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lunes, 28 de diciembre de 2020

Hypernaut : la magnificencia del estruendo del sonido

 


La ópera prima de una banda es la primera probada ofrecida al oyente ansioso, una muestra que servirá como referente obligado para todo lo que se ofrezca en el futuro. Existen trabajos que se elaboran de forma rápida con la intención de captar el dinamismo y la energía del momento como si se tratara de un producto crudo y sin pulir, pero también existen materiales que requieren de una mayor maduración con la finalidad de construir una obra definida a través de una expectativa concisa. Sin embargo, el uso de las redes sociales y la transformación del mundo musical ha quebrantado las reglas y los caminos establecidos para provocar que cada agrupación tome en sus propias manos la orientación de los pasos a seguir.

El arranque del camino de la banda peruana Hypernaut ha sido sinuoso entre esfuerzo por conformar una alineación definida que al mismo momento logre construir un estilo sonoro que le dote de identidad y unidad a sus composiciones. Si bien la semilla del grupo se encontraba en Bad Hombres, el contaste cambio de integrantes que a su vez modificaban el sonido terminaron por encaminar lo que hoy podemos escuchar en el recién publicado Ozymandias, pero es necesario comprender el largo recorrido de un tenaz joven para comprender por qué escuchamos lo que está contenido en el material discográfico que hoy es descrito en estas líneas.

Santiago Echecopar sembró la semilla de lo que se convertiría con el tiempo Hypernaut a través del objetivo de crear una banda que desarrollara gustos musicales como el thrash, el grunge y el proto-metal. Bajo esta premisa, poco a poco se han ido sumando a su larga travesía una serie de músicos que han añadido elementos como el hard psych y stoner que terminaron conformando la salvaje amalgama que es su álbum debut: el baterista Gary Saavedra, el bajista Mike Yugra y los guitarristas Martín Cardich y Giancarlo Yepez, quien a su vez a sido sustituido por Juan Diego Stein.

El primer contacto que tuvo Earthquaker con Hypernaut fue a través de la publicación de "Multiverse... battleword" (reseña-review), el rudo track incluído en el compilado Doomed and Stoned Latinoamérica Vol. II de septiembre de 2018 que se distinguía por su melodía entrecortada saturada de imágenes cósmicas y realidades alternas a través de obvias referencias metaleras y un sucio grunge. El tiempo pasó y la banda fue grabando toda la instrumentación de su primer disco, pero en el momento en que iban a ser registradas las vocales, la contingencia mundial de salud retrasó las grabaciones. Sin emabargo, aprovechando las bondades de la tecnología, el trabajo a distancia fue desarrollando el material sonoro que faltaba hasta que se logró el resultado final que hoy podemos escuchar bajo el nombre de Ozymandias.

El álbum debut del quinteto de Lima arranca de manera directa a través de un riff acelerado y áspero llamado "Panic attack" donde podemos escuchar todas las influencias musicales de la banda y, de manera irónica, podemos detectar algunos elementos propios que lograr conformar su identidad. De manera inmediata recibimos una dosis de metal directo por medio "Bad hombres", un track que confiesa su pasado inmediato y que de manera inevitable identificamos estructuras armónicas que recuerdan a "Multiverse... battleword" pero en una versión jucho más breve gracias a sus riff entrecortados y la melodía contundente. Pero si estuvieran esperando que el álbum se mantuviera en la misma intensidad, "Atomic breath" reduce el octanaje para ofrecernos un tema que recuerda el hard rock ochentero del estilo Guns 'n' Roses bajo una estética sonora llena de efectos de guitarra que nos alojan de manera directa en la década de los 90's. 

En primera instancia, Ozymandias pareciera ser una obra incontenible y desbocada que sólo ofrecería granadas de fragmentación que irremediablemente nos dejaría exhaustos auditivamente, pero el material tiene track que saben domar la intensidad para que el oído preste atención a la propuesta sonora; algo que ocurre de manera indudable en "Swamp thing" con su velo de zozobra y su fuerza atroz. Sin embargo todo regresa a la carrera desenfrenada a través de la incontrolable "Cynicism is self-harm" con aquel tufo hard-core y quizá proto-punk que poco a poco baja la velocidad hasta los abismos del proto-doom. Bajo la misma tesitura y desenfreno podemos escuchar a la áspera "Worlogog" con su lírica de tecnología apocalíptica o a la brevemente salvaje "(There is where I) Draw the line" de melodía concreta donde su salvaje solo de guitarra sebe hacer explotar las bocinas en mil pedazos.


Uno de los temas más propositivos e interesantes del debut de Hypernaut es precísamente la concluyente "Ozymandias", que además de bautizar al material discográfico, ofrece una tormenta de sonidos que sabe jugar con los acordes sueltos, las distorsiones vibrantes y las melodías desbocadas para construir una pieza megalítica de proporciones farónicas. El riff que acompaña a las líneas vocales de cada estrofa asemejan al correr de los caballos del Apocalipsis, pero cuando llegamos al estribillo tenemos la oportunidad de frenar para tratar de identificar el monstruo sonoro que se ha posado frente a nospstros como una infranqueable muralla de ruido áspero como las arenas del desierto. En inevitable que no tomemos la referencia histórica del antiguo Egipto a través de la figura de Ramses II gracias al nombre del track, pero dicho dato que nos remite al pasado nos ayuda para colocar el bombardeo de verbos que nos atacan sin cesar dentro de un contexto de megalomanía, grandiosidad y magnificencia que obliga al escucha a rendir culto ante el poderoso gigante de sonido que atraviesa la carne hasta alojar su escándalo en nuestro interior. 


El ser descarnado creado por el artista de Indonesia Steven Yoyada y que sirve de portada para el debut de Hypernaut se transforma en un cyborg que observa el espectáculo multicolor del universo mientras el ruido satura el vacío, quizá una significación gráfica de lo que podemos encontrar en el interior que resguarda la ilustración. El primer acercamiento para muchos será a través de esta efigie impresionante, un gancho visual que asemeja al bombardeo sonoro que se esconde en cada uno de los tracks del Ozymandias; pero quizá la mejor recomendación que se puede hacer para ingresar al cosmos acústico de la banda peruana es hacerlo con pies de plomo, la paciencia y el oído fino, pues si realmente se quiere descubrir todos los secretos que existen en su interior, será necesario resistir a la tormenta de arena que el ruido y la distorsion que se ofrece en un primer plano para espantar a los tímpanos temerosos... 

jueves, 24 de diciembre de 2020

Tripping Haze Ceremony : el primer golpe del emperador malayo del doom

 


Gracias al universo de la música y su difusión a través de las redes electrónicas de comunicación, hemos tenido la oportunidad de conocer propuestas sonoras de todo el planeta; pero de la misma forma, también hemos sido testigos de cómo ciertos géneros y estilos han cruzado fronteras hasta alojarse en sitios inimaginables. Quizá por cuestiones de costumbres y rasgos culturales nos parezca imposible que los sonidos primitivos y obscuros del proto-doom occidental pudiera establecerse en los países del sudeste asiático como lo podremos comprobar en estas líneas.

La historia de Tripping Haze Ceremony nace en Selangor, un estado de la Federación de Malasia. En los últimos días de diciembre de 2018 fue publicado a través de bandcamp un demo conformado por tres temas que fueron realizados por el guitarrista y vocalista Epulyard, quien poco a poco conformó un power trio para establecer su sonido a través de la llegada de Sara en el bajo eléctrico y Lim en los tambores. De manera irónica, los tracks subidos a la página de la banda fueron compartidas por diversos programas de podcasts hasta crear una espectativa a su alrededor que ha sido satisfecha con la publicación de su álbum debut titulado de manera homónima y publicado en noviembre de 2020.


Lo primero que nos encontramos en el Tripping Haze Ceremony es una imponente portada realizada por Fugigaz que nos muestra un murciélago, aquel ser vivo que representa la noche, la muerte y la maldad, pero que par las condiciones de salud de este fatídico año de pandemia mundial, se ha establecido como el portador de un virus que ha sido recibido por el hombre. Con estos antecedentes visuales llenos de representación, lo único que podemos esperar dentro de su interior es un álbum denso y obscuro que nos arrastre hacia referentes sonoros asociados con los abismos y la ultratumba.

Una vez que la aguja toca los surcos del vinil, las espectativas son cumplidas al escuchar un tétrico canto de campanas lleno de misticismo que a los pocos segundos es oculto por el eco de unos secos y desgarradores acordes distorsionados que marcar una breve introducción aletargada y tenebrosa bajo el título de "Sativa's trip". Tras esta bienvenida lúgubre, Tripping Haze Ceremony nos ofrece algunas líneas de alguna vieja película norteamericana de serie B para después explotar sobre las bocinas una melodía fuerte de tempo lento llamada "Panhead dreams" donde podemos escuchar las obvias referencias sonoras a Black Sabbath, Flower Travellin' Band o Saint Vitus, aunque también podemos detectar los ácidos y desgarradores acordes al puro estilo de Church of Misery y, sobretodo, Electric Wizard.

Los ritmos pesados que se arrastran como grilletes atados al tobillo dominan en su totalidad al debut de Tripping Haze Ceremony, pero dentro de sus muros ruidosos que parecen derruirse podemos encontrar interesantes solos de guitarra, que lejos de ser virtuosos, podemos escuchar unos lamentos que de manera pausada se van deshojando hasta hipnotizar al escucha. Así como lo escuchamos en el alucinante final de "Panhead dreams", este concepto sonoro define a "Night of  the damned", aquel track que había sido lanzado previamente y que se convirtió en la culpable de hacer girar los reflectores hacia Malasia. Bajo su hechizo somnoliento, el trio asiático se va arrastrando de manera sosegada hacia los abismos mientras la guitarra entona su gemido lastimero para construir una atmósfera llena de zozobra de la que será imposible escapar. Si bien el Tripping Haze Ceremony desarrolla su fórmula sonora bajo distintos modelos de similar manufactura como en la lisérgica e instrumental "Space cat" o en la impresionante "Dead man's terror" con su espectacular riff etéreo que sabe clavar su daga de manera tranquila sobre el cuerpo hasta volarnos las neuronas con un cambio de ritmo muy al estilo de Sabbath, el trio malayo ofrece la otra cara de la moneda proto-doom a través de un onírico track acústico llamado "Ratapan anak"

Este tema es un cover a una balada ochentera realizada por la cantante Mona Fandey (aka.  Fendi), la cual tienen una mórbida historia debido a que esta artista pop también es conocida por haber sido ejecutada debido a que asesinó al político Mazlan Idris. La leyenda cuenta que Mona dejó su carrera musical para dedicarse a la magia negra, sobretodo vendiendo talismanes a políticos y gente de la alta sociedad; ahí fue cuando ofreció a Idris una serie de amuletos creados a partir de los objetos personales del presidente de Indonesia Sukarno por una alta cantidad de dinero. Al no cumplir con el pago, se convenció al político de hacerse un ritual en casa de la cantante, donde fue decapitado y desollado. 

Uno de los momentos más interesantes del álbum debut de Tripping Haze Ceremony es "Big red machine", un track de melodía densa que semeja a una marcha fúnebre por su paso lento y pesado donde su insistente nota golpea sin cesar bajo el influjo de una melodía hipnótica y dolorosa mientras escuchamos una advertencia: correr si queremos salvar nuestra vida. Tras sentir esa losa sonora por varios minutos, el bajo cambia la figura a una interesante figura que permite a una guitarra paneada completamente a la izquierda ejecute un solo seco que es rematado con una línea poderosa llena de distorsión que asemeja a una caida imparable a través del uso de acordes descendentes que se repiten constantes. Finalmente, la canción regresa a su estructura original hasta desfallecer en una cortante repetición del acorde principal que se deshace frente a nosotros mientras las bocinas se derriten ante el estruendo.

El proto-doom acidificado del trio malayo ofrece, más allá de su definido estilo, agua fresca a un género por demás visitado, ultrajado y olvidado. El álbum debut de Tripping Haze Ceremony retorna a la construcción de largas melodías y sensaciones fantasmagóricas donde la zozobra y la angustia se respiran en todos sus rincones, pero que al mismo tiempo, recrea un hechizo hipnótico heredero de la psicodelia más pesada. Este disco es un excelente augurio para el futuro, ya que si pensamos este material como el primero dentro de la conformación del trío como una agrupación, esperamos que la banda se afiance con el tiempo y la experiencia sobre los escenarios con la finalidad de crear una obra aún más interesante de lo obtenido en este momento.


miércoles, 23 de diciembre de 2020

Red Spektor : el estridente retorno de un power trio británico

 


Siempre se ha considerado como un verdadero reto realizar un segundo álbum tras los logros obtenidos por una primera placa que obtuvo excelentes resultados y reconocimiento. El debut de Red Spektor, publicado en mayo de 2016 (reseña-review), alcanzó los aplausos gracias a aquel énfasis en el hard rock psicodélico salpicado de sonidos vintage que lo convertía en un objeto entrañable desde su primera escucha. Sin embargo, el tiempo ha pasado sobre aquel directo y envenenado dardo sonoro, lo que ha obligado al power trio de Trent a reconstruir su estilo para ofrecer un siguiente paso sin perder lo alcanzado hasta el momento.

Es así como en octubre de 2020 Red Spektor presenta su Heart of the renewed sun, un material de sonidos más obscuros que mantienen la energía de su predecesor pero que al mismo tiempo logra tomarnos de la mano para sumergirnos en aguas pantanosas que saben desaparecer por momentos la luminosidad psicodélica que distinguió a la banda en su origen. Bajo el concepto del ave fénix que renace de sus cenizas, la segunda placa del trío británico logra recuperar sus esencia blusera para alimentar su hard psych distintivo hasta lograr un resultado de claros obscuros sonoros que saben transformar sensaciones de formas inesperadas.

Desde el instante que sentimos el primer golpe bajo el nombre de "Warflower" sabemos que estamos de nuevo frente a la energía y la estridencia de John Scane en la guitarra y voces, Rob Farrel en el bajo y Darren Bowen en la batería, pero al ir fluyendo los segundos descubrimos que hay nuevas cosas con ausencia de color que provocan pasajes llenos de zozobra que provocan la obligación de regresar sobre nuestros propios pasos. Luego de pasar por aquellas zonas densas, la música retorna a su muro de sonido estridente para ofrecernos nuevamente un puerto seguro.

Sin embargo, una vez lanzado aquel peligroso anzuelo, la banda ofrece un segundo track a partir de un andar aletargado escondido entre el ruido que provoca el extravío frente a una melodía ahogada en blues obscuro donde destaca el uso de teclados atmósfericos colocados en sitios precisos. La fuerza sonora de "Revol" contrasta con su armonía melancólica, pero es precisamente en esta contradictoria mezcla donde radica el ingrediente principal del Heart of the renewed sun, provocando que la placa navegue sobre aguas turbulentas donde el escucha estará obligado a prestar atención para no extraviarse durante la travesía.


Heart of the renewed sun está conformado por ocho escandalosos temas donde sus contradicciones armónicas ofrecen respiros para lograr saborear las texturas auditivas y los elementos que las conforman. Si bien "Masquerade" guarda el mismo principio sonoro de "Revol", sus marcadas pausas e insistentes figuras le dotan de personalidad propia; pero es necesario destacar que el segundo álbum de Red Spektor puede ofrecer otros ingredientes más allá de los establecidos en sus primeras tres muestras llenas de intensidad. Si bien "Guided tears" es una onírica y misteriosa melodía donde la obscuridad se torna abismal, "Hell to pay" no recuerda las bluseras influencias innegables que la banda británica adeuda a gente como The Jimi Hendrix Experience o Cream.

Es imposible no reconocer una misma áurea acústica sobre esta placa discográfica, pero también es necesario aceptar que existen algunos temas que deciden ir más allá de su concepto para ofrecer momentos memorables. Si bien "Violent sun" está hecha a través de una obvia estructura armónica, la potencia de sus instrumentos y aquel impresionante solo de guitarra ahogada en efectos cósmicos provocan que situemos a Red Spektor junto a otras bandas del hard psych directo como los norteamericanos Radio Moscow. Cuando los surcos del Heart of the renewed sun están por finalizar, nos topamos con otra ensimismada tonada llamada "Ivory towers" en la que sus adornos psicodélicos ofrecen miradas galácticas más allá de su ritmo aletargado que nos recuerda la atmósfera de angustia y desasosiego que se respira en cada uno de los rincones del disco. 

En agosto de 2020 se presentó como primer single del Heart of the renewed sun el tema "Long way down", track acompañado por un video realizado en blanco y negro que hace coincidencia con su aletargado inicio lleno de zozobra y que a los pocos segundos se transforma en una melodía de constantes cambios de velocidad que acompañan a una lírica apocalíptica, la misma que es acorde a los tiempos pandémicos en los que nos encontramos. El tufo a vintage se siente a cada paso que damos, ya sea en el riff principal de la guitarra cuando desencadena los estribillos acelerados del tema o en la distorsión vibrante del bajo que sabe erizarnos la piel dentro de aquel pasaje abismal que termina explotando en mil pedazos gracias a un solo de guitarra espectacular que es coronado por un concluyente remate de batería que semeja a una lluvia de meteoritos. 

Luego de escuchar cada uno de los elementos que caracterizan al Heart of the renewed sun, el deseo por saber cómo será reproducido sobre los escenarios se convierte en ansiedad, pero hasta que las condiciones retornen a dicha posibilidad, la única opción posible es volver a bajar la aguja sobre el plato negro para permitir que Red Spektor nos sorprenda con más sonidos escondidos dentro de las capas ruidosas que conforman cada uno de sus temas. Quizá la portada multicolor pueda provocar una cierta expectativa sobre lo que se resguarda en su interior, pero una vez que las notas escapan por las bocinas, sabemos que cualquier cosa puede ocurrir y que será necesario estar atentos para aquello que se esconde en sus recovecos y callejones inesperados. 



viernes, 18 de diciembre de 2020

King Gizzard and the Lizard Wizard : el retorno del desafío microtonal

 


¿Cómo es posible que una banda que ha mantenido un sonido durante sus diez años de carrera musical pueda al mismo tiempo revolucionarse en cada material publicado y lograr así jugar con estilos, géneros y ruidos que retan al escucha a través de su atención y paciencia? Los australianos de King Gizzard and the Lizard Wizard son una de las pocas agrupaciones que han logrado crear una atmósfera ótica que de manera inmediata los identifica, pero a pesar de ello han roto con sus propias expectativas para experimentar dentro de distintas tendencias sonoras hasta ofrecer una rica variedad de posibilidades auditivas y, finalmente, convertirse en una referencia obligada en el mundo de la música en la última década.

Quizá podríamos encontrar respuestas a la pregunta arriba formulada escribiendo que la banda originaria de Melbourne aprovechó la fiebre que hace unos años hubo alrededor del hard psych, o que la elaboración de álbumes conceptuales en una época en que pocos se arriesgan a realizarlos provocó la atención a su propuesta sonora, o a lo mejor que esa extraña áurea sonora provocada por sonidos extraños a los oídos occidentales es la fórmula perfecta para llamar nuestra atención, o que aquel reto lanzado en 2017 para publicar cinco discos distintos durante un año jaló los reflectores hacia ellos, o que dejaron de lanzar discos durante el siguiente año para dedicarse a tocar por todo el mundo y terminar publicando parte del material a través de cinco discos y una película, o probablemente la presentación de un disco pop sintético en contradicción con otro de thrash metal fue el motivo por despertar el interés sobre ellos... ufff!! cuántas razones podemos encontrar para llamar la atención del desprevenido y abrumado escucha de la segunda década del siglo XXI para dedicarle unos pocos minutos a la escucha de un grupo ecléctico que de manera inmediata puede provocar que caiga en su anzuelo!!


La salida de baterista Eric Moore para dedicarse al trabajo con su disquera independiente Flightless Records podría suponer un golpe duro dentro del estilo de King Gizzard and the Lizard Wizard, situación que bien podremos conocer una vez que la banda retorne a los escenarios, pero aún y con dicha situación la banda se decidió a embarcarse en construir un nuevo álbum a través de una continuación del místico Flying Microtonal Banana de febrero de 2017. Sin emabrgo, es to no debería resultar una sorpresa, ya que los australianos habían amenazado con una secuela a este material de retadora escucha gracias a la frase "explorations into microtonal tuning, Vol 1".

Si bien los sonidos microtonales que conocimos en aquella ocasión jugaban con obsesivas melodías que se repetían hasta el infinito para provocar una hipnosis que evadía la realidad (qué mejor ejemplo que la adictiva "Rattlesnake"), hoy podemos escuchar en el Vol. 2 titulado como K.G. y publicado en noviembre de 2020 varias odiseas sonoras donde las guitarras acústicas toman el control hasta construir ensoñaciones místicas que sin duda nos llevan a un Oriente mágico para retar auditivamente a nuestros oídos occidentales que no se encuentran acostumbrados a los sonidos escondidos entre las siete notas convencionales de la escala musical.


Cuando fue presentada "Honey" como primer sencillo del K.G., sabíamos que el desafío microtonal que ya nos había ofrecido la banda australiana había regresado bajo una atmósfera acústica e intimista donde no sólo los sonidos extraños a nuestras costumbres sonoras formaban parte de la fórmula del single, sino el constante cambio de tiempo que dificultaría a cualquiera a llevar su ritmo. De la misma manera como ocurre con la inaugural "K.G.L.W" o en la medieval "Straws in the wind", las armonías conformadas por rasgueos envolventes, vientos de flautas que erizan la piel y melodías llenas de zozobra, nos permiten descubrir que los King Gizzard and the Lizard Wizard se han reinventado nuevamente hasta dar un paso hacia adelante dentro de su propuesta sonora.

Aun así es necesario explicar un poco cómo se conforma ese audiorama ajeno a nuestros oídos occidentales: en este lado del mundo estamos condicionados  a organizar los sonidos a través de octavas, derivado de las frecuencias por segundo que podemos captar; es decir, un ciclo de siete notas ascendente que termina con una repetición de la primera pero con un tono mayor, a lo que hemos llamado "escala diatónica" porque una misma nota en dos tonos distintos la delimitan. Sin embargo, el sistema microtonal está construido a partir de frecuencias de sonido ubicadas entre los semitonos de nuestra escala auditiva occidental, lo que obliga a nuestro sistema auditivo a adaptarse ante vibraciones a las que no está acostumbrado.


Sin embargo K.G. no queda bajo el yugo de los sonidos desenchufados y las melodías enigmáticas que nos retrotraen a culturas lejanas y ajenas, ya que la banda de Melbourne desarrolla dicho ambiente para terminar creando escandalosas melodías saturadas de distorsión y electricidad que sirven de paradoja ante su crítica a los procesos de "computarización" de la sociedad humana durante los últimos decenios que han provocado simulación y hasta han transformado al hombre en un cyborg por medio del uso del lenguaje algorítmico, algo que queda demostrado en "Automation". Las bases sonoras creadas a través de loops hipnóticos y electrónicos acompañan a las figuras armónicas microtonales para construir galaxias místicas llenas misterio, paseos oníricos y divagaciones interiores, algo que podemos escuchar con claridad en "Minium brain size".

King Gizzard and the Lizard Wizard no se ha escapado de su escándalo propositivo de melodías repetitivas como bucles infinitos que ya habíamos probado en Nanogon infinity (reseña-review) y que podemos oír en "Some of us", pero para esta ocasión, Stu Mackenzei compuso una serie de temas que desarrollaran lo ofrecido por la banda anteriormente hasta romperlo como en la tenebrosa "The hungry wolf of fate" con su tufo al Murder of the Universe o hasta quizá al Infest the rats' nest (reseña-review). Aún así, donde está la nueva propuesta sonora como un desarrollo obvio a lo hecho en el ambivalente Fishing for fishies lo encontramos en las variaciones electrónicas de "Intrasport" que hasta logran recrear una pista de baile más allá de su armonía oriental que desembocan en la bizarra "Oddlife".


Uno de los tracks más interesantes del K.G. es la adictiva "Ontology", una melodía que juega con una tenue armonía de teclado y flauta que sube poco a poco hasta convertirse en el estribillo que será cantado por la banda mientra escuchamos una lírica que critica a la realidad al poner en duda la razón por la cual se razona y la libertad, aunque finalmente llega al tópico central del álbum: la simulación. Mientras las líneas microtonales que definen al tema nos van hechizando, la base sonora de las secas percusiones y el bajo concreto van creando un sustento vital a la canción para que ésta desarrolle variantes melódicas que son enriquecidas con una impresionante cantidad de detalles que terminan emulando la barroca portada del álbum. Por si fuera poco, al terminar "Ontology" podemos escuchar una especie de bis tras un golpe seco de gong donde las experimentaciones de la guitarra microtónica nos ofrece, quizá, el único solo de guitarra del disco entre juegos de wah, fuzz y reverberaciones. 


Nuevamente, King Gizzard and the Lizard Wizard nos ha lanzado la provocación para escuchar su propuesta con distintas posibilidades acústicas, ya sea través de sonidos poco convencionales que obligan a detenerse para poder detectar todo el espectro auditivo ofrecido dentro del material sonoro, así como también por medio de una reflexión sobre lo que somos los seres humanos ante la invasión sensorial que la tecnología ha desarrollado. Quizá las semanas de encierro producidas por el virus pandémico ha desarrollado estas reflexiones al interior de la banda australiana, pero si uno regresa a las líricas de sus álbumes anteriores, descubrimos que la visión apocalíptica ha estado presente desde hace mucho. Nuestra realidad es puesta a prueba a través del sonido ajeno, así que las posibilidades se abren a la alteridad mientras ponemos en duda la existencia a través de los juegos de simulación...




jueves, 3 de diciembre de 2020

Viaje a Ixtlán : una sonora invitación al extravío


"Pensé en un laberinto de laberintos,
en un sinuoso laberinto creciente
que abarcara el pasado y el porvenir
y que implicara de algún modo los astros.
Absorto en esas ilusorias imágenes, 
olvidé mi destino de perseguido..."
Jorge Luis Borges, El jardín de los senderos que se bifurcan, 1941

Un paso tras otro y el andar se aventura al riesgo de seguir el camino que se bifurca ante el individuo, aquel ente que debe tomar sus elecciones ante cada quiebre y cruce de caminos. La vieja leyenda que nos habla de esos hombres que ofrecieron su alma en dichos lugares para recibir del ángel caído el privilegio de un don sonoro puede resultar banal ante la libertad y la suerte echada frente el viaje condicionado por los senderos que rompen en curvas y rectas perdidas en figuras sin señales definidas. No hay destino, solo sueños que provocan el olvido mientras los paisajes absorben al vagamundo, al eterno trotador, al pata de perro que en su andar encuentra el motivo y el gusto por el extravío.

 La vida es lanzada a su eterno recorrer sin destino fijo, sin quizá un itinerario que oriente los pasos. La experiencia sonora provoca esa misma sensación cuando posamos los tímpanos por primera vez frente a una nueva obra acústica. La ensoñación provocada ante lo desconocido despierta los sentidos y motiva su atención frente al riesgo, aquel instinto primitivo de supervivencia que con el paso del tiempo se ha convertido en apreciación artística y una estética del ruido. Sin embargo, esa travesía ótica puede construir laberintos irremediables donde el escucha puede perderse y recorrer una y otra vez encontrando en la música una infinidad de posibilidades como si se tratase de un punto de fuga lleno de magia y sentimiento. 


El retorno de Viaje a Ixtlán proponen la quiebre de amarras para que las velas se hinchen con el viento de la suerte para dejarse llevar sin destino predeterminado. El extravío es el riesgo que corremos ante su nueva propuesta, quizá algo que está asegurado; pero en ello está asegurado el simple placer de escuchar el paisaje y seguir. Bajo el sugerente título de Laberintos y Paisajes, la banda argentina nos anima a emprender un paseo sobre insospechados lugares mientras el tiempo se nos escapa de las manos como la arena de aquel viejo reloj de vidrio. 

Luego de digerir lentamente aquella obra doble titulada como Calma y publicada en mayo de 2019 (reseña-review), Viaje a Ixtlán se ha sobrepuesto a la enfermedad y la adversidad hasta reconstruirse en un ente de cinco tentáculos que se adentra a las aguas sonoras y abismos infranqueables. Mariano Bertolazzi se ha hecho acompañar ya durante un largo tiempo por Jeque Raffo en los sintetizadores, Cherman en el bajo eléctrico y Lionel Fortunato en la batería, pero ahora se ha sumado a la tripulación Augusto Coronel Díaz en una segunda guitarra; provocando que el sonido alcance los colores y texturas que fueron recreadas en el último EP.

Foto: Mariano Rodríguez Álvarez

Laberintos y Paisajes es una brevísima cápsula lanzada por Venado Records y conformada por dos temas que deben ser entendidos como circunstancias que sirven de pretexto para el irremediable escape de la realidad. No es extraño encontrase con largas ensoñaciones instrumentales que permiten el desarrollo de imágenes mentales mientras la saturación de nuestras neuronas admiran el espectáculo sonoro en un audiorama atascado de opciones, como ocurre en  "Paisajes", pero si se puede ofrecer un consejo para la escucha de este EP es construir la suficiente apertura sensible para recibir la sorpresa y durante el recorrido saborear las atmósferas ofrecidas en un hermoso universo resonante.

Si bien la figura geométrica de un espacio regido por senderos que se abren y se cierran mientras la tela de Ariadna nos es ofrecido como recurso mágico para evitar el extravío, "Laberintos" conforma un ambiente de sonidos hipnóticos e insistentes que envuelven al escucha ante una tormenta de arena y ambientes esotéricos que provocan el escape de la realidad. Si uno se anima a romper las cadenas, los pies abandonan los cimientos de la tierra para volar entre sueños con la única intención de encontrar olvido. Un riff de guitarra nos lastima al provocar una herida punzante con su agresivo rasgueo, pero el resto de la instrumentación termina suavizando la escena a través de una atmósfera onírica que finalmente termina en un estribillo sublime. Pero si aún así las neblinas del tema no provocan la pérdida, sus acordes finales lograrán de manera definitiva la inmersión en aguas abismales de las que será imposible escapar mientras todo se desvanece a nuestro alrededor.


Viaje a Ixtlán ha decidido lanzar su EP a través de un ejercicio digital al que han llamado Laberintos Live album, que en otras palabras será la presentación de su último material acompañado por un recorrido a su discografía a través de un "video on demand" que se trasmitirá el próximo sábado 5 de diciembre a las 22 hrs de Argentina (GTM - 3). Bajo este concepto, tendremos la oportunidad de escuchar a la banda argentina de manera directa como si nos encontráramos en su sala de ensayos con la única intención de despertar aquellas sensaciones bajo las atmósferas que sólo el sonido y el volumen pueden construir. Sin embargo, si ustedes no podrían conectarse a este momento místico, la banda nos ofrece la opción de revivir el instante de manera diferida desde el momento de su lanzamiento a los senderos electrónicos y hasta el domingo 20 de diciembre. 

Para conocer y poder acceder a este evento, pulsa click en el link y conoce los requisitos y los costos:


Sin lugar a dudas, Viaje a Ixtlán está de regreso. Más allá de la separación física y la imposibilidad del encuentro corporal, la banda argentina nos ofrece la opción virtual para sumergirnos en sus océanos sonoros que, finalmente, son vibraciones electrificadas que de una manera u otra provocarán el escape hacia realidades alternas y mundos desconocidos. La propuesta está lanzada y la puerta que da inicio al laberinto está abierta, en nosotros está la decisión de dar el primer paso y comenzar la travesía, una proposición acústica que ofrece el reto de su recorrido con no más brújula que el propio poder de la música, el ruido y el silencio...

viernes, 27 de noviembre de 2020

Ape Skull : el errante retorno del vintage italiano

 


Según Adolfo Vera en su texto El ser y la electricidad: una filosofía del rock, una de las características del rock entendidas como posturas, es que siempre se encuentra en errancia; es decir, es permanente estado de búsqueda, escape o huida. Ya sea en salida de la casa familiar o en deseo ferviente de recorrer las carreteras hasta lograr que las huellas desaparezcan tras plasmarlas en la arena, el rockero se aferra de manera irónica a la desaparición y a la vagancia. Al abrir las posibilidades hasta el infinito, la música se transforma en el vehículo perfecto para lograr dicho cometido.

Sin embargo, dicho estado de errancia logra derribar las murallas físicas cuando logra establecer los medios de la experiencia nómada a través de la huida mental, auqella vagancia sobre los senderos ocultos de la inconsciencia. Si bien los caminos químicos de las sustancias psicoactivas podría ser nuestra primera referencia si a rock nos referimos, también las opciones se podrían remitir a la experiencia estética que provoca la salida del cuerpo como si se tratara de un desprendimiento o quizá de la simple divagación originada por los altos volúmenes que sacuden las neuronas hasta lograr el olvido de todo a su alrededor.


 Aquí es el lugar donde se encuentra el Fields of unconscious de los italianos Ape Skull, aquella banda que provoca la deserción en sentido contrario al proponerse construir un sonido que nos retorne a las viejas glorias del rock puro de los power-trio, la aspereza del sonido en directo y análogo, la melodía sin contemplaciones bajo un áurea vintage y el recuerdo de aquellos sonidos antiguos de cuando el blues se electrificó hasta lograr su transformación mística bajo la psicodelia y sus ensoñaciones sonoras.

Precisamente el tercer álbum del trío romano fundamenta su propuesta auditiva en aquellos parajes de antaño como una forma de provocar el éxodo interno hacia la expansión de la consciencia, a la pérdida dentro de los laberintos resguardados por la lucidez con la intención de incitar al cuerpo a su abandono y evadir la realidad. El título del álbum es por de más provocador, pero más allá de encontrarnos un material alucinógeno bajo interminables capas de sonido envolvente bajo vapores liségicos, Fields of unconscious es un golpe eléctrico de hard blues y rock revival que logra retornar nuestros pasoshiaca el pasado mientras sus líricas no dejan de expresar su deseo por aquella errancia arriba descrita.


Publicado en octubre de 2020 a través de Skronk Records, Fields of unconscious es un álbum de terso fluir donde se hace constante referencia a la libertad y la dispersión desde cualquier punto de donde sea escuchado. Si bien desde su tema introductorio que le dota de título al material podemos oír esos acordes que huelen a pasado mientras se describen los escapes mentales entre insistentes y retadores "No me importa - I don't mind", Ape Skull demuestra su concepto a través de un escape de la línea armónica original de su tema para desarrollar una escabullida impresionante que demuestra la versatilidad compositiva y la calidad interpretativa de Giulianno Padronni en la batería, Fulvio Cartacci en la guitarra y Pierpaolo Pastorelli en el bajo. 

Al continuar el recorrido sin itinerario, el disco nos lleva por senderos que no dejan de hablar un sólo momento de la evasión, ya sea desde el plano físico como en "Freedom" y su melancólico sentimiento que sopla durante su desarrollo, o bien en el plano inmaterial como queda demostrado en la concluyente "Atom in the sky" bajo su referencia cuántica y explosiones multicolores que se aferran al primer hard psych. "That's all I want" es una declaración obvia de intenciones a través de una guitarra hiriente que sabe aprovechar los instantes de silencio que ofrece su melodía, "Glory days" es una patente mirada retrospectiva a los viejos sonidos realizados en momentos recordados llenos de esplendor, y "Heya" es de manera completa un tributo hacia las referencias antiguas que nos remite a un rito indio frente a un fuego mítico mientras los cánticos buscan liberar nuestras almas bajo el abandono de nuestra realidad citadina. 


Sin embargo, Ape Skull confiesa que es necesario retornar al hogar y a la seguridad tras un largo recorrido de errancia y vagancia. "I'm coming home, baby" no se trata tan solo de una confesión hacia sus obvias referencias sonoras alojadas en las viejas glorias de Hendrix y Blue Cheer que han rescatado de manera excelsa sus compatriotas Black Rainbows, sino también es una declaración concreta sobre las estructuras sonoras ofrecidas por la banda en su maravilloso álbum debut de abril de 2013 y además un grito de necesidad por encontrar el calor frente a los riesgos y accidentes sufridos ante el viaje constante y cansado que significa el rock n' roll. A través de una melodía infecciosa, el power trio italino nos regala una armonía que obliga al movimiento mientras nos inyecta alegría por el retorno y al mismo tiempo nos ofrece un suero eléctrico que logra recargar la energía perdida ante el esfuerzo realizado.


 Una vez desmenuzado el Fields of unconscious, comprendemos que lejos de ser un material nebuloso que se interna sin remedio ni brújula a los demoníacos laberintos de la mente, el tercer álbum de Ape Skull sirve como un recordatorio de aquellos sonidos que están guardados en nuestro interior que son utilizados como soporte e inspiración para lo que es el rock en la actualidad. El intento sonoro realizado por la banda italiana está basado en la eliminación de culpas por la vida errante del rockero y su eterno retorno a su origen melódico lleno de seguridad, una confesión auditiva que espanta los fantasmas del pasado para reconocerlos como influencias aceptadas y asimiladas con la finalidad de crear algo nuevo a través de un pasado glorioso. Libres de remordimientos, ahora es momento de disfrutar esta pequeña maravilla eléctrica...




miércoles, 4 de noviembre de 2020

Slomosa : cuando las tundras se convierten en dunas

 


Bergen es una ciudad noruega conocida por ser un puerto turístico que sirve de cobijo para los comerciantes, además de ser la puerta de bienvenida para los reconocidos fiordos. Ante el inminente frío que las aguas del Mar del Norte y los glaciares provocan en aquel lugar hermoso pero inhóspito, su gente busca la forma de provocar calor a la menor insinuación. Así es como llegamos a conocer a Slomosa, una banda que han logrado transformar las congeladas tundras en ardientes dunas a través de un áspero rock desértico que de manera inesperada nos retorna a las viejas glorias de la California de finales del siglo pasado y principios del nuevo. 

Bajo esta lógica es como coincidieron cuatro jóvenes en 2017, una premisa que han sostenido hasta lograr en los últimos días de agosto de 2020 la publicación de su álbum debut a través de la disquera Apollon Records. Si bien la recomendación de varias páginas especializadas ya habían hecho correr algunos ríos de tinta sobre este material discográfico, ahora era necesario escuchar con calma la propuesta sonora de Slomosa por medio de ocho temas de puro rock arenoso de buena manufactura y coloridas posibilidades que saben escapar del yugo omnipresente de aquel género pervertido conocido como stoner. 


Slomosa estaba originalmente conformado por el guitarrista y vocalista Benjamin Berdous, el baterista Severin Sandvik , el guitarrista Anders Rørlien y el bajista Kristian Tvedt, quienes grabaron en el Lokalet Studio las canciones que conforman el álbum debut durante 2019. Sin embargo, la banda cambió la mitad de sus integrantes en ese mismo año, llegando así la bajista Marie Moe y el segundo guitarrista Tor Erik Bye. Estos cambios en su estructura provocó que la banda tuviera más posibilidades sonoras en su estilo, lo que le ha permitido virar desde el fundamental sonido básico del rock desértico californiano de los años 90's y el embeleso pop que tuvo dicho sonido durante la primera década del siglo XXI para finalmente alcanzar cosas mucho más fuertes y épicas bajo los principios del stoner metal.

Las influencias dentro del homónimo Slomosa son imposibles de ocultar: tenemos la hipnótica "Estonia" con aquel riff que recuerda algunos momentos del mítico Welcome to Sky Valley de Kyuss mientras los coros que cruzan la melodía nace directamente de los primeros álbumes de The Sword, "Just to be" navega sobre las aguas seguras del áspero y constante pop de Queens of the Stone Age, la incisiva "There is nothing new under the sun" equilibra la insistencia de Dozer con la potencia clásica de Truckfighters, la contundente y concreta "Kevin" cumple con los cánones del stoner desértico bajo los esquemas impuestos por Fu Manchu, y sin duda la inaugural "Horses" nos remite a los sonidos épicos llenos de senderos ocultos que ofrecen la posibilidad de escape y divagación como lo han establecidos los propios The Sword, quizá la potencia de Mastodon o hasta la imaginación de Elder.


Y aunque podemos descifrar a la perfección las referencias sonoras del cuarteto de Bergen, ello nos puede distraer de la verdadera oferta propia que tiene Slomosa entre sus surcos. El debut de los noruegos ha sido catalogado por ellos mismos como tundra rock con la intención de remarcar el poder de las congeladas estepas y las heladas montañas sobre las líricas y el sonido de la banda, aunque al final de su escuchamos terminamos detectando algunos lugares comunes como el desierto y el sol. Aun así, podemos encontrar melodías concretas que juegan con la melancolía de los paisajes nevados que ansían la llegada del astro rey que logre ofrecer algo de clemencia.

De esta manera podemos rescatar a la multifacética "Scavengers" con aquel atisbo místico a través de su mágica línea de bajo y esa guitarra a la Josh Homme que termina haciéndose cada vez más cruda hasta saturar las bocinas con una melodía cruda, pero con el paso de los minutos, logra una divagación que escapa de los desiertos de California y termina en la Escandinavia imponente. De la misma forma nos encontramos con la concluyente "On and beyond", un onírico track que nos envuelve bajo su lúgubre velo que a la menor provocación se transforma en un muro sonoro que se derrumba frente a nosotros para dejar tan solo la admiración de unos ambiguos restos que aun sabrán exprimir el ruido de entre los escombros.


Uno de los temas más interesantes del álbum debut de Slomosa es "In my mind's desert", que más allá de su obvia referencia, el track ofrece un sonido relajante que permite el desarrollo de una lírica reflexiva sobre sobre el hombre y su relación con los demás, logrando así un soliloquio sobre el odio y una conclusión sobre la responsabilidad propia y única del individuo sobre sus actos y sus consecuencias. Este tema es el primero que fue escrito por Benjamin Berdous para Slomosa y en él se ven los primeros trazos hacia atrapar el sonido del rock desértico a través de melodías concretas, guitarras ásperas provocadas por el pulso sobre el fuzz y el coraje vertido sobre las cuerdas metálicas. Los cambios de intensidad del track provocan momentos distintos durante sus casi cinco minutos, logrando de esa manera que el tema fluya por diversos lugares aunque todo está basado en una armonía básica. Por si fuera poco, cuando la canción alcanza su ansiado solo de guitarra, todo queda reducido a la posibilidad de perder la mente entre reflexiones, dunas y tundras.

Slomosa tiene todo en sus manos para convertirse en un referente obligado del rock desértico en Escandinavia y toda la Europa. Sus múltiples influencias logran construir un equilibrio en su estilo con la finalidad de ofrecer un abanico amplio de posibilidades melódicas y hasta sonoras más allá de lo que significa el stoner en el ideario musical. Por lo pronto, su álbum debut contiene los elementos suficientes para sembrar las esperanzas gracias a riffs poderosos, melodías adictivas y líricas interesantes, pero ahora habrá que esperar que la banda noruega pueda exponer todo ésto sobre los escenarios y, al mismo tiempo, logre madurar su sonido hacia nuevos senderos. 


miércoles, 30 de septiembre de 2020

Dead Lord : una rendición al hard rock sueco


Dead Lord es una banda que tiene una marca sonora establecida, una fórmula probada de la cual es imposible escapar. Tras la arrebatadora imagen de su frontman Hakim Krim, el grupo ofrece desde 2012 aquel dinámico sonido del clásico hard rock sueco al que muchos identificamos con The Hellacopters y que es heredero definitivo del estilo auditivo de finales de los años setentas a través de una mezcla de guitarras gemelas y ritmos constantes. Si bien ya nos habíamos hecho la pregunta al escribir sobre su anterior álbum In ignorance we trust de 2017 (reseña-review), nuevamente colocamos la interrogante sobre la mesa: ¿qué más nos puede ofrecer el cuarteto de Estocolmo?

Surrender es el cuarto álbum de Dead Lord y ha sido editado por Century Media Records a principios de septiembre de 2020 y, como era de esperarse, en él podemos escuchar su sonido patentado en materiales anteriores construido por medio de melodías directas, ritmos venenosos y guitarras adictivas. Sin embargo, los suecos han decidido dar un paso más allá de su estilo para ofrecer algunas experimentaciones sonoras que permiten pensar que quizá el grupo pueda realizar cosas distintas más allá de lo que todos conocemos hasta este momento. Eso nos obliga a repasar cada uno de sus tracks en búsqueda de indicios que indiquen sus nuevos senderos.


En primer lugar, es necesario establecer el contexto en el que se realizó Surrender. Su guitarrista Olle Hedenström abandanó a Dead Lord durante 2019, dejando a la banda sin uno de sus pilares. Esta situación obligó a su bajista Martin Nordin a tomar la vacante en lo que buscaban a un nuevo integrante. Aun así, los suecos decidieron en febrero de 2020 entrar al Humbucker Studio para grabar su nuevo álbum sin tener al personal completo; hasta que en mayo fue presentado Ryan Kemp como nuevo bajista de Dead Lord, dejando de manera definitiva a Nordin como guitarrista.

Con este antecedente, el cuarto material discográfico de Dead Lord requiere una atención mayor pues en su travesía descubriremos mayores diferencias con los álbumes anteriores. Uno de los sencillos promocionales del Surrender fue "Evil always wins", track de obvia referencia sonora de riff incendiario hecho con base en guitarras gemelas y un estribillo que obliga al canto mientras observamos la ingesta de unos hot dogs a la mitad de los bosques escandinavos. Otro de los singles que se han presentado previo a la publicación oficial del álbum es "Letter from Allen St.", un tema donde podemos escuchar una melodía heredera del clásico Thin Lizzy, pero que más allá de la inicial guitarra asesina, la canción queda anclada en un ritmo entrecortado que busca darle mayor importancia a la línea armónica.


Bajo estas dos pruebas previas al Surrender uno podría esperar que no hay más allá dentro de sus surcos, pero en una exploración más profunda, las sorpresas comienzan a salir a flote. Más allá de su base sonora construida a través de la marca registrada de Dead Lord, "Authority" arranca con un riff demoledor más cercano al NWOBHM que tras unos segundos queda olvidado bajo una melodía pop. Así mismo y como se comentó antes, Hakim Krim tiene en Phil Lynott su mayor referencia para componer, pero en "Messin' up" escuchamos un nueva versión del "Wild one" incluida en el Fighting de Thin Lizzy. Enseguida nos encontramos con "Dark end of the rainbow", un track que en sus estrofas nos hace olvidar el tufo vintage que identifica a Dead Lord, pero al momento de llegar a su estribillo, todo regresa a puerto seguro más allá del tenue piano que escucha en algunos instantes.

Sin embargo, para crear un álbum dentro de tiempos de reconstrucción, la mejor opción es aferrarse a la fórmula probada. De esta manera, nos encontramos con la directa y completamente hellacopteriana "The loner's ways", la setentera y barroca "Gonna get me" y la acelerada "Dystopia" con su inicio cósmico. Más allá de las obvias referencias, bien podríamos rescatar a la potente "Bridges", un tema donde podemos deleitarnos con la capacidad interpretativa de Adam Lindmark en los tambores mientras los constantes arreglos de guitarra nos transportan por instantes al NWOBHM setentero; delimitando al mismo tiempo que la banda podría retomar este sendero gracias al duelo de guitarras de Nordin y Krim, a la idea compositiva que le da coherencia al track, y a la intensidad lograda en la grabación.


Surrender abre como la demoledora "Distance over time" y su demostración de cómo se emplean las guitarras gemelas en el hard rock sueco del nuevo siglo. La velocidad constante del track permite arrebatar la atención al oyente para jamás devolverla. El ritmo entrecortado se torna filoso en cada una de las estrofas pero al mismo encuentra una ligera cadencia al llegar al estribillo, elemento que identifica sin lugar a dudas a todas las composiciones de Dead Lord. Casi desde el primer segundo del tema nos encontramos al borde del sillón esperando un ansiado solo de guitarra espectacular, que cuando llega sólo tenemos que dejar que explote irremediablemente en las bocinas. Asimismo, "Distance over time" logra ofrecer un nervioso puente sonoro de tarola sostenida hasta que la tensión revienta en mil pedazos para alcanzar sosiego en las frases del coro. Sin lugar a dudas, ésto es el hard rock sueco!!


Más allá de aquellos tracks explosivos que sin duda sirven de singles directos, debemos identificar al Surrender como un álbum de transición dentro de la discografía de Dead Lord. En algunos temas se puede saborear algunas experimentaciones que nos permiten olfatear los nuevos aires que podría tomar la banda sueca en un futuro, pero quizá todo sea prematuro mientras la nueva alineación no se afirma dentro del local de ensayos y sobre los escenarios. Por lo pronto, este disco satisface a los seguidores del cuarteto de Estocolmo al ofrecerles más de la misma dosis conocida, pero para quienes cavamos sobre su contenido en búsqueda de tesoros, tendremos la suerte de escuchar cosas frescas que permitan sembrar esperanzas hacia un desarrollo sonoro del grupo sin que éste pierda su estilo probado.

jueves, 24 de septiembre de 2020

Daily Thompson : desde Dortmund para el Universo

 

Cuando una banda define su sonido desde sus primeros segundos, lo único que tiene que hacer enseguida es desarrollarlo para los mismas bases acústicas para llevarlo a nuevos lugares sin perder aquella esencia alcanzada. Habrá momentos en que ciertos ingredientes sean más acentuados que en otros, pero en ello estriba la importancia de tener muy claro qué es lo que se busca ofrecer mientras se disfruta su camino para alcanzarlo. Sin embargo, existen pocas agrupaciones pueden presumir de este estado de equilibrio que oriente su trabajo sonoro, por lo que es importante resaltar a aquellas que lo han logrado. Es por eso que Daily Thompson ha encontrado un espacio dentro de Earthquaker...

Daily Thompson tienen sus orígenes en el año 2012 cuando se conformó a través de la base de un power trío inspirado en el grunge y el noise rock de los 90's que con el paso del tiempo ha sumado a su combo sonoro varios elementos de la psicodelia espacial, el rock desértico y hasta el blues electificado. Así es como encontramos el día de hoy a Danny Zaremba en las guitarras, Mercedes Lalakakis en el bajo y Matthias Glass, quienes no han abandonado Dortmund, Alemania como base de operaciones. 


Lejos de la referencia olímpica que ofrece su nombre bajo el recuerdo de aquel decatlonista inglés, el trio alemán siempre ha buscado colocar un velo sobre sí con la intención deliberada de ocultar su sonido en base a un título obvio. Por si fuera poco, al escuchar un tema de la banda ésto podría resultar engañoso, pues su estilo sonoro no queda atrapado en una sola cápsula auditiva; obligando así al escucha a terminar de recorrer los surcos del vinilo para hacer un intento por descubrir todas las influencias musicales que se resguardan en su interior.

Dentro de la misma lógica misteriosa que ha empleado Daily Thompson desde su origen, en agosto de 2020 a través de Noisolution Records han publicado su cuarto álbum completo titulado Oumuamua, que más allá de la referencia mimética al Ummagumma de Pink Floyd, logra una nula idea sobre lo que podemos encontrar en su interior. Una vez que bajamos la aguja sobre el plano negro nos encontramos con un largo track de once minutos y medio de duración llamado "She's so cold" que bien podría espantar a cualquiera, pero tras tomarnos suavemente de la mano entre tenues marismas que hipnotizan, la banda logra subir la intensidad de manera perfecta hasta construir un típico tema stoner bajo la escuela de Fu Manchu que con el tiempo recuperaron los griegos 1000mods, no sin antes ofrecernos un embeleso bajo la hermosa y enigmática voz de Mephi con aquel tufo a Sonic Youth o las sosegadas caminatas sonoras de All Them Witches


El track más violento del Oumuamua es sin duda "On my mind" gracias a sus figuras resbaladas que le dan inicio hasta que un riff afilado entona la melodía adictiva. Daily Thompson nos ofrece una armonía directa de hard blues sin mayores pretensiones que confiesan algunas de las influencias de la banda cuando ésta se decide a cambiar la melodía bajo los preceptos de la música hecha en la última década del siglo pasado. Es imposible no detectar ese sabor a grunge ruidoso y áspero en su puente, pero al tomar velocidad, la figura nos remite por algunos segundos al stoner arenoso. Cuando creemos que ya todo está terminado, la guitarra abandona el fuzz y se transforma en unos limpios acordes campiranos que hasta ofrecen espacio para que alternen las voces de Zaremba y Lalakakis bajo un tufo sureño que es olvidado casi de manera inmediata. Manteniendo de manera contradictoria un ambiente de inquietud y misterio, escuchamos el inicio de "Slow me down", un track que a los pocos segundos muta en un hard rock concreto con cierto sabor sureño y hasta desértico; aunque dicha esencia sonora se logra mantener en la obvia "Half Thompson" con su armonía clásica de blues electrificado que sabe encontrar las pausas exactas para alcanzar su intensidad.

Oumuamua encuentra su punto climático en la colosal "Cosmic cigar", un tema psicodélico que sin duda inspiró el arte de Maike Klamp que sirve de portada al álbum. Este track hace a un lado el sonido fuzz para divagar sobre tenues experimentaciones que provocan el abandono de la gravedad mientras observamos el espectáculo del Universo, pero una vez que nos encontramos en el extravío sideral, Daily Thompson vuelve a retomar el ruido y el volumen para sacudirnos el espasmo. Para terminar el material discográfico, los alemanes aprovechan la atmósfera espacial para dejar en las bocinas algunos diálogos que nos remiten a cosmonautas en odiseas estelares mientras una guitarra acústicas nos golpea con su melancólica melodía bajo el recuerdo desértico del The coyote who spoke in tongues de John Garcia mientras observamos cómo se apaga la fogata que nos ha acompañado durante una noche arenosa bajo el resguardo del cielo estrellado. 



Efectivamente, Daily Thompson es demasiado versátil, pero su mayor valor se encuentra en la inteligencia que tienen para cambiar de estilo sonoro de forma natural sin que se siente forzado cada mutación, algo que no es sencillo por más que parezca serlo. Oumuamua nos cambia de dirección de manera radical con su rastrera "Sad Frank", un blues aletargado que repta por el suelo con su ritmo ahogado en zozobra que logra su clímax de manera controlada por medio de un teclado atmosférico que sabe construir un riff venenoso junto con la punzante figura de la guitarra, la cual logra finalmente un anhelado solo explosivo. De manera irónica, el trabajo visual realizado por Daniel Hacker y Dirk Rosenlöcher que acompaña al track, rompe de manera drástica con la zozobra del tema, pues sus intensos colores nos sacuden frente al aletargado ritmo de su melodía. No podemos dejar pasar esta canción sin recordar a gente como los americanos All Them Witches o los australianos The Blackwater Fever debido a esa capacidad para construir ambientes llenos de obscuridad que sólo el poder de la electricidad pueden dinamitar hasta dejarlos reducidos en mil astillas. 


Si uno tiene la cautela de escuchar el trabajo previo que antecede a Oumuamua, bien se pueden detectar en algunos momentos todos y cada uno de sus elementos, pero sin lugar a dudas, este material de Daily Thompson es el mejor de su discografía gracias a la inteligencia para saber insertar cada ingrediente en el lugar preciso. El álbum fluye de manera orgánica y tiene la capacidad de recrear distintas atmósferas más allá de su esencia sonora, provocando que el escucha se encuentre atento a cada una de las sorpresas que se resguardan en su interior. Es necesario escribirlo, es obligatoria la escucha de este gran pedazo de disco... fundamental para este 2020.


viernes, 11 de septiembre de 2020

Kitchen Witch : una tormenta de arena sobre Adelaide

                       

Aún están en nuestro recuerdo aquellos acordes secos de "Slipstream", aquel tema desgarrador de imágenes panópticas que hacía coincidir el lamento femenino con un stoner robótico bajo las premisas del Queens of the Stone Age de principios de siglo. Los responsables de aquel track venenoso eran cuatro chicos de Adelaide que bajo el nombre de Kitchen Witch nos ofrecían una mirada propia de aquel sonido californiano que transformaba al desierto en un áspero elixir lisérgico que se deshace de manera aletargada en nuestras débiles bocinas saturadas.

Aquel álbum publicado en abril de 2017 titulado de manera homónima (reseña-review) recuperaba algunos tracks presentados previamente en dos EP: el Trouble de enero de 2015 y el Back to the mud de junio de 2016. Sin embargo, es hasta agosto de 2020 cuando Kitchen Witch nos comparte un álbum completo construido de manera íntegra a través de siete temas que dota de una personalidad más definida a la banda por medio de un sonido más trabajado y composiciones más definidas a través de un concepto.

Bajo el nombre de Earth and ether podemos encontrar una colección de siete temas que logran su coherencia sonora a través del uso de acordes desgarradores que entonan melodías hipnóticas y que al mismo tiempo alcanzan su deleite por medio de una poderosa voz femenina que hechiza de manera irremediable. Más allá de esta esencia poderosa, Kitchen rescata su gusto por el blues rastrero que queda bien definido en la impresionante "Sunrise" y su pesado letargo que asemeja a una insolación obtenida por una larga exposición al sol desértico, pero el este álbum encuentra su clara definición en el stoner rebuscado de efectos alucinógenos que se escuchan de manera determinante en la inaugural "Lost", una oda que habla del extravío de la razón ante el enfrentamiento contra la incomprensión.

Las guitarras de Conor Kinsella mantienen ese tufo a desierto psicotrópico durante la totalidad del Earth and ether, pero al combinarse con las percusiones poderosas de John Russo y el pantanoso bajo de  Simon Elliot, los temas que conforman el álbum tienen la posibilidad de viajar hacia dos ambientes que en podrían ser considerados contradictorios. Por un lado podemos saborear algunas texturas cósmicas que nos hacen perder la noción del suelo, pero por el otro tenemos la oportunidad de deleitarnos con fangosas melodías que nos ahogan con su misterio y zozobra; aunque ambas posturas logran dotar de versatilidad al material discográfico y convertirlo en una pieza digna de escucha detenida y deleitable.

Parece obvio que nuestra atención sea robada por las voces de Georgie Cosson, algo que ocurre de manera frenética en aquel tema que le da nombre al álbum, un track de melodía que poco a poco nos rodea hasta abandonarnos a nuestra suerte; pero la voz de la bruja australiana sabe tomarnos de la mano para mostrarnos de manera detenida todo el abismo sonoro que es provocado por la banda. Algo semejante ocurre con la eléctrica "Chase the sun", pues la rubia cantante logra atravesar el muro de ruido para enseñar lo que se guarda en su interior más allá de las distorsiones insistentes. 

El riff asesino de "The frontal lobe" se acerca peligrosamente a un stoner metal infeccioso que al mismo tiempo ofrece mayores posibilidades acústica a la banda australiana, una rabia sin contención que explota frente a nosotros y que sólo nos permite unirnos al violento frenesí. Por si ello fuera poco, el Earth and ether concluye con la sombría "Many moons" que nos ofrece algunas notas de didgeridoo que son transformadas en una armonía sumamente electrificada que satura el audiorama hasta logar la perdición definitiva de nuestras neuronas.


"¿Alguna vez te hablé de esa noche?
de cuando estaba de piernas cruzadas por la luna y las luz de las velas
las ratas, los murciélagos y las arañas también estaban allí
No bromeo, era una imagen psicópata
Quemé esas palabras que me detuvieron en una barbacoa
Oh, tan lindo y rizado y negro.
El humo que se elevó de esa ceniza 
limpiaba el aire y lavé mi cabello
no tenía idea cuánto cambiarían las mareas.
Evocando esas buenas intenciones, las otras las quemé.
Una cueva de malicia bajo el árbol de la vida.
Un santuario que alberga murciélagos en la noche.
La fruta permanece latente en lo profundo de sus extremidades.
La primavera trae cosecha y muchas asambleas.

El tema que ha servido de promoción para el lanzamiento del Earth and ether es "Cave of Mischief", un track que de manera irónica escapa del sonido general del álbum al sumergir dentro de un pozo el sonido general de los instrumentos, conteniendo su furia más allá de la intensidad que contienen la propia melodía. Mientras observamos a la banda entre múltiples colores y ruido blanco a través de un trabajo visual realizado por Capital Waste, la música nos va arrastrando con ella a su abismo hasta que nos obligar caer rendidos a su propuesta ahogada. Aquel stoner que distingue a Kitchen Witch queda reducido a un hard psych que logra su explosión definitiva en un interesante solo de guitarra de infinitas notas y una aceleración adictiva.

Siempre será reconocido y valorado el esfuerzo que realizan algunas bandas por retomar algún género sonoro con la intención de alimentarlo hasta hacerlo llegar hacia nuevos senderos dentro de un esfuerzo arriesgado que rompe reglas y clichés. Earth and ether logra romper las cadenas del rock desértico hasta ofrecer una personalidad propia a Kitchen Witch, pero es necesario tener pies de plomo al recorrer sus rincones si uno desea realmente saborear sus posibilidades más allá de los elementos distintivos de un estilo musical muy socorrido en las últimas dos décadas. Hay que permitir que los acordes del último álbum de la banda australiana escapen por las bocinas hasta que nos dejen hablar con su propia voz...