Los esfuerzos que se han hecho por todo el mundo bajo el nombre de Doomed & Stoned han logrado difundir a muchas bandas de los más diversos rincones del planeta hasta quienes amamos los ásperos sonidos. Entre los diversos participantes de la recopilación hecha con los grupos de Nueva Zelanda, nos encontramos con uno que retoma todos los elementos que engloban el tan controversial concepto stoner para crear un sonido denso que puede ir desde las reconocidas bases arenosas del género hasta su encuentro con el metal. Con ustedes, Wolf Wizard...
La banda se formó en el año de 2014 en la próspera ciudad de Hamilton, lugar dividido por el río Waikato que es reconocido por sus escuelas y las tumberas que la rodean (grandes zonas pantanosas en forma de humedal ácido). En dicho lugar fue donde se conocieron el bajista Braden McMahon, el guitarrista Sandy Schaare y el baterista Matt Osment, quienes decidieron crear un grupo donde pudieran reflejar su gusto por el stoner más allá de clasificaciones o modas.
La primera muestra del estilo de Wolf Wizard la encontramos en "Mystic voyage", un tema grabado en forma de demo grabado por la banda en octubre de 2015 y presentado en su página de bandcamp en marzo de 2016 donde podemos escuchar una melodía sombría bajo una mezcla entre el rock desértico y la psicodelia más lisérgica posible. Sin embargo, la banda tendría la oportunidad de grabar su álbum debut durante marzo de 2017 en el estudio The Lair con el resguardo técnico de Luke Finlay, lo que significaría un gran paso para la consolidación de su sonido.
Sería hasta abril de 2018 que a través de Clostridium Records sería publicado Cursed, el primer disco de Wolf Wizard conformado por una nueva grabación de "Mystic voyage", un single presentado en noviembre de 2017 llamado "Black crows" con el estilo más cercano al stoner metal que se hace en Estados Unidos desde hace varios años y seis temas más; obteniendo como resultado treinta y siete minutos de música desgarradora que demuestra la rabia de tres lobos al servicio de la magia negra y la obscuridad.
Antes de escuchar el álbum, el trío de Nueva Zelanda nos advierte de la tranformación de cada uno de sus integrantes. Conforme a la leyenda nórdica que narra sobre las dos entidades malignas en forma de lobo que persiguen al sol y la luna, McMahon toma la personalidad de Skoll (repulsión) y Osment la de Hati (odio), ambos hijos de la terrible bestia Fenrir, el apocalíptico lobo gigante personificado por Schaare. Para completar la escena mística, Cursed tiene una hermosa ilustración hecha por Henry Bennett como portada donde podemos observar a una jauría de lobos atacando a un ciervo flechado por una enigmática silueta oculta bajo una pesada túnica.
El debut de Wolf Wizard resulta ser un material ambivalente, pues por un lado nos muestra la vena más pesada del stoner hasta alcanzar algunas líneas trazadas por el doom metal como en la propia "Mystic voyage" o en la violenta "Rotting" donde la rasposa voz de McMahon busca competir con las guitarras afiladas de Schaare mientras los incesantes golpes de Osment caen como meteoritos sobre la tierra indefensa; pero de manera contradictoria también podemos escuchar en el disco temas más cercanos al stoner clásico de la vena desértica como la adictiva "Pegasus" con sus juegos de guitarra, la obvia "Desert walker" con su ritmo sostenido o la enigmática "Devil charms" con su bajo ahogado en un fango psicotrópico que termina por dar espacio a una melodía energética que obliga a bailar alrededor de una fogata ritual dedicada al maligno.
Uno de los temas más venenosos es "Witch hat", una verdadera tormenta de arena que arrasa de manera rápida sin dar tregua ni respiro. Acordes y notas vuelan sobre una melodía entrecortada por todos lados mientras escuchamos la historia de una bruja que busca robar almas a la mitad de la noche. Aquella esencia del stoner desértico se saborea por medio de las líneas de guitarra sumergidas en wah lisérgico, pero su fuerza incontenible nos confiesa la pasión de Wolf Wizard por las bandas de stoner más rudo como lo que hace Red Fang, lo que les permitió ser sus abridores cuando pisaron las islas de Oceanía.
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