Cuando los diversos proyectos musicales no terminan por cuajar en algo tangente y determinado, los integrantes que formaron parte de aquel plan sonoro huyen de dicho punto de fuga para continuar sobre sus senderos propios. En los distintos avatares del destino, las circunstancias provocan el re-encuentro entre algunos miembros hasta que vislumbran juntos la posibilidad de crear algo nuevo. Así es la leyenda que nos habla sobre la formación de BlackDoor y que compartimos a través de las letras del Earthquaker...
Cuando las ideas musicales terminaron por naufragar sin un mejor futuro, el guitarrista Ricardo Ramo y el baterista Javier Hernández decidieron reconsiderar el itinerario con la intención de cambiar completamente de ruta auditiva. En ese momento de 2014 dentro de algún obscuro lugar de la Ciudad de México nació BlackDoor, un estruendoso dúo que retomaría el heavy blues electrificado para alimentarlo con diversos elementos del hard rock, la psicodelia más áspera y el stoner hasta construir un sonido propio que jamás niega sus obvias influencias.
En aquellos primeros instantes, la pareja decidió dejar registro de sus incipientes pasos bajo el nombre de Black Label EP, un material directo y sin contemplaciones que fue grabado y masterizado por René M. Blancas en el Estudio 2324. Sin embargo, el tiempo ha pasado desde entonces hasta lograr una maduración del estilo y el sonido, mismos que se hacen notar claramente en Blackness, el álbum debut de los mexicanos publicado en junio de 2019.
Ese largo tiempo de manufactura sirvió para BlackDoor definir cada uno de sus elementos sonoros, además de terminar de confeccionar cada uno de sus temas. De hecho, Blackness está conformado por cuatro tracks nuevos y por los cuatro temas del EP de 2014 que fueron grabados nuevamente por Ricardo López entre 2017 y 2018. Sin embargo, el paso de los años no logró domar ese ruido agreste que desgarra los tímpanos mientras escuchamos nuestros demonios internos que nos retan a cada verso.
Aunque la banda ya nos presume en sus redes sociales que se han convertido en un trío gracias a la entrada del bajista Adrian Castañeda, con quien han logrado darle mayor profundidad sonora y libertad a los vuelos de la guitarra, Blackness nos ofrece ese crudo encuentro entre las seis cuerdas eléctricas y las toscas percusiones. Haciendo un obligado recorrido por lo hecho por gente como Black Keys o The White Stripes con su recuperanción del blues rasposo hasta el ingenio auditivo realizado por The Picturebooks y Royal Blood pasando por los ásperos sonidos de Black Rainbows, el álbum es un perfecto muestrario de la potencia de los riffs creados entre atmosféricos acordes y figuras hirientes (como claramente se puede escuchar en la impresionante "Smoke towers" con todo su infeccioso estribillo) y la capacidad percusiva que logra crear una base rítmica mientras explota sin piedad como si de una tormenta se tratara (como queda demostrado en la poderosa "Closer to the sun" con sus remates y golpes secos que logran cimbrar el suelo).
Distorsiones, efectos de fuzz y octavadores se transforman en un ejército sonoro bajo el férreo dominio de una guitarra rabiosa que sabe encontrar el equilibrio entre el acorde y la figura para crear melodías venenosas mientras levanta un muro impenetrable de sonido. Mientras escuchamos la búsqueda de la sintonización, "Black level" nos golpea sin piedad como si se tratara de una lluvia de meteoros. Blackness viaja desde la armonía directa y ácida como se logra en "The Sword" hasta el hard rock desgarrador de "Stratosphere" que sabe inyectar su veneno a base de sonidos lisérgicos y percusiones certeras, pasando por el hard blues "Voices in my head" y la descarga eléctrica del tema que bautiza al álbum bajo su ritmo que sabe manejar la fuerza y el volumen mientras se "panea" el sonido de bocina a bocina.
"¿No has visto que he perdido mi mente? Cuando intenté buscarte, tú habías cambiado tu mente. No huyas, no me dejes aquí, porque no encuentro el camino... Estaré esperado por el tren, y él me llevará muy lejos. Mejor correr, se está poniendo frío. Enfermo de tí, nena. Por favor, corre. Huye, sólo déjame aquí, porque no encuentro el camino. Ahora que te has ido, todo es tan frío..."
Desde septiembre de 2017 se presentó como adelanto del Blackness su track inaugural "The train", aun cuando el material discográfico tenía como título tentativo de High fidelity. Una guitarra poderosa nos ofrece un riff inicial lleno de poder y infección inevitable para dejarla pasar, mientras la batería nos azota en una figura que guarda un ligero tufo a "Come together" de The Beatles. Sin embargo, el track jala la rienda para crear una melodía de innegable blues eléctrico que enamora desde el primer segundo mientras la locomotora mantiene su velocidad sobre las vías.
Blackness es un material ruidoso y vehemente, pero dentro de sus desgarradores acordes podemos encontrarnos con los diferentes sentimientos que quedan resguardados en el interior de cualquiera de nosotros. Desesperación y confusión se filtra por los parlantes entre distorsiones eléctricas y percusiones fundamentales que demuestran la capacidad de una pareja para cubrir todo el espectro sonoro gracias al sutil juego entre el sonido y el silencio. Ahora la banda mexicana se encuentra frente al reto de sumar los graves estruendos del bajo dentro de su esquema auditivo logrado tras años de ensayo, pero sin duda permitirá abrir las posibilidades sonoras que enriquecerá la experiencia de vivir en directo el Blackness, y ¿por qué no?, abrirá un nuevo panorama para el trabajo compositivo de un esperado nuevo material discográfico.