Una portada llama la
atención sobre las propuestas musicales de los últimos días del 2012. Una
imagen inspirada en la vieja iconografía del art nouveau nos muestra a una
mujer con una antigua túnica sobre su cuerpo colocando un foco sobre una
especie de socket. Sin embargo, este dibujo nos trae a la mente la historia
bíblica de Eva al tomar el fruto del árbol de conocimiento del bien y del mal.
Una serpiente lleva la mano de la mujer a conectar a una toma de corriente
aquel ícono de la era de la electricidad. La iluminación artificial se
convirtió en el parteaguas para que alcanzáramos esta edad moderna, y para la
música no le fue ajena.
Comienzan los primeros
segundos del disco y unos sorprendentes coros a capella llenan el espectro
auditivo, los cuales recuerdan aquellos místicos cánticos negros del sur de los
Estados Unidos o aquel sabor campirano de extremo fervor religioso
norteamericano. Una vez sacudidos, una guitarra stoner crea un hipnótico riff
que choca directamente contra un muro sonoro de sabor árido al estilo Palm
Desert mezclado con un ambiente lúgubre y denso al estilo de los pantanos del
Bayou.
Y eso es All The
Witches, una contradicción sonora que explora diferentes caminos hasta
construir un combo auditivo muy compacto, muy fuerte y de gran calidad. Ellos
se encontraron en Nashville, Tennessee y se nota en su mezcla de blues negro,
stoner de gusto desértico, rock sureño de sabor fuerte, además de ambientes
nacidos de la densidad ácida de la psicodelia y hard rock de finales de los 60.
A este collage lo han nombrado Psychedelta Rock. Pero eso no es todo, ya que
todavía podemos encontrar un sabor a noise y shoegaze gracias a los efectos de
las guitarras como flanger, chorus o reverb. En otras palabras, y como ellos
mismos se califican, “unas adorables bestias que tocan drogados riffs”.
Por si fuera poco, esta
banda es el primer grupo no alemán de publicar en la disquera Elektrohasch, de
la cual es dueño Stefan Kogle, vocalista y guitarrista de Colour Haze. Esto
otorga un grado más de confianza en All Them Witches por lo que realizaron en
el estudio.
¿Pero
quién carajos son estos tipos?
All The Witches es un
collage, una mística mezcla de culturas. Ellos se conformaron como grupo en Nashville,
Tennessee durante el 2012, y en menos de un año publicaron su Our mother electricity. Sin embargo, no
todos los integrantes de la banda son de la llamada “Ciudad de la música”:
La batería está a cargo
de Robby Staebler, un chico que nació en The Shereveport, Louisiana. Músico que
trabaja a partir del jam y de la improvisación donde ha plasmado su
sensibilidad y su calidad como músico. Como baterista, admira la forma de tocar
de John Bonham de Led Zeppelin y la música en conjunto de Pink Floyd.
La banda se formó precisamente
a través de la unión de Robby con Ben McLeod, un guitarrista que tiene el gusto
por los sonidos acústicos y por las pesadas distorsiones eléctricas a la vez, además de una excelente capacidad de
emplear el slide sobre el mástil de su guitarra. La semilla de All Them Witches
está en sus sesiones de jamming.
A ellos se les unió un
chico que vivió toda su niñez y adolescencia en Nuevo México: Michaels Parks,
Jr. Él tiene un gusto variado por la música, pero tiene su mayor admiración en
las bandas de blues del delta de Mississippi y en la música de ZZ Top. Además
de completar los sonidos graves que se requerían en la banda con su bajo,
aportó con su fértil imaginación para las líricas de la música que estaban
creado y su voz para interpretarlas; que al conjuntarla con la de Ben, han
dotado de una identidad propia al grupo.
Finalmente, Robby llevó
a los ensayos a su amigo Allan Van Cleave para que hiciera cargo de los
teclados, unos Fender Rhodes. Siendo sólo un
músico invitado, poco a poco se volvió en parte fundamental de la banda
hasta ser ahora un miembro más. Su gusto musical está orientado hacia la música
clásica, al contrario de lo que se pudiera pensar.
El
concepto
Our
mother electricity es el álbum debut de All Them Witches,
una placa busca reflejar sus mezcla musical en el propio concepto de sus
líricas y del arte del disco. El blues hecho en el delta del Mississippi es la
base, pero logra la transformación al vender su alma en un cruce de caminos:
por un lado el stoner al estilo desértico de Palm Desert, California y por el
otro el hard rock y la psicodelia de finales de los 60. El sonido rural,
campirano y acústico del blues negro se encuentra con el sonido urbano,
citadino y eléctrico del hard rock blanco.
Nashville es su
verdadero cruce de caminos: Parks es originario del desierto de New Mexico,
Staebler nació en la delta bluesera de Louisiana. Tennessee es la tierra del country
y límite del rock sureño, sin olvidar que el origen del rock n’ roll está en
este lugar.
All Them Witches es una
banda que juega con los contrastes, encontrando en la brujería un punto de
referencia, además de entender que la música es algo sobrenatural. Todo los
fenómenos inexplicables son atribuidos a la magia, y la música es uno de esos
fenómenos. Y esta idea se refleja en las letras, mismas que versan sobre la
mística y el encuentro entre el bien y el mal, sobre cosas incomprensibles,
sobre amuletos y objetos que permitan atravesar otros planos de la realidad,
otras dimensiones.
Estas líricas no son de
extrañar para una banda que bebe directamente de tantas culturas, ideas que
crecen sobre los ambientes creados sobre los viajes musicales. Voodoo de la
gente negra del Delta y el chamanismo de los indios de los desiertos del Oeste
enfrentados a la visión de progreso, ciencia y conocimiento del hombre blanco.
Claramente escuchamos
el disco dividido en dos partes: una primera con un sonido sucio y pesado donde
los instrumentos eléctricos toman el control, y una segunda sección de sonidos
más pausados y acústicos. La electricidad está entre nosotros, pero no hay que
olvidar que hubo un pasado de obscuridad y de magia.
Canción
por canción
Heavy
like a witch: Una petición que se convierte en una
clemencia. El hombre que busca la sanación, el perdón, la liberación encuentra
en la brujería la posibilidad de solución. Un aquelarre a la luz de las velas…Unas
voces se entonan y se escuchan en un esplendor de eco y densidad, ubicándonos
en un tiempo pasado de misticismo y obscuridad.
La luz se hace y un riff de guitarra blusera y heavy explota para hacer juego
con una sucia batería y un bajo lleno de fuzz. Blues pesado con momentos stoner
y de maravilloso sólo de órgano que hace volar la cabeza.
The
urn:
Lo único que tenemos seguro es la muerte y sobre ella es en lo único que
podemos hacer promesas. Sol, botas y arenas son los elementos que enmarcan el
paisaje donde se puede vender el alma. Las cosas terminarán y sólo quedarán
cenizas dentro de una urna... Árido y pesado blues de tintes sureños y guitarra
slide al estilo Johnny Winter. El final de rola rompe el ritmo con un bajo
atascado de fuzz y guitarras distorsionadas para regresar al riff de la
guitarra con remate ahogado en su feedback.
Bloodhounds:
Una
oda a la obscuridad, a la noche, al miedo por lo desconocido. Todo queda
sumergido en el color de la medianoche. Nadie puede vivir en este pueblo sin
luz… El inicio de la rola lo da una batería que no para y juega con su efecto
de grabación lo-fi, que en su ritmo recuerda a The Black Keys. Un cortante riff
de guitarra entra y el recuerdo llega directamente al sonido de Jack White.
Tras energéticas y rítmicas estrofas, el puente hace bajar la rola hacia una
pesada sensación de soledad. El segundo solo de guitarra simplemente es genial,
sentido y explosivo.
Guns:
no
existe otra palabra más que la que expresa la bala. El reto está lanzado y
ahora ambos hombres están sobre la caliente arena del desierto esperando quién
de los dos será el primero en acertar el disparo. La sangre se va, el cuerpo se
va, el alma se va. Esto es un duelo a muerte... Una lenta figura de guitarra se
arrastra como un hombre agonizando que se desangra en la arena. Melodía clavada
en el heavy blues eléctrico pero que guarda un sonido sucio cercano a Black
Rebel Motorcycle Club. La guitarra de McLeod realmente se escapa de sí misma
gracias al sentidísimo solo, pero cerca del final, la rola se convierte en una
explosión stoner que logra dar mayor dramatismo, un balazo que hace explotar lo
que uno tiene guardado.
Elk
blood heart: existen cosas que creemos que tienen
poderes sobrenaturales, objetos mágicos que nos ayudarán a alcanzar nuestros
deseos, a encontrar las respuestas a nuestras dudas, a escapar de los
sufrimientos. Mientras más extraños, más exóticos y más difíciles de conseguir,
mayor será su poder y su efectividad. ¿Y cuál sería el mayor motivo por el que
buscaríamos un elemento mágico como este? El amor no correspondido. Con él,
lograríamos todo; sería tener en las manos las llaves para abrir cualquier
puerta… Esta rola fue escrita por Michael Parks Jr., el bajista de la banda. Un
blues en toda la extensión de la palabra, pero que en él se siente una ligera
bruma psicodélica gracias a la etérea guitarra de acompañamiento. Gracias a la
voz del propio Parks y la propia melodía de la rola, es inminente el recuerdo
de lo que ha hecho por The Black Keys en aquel Big come up del 2002.
Until
it unwinds: El cuerpo se queda flotando en un
letargo, un viaje mental hasta las profundidades del ser, un sueño total como
la muerte. El alma se pierde poco a poco en un arrullo pero algo está mal: el
cuerpo ya no ve, no se puede liberar, ya no puede vivir. Atrapado en una
ensoñación, el ser se ha perdido… Se escuchan sirenas sobre unos tambores
tribales, pero todo queda sepultado en una batería muy Bonham (When the leeve breaks, Led Zeppelin IV) y
un bajo de gran distorsión y densidad profunda que tendrían muy orgulloso a
Robert Levon Been de Black Rebel Motorcycle Club. Melodía obscura que poco se
va desencadenando un jamming explosivo, desenfrenado y orgásmico, digno de ser
la pieza central del disco. La voz pasa del arrullo a gritos de desesperación,
pero en la ensoñación hasta se escuchan
voces al revés. Son de llamar la atención los juegos de slide en la guitarra en
contraposición de los teclados de Van Cleave muy al estilo de Ray Manzarek de
The Doors. Hacia el final los ecos de las guitarras no se dejarán de escuchar,
en un vago recuerdo de los efectos sonoros logrados por Jimmy Page al pasar un
arco de violín sobre su Gibson Les Paul. Quizá sea esta rola la que desarrolle
más el concepto de blues eléctrico derivado por un viaje lisérgico.
Easy:
existen personas que pueden sacudir nuestras vidas, que pueden cambiar lo que
somos o lo que hacemos. Pero es no es lo sorprendente, sino que lo hagan con
suma facilidad. Sin embargo, esta sensación no es compartida, no es mutua y se
convierte en plegaria, en un ruego… Aquí comienza el descenso de la saturación
sonora del disco hacia suaves ritmos
donde un ligero efecto de slide de la guitarra se lleva la canción, dejándonos
un pequeño sabor a balada folk. Una ensoñación que hace olvidar todo.
Family
song for the leaving: bajo la mentalidad del hombre de campo
y de pueblo, la visión religiosa orienta sus acciones y su forma de vida.
Gracias a esta forma de ver la vida, los problemas no son provocados por las
personas, sino son elementos ajenos al hombre que llegan y se postran sobre él.
¿Qué tan alejado es el pensamiento místico y mágico del religioso y cristiano
de Estados Unidos?... Balada acústica que desea recorrer el camino trazado por Going to California de Led Zeppelin y
que termina con un sabor folk muy al estilo de James Jim y su My Morning
Jacket. Los aplausos se los lleva la guitarra con sonido a pedal steel y los
etéreos teclados del final que dotan de mayor atmósfera campirana.
Righ
hand:
¿cómo se puede tener confianza en el otro, si al mirarse uno mismo al espejo se
observa el engaño? Una plegaria para encontrar la fuerza en los demás para
convertirse en un hombre mejor… Acompasado blues sureño de sabor a Lynyrd
Skynyrd que poco a poco sube de intensidad y fuerza en los instrumentos. El
círculo del disco se cierra con unos juegos vocales de estilo góspel y que
tienen la misma melodía de los del inicio de la placa. Gran solo de guitarra
cercano al sonido psicodélico de Hendrix y un feedback final que marca el triunfo
de la electricidad sobre los sonidos acústicos.
Aquí tienen el primer
disco de All Them Witches: Our mother
electricity. 45 minutos y 48 segundos de blues que en su reedición le fue
agregado I can´t even see myself ,
una rolita de guitarras slide muy al estilo de The Black Keys como bonus track.
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