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lunes, 8 de octubre de 2018

Windhand : el regreso del envolvente y sombrío ruido


Cuando una banda ha consolidado su sonido, el riesgo de publicar un siguiente álbum se duplica. Por un lado se torna una obligación mantener lo alcanzado, pero se todo se puede convertir en una repetición; pero si se busca dar un paso hacia adelante para recorrer nuevos senderos se corre el riesgo de extraviarse hasta perder lo alcanzado. Una de las bandas que se encontró ante esta disyuntiva fue Windhand, que tras su maravilloso Grief's infernal flower (reseña-review), tuevieron que pasar tres años para presentar un nuevo material tras un largo proceso de composición y  una reconfiguración de su sonido tras la salida de Asechiah Bogdan, uno de sus guitarristas.

Hace unos días fue publicado por medio de Relapse Records el cuarto álbum de la banda originaria de Richmond, Virginia bajo el nombre de Eternal return, material que desde su primera escucha hace honor a su título al recuperar aquel sonido crudo y desgarrador de sus primeros discos (Windhand de 2012 y Soma de 2013) pero que al mismo tiempo mantiene aquel nivel de composiciones definidas alcanzadas en Grief's infernal flower. Las densas atmósferas lúgubres y pesadas que han distinguido a Windhand han regresado, pero hoy han bebido directamente de las lisérgicas aguas de la psicodelia más pesada sin perder aquel tufo a rock alternativo y grunge noventero.


Los hipnóticos cantos de sirena de Dorthia Cottrell que atraviesan una muralla sonora desgarradora se mantienen intactos para Eternal return, pero lo que quizá hace diferente a este álbum de los anteriores es su ácido sabor que cede espacio sobre sus anteriores terrenos lúgubres para postrarse en paisajes oníricos que por momentos se tornan mágicos. Aquella tormenta de arena que distinguía al Grief's infernal flower continua gracias a la producción técnica de Jack Endino, quien había trabajado también en dicho material y es reconocido por trabajar con las míticas bandas grunge Nirvana, Mudhoney y Soundgarden.

Eternal return funciona de manera inmediata por medio sus riffs concretos hechos por el guitarrista Garrett Morris, los cuales asemejan a loops infinitos que suenan de manera insistente hasta dejarnos varados a la mitad de una nube de sopor como si se tratara de un sueño muy pesado; algo que termina siendo claro en la inaugural "Halcyon". Sin embargo, Windhand se permite bajarle a la distorsión para crear temas suaves y enigmáticos de poca duración como la bella "Pilgrim's rest" para darle equilibrio a los monstruos abismales de más de diez minutos y sonido aletargado como la estruendosa "Eyeshine" o la melancólica "Feather", temas que destacan por la capacidad que tienen el bajista Parker Chandler y el baterista Ryan Wolfe por mantener una base rítmica envolvente sin la menor posibilidad de ruptura.


Tras la lectura de varias reseñas que ya circulan por la web sobre este cuarto álbum de Windhand, muchos lo tachan de repetitivo hasta alcanzar el hartazgo. Eternal return juega con sonidos insistentes para lograr recrear una densa neblina a su alrededor, misma que termina siendo hipnótica hasta hacer perder en un abismo profundo sin posibilidad de escape. Esta fórmula resultó ganadora tras el Grief's infernal flower, pero en esta ocasión Windhand busca condensarla en cápsulas de pequeña duración que finalmente saturan las neuronas. "Red cloud" rompe el monótono ruido alcanzado por la instrumental "Light into dark" para ofrecernos una nueva posibilidad melódica dentro del estilo patentado por la banda de Virginia, algo que también se podía saborear en el sencillo "Diablerie" con esa extraña mezcla que tienen entre la disonancia heredada por su gusto a Electric Wizard y las atmósferas etéreas del rock alternativo de los años noventas al estilo de Silversun Pickups.


El primer single de Eternal return fue "Grey garden", tema que fue lanzado junto con un video promocional realizado por Jordan Vance a principios de agosto de 2018. En sus imágenes podemos observar extractos de filmes antiguos bajo filtros multicolores que logran escapar de la realidad mientras los ásperos acordes rasgan la piel para aferrarse al torrente sanguíneo. Su adictivo estribillo clava sus colmillos hasta aturdir las neuronas, y aunque su onírico puente logra llevarnos por atmósferas enigmáticas, el tema tiene la capacidad de retomar su rabia para explotar nuevamente y terminar con lo poco que nos podía quedar.


Este es el regreso de Windhand, y sin mayores sorpresas, su Eternal return significa una continuación por lo alcanzado en Grief's infernal flower con la intención de dosificar su veneno en cada mordida. Quizá el éxito de esta nueva entrega de la banda de Virginia dependa del paso del tiempo y de su lenta asimilación por parte del público y la prensa especializada, pues el material esconde una belleza tras las espesas capas de ruido y las encriptadas líricas. En lo que madura el álbum, Windhand se prepara para llevar a los escenarios su contenido, lo que nos permitirá generar una mejor crítica al mismo y nos lleve a confirmar que la banda es uno de los mejores exponentes de su género...


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