Las alarmas anuncian un eminente peligro, un temor que repta por el suelo y lo hacer cimbrar hasta sus cimientos. Una tormenta de acordes oníricos comienza a crear escozor en la piel mientras escuchamos una lírica que inevitablemente nos arrastra hasta los recuerdos de una terrible y mortífera guerra sin tregua ni final. Su tóxico riff se filtra por los poros hasta saturar las células, sus retorcidos tiempos provocan la atención fija al sonido que escapa por las bocinas, su contradictoria furia se mezcla entre la zozobra y la incertidumbre que no logra descifrar cuando será el próximo ataque.

"Cautivo de un pasado quebrado, hundiéndose en el vacío. Delirios y sueños paralizantes como sirenas de ansiedad. Inquieto, vacío e indefinido. No hay diferencia si vivo o muero. Perseguido por espantosos recuerdos, escucho incesantes sirenas. Atrapado entre gritos implacables, sirenas torturan mi mente. Atrapado y sin aliento en esta noche, la muerte llega desde el cielo. Tropezando entre las tumbas de las masas, el futuro, el presente y el pasado están en cenizas..."

Entre diversas locaciones del viejo Berlín oriental, Samavayo interpreta su "Sirens" con la inyención de mostrarnos los estragos sufridos por aquella ciudad durante la guerra fría, pero al mismo tiempo nos demuestra las crueles coincidencias de lo vivido entre los integrantes de la banda, ya sea en Alemania o en Irán. El horror ha provocado paranoia y delirio de persecución, una necesidad de huida y miedo infinito. Los tambores retumban mientras el filo de las cuerdas desgarran con su eléctrico estertor hasta que los recuerdos se agolpan en la mente enferma por la muerte y la guerra. 


Definitivamente Vatan no es una cápsula para ser ingerida de un solo trago. Sus siete temas distribuidos en 45 minutos requieren ser repasados constantemente para descubrir en sus surcos las diversas posibilidades que sus acordes y sus líricas pueden generar, desde oníricos pasajes que deslumbran hasta desgarradoras pesadillas que confiesan los pensamientos más obscuros. Samavayo ha creado una obra de arte para los que buscan la coincidencia entre el stoner metal y el progresivo más áspero, pero el álbum logra romper con los términos para crear un desgarrador material lleno de pensamientos, sensaciones y sonidos que muy pocos podrán alcanzar...


miércoles, 16 de enero de 2019

Witchthroat Serpent : el ruido y el fuego sagrado


De broussailles en ténèbres
seul résiste
le feu sacre...
(De la maleza en obscuridad
sólo resiste
el fuego sagrado)
"Rythmes", Andrée Chedid, 2009.

Introducción ritual al calor del fuego bajo el resguardo de la noche, danza tribal que tributa a los espíritus ocultos en la obscuridad y da la bienvenida a la tormenta eléctrica de lamentos que acompaña a los seres demoníacos. Un estridente aquelarre que desgarra los corazones de sus congregados y ofrece en sacrificio las almas inocentes con la única intención de honrar al maligno.  El veneno es ingerido para comenzar la ceremonia...

En noviembre de 2018 fue presentado Swallow the venom, tercer disco de la banda francesa Witchthroath Serpent fundamentada en el doom primitivo de aletargados tiempos, guitarras ásperas, bajos reptantes y baterías nebulosas. Tras siete años de vagar por criptas abandonadas para descubrir los secretos que resguarda la muerte por medio de himnos ensordecedores y rituales obscuros, el trío originario de Toulouse termina por establecer su tétrico sonido en un denso álbum que requiere ser escuchado detenidamente para descubrir lo que se oculta tras sus infinitas capas de ruido.


Witchthroath Serpent atrajo los reflectores de los buscadores de pesados tesoros gracias a su Sang-Dragon de abril de 2016, material que retomaba los primeros instantes del doom para mezclarlo con algunos elementos de la psicodelia más ácida posible, teniendo en Electric Wizard y Windhand sus referentes más obvio. Aquella hipnótica portada realizada por la gente de Branca Studio sirvió como gancho ideal para penetrar en sus mórbidas escenas y espesas brumas creadas por su colosal muro de sonido, por lo que ahora era necesario tener otro referente visual que fuera igual de impactante y que al mismo tiempo brindara una alusión a lo que depara bajo su reproducción.

Swallow the venom nos recibe con la mágica presencia de Clea De Velours a través de una impresionante portada realizada por Andy Julia mientras abandona los tenues ácidos lisérgicos herederos del stoner del disco anterior y crear así un álbum más crudo basado en el poder de los instrumentos explotando directamente en el estudio sin mediación alguna. El bajo de Lo Klav soporta las melodías sin que por ello olvide el poder de la vibración, los certeros golpes de batería realizados por Niko Lass buscan acompañar cada melodía más allá de terminar sólo como truenos cayendo sobre la tierra, y las guitarras de Fedrik Bolzann nos arrasan como si formaran parte de una tormenta de arena que nos desgarra la piel poco a poco mientras la monótona voz de su intérprete nos recita mórbidas historias que hablan sobre rituales ocultos e intentos por descubrir lo que hay más allá del umbral de a muerte.


Luego de escuchar un enigmático poema de Andrée Chedid bajo el resguardo de una fogata, Witchthroath Serpent nos golpea salvajemente con su "Lucifer's fire" como si de manera instantánea pasáramos del aquelarre a los últimos círculos del infierno. Luego de sus interminables minutos de ruido y castigo, un distorsionado bajo nos recita una tétrica melodía que abre paso hacia otra tormenta de sonido y al mismo tiempo nos muestra una pobre cripta olvidada por medio de "Pauper's grave", tema que inesperadamente se transforma en un danse macabre por medio de sus bizarros y arrastrados acordes que rompen con todo lo que podríamos esperar de los franceses. Sin embargo, un pequeño feedback nos regresa a la atmósfera creada por la banda para ofrecernos en "The might of the unfailing source" un track rabioso que sacude el previo ambiente onírico para obligarnos a regresar hasta la crueldad de nuestra realidad carnal.

Las poderosas notas que dan inicio a "Hunt for the mountebank" tienen toda la capacidad de arrancarnos el corazón y saturarnos las neuronas de energía eléctrica dentro de una pequeña dosis, pero cuando escuchamos las fantasmales figuras de guitarra en combinación de los pantanosos acordes de "Red-eye albino" todo pareciera que el tiempo no hubiese pasado desde el Sang-Dragon o como si el track fuera un corte desechado del mismo. Swallow the venom concluye de manera magistral por medio de "No more giant octopuses", densa pista con diversos cambios de tiempo que poco a poco nos arrastra hasta aguas abismales de las que será imposible escapar.


"La mutilación y la renovación se repiten sin cesar. Siempre diferente, siempre lo mismo, cambio mi piel como una gran transformación personal o una crisis existencial. Listo para subyugar a la humanidad con ojos impenetrables, un intenso sentimiento de no pertenecer a su mundo como un privilegiado intermediario entre la luz y la obscuridad. Soy el maestro del desorden, el terror del mundo organizado. Soy el guardián del equilibrio entre la vida y la muerte. Soy la perpetua renovación de la naturaleza que muere y renace donde la decadencia y la muerte permiten nuevos gérmenes y vida. Ven a mí y congela bajo mi anzuelo ponzoñoso, ven a mí y muere sobre mi aguijón venenoso, ven a mi hacia mi lugar secreto donde escondo los misterios de la vida y la muerte. Ve a mí y toma el sendero divino para vivir la gran experiencia de la encarnación..."

"Scorpent serpion" fue el primer single del Swallow the venom, para lo que fue publicado un video promocional en septiembre de 2018 editado por Bast/DeathBell que retoma antiguas imágenes sobre muertos vivientes mientras diversas serpientes y escorpiones inyectan su ácido veneno. Las ásperas guitarras crean un zumbido hipnótico que es guiado por las líneas de bajo mientras escuchamos una lírcas que hablan sobre el umbral que divide la vida y la muerte. Tras varios minutos aletargados que semejan a un grillete a marrado al tobillo, de manera súbita cambia el ritmo de la melodía para llenarse de furia hasta terminar en un onírico solo de guitarra, elemento que busca cercar el principio recursivo en que está basado su concepto.


Unas semanas antes de publicar el Swallow the venom, Witchthroath Serpent anunció la inesperada salida de Lo Klav, provocando la sorpresa de seguidores y críticos. Antes de la salida del álbum, la banda presentó a Ügo Greifengeier como su remplazo, pero ahora será momento de esperar su adaptación al grupo ahora que habían logrado establecer su propio sonido. Por lo pronto, debemos permitir que el tercer álbum de los franceses madure lo suficiente para descubrir en él su esencia y propuesta sonora; pero será de vital importancia que sea llevado a los escenarios lo más pronto posible para conocer todas sus posibilidades.

viernes, 11 de enero de 2019

John Garcia and the Band of Gold : los múltiples sonidos de la áspera California


Los primeros días de 2019 nos recibieron con una certera bofetada al rostro, un tormenta de arena nacida en el desierto californiano, un tesoro sonoro con la capacidad de convertirse en un clásico inmediato. Por medio de la reconocida disquera Napalm Records fue publicado el tercer álbum solista de John García, la voz que definió al rock desértico gracias a su paso por importantes e influyentes bandas del género como Kyuss, Slo Burn, Unida, Hermano y Vista Chino

Acompañado por la alineación con la que grabó y presentó su electroacústico The coyote who spoke in tongues en enero de 2017 (reseña-review), John García nos ofrece dos años después otra granada auditiva con todo el sabor a la escena que se conformó en los años noventa en Palm Dessert, California de la mano del productor Chris Goss, quien en su momento formara parte de Masters of Reality y trabajara en el sonido de Kyuss y Queens of the Stone Age. Bajo estos antecedentes, no podíamos esperar menos del álbum anunciado a finales de 2018 con el nombre de John Garcia and the Band of Gold


Luego de la reunión que García tuvo con la alineación original de la efímera y poderosa banda Slo Burn durante 2018, el icónico vocalista se reunió nuevamente con el guitarrista Ehren Groban, el baterista Greg Saenz y el bajista Mike Pygmie para crear un álbum que recuperara su esencia arenosa obtenida en su disco homónimo de 2014 por medio de la banda que se consolidó con el segundo disco de 2017. El resultado final es un material equilibrado que rescata aquel sonido que fue semilla para lo que ahora llamamos stoner junto con aquel estilo relajado que roza con el rock con tufo a hierba y boogie que ha hecho Brant Bjork en sus últimas producciones.

John Garcia and the Band of Gold es un álbum atascado de California, pues bien puede llevarnos al desierto por medio de los arenosos sonidos de "My everything" con toda su intensidad o tomar la vida de manera relajada a partir de los bikinis, la playa y el surf con la pegajosa y hasta funky "Chicken delight". El disco comienza con una especie de introducción instrumental y cósmica llamada "Space vato" que nos remite a las noches estrelladas a la mitad del desierto congelado, pero el material puede regalarnos tracks venenosos como si fueran una mordida del monstruo de Gila. "Lillianna" es directa con una línea melódica infecciosa, "Kentucky II" es destructora con su violencia interpretativa, "Popcorn (Hit me when you can)" es eléctrica gracias a sus guitarras desgarradoras como enjambre y poderosa como un V8 corriendo sobre el ardiente y polvoriento asfalto, "Cheyletiella" es innovadora al inyectarle un ritmo cadencioso a su sonido francamente stoner, y "Softer side" cierra el álbum con  un hipnótico viaje con la intención de regresar la vista al cielo luego del terremoto creado con la fuerza del material.


Este tercer álbum solista de John García está basado en el poder del riff, algo que queda demostrado en "Don't even think about it" y su equilibrada mezcla de suaves acordes y violentos rasgueos; pero John Garcia and the Band of Gold  se permite también los escapes lisérgicos de notas deslizadas que inevitablemente recuerdan el estilo entrecortado de Josh Homme en los primeros discos de Queens of the Stone Age como lo demuestra "Apache juncion".

Más allá de las diveras posibilidades que ofrece el material, John Garcia and the Band of Gold bien puede quedar resumido en lo que se escucha en su primer single promocional llamado "Jim's whiskers". El "groove" de su riff viral entra a la sangre mientras un ligero recuerdo a lo hecho por Brant Bjork nos azota la mente, pero la inconfundible voz de John García nos regresa los pies a la arena mientras escuchamos una extraña lírica sobre la confirmación de uno mismo más allá de los errores cometidos, los vicios consumidos y hasta la propia muerte. El rasposo boogie sirve de plataforma ideal para hacer lucir la voz del ícono del sonido de Palm Dessert y permitir que un viscoso solo de guitarra explote por las bocinas, pero una vez que nos sumergimos en la acompasada melodía, todo se transforma en un desbocado stoner de que será imposible escapar.


"Él dijo: hijo, intenta un poco más fuerte porque esto no está lejos del hueso, si lo fríes un poco más tu cerebro quedará completamente solo. Él dijo: Chica, cocinaré un poco más, sólo dame por favor más de tí. Todas esas palabras siguen saltando, la China blanca sobre tí. Ahora por favor dame más de ese algo porque se está separando del hueso. Me estoy sintiendo más como yo mismo ahora, estoy casi más que hecho. Ahora llévame a la butaca y enséñame, muéstrame todas tus malas maneras. Dame un baño para morir y te escribiré desde el más allá. Te lo digo, te equivocaste y fuiste sepultado tan jodidamente lejos..."

John García presentó el video promocional para "Jim's whiskers" a través de un trabajo visual realizado por Nate Klein y Kevin Strick que muestra a un skater por diferentes parajes de Los Ángeles, lo que nos permite observar los múltiples rostros de la ciudad entre sus contradictorias calles, su imponente naturaleza y su extravagante gente. Los recuerdos se agolpan en la memoria del chico mientras realiza un tributo en un altar improvisado sobre la banqueta.


Aquí está el regreso de la voz del desierto, el retorno de uno de los pilares fundamentales del rock arenoso. John Garcia and the Band of Gold es veneno inyectado directo a la vena, una adictiva sustancia imposible de suspender, una colosal dosis de ruido que provoca vicio y enfermedad. Quizá sea prematuro, pero el álbum tiene todo para no tan sólo ser uno de los mejores del año, sino uno de los mejores de la carrera de John García. Por el momento, será necesario desmenuzarlo poco a poco para descubrir en sus surcos todos los tesoros que resguarda mientras esperamos a escuchar el material sobre los escenarios...


miércoles, 9 de enero de 2019

Disrule : cuando Dinamarca queda entre el stoner y el doom


Hace un poco más de dos años hubo un video que llamó la atención a más de uno que llegaba desde las gélidas tierras de Dinamarca pero que se distinguía por su sabor stoner y sus curiosas figuras que llevaban la melodía sobre el tablero de un V8 a toda velocidad. Fue por medio de "Evil coming home" que tuvimos la oportunidad de conocer a Disrule, pero ha pasado el tiempo y este cuarteto escandinavo ha regresado con un nuevo material bajo el brazo.

En noviembre de 2018 fue publicado Sleep in your honour por medio de la disquera Seeing Red Records, álbum que serviría como continuación a lo hecho por la banda de Silkeborg en agosto de 2016 con su debut Omen Possessor y a su EP de marzo de 2017 The MD.441. En un primer momento, Disrule se había concentrado en el stoner y el hard rock potente como su principal medio de expresión, pero ahora con su segundo disco completo podemos encontrar a un grupo que desea expandir sus horizontes sonoros para dirigir sus pasos hacia nuevas posibilidades.


Lo alcanzado en los ocho tracks que conforman el Sleep in your honour nos demuestran un gran trabajo, mismo que se logró en el cuarto de ensayos y que finalmente quedó registrado de manera sorprendente con tan sólo dos días de grabación en el mes de abril de 2018 en el Dead Rat Studio bajo la supervisión técnica de Jacob Bredahl. El sonido que hoy tenemos a nuestra disposición es una mezcla de poder, profundidad e imaginación que logra reformular el estilo de la banda y, sin exagerar, el del propio género.

El encuentro desgarrador de las guitarras de Frank Sørensen y Søren Dybdal, el abismal sonido del bajo de Allan Segalt y la cavernaria batería de NP Nielsen crean una estridente amalgama que toma como base el poder del fuzz para alimentarlo con algunos elementos del metal y las múltiples posibilidades melódicas del primer doom setentero; logrando de esta manera un álbum de diversas velocidades que en un inicio cabalga desbocado por las arenas del desierto para terminar empantanado en un pozo viscoso del cual será imposible escapar.


El álbum empieza de manera directa como balde de agua helada con el tema que le da nombre, tema  muy obscuro que desde sus primeros acordes nos muestra las aguas abismales por las cuales busca navegar Disrule en esta ocasión. Sin abandonar el stoner que fundamentó el estilo de los daneses como nos queda claro en "Follow me", el cuarteto de Silkeborg disminuye las revoluciones para crear un disco más denso por medio de melodías llenas de misterio y crueldad mientras aprovecha la crudeza de su sonido como en la mórbida "Going wrong" con aquel tufo a cripta profanada bajo el estilo de Black Sabbath o en la aletargada armonía que cala hasta los huesos de "Occult razor".

El áspero sonido del fuzz en las cuerdas confiesan la pasión por el rock desértico y el stoner más clásico, pero Disrule logra transformar sus temas por medio de recursos básicos de otros géneros, como en el estilo viscoso de "(Gotta get me some) Control" con la potencia del lisérgico wah o hasta la esencia de los primeros instantes del metal pesado como se escucha en "How you suffer". Aunque las líneas melódicas de la banda no alcanza diferencias claras entre cada track, la mezcla de voces entre Segalt y Nielsen compensa el pequeño detalle.


"Una y otra y otra vez, caer de nuevo en la marea de la muerte, viviendo tu vida en el agujero de tu mente. No me importa, lo sabía desde antes y todo este tiempo esperé por ello. No me importa, esperaré y me esconderé todo este tiempo con la muerte en mi mente..."

"Death in my mind" es apenas el primero, breve y áspero mordisco al Sleep in your honour con el que hace temblar los cimientos de la tierra con sus escasos dos minutos de duración. Con un trabajo visual realizado por Claus Reinhold que nos muestra a la banda cómo grabó el álbum en el Dead Rat Studio, tenemos la oportunidad de ver directamente a Disrule registrando este tema lleno de poder gracias a su riff venenoso, su batería tribal que quiebra cráneos y su tétrica lírica que habla sobre muerte y su obsesiva sombra sobre los pensamientos del hombre. 


Disrule una desde hace tiempo referencia obligada del stoner danés junto con Hjortene y Stone Cadaver, pero lo que distingue al cuarteto de Silkeborg es este giro hacia el malsano y sombrío sonido que ha construido para su Sleep in your honour. Sus lóbregos surcos nos remiten a sensaciones lúgubres que inesperadamente se llenan de potencia que electrifican el cuerpo putrefacto para llenarlo de vida y energía, rabia que obliga a llevar el ritmo con los pies y levantar la mano cornuta bajo el yugo de su contagioso ritmo...


viernes, 4 de enero de 2019

Hypernaut : la totalidad cósmica y el sonido que provoca


Cuando la página electrónica de Doomed & Stoned Latinoamérica publicó en septiembre de 2018 su segundo compilado de bandas de la América Latina dedicadas a los sonidos distorsionados, era necesario recorrer cada una de las propuestas y deleitarse con las múltiples opciones que nuestros países han desarrollado dentro de aquel ruido que ha devorado al planeta desde hace ya varios años. Temas publicados con anterioridad, junto con algunos otros inéditos, forman parte del material compartido digitalmente por este esfuerzo continental por rescatar y difundir lo que de manera independiente se está gestando más allá de las tendencias e intereses de disqueras establecidas y medios reconocidos.

Doomed & Stoned Latinoamérica Vol. II es una selección de lo que se ha creado durante 2018 realizada por Román Tamayo (México), Paul Bracamontes (Perú), Mar Tinez (Chile), Matheus Jacques (Brasil) y Gonzalo Brunelli (Argentina); todos ellos personajes conocidos dentro de las diversas escenas underground de cada país que poco a poco se han hecho de un nombre a través de la difusión y su propio trabajo con sus bandas. Sin embargo, dentro de los 49 temas del compilado, la atención quedó atrapada en un tema publicado de manera exclusiva para este material por una nueva promesa peruana: Hypernaut.


A partir de los restos de lo que algún día se llamó Bad Hombres, varios amigos de la Ciudad de Lima decidieron crear una nueva banda que fusionara aquel grunge de gente como Nirvena, Pearl Jam, Melvins o Mudhoney con aquellos sonidos inspirados en el stoner cósmico y el hard psych que les permitiera ampliar su horizonte acústico. Si sus melodías estaban fundamentadas en lo que algún día se llamó "rock alternativo", ahora son alimentadas con la magia lisérgica de los viajes ácidos, la fuerza del ruido desbocado de la distorsión y la fértil imaginación sembrada por la ciencia ficción y las ilustraciones de Jack Kirby con su legado en Marvel y DC Comics.

Hypernaut es una irónica conjunción de crudeza sonora y travesía lírica, ruido desgarrador que ahora torna a múltiples colores mientras las posibilidades se abren hasta el infinito, áspero sonido que se permite crear melodías más allá del golpe de acordes secos y jugar con diversos matices entretanto formamos parte de una odisea espacial entre asteroides, agujeros negros y diversas galaxias jamás imaginadas.


Como una pequeña prueba de lo que será el álbum debut de los peruanos, Hypernaut nos comparte a través del Doomed & Stoned Latinoamérica Vol. II  su voraz "Multiverse... battleword", áspero track que atraviesa las neuronas para tomarnos de la mano y arrojarnos por un agujero de gusano para desplazarnos junto con la materia por múltiples universos desconocidos. Las diversas posibilidades del espacio-tiempo se encuentran en un choque fatal lleno de sonido y color que logra explotar ante nuestros tímpanos, viajeros cósmicos que observan la destrucción de planetas mientras nebulosas se alimentan con sus restos.

Mientras un lisérgico juego de fractales nos sumerge en un eterno túnel sin final, Hypernaut nos regala el lyric video de "Multiverse... battleword". Las figuras delimitadas por la guitarra ahogada en wah de Mariano Alvarado son seguidas por las desgarradoras notas de Giacarlo Yepez, pero el áspero bajo de Miguel Yugra les sirve a ambas para sostenerse durante la travesía estelar. La batería de Gary Saavedra logra marcar los constantes cambios de la melodía, aunque la cruda voz de Santiago Echecopar es la que final logra crear una amalgama fuerte por medio de sus palabras llenas de ciencia ficción y obligadas referencias cósmicas.


"¿Te unirías a mi causa para sobrevivir? ¿Podría tomas las decisiones que yo tengo que tomar? La distancia mínima de colisión en este universo está en mi mano. Mi voluntad es lo que te ata. No soy un dios pero tampoco un humano. A través del espacio el eco se hace una sola palabra. La maldición nunca consigue lo que puede. Tonto, la vida de otro hombre. Me arrepiento de colocar una mascara al día. me derecho a nacer ha sido divino... Regla: de lo que resta por colapsar, ¿quién se atrevería a oponerse a mi comando? "

Hypernaut está decidido a unirse al ruidoso clan peruano al que encontramos a gente de gran nivel como Culto a Qondor, Ancestro, Satánicos Marihuanos, Hoja Madre, El Jefazo, Rito Verdugo, Dead-End Alley BandPradhana y muchos otros proyectos que se están gestando en tierras andinas, sin embargo tendremos que esperar a la publicación de su ya próximo álbum debut para que el quinteto de Lima tenga todos los elementos bajo su control. Por lo pronto nos queda esta pequeña probada que bien sirve para mostrar las diversas posibilidades sonoras que puede explotar con paciencia y dedicación en la composición y el trabajo dentro del estudio... mientras tanto nuestro telescopio ya está orientado hacia su constelación!!

Descarga de "Multiverse...battleworld" de Hypernaut junto con 48 propuestas más de diversas bandas latinoamericanas en: 
https://doomedandstonedlatino.bandcamp.com/album/doomed-stoned-latinoamerica-vol-ii


miércoles, 2 de enero de 2019

Green Dragon : lo que oculta la luna llena


¡Ah cómo crecía esta pasión en su interior como un torrente,
quemándole las entrañas, elevando a la noche el ardiente deseo
que sentía su corazón de la vieja Danza de las Brujas en el Aquelarre!
El torbellino de las estrellas giraba torno a él:
otra vez conoció la magia de la luna.
Ancient sorceries, Algernon Blackwood (1908)

Una vez que el último rayo de luz ha desaparecido, las tierras tornan obscuridad mientras un manto de neblinas comienza a cubrir con su helado presagio todo a nuestro alrededor. Las horas pasan hasta que en lo alto del cielo nocturno una enorme luna llena anuncia el ritual que ocurrirá bajo su resguardo. Una ardiente fogata se levanta en algún rincón perdido del gran bosque sagrado y a su llamado se han reunido brujas y demonios con el deseo devorador de entregar su alma al maligno hasta que la blanca dama de la noche se esconda tras la llegada del nuevo amanecer.

El desgarrador susurro del anochecer comienza a hacerse presente para avisarnos que los poderes ocultos tendrán una nueva oportunidad de mostrar su magia y misticismo. En la pequeña y antigua población de Maplewood (en lo que hoy conocemos como New Jersey) se han reunido cuatro personas amantes de la obscuridad y los terribles sonidos que en ella surgen. Ritos malignos y poderes sobrenaturales se hacen presentes en sus mórbidos himnos, hipnóticas odas que poco a poco hacen sentir su peso y su maldad mientras la danza demoníaca enciende la noche con su enfermo ritmo infeccioso.


Bajo el nombre de Green Dragon encontramos a una pequeña congregación de amantes por las primeras semillas del doom, aquella bizarra mezcla entre hard rock, psicodelia ácida y blues electrificado creada por la eléctrica alquimia de Black Sabbath. Aunque su historia se remonta al 2012, la banda sólo tuvo la oportunidad de presentar un demo en el últmo día del año 2013 que sirvió como una declaración de intenciones y un single de 7" con un tema en cada una de sus caras para demostrar su densa atmósfera acústica y la posibilidad de su fuerza si buscaban probar dicha senda.

Green Dragon es el encuentro de algunos miembros de pequeñas bandas locales como The Plungers, Sweet Diesel, Das Oath o Devoid of Faith. De esta manera es como podemos escuchar a Zack Kurland en la guitarra y voces, Nathan Wilson en la batería, Jennifer Klein en el bajo y Ryan Lipynsky en la guitarra... cuatro almas en pena que deambulan por las noches para observar el cielo estrellado tras abandonar sus pesadas criptas.


Es hasta julio de 2018 que el cuarteto norteamericano tuvo la oportunidad de publicar su álbum debut titulado de forma homónima Green Dragon. El material es una densa tormenta eléctrica que con sus seis latigazos busca iluminar la noche, un espléndido homenaje al género nacido a principios de los años setentas entre maldiciones, brujas y sacrificios rituales. El mago doma al mítico animal mientras escuchamos el crujir de las cuerdas eléctricas en largas notas que simulan en andar de un condenado a muerte con su grillete atado al tobillo. "Eternal pyre" surge desde los abismos para golpearnos desde el primer segundo con su misterio y su depravación, aunque la banda tiene el control para arrastrarnos hasta el vacío espacial y la nula gravedad con su "Dark rider", tema que bien podría servir de fondo sonoro a cualquier historia de horror cósmico nacida de la mente de H.P. Lovecraft.

Si no fuera suficiente la potencia sonora de la distorsión de los instrumentos eléctricos de Green Dragon, el grupo se hace acompañar de uno que otro teclado o efecto de sonido como en la intergaláctica introducción de la instrumental "IV", aunque la esencia doomy de la banda es imposible de abandonar, por lo que a los pocos segundos todo se convierte de nuevo en una áspera lluvia a la mitad de la noche. El trabajo de Anthony Corallo en los controles técnicos y la masterización de Jesse Cannon hacen de Green Dragon una pequeña joya sonora que remite a las viejas grabaciones análogas, ya que respeta a cada instrumento al permitir fusionar su distorsión y acidez; algo que termina demostrado en "Dead space" con su ligero tufo a stoner y su danse macabre con la que cierra.


Sin lugar a dudas, Green Dragon es una banda que adora al mítico Black Sabbath, lo que es confesado en "Poison finger" y su melodía de acordes sueltos y riff infeccioso de tintes malignos; aunque es quizá "Full moon" el tema que mejor nos puede servir para identificar cada uno de los elementos sonoros de la banda. Desde sus primeras notas, el track atrapa nuestra atención hasta crear un loop obsesivo, un bucle enfermo del que será imposible escapar. Su obscuro ambiente nos captura  para dejarnos al borde del abismo y nos habla de aquellas cosas inverosímiles que ocurren bajo su resguardo. Y aunque todo podría quedar eternamente bajo dicho ritmo, todo se transforma en una danza malévola que invita unirse al aquelarre pero que tras unos breves segundos muta en una aletargada melodía de dolor y condena.

Si existe un disco que merece ser rescatado del impresionante océano de opciones y propuestas dentro del proto-doom en los últimos años es este Green Dragon, pues su penetrante y acre sonido logra transportarnos a algún cementerio olvidado a la mitad de la noche, a algún ritual oculto que busca desatar las fuerzas de la obscuridad o simplemente a alguna pesadilla nacida del subconsciente. Material directo que requiere ser escuchado de manera repetida y constante, un tesoro olvidado para los amantes del hard rock obscuro, una promesa para el futuro que varias de las criaturas de la noche esperamos se pueda cumplir...