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miércoles, 29 de abril de 2015

“Mouths of madness” de Orchid: en el filo del revival y del plagio.



A principios de 2013, los medios electrónicos especializados en el resurgimiento del heavy rock y psicodélico al estilo de finales de los 60 y principios de los 70 hicieron correr la noticia como reguero de pólvora: el sello discográfico Nuclear Blast publicaría un nuevo disco de Orchid, el segundo en su discografía para la banda californiana. La imagen de una portada que recordaba la tipografía y los colores del Master of reality de Black Sabbath comenzó a impregnar los sitios de internet, pero este The mouths of madness nos regalaba algo más.

Unas fumadas letras nos daban el nombre del grupo, aquel que ya había llamado la atención de aquellos seguidores del rock revival hacía unos pocos años. En medio del espacio que forma la letra O podíamos asomarnos como lo hace un doctor cuando le solicita a su paciente que abra la boca y diga “AHHH”. Una calavera desdentada, una mujer con la cara descompuesta por el miedo, una mujer con el rostro absorto y una mujer de avanzada edad que sólo nos podría hacer suponer que fuese una bruja. El concepto visual sólo podía estar ad-hoc con música obscura, enferma y densa. Theo Mindell, tatuador profesional de la bahía de San Francisco, no era únicamente el vocalista de la banda, también era el creador del arte visual para esta placa.

Con los reflectores encima, Orchid decidió retomar las críticas que recibieron en el Capricorn del 2011 y comenzaron a construir su nueva obra. Algunas revistas y bloggers habían alabado la recuperación del sonido que logró construir Black Sabbath en sus primeros disco, elemento que buscaron reforzar y tomar como base para las nuevas composiciones. Sin embargo, muchos fans de la mítica banda y especialistas musicales tomaron a la banda como una burda copia que, en un juicio más agresivo, podrían ser demandados por plagio. A pesar de este pésimo escenario, la banda no regresó sobre los pasos ya dados, y teniendo en Will Storkson como ingeniero y productor, hizo uno de los mejores discos de doom y se convirtió en la banda número uno del revival en Estados Unidos.



¿Pero quién carajos son estos tipos?

Ubicados en la bahía de San Francisco, California, un grupo de amigos decidieron hacer una banda que sonara como Black Sabbath, Pentagram y Trouble. Los acetatos comenzaron a pasar entre las manos del grupo hasta que fueron conformando un estilo definido: riffs graves, atmósfera lúgubre y distorsiones pesadas.

Todo había nacido por la iniciativa de Theo Mindell, quien tomó el rol de frontman con su estilo distintivo tono medio de sus cuerdas vocales, con su mezcla camisas de manta y chamarras de cuero, con su pelo lacio que cae sobre su rostro mientras coloca las manos sobre su micrófono de pedestal. Aunque él no se quedaría del todo ahí, ya que la imaginería de las líricas corren a su cargo. Efectivamente, sus líneas melódicas surgen directamente de las ideas de Ozzy Osbourne, pero el color de su voz le dota de una personalidad propia. Aun así, es necesario resaltar la influencia que sobre él ejercen vocalistas tan distintos como Bobby Leibling (Pentagram),  Ronnie Van Zant (Lynyrd Skynyrd), Paul Rodgers  (Free, Bad Company) y Colin Blunstone (The Zombies).



Las guitarras están a cargo de Mark Thomas Baker. Un combo de amplificadores Orange y Marshall propulsan una SG con su fundamental vibrato Bigsby al más puro estilo de Toni Iommy. Sin embargo, su forma de tocar no queda subordinado al miembro fundador de Black Sabbath y sus guitarras siamesas. Sus efectos y distorsiones se acercan a los utilizados por gente como Hendrix, Page o Beck.



Los tonos graves son fundamentales en el sonido de rock a la forma doom. El encargado de crear la naturaleza obscura es un el bajo Fender Precison amplificado con equipos Ampeg y Laney a cargo de Keith Nickel, un rubio rollizo que si uno encontrara en la calle, sólo pensaríamos que gusta vestir al estilo hippie.



El soporte sonoro es hecho por Carter Kennedy, basterista que no sólo cita como sus influencias a Bill Ward, sino a gente como John Bonham de Led Zeppelin (de hecho, su favorito), Mitch Mitchells de The Jimi Hendrix Experience, John Desmore de The Doors y Neil Peart de Rush. Interesantes juegos de platillos y percusiones obscuras y graves que acompañan los riffs de guitarra y bajo son su sello distintivo.



Sin embargo, no todo queda ahí, como verdadero quinto Orchid, Will Storkson, quien funge como productor e ingeniero de sonido, también toca los sintetizados y teclados que, muy tenues sobre la mezcla final del audio, logran crear la atmósfera obscura que la banda busca plasmar.

El concepto

Siguiendo la orientación marcada por la brújula de Black Sabbath construida hace 40 años, Orchid compuso una serie de canciones que tuvieran ese sabor denso, obscuro y pesado; aunque todo no quedó en un simple remake. Gracias a una imaginación fértil, el sonido sabbath fungió como base para crear extrañas líricas sobre atmósferas misteriosas.

Estas son las bocas de la maldad. Voces que piden piedad, que confiesan su enfermedad, que expulsan su dolor y que finalmente aceptan su condición y su cruel destino. Enfermos mentales, brujos, psicóticos, poseídos, vagabundos y condenados tienen la oportunidad de expresar sus sentimientos, aquellos que causan repulsión, rechazo y remordimiento.

Tras varias sesiones de improvisación que tuvo la banda, poco a poco fueron llegando los riffs que dieron base a las melodías. Gracias a la obscuridad nocturna, Theo Mindell fue escribiendo las letras hasta encontrar el hilo conductor de la obra: la interiorización del sufrimiento ajeno que permitiera la posibilidad de la redención de los dolorosos. Proceso catártico que hace comprender al otro y que permite ver las cosas desde el otro lado.



Canción por canción

Mouths of madness: sin señal de aviso, de pronto nos encontramos ante un muro sonoro como poderosa bienvenida al mundo de la locura y la enfermedad. El ritmo baja para encontrar un riff de guitarra llena de fuzz y cry baby que nos ubica en un sitio siniestro. Las voces se hacen más desesperadas hasta que encuentran desahogo en un coro que implora respuestas. Enfermedad y tristeza ante una realidad que sólo provoca desilusión. Como si fuera poco, el puente musical se llena de voces y ecos que remiten a frías imágenes nacidas de la mente retorcida que ha perdido el control… Gran solo de guitarra al más puro estilo Iommi. El juego melódico del coro recuerda mucho al de 10,000 light years from home de sus satánicas majestades The Rolling Stones. El video hace parodia de las primeras presentaciones en televisión de Black Sabbath durante la época de la psicodelia.



Marching dogs of war: pasos militares, sirenas y bombas cayendo sobre las trincheras inundadas. El anuncio está hecho, la guerra está aquí. Todo huele a sangre, a muerte. Pero todo ha quedado en la ilusión del soldado, una aturdida realidad que los horrores bélicos construyeron sobre una mente atormentada… Una rola sabbath hecha bajo la estructura melódica de Faires wear boots (del Paranoid), una harmónica en efecto sonoro que recuerda The Wizard (del Black Sabbath) y un solo de guitarra sobre un círculo de notas descendentes muy semejante a la coda de Black Sabbath (rola del primer disco que nombra a la banda como a la placa).



Silent one: las sombras se postran sobre el tiempo y el espacio. Unas alas negras sobrevuelan a través del final de un día negro. La mirada está absorta sobre el abismo de obscuridad y se escuchan voces y ecos sobre el mar. Estamos presenciando el nacimiento del hijo del futuro, el hijo de Satán, el elegido silencioso…  Tema ahogado en un aroma doom que no puede negar su origen sabbath clavado en el Into the void (del Master of reality) con un puente tétrico que sólo puede agradecer su sonido a los teclados atmosféricos y las campanas funerarias obra del productor del disco, Will Storkson.



Nomad: una oda al vagabundo que viaja sobre la realidad, sobre el tiempo y sobre sí mismo. Un eterno extranjero que nunca pisará tierra propia. El nómada que tiene en el horizonte su único e inalcanzable destino. Sólo siguiendo la andanza se puede sacudir las sombras de la maldad de la mente, pero jamás se encontrará la paz... Una melodía que se encontraba en las manos de Orchid desde sus primeros días, pero no fue hasta pasados los años que maduró hasta convertirse en el nómada. Quizá esta sea la canción del Mouth of madness más alejado del sonido sabbath, aunque los efectos sonoros de la guitarra psicodélica estén cercanos a Am I going insane (del Sabotage).



Mountains of steel: un viaje lisérgico que nos arrastra a paisajes ilusorios y cósmicos, a lugares donde se arrastra el alma hasta la pérdida de la conciencia. Aunque se intenta tomar el control nuevamente, no existe marcha atrás… la mente se ha perdido absorta en montañas de acero, aquel lugar donde choca la imaginación encuentra freno y pierde la oportunidad de salida… Una rola sabbath que es una versión estridente y más rápida de A national acrobat y que suma un arreglo de piano en su puente muy cerca al de Sabbra Cadabra (ambas rolas del Sabbath Bloody Sabbath, unos de los discos favoritos del vocalista de la banda).



Leaving it all behind: con una mente perturbada por la maldad del mundo, la búsqueda de respuestas es insaciable. Pero las voces del interior no son claras y el apoyo de la gente de alrededor en casi nulo. Al final del día sólo queda agradecer y dejar todo atrás. No es perdón, es abandono y descanso, una liberación de la pesadez del alma… Juego de guitarras en tono grave y agudo con distorsiones sabbath que recuerdan After forever (del Master of reality).



Loving hand of God: el mundo habla de la bondad del Dios, pero al confrontar lo ocurrido en la realidad, la duda surge. ¿Será culpa del Dios, de sus designios o del libre albedrío que regaló a los seres humanos? La familia que nos fue otorgada no ayuda mucho en la situación. El individuo formará una nueva familia y terminará repitiendo lo que sus padres… Una rola lenta de sabor a los primeras obras de la discografía sabbath, recordando mucho la rola de The warning (del Black Sabbath) donde se utilizaba el denso blues del delta del Mississippi al estilo obscuro de Lightning Hopkins como inspiración. La interpretación vocal logra poner la piel de gallina. El solo de guitarra utiliza el clásico recurso de Iommi que utiliza un riff interpretado por dos guitarras en cada canal del stereo para que tras algunos segundos cada guitarra haga figuras independientes: las guitarras siamesas. El remate para terminar el solo y regresar a la lenta melodía es un tributo directo a Electric funeral (del Paranoid).



Wizard of war: el debate entre la vida y la muerte encuentra su metáfora en la guerra. El ser humano pende de un hilo que es controlado por el mago, por el dios, por el demonio, por la muerte. Las leyes de la naturaleza se quiebran bajo su decisión, el control está en sus manos y no hay forma de escapar… Los riffs de esta rola fueron masticados por muchos años en la mente del guitarrista Mark Thomas Baker, al grado de que se puede sentir un “auto-fusil” con su primer sencillo Into the sun. Cuenta Theo Mindell que tras noches y noches de ensayos las líricas no encajaban con el desenfrenado ritmo de la rola, hasta que un día en su casa escribió el puente y el coro; se presentó en la siguiente práctica y ¡bum! Wizard of war nació.




See you on the other side: para entender las enfermedades, los sufrimientos y la maldad, es necesario vivirlos en carne propia, se requiere observarlos desde el otro lado. Pero todo tiene un riesgo: ante la confusión mental, el alma queda atrapada en un eterno infierno donde los pecados serán castigados. Todo cae por su propio peso hacia un pozo de lamentos sin final. El demonio está dentro del propio ser humano y en él mismo radica la maldad… Riff de gran energía que termina jugando con guitarras en distinto tono y el acompañamiento del bajo. Notas que resbalan hasta caer sobre los acordes de la estrofa. En la parte media de la canción baja el ritmo hacia un suave ritmo de guitarra acústica de sabor melancólico y sin posibilidad de remedio. Finalmente la lira vuelve a tronar sobre un espectacular solo hasta llegar a una coda que pudiera ser el preludio a una nueva canción.



lunes, 27 de abril de 2015

Black Space Riders: ¿se puede hacer bailable el stoner?


El rock stoner nunca ha tenido unos límites muy definidos: a veces puede ser árido como el desert rock, a veces puede ser áspero como el metal, a veces puede ser lleno de efectos de sonido como el space rock, a veces puede ser profundo y denso como el doom, pero... ¿puede ser bailable?

Hay una banda alemana que ha logrado esta idea: Black Space Riders. En su disco D:REI de enero de 2014 logró fusionar géneros tan distintos como el stoner, el metal alternativo, la música tecno industrial y la psicodelia para una colección de 13  temas. De ellos hemos escogido el sencillo "Give gravity to the people", rola que mezcla stoner con industrial bajo una atmósfera que respira elementos del space rock. 


Dos guitarras en densos sonidos overdrive, un bajo de ligero toque fuzz, una rítmica batería y una monótona y robótica voz nos toman de la mano para comenzar un viaje astral a través de una plegaria sónica: gravedad cero para todos. Misteriosas guitarras y percusiones de sabor oriental se filtran a través de la pared de sonido. Una lírica atascada de ciencia ficción que juega con imágenes cósmicas. 


Un acetato gira y nos llena las pupilas de colores sepia y naranja. Poco a poco vemos imágenes de la banda tocando en vivo en algún lugar perdido de la Europa oriental. La pantalla se llena de cuerpos en caída libre, estrellas en implosión, enormes robots postrados sobre paisajes de planetas desconocidos y "agujeros de gusano" que nos dejan flotando sobre un universo infinito. Soltemos el cuerpo a un estado sin gravedad y permitamos que el ritmo nos invada sin remedio.



viernes, 24 de abril de 2015

1000mods: buitres que sobrevuelan el rock desértico



Un salvaje y agresivo ojo nos observa, se siente la amenaza de algo que vuela sobre la soledad del desierto y está sobre nosotros. Se escuchan los primeros segundos del disco y un extraño ciclo de notas nos sorprende en comparación a la crudeza del Super Van Vacation, la primera obra de una banda griega que logró despertar la esperanza en nuevos sonidos stoner. No se preocupen… la densidad no se ha perdido; sólo es lo desconocido, lo enigmático y lo imponente que planea sobre nuestras cabezas en giros alrededor del sol hasta tronar las bocinas: han llegado los buitres.

Vultures es un disco que se editó en 2014 de la mano de The Lab Records. Tras el triunfo sonoro que fue Super Van Vacation, bajo la batuta de Billy Anderson (Cathedral, Fantômas, Los Natas, Melvins, Orange Goblin y Sleep), la banda decidió producirse su nuevo disco y dejar la mezcla en las manos de George Leodis (Lucky Funeral y Sadhus). Y el resultado se nota: 1000mods pasaron del stoner-metal hacia un desert rock y psych del que estarían muy orgullosos Kyuss, Nebula o Queens of the Stone Age.



Todo en Vultures está bajo el abrasante sol desértico. Uno observa la tapa del disco y el color está quemado. Por si fuera poco, el arte de Indyvisuals logra que ésta se vea roída, vieja, desgastada. El tiempo ha pasado sobre el disco y por ello suena a retro. Imagen vintage que acompaña a los juegos visuales rojo, blanco y negro al puro estilo del espectro de colores de los discos de The White Stripes.
Y sin duda este disco es una sorpresa. Poco a poco el sobrevuelo de los buitres nos va acechando bajo el calor insoportable del desierto hasta que es inevitable sentir como sus garras arrancan nuestra carne. La saturación de instrumentos del stoner se encuentra equilibrada bajo ritmos de hard rock, permitiendo que la idea melódica entre y nos devore a pedazos. No se perdió el poder de la banda, al contrario, se logró encontrar una definición en los instrumentos que pocas bandas del género podrán presumir.



¿Pero quién carajos son estos tipos?
1000mods es una banda que nació en una pequeña población griega llamada Chiliomodi, ubicada cerca de Corintio, en el Peloponeso. A pesar de estar tan lejos de Atenas, la capital de ese país que ha sido la piedra en el zapato de la Unión Europea y de la economía globalizada, la banda ha sabido hacerse de un espacio en la creciente escena stoner de Grecia junto con Nightstalker, Planet of Zeus, Lizardia o Lord 13.

El escenario es lidereado por Dani, un poderoso bajista escoltado por amplificadores Ampeg que utiliza su Fender Precision al puro estilo de Tatsu Mikami de Chuch of Misery. Por si fuera poca su presencia escénica, su voz nos arrastra sobre la arena del paisaje desértico que crea la banda.


La fuerza y la estridencia están a cargo de Giannis y George,  guitarras Gibson amplificadas con Marshall, Fender y Orange. Sonido stoner logrado a través de una Les Paul y una SG atascadas de distorsión y overdrive con su ligero toque fuzz.



Para crear el soporte a esta maquinaria, una batería Hayman golpeada por Labros redondea el concepto. Momentos de calma y de quietud bajo el sol ardiente se transforman en carreras desenfrenadas por la búsqueda de un refugio inalcanzable.



El concepto

Vultures es un disco donde se siente el calor sofocante del desierto. La boca está seca, la piel llena de arena y los pies de grietas. Además del sol, la única presencia que siempre acompaña es la de la muerte, una muy lenta, dolorosa e irremediable. El individuo no sabe si está todavía vivo o si su alma es la que vaga sobre el abrasante paisaje.

Como si fuera un duelo a muerte de aquellos que se veían en las películas de John Wayne y el estilo “western”, también se sufre el duelo amoroso. Así como queda el cuerpo de aquel que recibe el balazo mortal, el cuerpo del amoroso queda abandonado en la caliente arena del desierto a la merced de los buitres. Nadie se hace cargo de los restos, todo se pudre y las aves de rapiña hacen su trabajo.

Uno quisiera que las cosas fueran distintas, pero el destino está marcado. La extraña soledad del desierto sólo ha servido como marco para el ciclo que se debe de cumplir. Es momento de dejar el cuerpo y soltar el alma. Vagando sobre el rojo horizonte se siente la transformación del ser… quizá a otro buitre más.



Canción por canción

Claws: una guitarra ahogada se escucha de manera repetitiva como un loop que da vueltas sin parar, recordándonos algunos riffs de Radiohead. Sin embargo, la monotonía representa a un ave de rapiña que vuela sobre el cuerpo moribundo, esperando el momento para descender, clavar las garras y comenzar a devorar. Tras unos segundos, el riff se torna áspero gracias a las distorsiones y fuzz, convirtiendo la melodía en un clásico desert rock. Se escuchan gritos de auxilio y desesperación, pero nadie vendrá a la ayuda, nadie vendrá al rescate. Exactamente a la mitad de la rola el ritmo va descendiendo poco a poco, como el corazón de aquel que va dejando su vida en la hirviente arena del desierto. La densidad se posesiona de la rola hasta convertirla en un stoner muy pesado, muy lento, muy violento.



Big beutiful: una plegaria convertida en reclamo. Las bocinas truenan bajo la estridencia de un ritmo seco, desértico y fuerte. El amor y la pasión es un espejismo dentro del árido panorama. La mujer de colosal cuerpo es una reina, pero se queda en el mundo de los sueños, lejos de las promesas que dejó sin cumplir. Rock stoner que en su puente y remate final tributa las estructuras musicales de Black Sabbath. Hacia el final de la rola se escucha el solo de guitarra en un efecto wah, que al combinarse con un efecto de aire, nos deja desnudos e irremediablemente perdidos dentro de una tormenta de arena.

She: un cuerpo ha quedado a merced del ardiente sol, no ha muerto aún, sólo espera el momento para expirar. Un denso y pesado blues para aquella mujer que vendió el alma y arrancó la vida al moribundo, al doliente, al abandonado.  Juego de distorsiones que suben y bajan para terminar sobre un desgarrador solo de guitarra que muere también.



Horses’ green: se escucha una guitarra con su ligero toque delay que nos deja abandonados en algún pueblo fantasma de una vieja película western. Los pasos se sienten como si se hundieran en la arena caliente del desierto. El pasto seco pasa a nuestro costado, símbolo de soledad y abandono. Las aves de rapiña esperan su momento… un poco por paciencia, un poco por el calor abrasador. Ante las imágenes que se presentan ante nuestros ojos, sólo nos queda una duda: ¿serán espejismos o nuestra alma ha dejado el cuerpo? Un ritmo de marcha fúnebre que se convierte en hard blues. La animación del video que acompaña a la rola está hecho por Maro Botsiou, la cual es una mezcla de lo hecho por Shynola en Go with the flow y por Boneface y Liam Brazier en …Like a clockwork, ambos videos de Queens of the Stone Age.



Low: un misterioso bajeo suena reptante y una batería la acompaña sigilosa, juntos recrean aquella serpiente que se arrastra y se esconde entre los pocos matorrales. Entran las guitarras para recordarte que estás en el desierto y se puede sentir su asfixiante calor. Cambio de ritmo, abres los ojos y ahí estás: eres un cuerpo moribundo en el suelo y a plena luz del sol; un charco de sangre nos anuncia que hubo un duelo a muerte. El balazo sobre la rodilla nos dice que el disparo fue hecho para causar una muerte lenta. Sin remedio, lo único que queda es esperar… Una rola clavada en el sonido stoner de Palm Desert.

Vultures: Los ojos buscan las siguientes víctimas, pequeñas pisadas sobre la arena se dejan escuchar. Un pequeño desgarro y sabes que las aves de rapiña están sobre el cuerpo descompuesto. Sólo quedarán cenizas y huesos ante el implacable sol. Los buitres siguieron todo la historia hasta esperar su turno, amargo final. Otro denso y aletargado blues.



Modesty: ¿qué pasaría si las cosas hubieran pasado de manera distinta? ¿Qué pasaría si uno fuera más fuerte, más abusivo, más malo? Una oda a la posibilidad,  a la maldad como forma de enfrentar la vida y la muerte. Stoner con tientes de rock sureño, guitarras estridentes que terminan resbalando sobre un slide. 

Reverb of the new world: el alma se desprende de su cuerpo mortal hacia un océano cósmico hacia otros cielos, hacia otros mundos, hacia otras realidades. 1000mods nos invitar a viajar sobre un space-rock  instrumental de tintes psicodélicos y stoner para la transformación del ser. Las frases que se escuchan son hechas por el famoso astrólogo Carl Sagan, tomadas del primer programa de su serie Cosmos, titulado The shores of the cosmic ocean.




Aquí van los 38 minutos de Vultures, stoner griego de sencilla digestión y buena interpretación. Sientan el sol en pleno y disfrútenlo…



miércoles, 22 de abril de 2015

"Born to blooze" de Skrogg: del remake al stoner-blues



Un combo de stoner, doom y hard blues... eso es Skrogg, banda de New Hampshire, Estados Unidos que en su album debut Blooze nos hace disfrutar de estos géneros en una excelente mezcla. De él se desprende Born to blooze, un blues en toda la extensión de la palabra, donde el juego de efectos sonoros nos hacen volar sobre un ritmo melancólico y denso.


Uno mira la portada e inmediatamente le viene a uno el recuerdo del clásico álbum rojo de Gran Funk Railroad, pero para que la remembranza sea completa, la frase inicial de este obscuro blues es "Once I had a little girl...", la misma con la que comienza Heartbreaker de la banda de Flint, Michigan. El ritmo entrecortado de su guitarra es una reinterpretación de la misma.


El juego de distorsión de la guitarra y el bajo crea un muro stoner infranqueable. Sin embargo, la barrera es derribada para pasar a un lento y suave ritmo de blues de instrumentos limpios. La grave voz de Reverend inunda las bocinas y uno sabe que está frente a un gran pedazo de canción. El dolor por una mujer nos ha llevado a este juego de tristeza (blues) y alcohol (booze). Un sentido solo de guitarra Gibson les Paul se convierte poco a poco en un ambiente stoner de bajo Rickenbacker atascado de fuzz, obra de Jasper. La batería de Felix no deja de dar tumbos para marcar este lento andar melódico. 

En el lenguaje urbano se utiliza la palabra "skrogg" para referirse al sexo sin amor. Quizá a esta rola lo que le sobra mucho amor, mucho sentimiento y mucha música. La rola no tiene video, que no le hace falta para disfrutarla en su plenitud. Aquí les va...


lunes, 20 de abril de 2015

Baby Woodrose y su "Dandelion"



Baby Woodrose no es otra cosa sino la recuperación de la psicodelia: fuzz y cítaras en una fusión de sonidos retros, estridentes y orientales bajo una imaginación lisérgica. Uffe Lorenzen decidió embarcarse en un viaje alucinógeno para explorar sonidos, imágenes y líricas que tomaran como punto de escape la psicodelia de finales de los 60, pero con un toque moderno a través del sabor de este nuevo siglo. 


Tras su primer disco, el rebautizado Lorenzo Woodrose creo una banda para su puesta en escena, tomando como base el power trío clásico con músicos de su natal Dinamarca: en el bajo Moody Guru y en la batería Fuzz Daddy. Esta formación permaneció hasta 2010, cuando el capitan del barco tomó nuevos rumbos de experimentación sónica, convirtiendo a su Baby Woodrose en un estridente cuarteto: Kare Joensen en el bajo, Mads Saaby en una segunda guitarra y Hans Beck en la batería.


Extraído de su album Third eye surgery (2012), rescatamos su single Dandelion, rola de guitarras con cercanía a cítaras orientales. Bajo un hipnótico ritmo bailable, la estridencia se vuelve tersa para permitir que el juego de palabras nos lleguen al oído y logremos el viaje completo. Por si fuera poco, las frases se alternan entre la seca voz de Lorenzo Woodrose y la ácida voz de Emma Acs, invitada para esta joya.


Las líricas juegan sobre la juventud, la naturaleza y la búsqueda del entendimiento que sólo se podrá lograr por medio del uso de las drogas naturales como el diente de león (dandelion) o la propia baby woodrose (flor tropical conocida como "rosa lisérgica", de donde la banda toma su nombre). Al liberarse del cuerpo en un viaje ácido, se puede cruzar la mente y se puede alcanzar un sueño que dure todo el día y toda la noche.
Dulce escape de la realidad de tan sólo 2 minutos y 35 segundos...


viernes, 17 de abril de 2015

KILLER BOOGIE: la recuperación de la época dorada del hard rock



El 2015 nos recibió con un buen regalo de año nuevo: la disquera Heavy Psycho Sound Records comenzó a rodar un “teaser” a través de YouTube donde presumía la publicación del álbum debut de un supergrupo dentro de la escena “retro n’ roll” de Italia, una banda formada con gente de Black Rainbows y The Wisdoom. El sonido fuzz retumbaba en las bocinas y la imagen de una calavera dibujada giraba torno al juego de unos rayos psicodélicos. Se anunciaba a una banda que te llevaría a un viaje ácido de blues rock. Y bueno, la sorpresa no fue menor: “Detroit” de Killer Boogie.

La amenaza estaba hecha. El promo advertía que este disco sería del agrado de los fans de bandas como Blue Cheer, The Stooges, Cream y Radio Moscow… y no estaban lejos de la aseveración. Por si fuera poco, en el título de la placa se nos daba una pista sobre la cual seguir: bajo el velo del recuerdo del single del Destroyer de Kiss, encontramos a la ciudad del rock, Detroit; aquel legendario lugar en Estados Unidos de donde salió gente como MC5, Cactus,  Ted Nugent, Alice Cooper, Suzi Quatro, y los mismísimos The Stooges de Iggy Pop. Estas son las bases sonoras de un grupo que no sólo bebe de las bandas americanas, sino que también tiene en el sonido europeo su fuente de inspiración.


Una vez con el disco en las manos, los primeros segundos nos regalan una cascada de notas que se enfrentan entre sí para demostrar quién es el mejor (efectivamente, como lo hacía Cream en sus clásicas “discusiones” musicales). Los primeros 20 segundos nos sorprenden, nos atraen, nos sacuden y despiertan los sentidos… las expectativas se estaban cumpliendo.

¿Pero quién carajos son estos tipos?

Con la intención de encontrar nuevos caminos, a mediados de 2014 Gabriele Fiori suspendería sus actividades con Black Rainbows y su sonido stoner-metal para crear música más apegada a sus gustos hard rock de finales de los sesentas, ahora crearía ese rock y blues eléctrico y vintage para tributar a sus bandas favoritas. Al dejar a un lado las distorsiones pesadas y overdrives, Fiori tendría la oportunidad de desempolvar su fuzz y transformar su distintivo sonido de guitarra. Sin embargo, él mantendría su voz característica y su línea melódica: tonos medios que alargan las últimas sílabas de las frases.

Para alcanzar este concepto, Fiori aprovecha una pausa en el camino de The Wisdoom para invitar a su baterista, Luigi Costanzo, quien sin dudarlo se anima a embarcarse en este nuevo proyecto. La fuerza que Costanzo imprime en The Wisdoom era la necesaria para este proyecto de hard rock, pero también quedaría muy alejado del stoner y doom lento y denso que él tocaba.

En tan poco tiempo, el puesto de bajista ha sido ya ocupado por dos personas distintas. El disco fue grabado por Edoardo  Mancini , pero para las presentaciones se ha sumado Matteo Marini. Estas modificaciones en la alineación han hecho que el sonido del bajo este en segundo plano en comparación con otras bandas, con poca improvisación, pero con una interpretación que raya en lo pulcro, lo exacto.



El concepto

“Detroit” es un disco que busca la recuperación de los sonidos hard rock de los 70, pero con la intención de proponer un nuevo camino por medio de la creación de paisajes sonoros heredados del stoner y del space rock. En todas partes uno no deja de oír referencias musicales de la pléyade de bandas de dicha época, pero sin dejar de escuchar una propuesta sonora y melódica original.

Si buscamos dentro de las bandas nacidas en Detroit y sus alrededores, encontramos la irreverencia de The Stooges, la fuerza interpretativa de MC5, el hard rock de los primeros discos de Alice Cooper, el hard-blues de Cactus, el rock n’ roll de Ted Nugent o Suzi Quatro, y finalmente la fuerza y los momentos de desenfreno de Grand Funk Railroad.

Sin embargo, los sonidos del disco están basados fundamentalmente en la potencia de Blue Cheer, los viajes musicales de Hawkwind de la época de Lemmy y las letras de referencia psicodélica de Mountain o Hendrix. Pero por si esto fuera poco, Killer Boogie usa como referencia a bandas ya instaladas en el concepto del revival como los americanos Radio Moscow o los alemanes Kadavar, y si le rascamos un poco, también encontramos el  sonido garage-blues de The Black Keys y de The White Stripes (éstos últimos de Detroit, casualmente…)


Y a todo esto… ¿cuál es el concepto? Además de poner en una licuadora todas referencias musicales del hard rock de los 70’s y el revival del principio de este siglo, aderezando finalmente con líricas psicodélicas y algunos ambientes stoner de las bandas de origen de los integrantes; las líricas viajan sobre espirales que suben y bajan, permitiendo al escucha tomar aire para el siguiente riff. Todo versa sobre la búsqueda de lo superior, el alcance de la altura para lograr observar la totalidad. A través de constantes referencias al cielo, a lo cósmico y al universo, el individuo idealiza el amor, la libertad y la realización individual. El grupo galopa sin freno hasta explotar en un final lleno de escalas pentatónicas y distorsiones viejas, claro indicio del pasado psicodélico que busca expresar sonoramente lo que se vislumbra en las letras y que aún así, no suena a lo mismo.


Canción por canción

Bad rebel: una cascada de notas nos da la bienvenida. Ante la confusión comienza la salvaje carrera del individuo que rompe con todo a su alrededor. Esta es una canción de rebeldía, de anarquía, de movimiento, de levantamiento. El recuerdo llega a las incendiarias líricas de MC5 o de The Stooges, aunque el ritmo de la rola queda muy cercano a lo que hacen los Eagles of Death Metal, la banda de Jesse Hughes y Josh Homme.

Riding the wind: el esfuerzo de aprender a volar y dejarse llevar por el viento hasta alcanzar el cielo. Una versión psicodélica de Ícaro. La melodía y el efecto vocal nos llevan hasta el sonido vintage de Kadavar, aunque el solo de guitarra es punto y aparte.

My queen: la plegaria al objeto de deseo terrenal, pero nuestra necesidad es elevarnos al cielo, al cosmos. Fuerza interpretativa de guitarras llenas de fuzz sin freno que se convierten en la carta de presentación de la banda.


Little flower: por medio de un riff de escalas pentatónicas que suben y bajan, se elogia a la mujer que espera al sol. Lírica de naturaleza psicodélica con un sabor rítmico que degusta  el sonido revival de las bandas alemanas Kadavar y Wedge.

Cosmic eye: efectos sonoros desde la obscuridad eterna del universo, donde lo único que brilla y lo único que ha alcanzado lo alto es el ojo que observa todo. Mística letra que nos rememora algunas ideas de Jimi Hendrix, Pink Floyd o Wolfmother. Esta rola pasa del hard rock a la sutil densidad del viaje space-stoner, tributando los orígenes de los miembros del grupo: Black Rainbows y The Wisdoom.

Silver universe: tras la implosión del ojo cósmico encontramos la calma de un universo con brillo propio. Con una idea cercana a “Silver machine” de la banda inglesa de space-rock Hawkwind, la rola termina siendo una balada que imita el “Planet caravan” de Black Sabbath.

Summertime: alcanzada la totalidad, es momento de bailar sobre el río cósmico aunque no se pueda saber la verdadera razón de tal deseo. Hard rock de tiempo medio nacido desde las entrañas de los monstruos setenteros.


The golden age: el sueño cósmico nos ha llevado a un viaje en el tiempo. Los solos de guitarra contienen rápidas escalas que se repiten al estilo Jimmy Page, notas atoradas en bendings al estilo Jimi Hendrix, y un final atascado de notas en escalas pentatónicas al estilo Tony Iommi.

Dynamite: una guitarra que se pierde entre su wah cry baby y su feedback nos anuncia que el final ha llegado, el último momento, el orgasmo musical. Salvajes tambores tribales  en tonos graves cabalgan desbocados hasta alcanzar la explosión definitiva.


Este el disco debut de Killer Boogie, rock retro italiano salpicado de stoner y psicodelia que sorprenderá a más de uno. Aquí están los escasos 37 minutos y 7 segundos que se les escaparán como arena entre los dedos.


miércoles, 15 de abril de 2015

Orange Goblin y su "Rage of angels"




Como parte de su reconocido "Coup de grace" del 2002, la banda  heavy metal-stoner inglesa Orange Goblin explota el stereo con su "Rage of angels", la cual nos da la bienvenida con un parlamento de la película "Cowboy" (1978), interpretada por Ernest Borgnine y Kris Kristofferson y que reza así:

Sheriff Cottonmouth:  I am the law. Don't you understad? I represent the law
Rubber Duck:  Well piss on ya... and piss on your law

Los instrumentos arrancan para dejarnos volar en una veloz espiral de notas que sólo puede frenar la potente voz de Ben Ward y sus líricas sobre un niño maldito que reta a la ley del Mesías, un hombre sin nombre que su única ley es la de las balas... este es el conflicto entre el orden y el pecado. Como si el combo musical fuera poco, el sonido llega a una hecatombe gracias a un salvaje solo de guitarra, cortesía de Joe Hoare. 

Finalmente, la velocidad da tregua... baja el ritmo hasta llevarnos a un clásico e hipnótico viaje stoner; los pedales de distorsión cambian por Wah Cry-baby y Fuzz, señalándonos que el camino elegido es hacia abajo, demasiado abajo.



Les comparto este video que contiene el corte arriba comentado de "Cowboy" de 1978 como introducción, para después mostrar una combinación de escenas de una persecución entre un tanker truck y un Plymouth Valiant en una carretera extraídas de “Duel” (1971) de Steven Spielberg y extractos de la saga “Death wish” (1974/1982), protagonizada por Charles Bronson y musicalizada por Jimi Page, guitarrista de Led Zeppelin.





lunes, 13 de abril de 2015

SPIDERBAIT: rascando entre el eclecticismo australiano





¿Cómo calificar a una banda en la cual tocan grunge, luego stoner y terminan  tocando pop electrónico? No hay respuesta y a los australianos de Spiderbait no les importaría. Desde 1989 han hecho lo que han querido, rompen todas las etiquetas y se dejan llevar por sus gustos.
Para los que nos interesan los sonidos más densos, tenemos que romper prejuicios para lograr encontrar verdaderas joyas pesadas, duras y fumadas. Éso es lo que hacen Whitt en la guitarra, Janett en el bajo (sí, una mujer que toca rudo) y Kram en la voz y batería. Quizás los recuerdes por rolas como Black Betty del 2004 (rola original de Leadbelly que los australianos retoman de la versión de Ram Jam, banda norteamericana de finales de los setentas).



Desde su meteórico éxito no habían sacado nada y hasta se temía su desaparición, sin embargo, en 2013 sacaron un disco homónimo de donde pescamos "Straight through the sun", rola cruda, desértica, espacial y de tamborazos que no paran durante 3 minutos y 56 segundos de duración.


Por cortesía de Plixid.com , compartimos el último disco de Spiderbait, editado en 2013, de donde también recomendamos la stoner-pop "What you get", la hard y curiosa "I'm not your slave", la stoner-glam "Miss the boat" y la hardcore "Where´s the baseline": http://uploaded.net/file/936ev4xf


viernes, 10 de abril de 2015

Wolfmother: entre la erupción psicodélica, la mujer ideal y la soledad.





Pones play y de repente un grito satura las bocinas. La guitarra, el bajo y la batería golpean de manera simultánea, rítmica y poderosa bajo un sonido lo-fi. Revisas la tapa del disco y ves el dibujo de una mujer de mirada hipnótica mostrando sus pechos y señalando al infinito, una animación que te recuerda los viejos comics del Conán el bárbaro, pero en una versión más obscura. Sabes que estás frente una obra importante…
Wolfmother publicó su primer placa en 2006, un disco poderoso, crudo, ruidoso y que te remontaba a las viejas glorias del hard rock de finales de los 60 y principio de los 70. A pesar del sabor revival, su sonido no era común en ese momento. Uno se encontraba escuchando “Frances the mute” de The Mars Volta, el “10,000 days” de Tool, “Z” de My Morning Jacket, el “First impressions of Earth” de The Strokes o el “Get behind me Satan” de The White Stripes; sin embargo, el “Wolfmother” traía otro sabor, quizá más directo, quizá más vintage, quizá más puro.
Desempacados desde Sidney, Australia, el trío llegó a California para grabar lo que sería su primer disco tras la grabación de un EP y ganar reconocimiento por sus incendiarias presentaciones. Es así como llegan a manos de David Sardy, aquel que ha producido y mezclado los discos de gente como Slayer, Rage Against The Machine, Chris Cornell, Death from above 1979, Dirty Pretty Things, NIN, Monster Magnet, Red Hot Chili Peppers, Oasis, Jet, The Hives y ZZ Top.

¿Pero quién carajos son estos tipos?

Andrew Stockdale es el prototipo del frontman: una voz aguda aderezada con cabello chino alborotado, al hombro una guitarra Gibson SG con su vibrato Bigsby respaldada con amplificadores Orange o Vox, y una imaginación fértil para crear atmósferas líricas mágicas a través de su potencia escénica.



Chris Ross es la competencia directa contra Stockdale. Es un chico alto armado con un bajo Rickenbacker amplificado gracias a un equipo Ampeg, quien en momentos de climax, abandona su herramienta principal para jalar los reflectores hacia él gracias al sonido de sus teclados y la forma como hace uso de ellos.




Para equilibrar el espectáculo visual, Myles Heskett otorga la base sonora a través de su batería: figuras exactas, fuertes e imaginativas.



El concepto

“Wolfmother” es un disco lleno de contrastes. Por un lado encontramos el sonido fuerte y energético: estridente en algunos momentos, melódico en otros. Sin embargo, las líricas nos llevan a la melancolía del hombre solo que busca a la mujer ideal, a la libertad necesaria y la comprensión del mundo… pero no lo logra. El único medio para visualizar los deseos es la mente y el poder de las ensoñaciones, se toca la puerta para entrar a otra dimensión. Luego de diversas imágenes y viajes, metáforas y seres mágicos, enfrentamientos entre el pasado y el presente; el hombre solitario encuentra la respuesta: la salida está en el otro, en el encuentro  de la mirada mística tras el despojo de los miedos, las creencias y las distracciones. La psicodelia se siente en las letras enigmáticas, en los seres mágicos que aparecen y que se esfuman con el golpe de los instrumentos. Wolfmother busca sacudir al hombre solitario para que halle su camino a través del encuentro del otro, del conocimiento y del amor.

Canción por canción

Dimension.- sonido saturado con una energía que se desborda por las bocinas. Líricas psicodélicas creadas a partir de las imágenes que generan la soledad: desiertos, neblinas moradas, tormentas, caballos, santuarios y cielos malditos. La línea melódica del coro nos lleva directamente al sonido de los primeros discos de Black Sabbath. Cerca del final, la figura principal de la guitarra sube de tono mientras la del bajo permanece igual, emulando la idea  de Jimmy Page en “Black Dog” de Led Zeppelin.

White unicorn.- Una mujer maravillosa sólo aparece como producto mental por el influjo del alcohol. El unicornio blanco que está en su hombro cabalga sobre el puente musical despegando finalmente a un viaje astral que al final explota sonoramente.



Woman.- una oda sexual a la mujer, la cual tiene uno de los riffs de guitarra más identificables de lo que lleva este siglo. Un preludio de notas pentatónicas dan la bienvenida a un puente musical construido bajo una repetitiva figura de 15 ciclos sobre la cual explota un órgano que recuerda el sonido del mismísimo Hammond C3 de Jon Lord de Deep Purple. Esta rola ganó un Grammy en 2007 a la mejor interpretación de Hard Rock.

Where eagles have been.- recordando las baladas acústicas y “folkys” de Led Zeppelin, esta rola gira sobre una guitarra que flota sobre un suave teclado. Pero eso sólo es el intro… os instrumentos truenan y nos toman de la mano para llevarnos a un vuelo con la mujer águila sobre la ciudad de los sueños. Una letra que implora el rompimiento de cadenas para alcanzar el entendimiento. Gran solo de guitarra de Stockdale y gran viaje sonoro de Ross.

Apple tree.- un movido reclamo al creador por la expulsión del paraíso de aquel que quiso saber. Energía que choca literalmente con un puente musical heredado a Black Sabbath.

Joker & the thief.- Andrew Stockdale nos enseña a resbalar los dedos sobre el mástil de su guitarra como un loop sin fin. El ritmo constante truena y nos deja indefensos sobre una historia retomada de Bob Dylan en “All along the watchtower”, aquella que covereó y llevó a la estratósfera Jimi Hendrix. Infinitas notas que suben y bajan hasta romper con la mágica visión.



Colossal.- quizá la rola más “sabbath” del disco. El efecto auditivo de los graves del órgano y la guitarra nos demuestra lo imponente y hasta atemorizante chica colosal; aquella de la portada del disco, una gitana, una bruja que huye sobre aquel bosque mágico nacido de las leyendas nórdicas. La avalancha sónica del final y que cae sin freno sobre nosotros nos lleva sin remedio al recuerdo de rolas como “Sweet leaf”, “Iron man” o “Electric funeral”.

Mind’s eye.- pausa sónica que da al oyente un momento para sentir cómo se mezclan la visión y la mente en un viaje psicodélico. El sabor a Deep Purple es innegable.



Pyramid.- un hipnótico riff de bajo nos hace saltar, mover el cuerpo y agitar la cabeza sin parar. El poder de elementos mágicos como la pirámide nos permite mirar el pasado y el presente en un mismo momento.

Witchcraft.- almas encadenadas por la brujería a través de un rock pesado que nos remite sin duda al progresivo de Jethro Tull a través del solo de flauta transversal hecho por Dan Higgins, aquel sesionista que hace todos los saxos de “Encías sangrantes” Murphy, aquel jazzista de Los Simpsons.



Tales (from the forest of gnomes).- tras de las historias de duendes y bosques mágicos, esta rola nos recuerda los sonidos del space rock (¿Pink Floyd?) gracias a las atmósferas que crea el órgano del coro.

Love train.- las percusiones nos catapultan a los ritmos afro-latinos de las rolas de aquel Santana del festival de Woodstock o a "Symphaty for the devil" de The Rolling Stones. Un desenfrenado tren del amor corre a todo vapor para estrellarse sobre un gran solo de teclado de Chris Ross. Las percusiones son cortesía de Lenny Castro, sesionista que ha estado con gente como The Mars Volta, Red Hot Chili Peppers o Caifanes.



Vagabond.- El golpe marchante y la guitarra acústica nos dejan un ligero tufo de viejo blues del Delta del río Mississippi. El encuentro de la libertad y de uno mismo está en los ojos de los demás; aquí está la respuesta que busca el hombre solitario que ha vagabundeado a través de su mente.



Conozcan esta maravilla que vale la pena escuchar de principio a fin. No sólo es una colección de temas, existe un hilo conductor que nos lleva a la reflexión de la soledad. la búsqueda personal y el encuentro con los otros. Aquí están los 54 minutos y 36 segundos de esta obra... disfrútenlos.