La atmósfera que rodea a toda la actual generación de rock revival y sonidos vintage es obscura y llena de maldad. La zozobra ha ahogado al sonido de nuestro tiempo, dejando a la vez en olvido que el rock alguna vez fue interpretado para otros fines. Sin embargo, allá a lo lejos de aquella densa y maldita neblina se puede percibir la tenue luz de algunas bandas que se han animado a recuperar el gusto por tocar ese boogie derivado de las salas de bailes que con el tiempo se fue engrasando en los garages olvidados de las grandes ciudades industriales de los Estados Unidos.
Entre esas escasas bandas de rock crudo lleno energía y ritmo motorizado encontramos a Pushy, grupo originario de la ciudad de Portland, Oregon que desde el año 2014 se han dedicado a fundir el sonido áspero de las guitarras cortantes de Billy Gibbons con su ZZ Top y el sucio sentimiento blusero de cuando Peter Green comandaba a Fleetwood Mac antes de que se convirtiera en el meloso bodrio que todo mundo conoce. Y si aún con este descripción no se anima el lector a dar click sobre el botón de play, quizá la recuperación del sonido clásico de aquellas bandas setenteras de hard rock esencial como Aerosmith, Alice Cooper, UFO o Scorpions se convierta en el empujón necesario para lanzarse al vacío.
A pesar del tiempo que llevan como banda el guitarrista Adam Burke, el bajista Neal Munson, el baterista Travis Clow y el guitarrista Ron Wesley, de manera formal Pushy no había lanzado algún álbum de larga duración. Ya desde hacía algunos años había pasado por el radar de Earthquaker el single "If I cry" que había sido grabado en una cinta de cuatro tracks y publicada en enero de 2015, tema que de manera inmediata enganchaba en los tímpanos gracias a su sonido aceitoso en el que cada instrumento encuentra su espacio necesario para explotar. La agonía por no tener un material completo continuó con el lanzamiento del EP Pushy splits conformado por cuatro temas rugosos herederos del hard blues electrificado de finales de los años 60's y el árido rock sureño de los 70's.
No fue sino hasta julio de 2018 que el cuarteto norteamericano se decidió publicar su primer álbum completo bajo el nombre de Hard wish a través de la disquera Who Can You Trust? Records, un disco basado en la amplia baraja de sonidos del rock tosco y sin pulir que distinguió a las bandas de los años setentas en oposición a los grandes exponentes del rock de estadio como Led Zeppelin, Kiss o Queen y en contra del rebuscado estilo progresivo de Pink Floyd o King Crimson.
Hard wish es uno de esos discos que te invitan a disfrutar simplemente del buen rock n' roll mientras te tomas una buena cerveza, pero lejos de lo que podríamos esperar, Pushy nos ofrece un álbum equilibrado que jamás cae en la monotonía y mucho menos en la simpleza. Desde los primeros acordes de "Fannys" se escapan por las bocinas, de manera inmediata sabes que estás a punto de entrar a vivir un buen material como de aquellos que ya no se hacen. Con un sonido infeccioso que por momentos nos recuerda los álbumes debut de La Chinga y Svvamp o lo que ha grabado Hot Lunch, Bionic Caveman y Amplified Heart desde hace años, el debut del cuarteto de Portland se incrusta en las neuronas para desgarrarlas sin piedad alguna.
Los tribales cánticos de "Nasty bag" bien nos podrían recordar a un grupo de motociclistas borrachos entonando su agria melodía frente a una fogata a la mitad de la noche, pero una vez que se escuchan los eléctricos lamentos de las guitarras, sabemos que la rabia puede ser expulsada en una rítmica catarsis como ya lo han hecho anteriormente Admiral Sir Cloudesley Shovell o Cherry Choke. Y si por si fuera poco esta exhibición, Pushy puede dar un paso más allá para regalarnos otra irascible muestra de su capacidad y energía con "Lonesome entry" con su extraña mezcla entre el primer Aerosmith y hasta el AC/DC de Bon Scott.
Aun con lo que hemos escrito hasta este momento sobre el Hard wish, todavía quedamos cortos con todas las sorpresas que nos aguarda en su interior. El ácido funky de "El hongo" nos muestra la cadencia que puede crear el cuarteto de manera sensual hasta llegar a lo tóxico, aunque el punto máximo de dicho estado se puede escuchar en el caníbal inicio de "Lay of the land" con su atmósfera heredera de aquel Santana del festival Woodstock; aunque dentro de sus diez minutos y medio de duración tiene el suficiente espacio para transformarse en un monstruo bicéfalo que nos devora sin piedad o hasta bajar la velocidad para mutar en una dulce bestia decidida a seducirnos.
Aun con lo que hemos escrito hasta este momento sobre el Hard wish, todavía quedamos cortos con todas las sorpresas que nos aguarda en su interior. El ácido funky de "El hongo" nos muestra la cadencia que puede crear el cuarteto de manera sensual hasta llegar a lo tóxico, aunque el punto máximo de dicho estado se puede escuchar en el caníbal inicio de "Lay of the land" con su atmósfera heredera de aquel Santana del festival Woodstock; aunque dentro de sus diez minutos y medio de duración tiene el suficiente espacio para transformarse en un monstruo bicéfalo que nos devora sin piedad o hasta bajar la velocidad para mutar en una dulce bestia decidida a seducirnos.
Quizá el mejor ejemplo de lo que podemos escuchar en el debut formal de Pushy se concentra en "Blacktop", tema que arranca con una misteriosa figura de bajo que permite sumar a las guitarras con tenues acordes muy al estilo de los primeros materiales de UFO o Scorpions. Una vez rendidos ante su tersa propuesta, la melodía se transforma en un caballo que corre desbocado en campo abierto por medio de sus rasgueos electrizantes hasta que de manera imprevista el track se convierte en una ruidosa tormenta basada en la magia del jam. Existen pocas bandas que le otorgan un espacio propio para el bajo, pero en "Blacktop" podemos escuchar un buen solo que permite presumir la capacidad interpretativa e imaginación de Neal Munson. Cambios de tiempo, figuras interesantes y un adictivo fraseo que sirve de anzuelo perfecto para el distraído escucha ocasional.
Sin lugar a dudas, Pushy está llamada ha ser uno de los grupos más frescos (de manera irónica) dentro del gran cúmulo de bandas basadas en el sonido vintage. El trabajo realizado por Will "Iceman" Klintberg consigue rescatar aquel ambiente directo y sin mediación de los viejos viniles creados a partir de grabaciones hechas de manera análoga con la agrupación tocando junta en un mismo espacio y en un mismo momento. Pero más allá de lo alcanzado al calor de la sala control técnico, Hard wish es el resultado de un esfuerzo tras años de ensayos, presentaciones y vivencias relaizadas por cuatro personas que han creído en su proyecto hasta convertirlo en una de las mejores propuestas de retro-rock norteamericano...
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