El 2015 nos recibió con un buen regalo de año nuevo: la
disquera Heavy Psycho Sound Records comenzó a rodar un “teaser” a través de
YouTube donde presumía la publicación del álbum debut de un supergrupo dentro
de la escena “retro n’ roll” de Italia, una banda formada con gente de Black
Rainbows y The Wisdoom. El sonido fuzz retumbaba en las bocinas y la imagen de
una calavera dibujada giraba torno al juego de unos rayos psicodélicos. Se anunciaba
a una banda que te llevaría a un viaje ácido de blues rock. Y bueno, la
sorpresa no fue menor: “Detroit” de Killer Boogie.
La amenaza estaba hecha. El promo advertía que este disco
sería del agrado de los fans de bandas como Blue Cheer, The Stooges, Cream y
Radio Moscow… y no estaban lejos de la aseveración. Por si fuera poco, en el
título de la placa se nos daba una pista sobre la cual seguir: bajo el velo del
recuerdo del single del Destroyer de
Kiss, encontramos a la ciudad del rock, Detroit; aquel legendario lugar en
Estados Unidos de donde salió gente como MC5, Cactus, Ted Nugent, Alice Cooper, Suzi Quatro, y los
mismísimos The Stooges de Iggy Pop. Estas son las bases sonoras de un grupo que
no sólo bebe de las bandas americanas, sino que también tiene en el sonido
europeo su fuente de inspiración.
Una vez con el disco en las manos, los primeros segundos nos
regalan una cascada de notas que se enfrentan entre sí para demostrar quién es
el mejor (efectivamente, como lo hacía Cream en sus clásicas “discusiones”
musicales). Los primeros 20 segundos nos sorprenden, nos atraen, nos sacuden y
despiertan los sentidos… las expectativas se estaban cumpliendo.
¿Pero quién carajos son
estos tipos?
Con la intención de encontrar nuevos caminos, a mediados de 2014 Gabriele Fiori suspendería sus
actividades con Black Rainbows y su
sonido stoner-metal para crear música más apegada a sus gustos hard rock de
finales de los sesentas, ahora crearía ese rock y blues eléctrico y vintage
para tributar a sus bandas favoritas. Al dejar a un lado las distorsiones
pesadas y overdrives, Fiori tendría la oportunidad de desempolvar su fuzz y
transformar su distintivo sonido de guitarra. Sin embargo, él mantendría su voz
característica y su línea melódica: tonos medios que alargan las últimas
sílabas de las frases.
Para alcanzar este concepto, Fiori aprovecha una pausa en el
camino de The Wisdoom para invitar a
su baterista, Luigi Costanzo, quien
sin dudarlo se anima a embarcarse en este nuevo proyecto. La fuerza que
Costanzo imprime en The Wisdoom era la necesaria para este proyecto de hard
rock, pero también quedaría muy alejado del stoner y doom lento y denso que él
tocaba.
En tan poco tiempo, el puesto de bajista ha sido ya ocupado
por dos personas distintas. El disco fue grabado por Edoardo Mancini , pero para
las presentaciones se ha sumado Matteo
Marini. Estas modificaciones en la alineación han hecho que el sonido del
bajo este en segundo plano en comparación con otras bandas, con poca
improvisación, pero con una interpretación que raya en lo pulcro, lo exacto.
El concepto
“Detroit” es un disco que busca la recuperación de los
sonidos hard rock de los 70, pero con la intención de proponer un nuevo camino
por medio de la creación de paisajes sonoros heredados del stoner y del space
rock. En todas partes uno no deja de oír referencias musicales de la pléyade de
bandas de dicha época, pero sin dejar de escuchar una propuesta sonora y
melódica original.
Si buscamos dentro de las bandas nacidas en Detroit y sus
alrededores, encontramos la irreverencia de The Stooges, la fuerza
interpretativa de MC5, el hard rock de los primeros discos de Alice Cooper, el
hard-blues de Cactus, el rock n’ roll de Ted Nugent o Suzi Quatro, y finalmente
la fuerza y los momentos de desenfreno de Grand Funk Railroad.
Sin embargo, los sonidos del disco están basados
fundamentalmente en la potencia de Blue Cheer, los viajes musicales de Hawkwind
de la época de Lemmy y las letras de referencia psicodélica de Mountain o
Hendrix. Pero por si esto fuera poco, Killer Boogie usa como referencia a
bandas ya instaladas en el concepto del revival como los americanos Radio
Moscow o los alemanes Kadavar, y si le rascamos un poco, también encontramos el
sonido garage-blues de The Black Keys y
de The White Stripes (éstos últimos de Detroit, casualmente…)
Y a todo esto… ¿cuál es el concepto? Además de poner en una
licuadora todas referencias musicales del hard rock de los 70’s y el revival
del principio de este siglo, aderezando finalmente con líricas psicodélicas y
algunos ambientes stoner de las bandas de origen de los integrantes; las
líricas viajan sobre espirales que suben y bajan, permitiendo al escucha tomar
aire para el siguiente riff. Todo versa sobre la búsqueda de lo superior, el
alcance de la altura para lograr observar la totalidad. A través de constantes
referencias al cielo, a lo cósmico y al universo, el individuo idealiza el
amor, la libertad y la realización individual. El grupo galopa sin freno hasta
explotar en un final lleno de escalas pentatónicas y distorsiones viejas, claro
indicio del pasado psicodélico que busca expresar sonoramente lo que se
vislumbra en las letras y que aún así, no suena a lo mismo.
Canción por canción
Bad rebel: una cascada de notas nos da la
bienvenida. Ante la confusión comienza la salvaje carrera del individuo que
rompe con todo a su alrededor. Esta es una canción de rebeldía, de anarquía, de
movimiento, de levantamiento. El recuerdo llega a las incendiarias líricas de
MC5 o de The Stooges, aunque el ritmo de la rola queda muy cercano a lo que
hacen los Eagles of Death Metal, la banda de Jesse Hughes y Josh Homme.
Riding the wind: el esfuerzo de aprender a volar y
dejarse llevar por el viento hasta alcanzar el cielo. Una versión psicodélica
de Ícaro. La melodía y el efecto vocal nos llevan hasta el sonido vintage de
Kadavar, aunque el solo de guitarra es punto y aparte.
My queen: la plegaria al objeto de deseo
terrenal, pero nuestra necesidad es elevarnos al cielo, al cosmos. Fuerza
interpretativa de guitarras llenas de fuzz sin freno que se convierten en la
carta de presentación de la banda.
Little flower: por medio de un riff de escalas
pentatónicas que suben y bajan, se elogia a la mujer que espera al sol. Lírica
de naturaleza psicodélica con un sabor rítmico que degusta el sonido revival de las bandas alemanas
Kadavar y Wedge.
Cosmic eye: efectos sonoros desde la obscuridad
eterna del universo, donde lo único que brilla y lo único que ha alcanzado lo
alto es el ojo que observa todo. Mística letra que nos rememora algunas ideas
de Jimi Hendrix, Pink Floyd o Wolfmother. Esta rola pasa del hard rock a la
sutil densidad del viaje space-stoner, tributando los orígenes de los miembros
del grupo: Black Rainbows y The Wisdoom.
Silver universe: tras la implosión del ojo cósmico
encontramos la calma de un universo con brillo propio. Con una idea cercana a
“Silver machine” de la banda inglesa de space-rock Hawkwind, la rola termina
siendo una balada que imita el “Planet caravan” de Black Sabbath.
Summertime: alcanzada la totalidad, es momento
de bailar sobre el río cósmico aunque no se pueda saber la verdadera razón de
tal deseo. Hard rock de tiempo medio nacido desde las entrañas de los monstruos
setenteros.
The golden age: el sueño cósmico nos ha llevado a un
viaje en el tiempo. Los solos de guitarra contienen rápidas escalas que se
repiten al estilo Jimmy Page, notas atoradas en bendings al estilo Jimi
Hendrix, y un final atascado de notas en escalas pentatónicas al estilo Tony
Iommi.
Dynamite: una guitarra que se pierde entre su
wah cry baby y su feedback nos anuncia que el final ha llegado, el último
momento, el orgasmo musical. Salvajes tambores tribales en tonos graves cabalgan desbocados hasta
alcanzar la explosión definitiva.
Este el disco debut de Killer Boogie, rock retro italiano
salpicado de stoner y psicodelia que sorprenderá a más de uno. Aquí están los
escasos 37 minutos y 7 segundos que se les escaparán como arena entre los
dedos.
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