La opacidad se transforma en brillo. La intensidad rompe con esa monotonía que nuestra vida carga en sus hombros día tras día. Este es el momento de olvidar todo y escapar de la realidad. La fantasía alucinógena nos espera tras pasar la frontera de lo permitido. La pastilla sónica está a nuestro alcance, sólo queda tragarla. La cápsula penetra el cuerpo y el viaje comienza.
Un cortante ruido satura las bocinas. Una difusa guitarra se pierde en su propio efecto sonoro, pero en su contradicción, regala una base para que el resto de los instrumentos entonen una mágica melodía llena de hipnotismo y acidez. El ritmo se hace claro poco a poco logrando que dos guitarras se debatan entre si con figuras similares. Colores psicotrópicos ahogan sin remedio la atmósfera que nos rodea, densidad sónica que nos arranca los pies de la tierra hasta lograr estrellarnos con el propio firmamento. Una vez sumergidos en el maremoto de sonidos y efectos sabemos que hemos perdido el control definitivamente.
Estas sensaciones son las que despiertan el álbum debut de Sacri Monti, una banda de compañeros de high school salida de San Diego, California que se formó a finales de 2012 como proyecto alterno de Thomas Dibenedetto (baterista del grupo de rock y blues psicodélico Joy) y Anthony Meier (bajista de los ya posicionados Radio Moscow). La alineación es complementada por Brenden Dellar y Dylan Donovan en las guitarras eléctricas y Evan Wenskay. Luego de ensayos, palomazos y jamming lograron meterse a los estudios hasta que en julio de 2015 publicaron su primer disco, el cual fue reeditado por Tee Pee Records en diciembre del mismo año.
Utilizando el mágico nombre de las "sagradas montañas", esta banda californiana busca explotar aquella vena más densa y lisérgica del rock psicodélico y el hard rock de finales de los años sesentas, logrando por medio de la conjunción de sus instrumentos una estridencia que contradiga las melodías marcadas y pegajosas de cada una de sus rolas. Por si fuera poco esta base sonora, Sacri Monti sazona su estilo con krautrock y rock progresivo setentero, lo que nos lleva a imaginar una extraña mezcla entre Jimi Hendrix, Deep Purple y Blue Cheer con un poco de Emerson, Lake & Palmer y Hawkwind.
Como si mordiéramos un pedazo de peyote, el Sacri Monti nos regala su "Growling grey". Comenzamos a masticar y su efecto comienza a inundar nuestras sensaciones hasta que su sonido atasca nuestros oídos y comenzamos a tener coloridas alucinaciones. Las voces no son nada claras y nuestra mente comienza divagar dentro de una tormenta de sonidos que la arrastra a un laberinto de efectos e imágenes. Lo que podría ser un túnel obscuro y denso se transforma ante nuestros ojos en un abismo multicolor que rompe con todo lo que podríamos esperar.
Teclados penetrantes y guitarras ahogadas en pedales fuzz se funden en un constante "paneo" que arrastra de bocina a bocina nuestra atención hasta lograr una confusión y mareo, pero dentro de este caos, logramos encontrar una melodía hipnótica que hace que no busquemos la salida de emergencia. Extasiados ante el ritmo descendente, las propias estrellas quedan al alcance de nuestras manos.
Una vez que hemos pensado que todas las neuronas de nuestro cerebro han explotado, un acompasado ritmo aligera el peso y nos toma de la mano para dar un paseo por el universo. Bajo el recuerdo de Jimi Hendrix, las guitarras eléctricas toman el control para crear un canto de sirenas que perderán a cualquier marino que las escuche. El lamento de las cuerdas es tan espectacular que sólo queda soltar el cuerpo para que todo fluya en cada una de sus células.
Sin lugar a dudas, "Growling grey" es la perfecta banda sonora para un viaje ácido en donde se fusionan una gran melodía de dulce gancho, la estridencia psicodélica de paseo sideral entre nebulosas y cometas sin control, grandes solos de guitarra y una instrumentación alucinante que atrapa y que jamás te soltará.
Esta es la noche de la maldición, aquella que aclama mi nombre por medio de hechizos huecos y el silencio de un mundo sin mañana. Navego a través de la muerte, en ríos ahogados de obscuridad y desolación. Desde la orilla de sus abismos puedo observar espectros que intentan llevarme al fondo. Sin remedio caigo al más allá bañado en sangre, sin retorno abandono la vida y el mundo real.
Black Trip nos toma de la mano para llevarnos a un paseo por la muerte, al mundo desconsolado de la obscuridad y la soledad sin fin. "No tomorrow" es una canción que habla del término de la vida y de aquellos momentos que siguen tras la última exhalación. Estamos al borde del pozo que contendrá nuestra alma sin perdón, donde la resignación no servirá para nada.
Aunque pudiéramos esperar un ritmo lento, denso y aletargado por lo que nos narran sus líricas, Black Trip nos empuja al barranco hacia una caída libre de la cual no hay retorno. La velocidad se siente en nuestros cuerpos moribundos, la corriente de los ríos sangrientos nos azota sin piedad hasta ahogarnos en su lecho. Los espectros gritan y podemos escuchar sus lamentos, y desde este momento, nosotros clamaremos junto con ellos porque ahora formamos parte de su tétrico coro.
Bajo el concepto "New wave of British Heavy Metal", grupos como Iron Maiden, Judas Priest , Venom y Angel Witch construyeron su nicho para hablar de la muerte y de los horrores humanos. Ahora por medio de la avalancha nostálgica que cae sobre el rock desde hace ya varios años, diversas bandas alrededor del mundo enarbolan nuevamente aquellos antiguos ritmos para crear nuevos himnos que nos hagan entender que los sentimientos siguen intactos a pesar del paso de los años. Esta es la forma en que recupera Black Trip aquellos viejos sonidos metaleros de finales de los años setentas que dominaron en Inglaterra, un metal rápido y directo que mezcla la irreverencia del punk junto con la capacidad técnica de aquel hard rock amante de las figuras de la música clásica.
Eso es lo que podemos en Goin' under, album debut de Black Trip publicado en octubre de 2013 bajo el sello Threeman Records. Tras un fallido intento de crear una banda de NWOBHM en 2004 realizado por Peter Stjärnvind, baterista de Entombed, y Daniel Bergkvist, baterista de Wolf; en 2012 Stjärnvind retomó el concepto, agarró la guitarra eléctrica y se dedicó a buscar los músicos ideales para su banda. Fue así que Black Trip se conformó al estilo de un supergrupo de death metal con Joseph Tholl en las vocales (Corrupted y Hazard), Jonas Wikstrand en la batería ( Enforced, Leprosy y Hazard), Sebastian Ramstedt en la segunda guitarra (Morpheus) y Johan Bergebäck en el bajo (Morpheus), pero con la peculiaridad de desarrollar su gusto por el heavy metal clásico.
Goin' under es un repaso por los conceptos básicos de aquel metal rápido y directo que al final dió las bases para el llamado power metal. Ese sonido de as guitarras gemelas en competencia con un furioso y omnipresente bajo originario de Thin Lizzy es mezclado con el golpe directo del punk británico. Con letras que hablan de manera exclusiva sobre el miedo y el horror que provoca la muerte en el ser humano, Black Trip nos regresa a esa época donde el metal se convirtió en la única opción para combatir la música plástica ochentera.
"No tomorrow" es quizá la rola más cercana a ese viejo sonido de todo el Goin' under. Su introducción nos lleva al recuerdo de las figuras de la música clásica de la época de Bach, aunque termina siendo una actualización de la guitarra de Timo Tolkki en "Night time eclipse" de los finlandeses Stratovarius. Sin embargo, una vez que arranca la melodía en su agitada carrera, la lluvia de notas nos recuerdan el sonido de Iron Maiden en su disco debut de 1980, siendo irremediable la comparación con el clásico "Phantom of the opera".
A la primera expresión salida de la voz de Joseph Tholl, la mente corre en recuerdo a Paul Di'Anno, el primer vocalista de Iron Maiden. El encuentro entre las guitarras de Stjärnvind y Ramstedt sin duda es un tributo al NWOBHM más clavado, el más fiel. La melodía nos llena de nostalgia, pero a la vez nos regala algunas cosas nuevas. Con la experiencia de Fred Estby como productor de bandas de como Necronaut, In Solitude, Katatonia y Carnage, el sonido de la banda es muy claro, logrando otorgar un lugar definido a cada instrumento, aunque ello le quita la sensación de inmediatez de las bandas originales del NWOBHM. Los solos de guitarra nos llevan a nuevos caminos por medio de su efecto de sonido más allá a las enseñanzas de Adrian Smith o Dave Murray. Finalmente, la fuerza contenida en el sonido de Black Trip acusa su influencia por los eternos Hellacopters, banda importantísima en el hard rock sueco liderada por Nicke Andersson (quien en su momento fuera baterista de Entombed).
"No tomorrow" nos lleva de viaje al obscuro mundo de la muerte, donde la caída en sus abismos nos hace sentir el vértigo y la velocidad. Esta mordida al Goin' under es quizá la más saborizada al NWOBHM, esa que nos trae a la memoria el trono perdido que alcanzó el metal de interpretación magistral que, irónicamente, tenía la frescura en su sonido y la fuerza en su agresividad. Black Trip se une a la nostalgia vintage, esa que busca recuperar aquello que el rock y el metal han perdido en las últimas décadas: sinceridad y alma.
Una cascada de notas nos empieza a salpicar hasta que la guitarra se decide por controlar su erupción y marcar un pegajoso ritmo que termina por hacernos mover la patita de principio a final. Abrimos los oídos y la melodía nos sacude sin piedad, logrando que las neuronas despierten de su sueño profundo. La rola es directa, sin contemplaciones ni miramientos. Un golpe directo al sistema psicomotor con la intención de ahuyentar cualquier resto de la noche.
El despertar no será agradable... esta es la mañana sucia de una buena noche. El día se abre paso a la obscuridad de la noche, pero éste termina guardando la misma atmósfera densa y sin luz que en principio buscaba romper. No se alcanza ver nada, así que será mejor esperar. Momento perfecto para quedarse bajo las sábanas y dejar que las cosas pasen. La nueva mañana entre al cuarto y nos encuentra sin preocupaciones. No hay nada que decir, quizá sería mejor regresar al mundo de los sueños.
Esto es "Black acid morning" de Mother Corona, una rola con sabor stoner que como gancho al hígado entra a nosotros y de la cual no es fácil escapar. El juego de la guitarra eléctrica entre los efectos fuzz y sus solos llenos de pedal wah nos arrancan del suelo para llevarnos en un denso paseo por los terrenos de Morfeo. Una vez en el vuelo, la fuerza se siente en cada poro de la piel gracias al poder de un trío que sabe muy bien combinar la potencia de sus instrumentos.
Mother Corona es un grupo nacido en Didcot, una pequeña población del condado de Oxfordshire, Inglaterra. La banda nació en septiembre de 2008 con el encuentro del baterista Dave Oglesby y el guitarrista Lee Cressey, quienes buscaban crear una banda que pudiera mezclar la potencia de los sonidos distorsionados que lograran recrear viajes ácidos como lo hacen el stoner. Al poco tiempo se les unió como bajista Robert Glen, formando así un power trio bajo la influencia de bandas de hard rock y psicodelia como Blue Cheer o The Jimi Hendrix Experiencie, pero con un sabor desértico y espacial. Tras varios años de aprendizaje, lograron en abril de 2012 publicar su álbum debut bajo el título Out of the dust. Gracias a este trabajo, tuvieron la posibilidad de girar por su país natal junto con Desert Storm, ser abridores de Karma to Burn y formar parte del Foad Fest 2014, el cual tuvo como cabeza de cartel a Orange Goblin.
Fue precisamente a principios de 2014 que Mother Corona se metió al Studio Focus para grabar lo que sería su segunda placa, la cual fue publicada por When Planets Collide hasta octubre bajo el título de Reburn con la producción de Mike Hill. El disco llevó a confirmar la calidad que tienen hasta colocarlos como referencia directa de lo que es el rock stoner en la Gran Bretaña.
Earthquaker decidió escoger la tercera rola del set list que conforma el Reburn como muestra de lo que es Mother Corona. "Black acid morning" es una rola directa donde podemos escuchar lo que puede hacer Lee con su guitarra, la fuerza sonora del bajo de Robert que llena las bocinas y una insistente batería de Dave que termina por explotar todo lo que encuentra.
Con un sonido cercano a la escena desértica de Palm Springs, Califonia y la fuerza de los ingleses Orange Goblin, Mother Corona construye su sonido por medio de riff directos donde la magia se escucha cuando el pedal wah es presionado. La contradicción quizá la podemos escuchar en la voz de Dave Oglesby, ya que los sonidos que expulsa desde su garganta guardan notas chillonas y nasales. En algunas reseñas se le ha comparado con el propio Billy Corgan de los Smashing Pumpkins, pero quizá por lo que toca Mother Corona y el estilo melódico que tienen las líricas de Oglesby, su voz se encuentra más cercana a Gabriele Fiori, guitarrista y vocal de las bandas italianas Black Rainbows y Killer Boogie.
Compartimos con ustedes una versión de "Black acid morning" grabada en vivo en junio de 2013, la cual fue hecha en los mismos estudios que posteriormente utilizaría la banda para grabar el disco en 2014. Aquí podemos constatar que Mother Corona guarda la misma potencia de sus grabaciones de estudio que en el escenario. Tatuajes, acidez desértica y buen ritmo buscando tronar las bocinas...
Cuando relacionamos mujeres vampiro, los principios de los años setenta y España, es irremediable que nuestra mente corra sin freno al recuerdo morboso de las viejas películas de Jess Franco, aquellas donde se conjugaban historias de sensuales chupasangre, ritos satánicos y misas negras a través de filmes de bajo presupuesto, sabor kitch y una innegable atmósfera porno. Ver alguna de las obras de la extensa filmografía de épico director, era enfrentarse contra una pantalla llena de desnudos, sangre y fantasías lésbicas de la mano de musas como Soledad Miranda, Rosalba Neri, Diana Lorys y Lina Romay e íconos del cine de serie B como Jack Taylor, Howard Vernon y Christopher Lee. Sin embargo, los tres conceptos entrelazados nos puede arrojar otra opción.
Lewis & the Strage Magics es una banda originaria de Barcelona, España que añade a su rock pop algunos elementos de jazz de los cincuentas y psicodelia clásica para cantar sobre demonios, vampiros y ocultismo, que bajo la tendencia vintage que ha dominado los últimos años en Europa, ha colocado a Cataluña en los mapas del occult rock, el doom y la nueva psicodelia.
El grupo se formó en el verano de 2014 bajo los conceptos de Lewis P., quien buscaba crear una banda que tocara aquel rock pop de las bandas de la invasión británica de mediados de los años sesentas y su proceso de transformación gracias a la acidez de la psicodelia, añadiéndole un poco del viejo jazz de los años cincuentas y el hard rock de principios de los años setentas que finalmente dió origen al doom.
Fue así que al proyecto se sumaron Iván Miguel en la batería y Manuel Gómez en los teclados, quienes terminaron metiéndose a los estudios de Algusano Records de Mataró, España para grabar su disco debut durante los meses de diciembre de 2014 y enero de 2015, el cual se tituló como Velvet skin. Este trabajo cuenta con la producción y mezcla de Filippo Medda y la masterización de Pete Weiss. El disco terminó publicándose en agosto de 2015 bajo el sello de Soulseller Records.
Como primer sencillo, Lewis & The Strange Magics decidieron lanzar "Female vampire", una rola de juegos circenses que combinan guitarras y teclados para crear una movida melodía ideal para que las chicas a go go bailen desenfrenadas en aquellas jaulas que tenían los antiguos programas de variedad que se trasmitían en la televisión. Desde una guitarra de ligero toque fuzz brota un solo que se convierte en una delicia al conjunto del acompañamiento musical. Psicodelia ácida de lírica mórbida que busca hipnotizar, morder y matar sin piedad.
De la nada, el teclado cambia la melodía que se convierte en un remanso contra el aquelarre que el ritmo había generado, un ligero respiro de acordes alargados, dulces y sensuales. Aun así, la sexualidad desbocada sale nuevamente a flote y rompe el letargo para regresar a la orgía musical que nos empapa de figuras y notas que ahogan nuestras almas errantes.
El recuerdo de Jess Franco no ha sido en vano... Lewis & The Strange Magics se inspiró en su película del mismo nombre de 1973, la cual idolatra la espectacular imagen de Lina Romay gracias a su cuerpo desnudo acompañado solamente por una capa negra, botas de vinil hasta las rodillas y un cinturón. La vampiresa nos hipnotiza con su belleza y el magnetismo de su mirada. Todo a su paso termina rendido a sus pies, aunque finalmente ella es quien se postra frente a su víctima para tomar aquel elixir sexual que la llena de placer, pero que arranca la vida de quien ha caído irremediablemente en sus redes.
Irina von Karlstein es una hermosa mujer descendiente de una noble familia de vampiros. Su desbordada sexualidad roza los límites de la ninfomanía. Su mística imagen ronda en los bosques, rompe la neblina y se sumerge en las noches sin estrellas. Su silencio hipnotiza mientras la fuerza de sus ojos atrapa sin remedio a cualquiera que cruce con ellos. La vampiresa llega desde la obscuridad para robar no sólo los líquidos sexuales de sus víctimas, sino la sangre que de ellos emanan. La muerte está tras sus pasos y poco a poco su rastro la comienza a perseguir. Quizá el Dr. Roberts y el Dr. Orloff puedan detener esta hecatombe, pero la bomba sexual ha explotado sobre la extraviada isla de Madeira.
Para completar el lanzamiento del sencillo, se realizó un sencillo video donde podemos ver a la banda tocar entre filtros visuales llenos de colores y efectos psicodélicos mientras se observan imágenes fijas tomadas de distintas películas del tipo B, y obviamente, entre ellas algunas de los filmes clásicos de Jess Franco como "Las vampiras", "Vampyros Lesbos" y la propia "Female vampire". Es así que mientras escuchamos el contagioso ritmo de la canción de Lewis & The Strange Magics nos encontramos con velas, rituales satánicos, mujeres vampiro mostrando el pecho desnudo, aquelarres, colmillos, sangre y demonios. Al final del video, podemos observar la portada del Velvet skin, la cual fue hecha por Jo Riou, artista especializado en el diseño de carteles promocionales de presentaciones de bandas stoners y que alguna ocación habíamos escrito sobre su trabajo cuando presentamos a la banda francesa Out of Space.
Absortos en el ritmo creado por Lewis & The Strange Magics como si hubiéramos caído en las redes de Irina von Karlstein, dejamos fluir nuestro deseo y nuestra vida hacia un goce pleno. Una vez que hemos soltado las amarras, nos lanzamos a la deriva del placer sin control ni freno, perdiendo así el alma en una malévola danza sin fin. Esto es "Female vampire" para ustedes...
La aguja corre los surcos y desde su roce con el acetato se puede escuchar la noche en todo su esplendor. La tranquilidad, la soledad y la naturaleza fluye a través de las bocinas estereofónicas. Sin embargo, al cabo de unos cuantos segundos, el misterio y la densidad toman por asalto gracias a una tétrica introducción de notas mórbidas que se abren paso por la obscuridad de manera aletargada como si de almas perdidas en un bosque maldito se trataran. Una guitarra toma control de la melodía y al cabo de unos cuantos rasgueos sabemos que estamos perdidos.
Un gran búho gira su cabeza y nos observa desde lo alto de su lecho. Aunque sabemos que en pocas horas llegará el amanecer, todavía tenemos muchas cosas que observar en esta lúgubre noche. El temor se roba el aliento hasta que sin remedio estamos perdidos en un mal camino. El manto obscuro lo abarca todo, como si se tratara de una hermosa sombra que baña con su rocío hasta la locura. La muerte ronda por los escondrijos de la misteriosa noche. Ahí es donde nuestro luto se encuentra y cesará cuando nuestras almas alcancen el descanso eterno.
Esto es "School of night" de Mountain Witch, una melodía doom que en sus venas corre densidad, estridencia y potencia analógica. Si nadie nos lo aclarara, fácilmente podríamos suponer que estos alemanes formaron parte de la ola de bandas de los años setentas que tomaron el hard rock como caballo de batalla para hablar de la obscuridad, la muerte y la maldad en el mundo. Siguiendo las enseñanzas de la vieja escuela del occult rock, este grupo nos arrastra a su lúgubre atmósfera para tronarnos los oídos con notas atascadas y ritmos herederos de Black Sabbath y Pentagram (de quienes fueron grupo abridor).
Formados originalmente como un dúo instrumental que mezclaba el hard rock con extensas improvisaciones de marca stoner, Mountain Witch se transformó en un power trío de líricas llenas de misticismo que hablan de muerte y su reptante paso en búsqueda de almas moribundas y olvidadas. La banda es una máquina de hipnotizantes ritmos que orientan los pasos un abismo sonoro de estridencia que nos lleva al recuerdo de bandas como Uncle Acid & the deadbeats o sus compatriotas Kadavar.
"School of night" forma parte del Cold river, segundo disco de Mountain Witch publicado en octubre de 2013 por medio de This Charming Man Records bajo el cuidado de Hauke Albrecht quien realizó la grabación, mezcla y masterización de la placa. Las guitarras amplificadas por medio de un equipo Marshall y bafles Green, el bajo amplificado por medio de un equipo Sunn y bafles Ampeg, la batería directa sin retoques ni efectos de estudio.
René Sitte controla el escenario con la amplitud sonora de sus guitarras, Tobert Knopp acompaña con la exactitud de su bajo eléctrico y René Roggmann golpea su batería llenando los pocos espacios disponibles con sus incesantes platillos. Un muro sónico que arrastra todo a su paso a pesar de su aletargada velocidad, un bloque de ruido que nos ahoga hasta llevarnos al fondo de un mórbido pozo de ansiedad llamado muerte.
Ellos Mountain Witch, banda originaria de Hamburgo que nos maravilló hace algunos años como la arrolladora y aplastante "School of night". Ansiosos nos encontramos por tener en las manos su Burning village, próxima placa de la banda que verá la luz a finales de febrero de 2016 que promete confirmar al grupo como uno de los más importante dentro de la oleada doom que azota desde Europa.
Una guitarra marca un riff fuerte, cortado y directo. Gracias a unas cuantas notas, una banda británica esculpió en oro su nombre y jamás saldría del Olimpo de los dioses del rock. Una vez que se dejó escuchar en las distintas estaciones de radio a finales de 1969, nada fue lo mismo. Tras la publicación de "Whole lotta love" de Led Zeppelin, la revolución sonora habría de comenzar.
Una Gibson Les Paul Standar Sunburst '58 escupiendo sus gemidos gracias a un amplificador Marshall Plexi de 100 watts. El eco de su sonido se escucha del otro lado del estudio y es captado por los micrófonos que fueron colocados para tal efecto. De entre las sombras surge un reptante y profundo bajo para acompañar la figura y completar la penetrante magia que el riff imprime sin duda alguna. Una aguda voz entona versos llenos de sexualidad blusera que son rematados por una batería de figura en destiempos difícil de seguir. Sin más, llega la frase que da título a la melodía mientras una guitarra pasa a toda velocidad como un potente auto de carreras de bocina a bocina sin freno alguno.
Una indescriptible avalancha de sensaciones se dejan caer montaña abajo hasta que caemos hipnotizados en el embrujo de esta oda sexual llena de fuerza, energía y potencia. Atrapados sin remedio en un riff pegajoso, nadie podría esperar que algo nos sacudiera del embeleso, pero toda creencia es destruida cuando los instrumentos se callan para dar paso a un juego de platillos, percusiones y efectos de sonido que simplemente hacer volar la cabeza. Máquinas de guerra, explosiones y gemidos se entremezclan en una ácida ensoñación difícil de comprender. Una guitarra llora y todo se vuelve confuso.
Y de la maraña sonora surge como ave fénix uno de los mejores solos de guitarra de la historia nos regresa a la realidad para estrellarnos contra el mismo cielo y dejarnos tumbados en el suelo por el noqueo. Todo vuelve a silenciarse para darle paso a la potencia vocal, desnudándonos por entero hasta que ya no queda nada por hacer. El hechizo está terminado...
Led Zeppelin había encontrado la caja de Pandora y la abrió sin lugar a dudas. El hard rock y el blues se encontraron en un mismo lugar como si fuera un choque entre dos trenes a toda velocidad. Nadie en su vida había escuchado una cosa como esa, aunque en esencia, todo existía antes y la banda tuvo la magia para unirlo todo y componer ese pedazo de maravilla.
La leyenda cuenta que este himno generacional fue grabado de estudio en estudio durante las extensas giras que tuvo Led Zeppelin en los Estados Unidos a principios de 1969, hasta que fue mezclada en los famosos Olimpic Studios por el propio Jimmy Page y el ingeniero de sonido de Jimi Hendrix, Eddie Kramer. Tras la potencia sonora de la melodía y los gemidos orgásmicos de Robert Plant, podíamos escuchar una claridad interpretativa que contrastaba con la brutalidad y los volúmenes electrificantes del grupo. La famosa "parte media" de Whole lotta love era un reto lanzado contra cualquiera que la escuchara, donde la orgía se enfrentaba a estruendos y explosiones mientras una guitarra eléctrica asomaba esbozos y retazos de notas que se escapan entre las manos gracias a los efectos electrónicos de un theremin.
El mundo no estaba preparado para esta sacudida. El golpe estaba dado y el movimiento de la tierra era demasiado fuerte. La violencia sónica y sexual de Led Zeppelin rompía con todo lo establecido y abría un nuevo camino, donde la música podía llevar a otros caminos más ásperos y rudos sin posibilidad de regreso. Con el tiempo, todos quedaron rendidos ante la magnificencia de una obra maestra como lo fue Whole lotta love: Led Zeppelin desbancó a The Beatles como a mejor banda según la encuesta anual que realizaba la revista inglesa Melody Maker, la revista Rolling Stone bautizó el riff como un "mordaz tartamudeo" cuando calificó el disco que la contiene en el número 79 de todos los tiempos y como "figura primitiva" al proponer a este himno en el número 11 de las canciones más grandes de todos los tiempos de los héroes de la guitarra, la Q Magazine le otorgó el tercer lugar como el mejor riff de guitarra de la historia y la famosa marca de guitarras Gibson la incluyó como uno de los mejores 50 solos de la historia del rock. Pero no siempre fue así...
La mala relación entre el grupo y la presa comenzó bajo los rumores de plagio y falta de originalidad de la banda. Ello llevó a la agrupación a verse envuelto en enfrentamientos legales en las cortes sobre derechos de autor y pagos de regalías. Como banda emergida de blues, Led Zeppelin recomponía temas antiguos de Muddy Watters, Howlin' Wolf y Memphis Minnie para dotarles de potencia eléctrica que el hard rock y la psicodelia traían consigo. Así como lo hacían los viejos bluseros negros de Chicago o del Delta del Mississippi, Robert Plant tomaba frases de aquellos viejos cantos y lamentos para intercalarlos en sus propias composiciones. Esto no fue aceptado por los bluseros de la vieja guardia y comenzaron a interponer demandas contra la banda tras el inusitado éxito de sus versiones.
De entre las tantas reclamaciones por derechos de autor que le llovieron a Led Zeppelin, una se convirtió en caso especial. En 1985, las cortes judiciales decidieron que "Whole lotta love" debería incluir como autor a Willie Dixon, el famoso contrabajista y autor de muchos temas del afamado Muddy Waters. Los abogados habían encontrado que gran parte de la letra que Robert Plant gemía sobre el primer single de Led Zeppelin estaba basado en "You need love", un sencillo publicado en 1962 por Muddy Waters a través de la conocida disquera blusera Chess. Desde entonces, cada re-edición del Led Zeppelin II hecha desde entonces incluye el nombre Dixon junto con los de Page, Plant, Bonham y Jones.
Sin embargo, al desentrañar más en esta negra historia, encontramos que realmente Robert Plant utilizó la versión hecha por la banda británica Small Faces en 1966 a la canción compuesta por Willie Dixon y grabada por Muddy Waters. Publicada en el primer disco de la banda bajo el título de "You need loving", Small Faces había mostrado su vena blusera gracias a esta versión, pero que terminó dejando a un lado para convertirse en una de las bandas más representativas del sonido mood junto con The Who de su primera época. El vocalista Steve Marriott se dió a la tarea de entonar partes de la canción de Dixon de manera libre, sumándola a muchas frases de canciones famosas de la época; pero quizá lo que ayudó a los jueces a culpar a Led Zeppelin fue el uso de Plant de una pausa de entonar la frase "Woman... you need love".
Cabe destacar aquí que la influencia de Steve Marriott sobre Robert Plant no es una casualidad: además de ser una banda muy importante dentro del panorama musical británico con sabor blusero de mediados de los sesentas junto con gente como Van Morrison, John Mayall y Alexis Korner, Jimmy Page había pensado en Marriott como vocalista para Led Zeppelin cuando se encontraba buscando músicos para cumplir con los compromisos contractuales de The Yardbirds. La potencia vocal de Robert Plant es mucho mayor a la de Steve Marriott, pero la semejanza en alguno de sus colores es innegable.
A pesar de la sombra que se postró sobre el éxito de "Whole lotta love", la genialidad de su trabajo de estudio y las incendiarias versiones en vivo que incluían un "medley" con todas las influencias roqueras y blueseras que tuvo el grupo, lograron que la canción se convirtiera en todo un clásico, y es más, en una verdadera influencia para las siguientes generaciones. Los más variados covers no se hicieron esperar, pero para esta ocasión sólo recuperaremos tres de ellos...
1) En 1970, no sólo la versión "original" hecha por Led Zeppelin llegó a las listas de popularidad de Gran Bretaña. "Whole lotta love" entró nuevamente en los charts en una versión instrumental hecha por Collective Consciousness Society, una banda creada por el famoso productor Mickie Most y por el arreglista y tecladista John Cameron bajo el concepto de crear una "big band" que tuviera secciones de metales y bases rockeras potentes, muy en el estilo de Blood, Sweat & Tears. Para conformar el proyecto, la pareja se dió a la tarea de buscar excelentes músicos de sesión inglés y personajes ya reconocidos, logrando integrar a gente del calibre de Peter Thorup y Alexis Korner. Su versión a "Whole lotta love" sirvió como entrada para el famoso programa británico "Top of the tops" de la BBC durante gran parte de los años 70, lo que ayudó a que Led Zeppelin se acercara a un público menos afecto al rock pesado. El arreglo de CCS es una versión instrumental que sustituye la voz de Robert Plant por una flauta transversal que le otorga otra faceta a la melodía, mientras que el solo de guitarra de Page es realizado por un saxofón. Sin embargo, el poder del Zeppelin se mantiene intacto gracias al grupo de rock que dió base a esta versión: Harbie Flowers en el bajo, Barry Morgan en la batería y una impresionante guitarra de Alan Parker.
Si rascamos un poco en los miembros de CCS, descubrimos que Led Zeppelin no estaba tan lejos de este supergrupo. El productor Mickie Most trabajó durante los años sesenta con gente de la talla de The Animals, Herman's Hermit y Donovan, teniendo dentro de su "staff" de músicos de sesión a Jimmy Page en la guitarra eléctrica; y por si fuera poco, se convirtió en productor de cabecera de The Yardbirds en su última época a solicitud de Page.
Otro miembro de CCS íntimamente relacionado con Led Zeppelin fue Alexis Korner, quien es conocido en el mundo de la música como el "padrino del blues británico", pues gracias a su esfuerzo en los años sesenta implantó el gusto por la música negra norteamericana en los jóvenes de Inglaterra. Fue así que con el paso de los años le fue dando espacio en los distintos proyectos que conformó a gente importante en la historia de rock como a Charlie Watts, Brian Jones y Keith Richards de The Rolling Stones, Ginger Baker y Jack Bruce de Cream, Eric Burdon de The Animals o al famoso guitarrista de jazz -fussion John McLaughlin. Alexis Korner coincidió en varias presentaciones en el famoso Marquee Club con John Paul Jones y Jimmy Page, creando una buena relación entre ellos. Cuando Page estaba reclutando gente para formar a los nuevos Yardbirds (semilla original de Led Zeppelin), fue precísamente Alexis Korner el que recomendó a uno de sus chicos para que fuera cantante del nuevo proyecto de Page. Korner tenía dentro de sus protegidos a un joven cantante de gran potencia vocal amante del viejo blues americano: Robert Plant. ¿Acaso alguien más podía tener derecho de hacer una versión de una canción de Led Zeppelin que CCS?
2) En febrero de 2015, la compañía de discos Cleopatra Records de Brian Perera publicó un compilado dedicado a Led Zeppelin con el título "Danzed and confused: a stoned-out salute to Led Zeppelin" bajo una selección de John Lappen, siguiendo una colección de discos de tributo hechos a bandas como The Beatles, Black Sabbath, The Doors y The Rolling Stones, donde el concepto es juntar a bandas de rock stoner y nueva psicodelia para que hagan una versión de las rolas de los grupos en cuestión. Fue así que esta disquera independiente basada en Los Ángeles California se puso en contacto con los suecos de Siena Root, una banda de hard rock vintage de Estocolmo que se encontraba en un proceso de reformación tras la salida de uno de sus miembros fundadores y que además se encontraba en promoción de su último disco, titulado Pioneers.
De esta manera fue como a Siena Root le tocó la gran empresa de interpretar la fundamental "Whola lotta love". Lejos de lo que podríamos esperar, la banda dejó a un lado los referentes establecidos de lo que es Led Zeppelin para hacer de esta rola más una versión hecha por Deep Purple que por el dirigible de acero. Jonas "Joe Nash" Ahlen, el recién incorporado vocalista, deja a un lado a Robert Plant para sustituirlo por un Dave Coverdale, donde los colores medios son aprovechados al máximo sin demeritar en nada la potencia original de la rola. La guitarra eléctrica pasa a un segundo plano para dar paso a un ferreo control de un impresionante teclado a cargo de Erik "Errka" Petersson, el cual marca el riff principal a través de un sonido heredero de Jon Lord. Sin embargo, la guitarra de Matte Gustavsson logra dar alcance a los teclado hasta llegar a realizar un enfrentamiento durante el famoso solo de Page. Para cerrar el círculo, la atmósfera potente queda en los hombros del poderoso bajo de Sam Riffer (con arco de violín a la Page incluído sobre las cuatro cuerdas sobre la clásica parte media) y la fuerza de la batería no puede estar más en deuda con Bonham que el genial trabajo de Love Forsberg.
3) Durante los años setentas, el controvertido Alice Cooper creó un especie de "club" para bebedores, donde sus miembros se encontraban puros músicos y artistas reconocidos, entre los que podemos recordar a John Lennon y Ringo Starr de The Beatles, al bajista Klaus Voormann, Marc Bolan de T. Rex, al tecladista Keith Emerson del grupo de rock progresivo Emerson, Lake and Palmer, Keith Moon de The Who, o Joe Walsh, guitarrista de The Eagles. No fue sino hasta el año 2015 que Alice Cooper llevó a los escenarios la idea de un supergrupo, reutiliando el nombre de su viejo "club": The Hollywood Vampires. Gran parte de este proyecto se realizó a través de una extraña mancuerna, el actor Johnny Deep, quien se encargaría de tocar las guitarras acompañamientos y algunos slides. Para septiembre de 2015 se tenía en los aparadores de las tiendas el flagrante disco con la participación de gente de la talla de Joe Perry de Aerosmith, Paul McCartney de The Beatles, Perry Farrell de Jane's Addiction, Robby Kriegger de The Doors, Dave Grohl de Nirvana y Foo Fighters, Matt Sorum, Slash y Duff McKagan de Guns n' Roses, el mítico productor de Kiss Bob Ezrin y el re-encuentro con Neal Smith y Dannis Dunaway, miembros originales de la banda que llevó al estrellato a Alice Cooper en los setentas y que compusieron parte de las melodías clásicas del cantante.
El disco es una colección de covers a rolas míticas de bandas clásicas de los 60's y 70's como The Who, The Jimi Hendrix Experience, The Doors, Small Faces (sí, aquellos de donde sacaron Led Zeppelin las ideas para "Whole lotta love"), John Lennon, Pink Floyd y T. Rex, además del obligado "School's out" del propio Cooper. Dentro de las maravillas que ofrece este disco, nos encontramos con el clásico de Led Zeppelin,donde más allá de la versión lograda, quizá lo sorprendente es la gente que se reúne para este corte del disco: en la bateria Zak Starkey, hijo de Ringo Star que tocara con bandas como The Who y Oasis; en la vocales el propio Alice Cooper acompañado por Brian Johnson, vocalista de AC-DC; en guitarra eléctrica Joe Walsh, único miembro del club de bebedores de los 70's que participa en el proyecto y guitarrista de Eagles (y como dato extra: gran amigo de Jimmy Page desde los años setentas); y como soporte, Kip Winger en el bajo y Tommy Henriksen, miembros de la banda de apoyo de Alice Cooper desde hace muchos años.
La versión de Hollywood Vampires vale por sí sola por la pléyade de estrellas que forman parte de su grabación, sin embargo, existen otras cosas que destacan en ella. La primera es que Alice Cooper le colocó una lenta introducción de cuerdas muy al estilo de Bob Ezrin que incluye el uso de armónica hecha por el propio vocalista, quien además realiza un solo de dicho instrumento como si de un tributo a Robert Plant se tratara. La gastada voz de Brian Johnson busca alcanzar a la original del vocalista de Led Zeppelin, por lo que termina alargando cada estrofa para mantener la potencia necesaria. Finalmente, el solo de guitarra que realiza Joe Walsh brilla con mérito propio gracias a las figuras innovadoras totalmente distintas a las de Jimmy Page, convirtiendo en una maravilla su participación con el proyecto.
Pocas melodías pueden tener el privilegio de ser consideradas realmente bajo el concepto de "clásico". Pocas bandas pueden presumir que dentro de su catálogo se encuentran varios "clásicos". Led Zeppelin es uno de esos grupos, quien gracias a su trabajo e ingenio en los estudios y a sus espectaculares presentaciones en vivo (mismas que duraban más de tres horas por noche), logró convertirse en una leyenda en la historia de la música. "Whola lotta love" fue uno de los primeros escalones para alcanzar la fama, aunque la historia tras su composición empañó parte del mito. Sin embargo, el tiempo le ha dado su justo valor y, como era de esperarse, terminó encumbrando todavía más a aquellos cuatro jóvenes que lograron durante los años setentas enarbolar la bandera del sexo, drogas y rock n' roll hasta lo más alto. Salve oh gran Led Zeppelin!!
El aliento de las tinieblas abren las puertas de fuego mientras una sombra sale del mar para observar el universo. Una vieja voz anunció a través del sueño la llegada de un rey, una antigua serpiente embriagada de sangre que nace con el amanecer. El destino está deshecho y sólo queda cavar en silencio nuestras propias tumbas. La salamandra ha despertado...
Las guitarras marcan el reptar del ser indeseable. Todo se agita a su paso y sólo queda seguir el acelerado ritmo que habla de sangre y desolación. Bajo el sopor de un canto lleno de embeleso, caemos bajo su hechizo. La resignación se apodera de cualquier atisbo de pelea y respuesta. El destino está marcado por los designios del maligno y únicamente nos queda presenciar el sangriento espectáculo.
Enmarcados en la adoración del doom clásico setentero y algunos destellos de NWOBHM, Cauchemar nos habla de seres malditos que salen de sus obscuros escondrijos para postrar sobre la tierra sus perversas intenciones. Líricas como estas nacen directamente de las pesadillas nocturnas de unos canadienses que buscan regresar al metal a sus orígenes más densos y perversos, logrando crear atmósferas perfectas para sus lúgubres historias.
Esta banda originaria de Montreal, Québec encuentra sus raíces en el ya lejano 2007 cuando Annick Giroux y Francois Patry unieron sus talentos para formar un grupo donde pudieran expresar su amor por el doom. Con un arsenal de riffs de guitarra bajo el brazo, Patry comenzó a componer estructuras musicales que poco a poco fueron tomando forma. Annick tenía a su cargo el bajo eléctrico, pero al tomar la responsabilidad de las voces, el dúo se dió a la tarea de reclutar diversos músicos de la escena de su país para completar la banda.
Tras el desfile de músicos, Annick le ofreció al guitarrista de Bastardator para que se uniera al grupo, pero el puesto ofrecido sería el de la batería. Fue de esta manera que Patrick Pageau se integró a Cauchemar y lograron meterse a los estudios para grabar su EP La vierge noire en 2010. Gracias al reconocimiento de diversos medios, la banda obtuvo espacios para mostrar su concepto y cerrar un contrato con Nuclear War Now! Productions.
Si es de llamar la atención el amor del heavy metal clásico al estilo de bandas como Pagar Altar, Witchfinder General, Pentagram y Saint Vitus, Cauchemar nos ofrece un abanico de horrores narrados por medio de su idioma propio: el francés. Así como lo hicienran en su momento bandas legendarias del metal como Vulcain o Blaspheme, la banda canadiense busca su nicho propio a base de líricas hechas en la lengua de Víctor Hugo y Balzac.
Con los reflectores comenzando a iluminarlos, Cauchemar regresó a los estudios en enero de 2013 para grabar lo que sería su primer disco completo bajo el título Tenebrario, el cual sería publicado en junio del mismo año. Si el sonido de la banda en su primer EP era más agitado y fuerte, para esta placa el grupo buscó bajar las revoluciones con la intención de llenar de ambientes obscuros las bocinas gracias a un sabor analógico de amplificadores Orange y una marcada nostalgia por el doom clásico más clavado.
Para el Tenebrario, los golpes de batería asemejan una marcha fúnebre, pasos secos de pies encadenados que no encuentran salvación. La guitarra eléctrica se vuelve prístina con la intención de convertirse en la luz que guíe sobre la eterna noche que logra cada una de las melodías. El bajo creado por Andrés Arango (chico que se volvería integrante formal de la banda) busca acompañar las notas líricas, pero dentro de su gravedad logra envolver al escucha bajo un manto lúgubre ideal para las letras. Quizá podríamos encontrar el punto débil en la monotonía vocal de Annick Giroux, sin embargo ese lamento plano de recuerdo casi gótico es el que precisamente crea la atmósfera de ansiedad y densidad que la banda busca con su obra, un tenue clamor en una eterna noche que no encuentra salida.
Gracias al Tenebrario, Cauchemar logró completar su concepto musical y ganó el reconocimiento de los medios especializados. No contentos con ello, la banda se lanzó a una gira de promoción de la placa por Estados Unidos y parte de Sudamerica, llegando a tocar con gente importante como los propios Pagan Altar, Hawkwind, Kadavar y sus compatriotas Blood Ceremony, con los que tienen una cercanía muy estrecha gracias a la escena musical que comparten (de hecho, la propia Annick participó el diseño de arte de algunos discos de Blood Ceremony, como el homónimo de 2008 y el The Eldritch Dark de 2013).
La canción que recuperamos de esta álbum es "Salamandre", un puente directo entre el NWOBHM del EP debut y la profundidad sonora y aletargada del Tenebrario, con la que podemos darnos una breve y sencilla idea de lo que son capaces estos canadienses en los escenarios. Sus guitarras con sabor oriental lograr hacernos imaginar a algún ser misterioso salido de las aguas pantanosas, el cual avanza sigiloso hasta dominar todo a su alrededor. Una vez que la salamandra se ha postrado, quizá lo mejor es huir del lugar a toda prisa bajo una endemoniada carrera sin control. El ritmo se acelera en un tributo directo a aquellos dioses metaleros de finales de los setentas, aunque un lúgubre puente en la parte media de la canción acusa de recibida la factura doom que es innegable en el sonido de Cauchemar.
Ahora que han pasado ya tres años desde la grabación del Tenebrario, en este momento tendremos la oportunidad de apreciar en vivo a Cauchemar en México, ya que realizarán una rápida gira a finales de enero de 2016 bajo la lógica de presentaciones en un circuito de pequeños lugares, entre los que destacan el "Gato Calavera", ubicado en la colonia Roma de la Ciudad de México. Por si fuera poco, los canadienses vienen acompañados de sus paisanos Metalian (banda de power metal muy al estilo de la vieja escuela de los alemanes Helloween) y los mexicanos Voltax (grupo de heavy metal que se encuentran a la mitad del camino entre Judas Priest y Los Ángeles del Infierno).
Los malos sueños azotan la noche del hombre, la maldad busca alguna grieta perdida para filtrase y llenar de ponzoña la tranquilidad de la vigilia. Esta es la salamandra que al despertar el hombre muestra su careta de horror, sangre y muerte. Esta pesadilla es una de las tantas que están dentro de los bolsillos de Cauchemar, banda que a través de la obscuridad encuentra la forma de dar nueva luz al metal clásico sin dejar a un lado su lengua propia.
Los cambios conllevan riesgo. La transformación no es aceptada con facilidad y causa reserva, recelo y terror. Pero el verdadero artista deja a un lado su personaje para pasar a la siguiente faceta, intercambia la careta y asume con todo el peso y las consecuencias el siguiente paso. Género a género, máscara a máscara y disco a disco... ¿quién podrá igualar a un espiral en constante giro como lo fue David Bowie?
Los titulares de los diferentes medios hoy nos despertaron con un fuerte temblor: el camaleón había muerto. Las lagañas son arrancadas de los ojos con la esperanza en que el sopor del sueño fuera el culpable de un malentedido, pero la realidad nos golpea en el rostro como el frío viento de la mañana. El hombre multifacético que supo mirarse a sí mismo para enfrentar la presión y no irse con la corriente había fallecido tras una batalla con el cáncer.
¿Cómo puede ser digerida una noticia tan fuerte? ¿Acaso existe algún paliativo para sacudirse la idea de la desaparición del hombre que había bajado de las estrellas, vendió el mundo y se convirtió en un héroe? La pequeña maravilla se habría enfrentado al tiempo, pero su muerte lo pone más allá de cualquier cosa. Siempre con un paso adelante, el camaleón tuvo la capacidad de ser un visionario y sortear cualquier tendencia venidera; aunque lo verdaderamente sorprendente, es que Bowie tuvo la capacidad de componer temas imperecederos más allá de las modas.
Es obligatorio repasar su discografía para encontrar nuevamente en su obra el maravilloso poder que tuvo el duque blanco para hablarnos sobre los sentimientos del hombre y su enfrentamiento con la trágica realidad y lo mágico del universo, haciéndonos entender que a pesar de los distintos rostros que se puedan mostrar ante el mundo, el interior termina siendo el mismo. Él fue Major Tom, Ziggy Stardust, Aladine Sane, Poncio Pilatos, el Rey Goblin... Bowie fue todos y uno a la vez, gritándole a la realidad que la imagen puede enfrentase a ella para gritarle a la cara su inconformidad y desazón.
Con un personaje con el que la transformación fue parte de su esencia, las anécdotas nacen como racimos. Cuando han dejado este plano de la realidad, la imaginación corre sin freno para aferrarse a los recuerdos sobre historias que nos cuentan cómo aquel hombre se convirtió en un ser tan especial, no sólo para los seguidores de sus obras, sino para sus amigos y compañeros. Aquí van algunas...
David Robert Jones fue un niño enamorado de la música gracias a los disco de 45 rpm que su padre traía a su casa. En un intento por acercar al introvertido muchacho en el mundo, sus padres le regalaron un saxofón. Fue así que David se acercó al conocido jazzista británico Ronnie Ross para que le enseñara a tocar, diciéndole: "quiero aprender a tocar y quiero que tú me enseñes... quiero ser un rock star". Tras varios años, Bowie invitó a Ross a colaborar en la grabación del Trasformer de Lou Reed. Al término de las sesiones, Ross agradeció la invitación, pero Bowie terminó siendo el agradecido. El saxofonista no había reconocido a aquel chamaquito que había prometido que sería un rock star y lo había logrado.
Existen muchas leyendas sobre la extraña mirada del camaleón, desde las que van a una degeneración congénita hasta un origen extraterrestre. La historia real cuenta que cuando Bowie tenía catorce años se vió envuelto en una pelea con su amigo George Underwood por una discusión sobre mujeres. Un de los golpes cayó directamente en el ojo izquierdo de David, provocándole un daño irreversible en su córnea. Bowie se quedó con la pupila permanentemente dilatada, provocando el efecto de tener cada ojo de color distinto.
Uno podría pensar que tras la pelea, Bowie se separaría de Underwood. Más lejos ello de la realidad, los jóvenes mantuvieron una larga amistad que se trasportaría al plano profesional. Ambos formaron parte de una banda llamada The King Bee, con la cual Bowie grabaría su primer sencillo profesional para la disquera Decca. Asimismo, George Underwood se volvió artista gráfico y participó en la imagen del camaleón para el diseño de los discos Hunky Dory y Zyggy Stardust.
Una serie de éxitos llegaron a las manos de Bowie gracias a su capacidad compositiva y su sensibilidad para tocar las fibras más profundas del ser humano, logrando componer odas sobre las alegrías, los temores y las pesadillas que cualquiera ha vivido. Fue así que a nuestros oídos llegaron himnos como "Space Oddity" (tema que fue utilizado por la BBC para música de fondo para las trasmisiones de la llegada del hombre a la luna durante 1969), "The man who sold the world" (canción que refleja el desencanto ante los ideales sesenteros y la pesadez del sórdido futuro en plena guerra fría, la cual sería recuperada por Nirvana en las últimas presentaciones de Kurt Cobain), "Ziggy Stardust"( hit roquero que recuperaba la esencia espacial para aterrizarla en los horrores de la escena musical de Gran Bretaña y la soledad del artista en contraste con el éxito y la adulación de los fanáticos), "Rebel, rebel" (un monótono golpe de guitarras que enfrentan la supuesta rebeldía contra lo establecido), "Heroes" (una oda a la recuperación de sí mismo ante la fragilidad de los sentimientos humanos, aunque sea por un solo momento), "Under pression" (un clásico instantáneo al unir su calidad musical con el poder interpretativo de Queen en un momento donde el bache artístico era claro gracias a la lógica comercial ochentera), "China girl" (la recuperación de un tema hecho por Iggy Pop en la época berlinesa), "Little wonder" (un regreso a los seres espaciales bajo la lógica artificial de sonidos jungle y electrónicos sobreimpuestos a melodías sencillas) o "New killer star" (un hologramático reflejo sobre la realidad y la visión del nuevo siglo de un artista vanguardista ante una época que lo había alcanzado sin remedio)
Su obra no puede ser reducida sólo a sus discos. Su relación con el mundo de la música pasó más allá de sus propias composiciones, ya que su imaginación y gran oído lo convirtió en un gran colaborador, músico invitado y productor. Aquí es obligatorio recordar los grandes trabajos que realizó con Lou Reed para el Tranformer de 1973 y con Iggy Pop en su época de reclusión y escape de las drogas en Berlín, donde grabaron los discos The Idiot y Lust for life de 1976 y 77, respectivamente.
Obviamente el recuerdo nos obliga a traer a la mente las participaciones del camaleón con gente de la talla de Mick Jagger y los Rolling Stones (¿Alguna vez podremos saber si realmente "Angie" fue compuesta para la esposa de Bowie o para la hija de Keith Richards?), Marc Bolan (era tal la amistad y admiración que ambos artistas tenían entre sí, que en varias ocasiones intentaron grabar juntos y componer, pero todo quedó en "The prettiest star" que Bowie le dedicó al guitarrista de T. Rex, además de la presentación del camaleón en el último programa de televisión de Bolan en vida, antes que falleciera en un terrible accidente automovilístico), Queen (el éxito arrollador de "Under pressure" podría ser cuestionable con la calidad que la banda y el cantante tenían en el momento que publicaron dicho sencillo), Pixies (la admiración del músico inglés por la banda de Boston era tal que lo llevó a realizar un cover a "Cactus" en su disco Reality) o Nine Inch Nails (tras el elaborado sonido del album conceptual 1.Outside creado junto con Brian Eno, Bowie optó por presentarlo en vivo junto con Trent Reznor y su banda en la gira de 1995).
Sin lugar a dudas, cuando hablamos del delgado dique blanco, debemos abrir la caja de los recuerdos para escuchar las guitarras que lo acompañaron durante su carrera. Para ello, nos referiremos a tres leyendas especialemente: 1) Mick Ronson, músico inglés que forjó el sonido glam de Bowie a través de la famosa banda "The Spiders from Mars" que fue creada para el concepto de Ziggy Stardust, donde su guitarra Gibson Les Paul sonaba cruda como un rayo cosmico chocando contra la estratósfera; 2) Robert Fripp, el legendario guitarrista de King Crimson que puso sus mágicos dedos sobre el Heroes de 1977 para dotar de un halo místico y etéreo a las composiciones minimalistas de la época introspectiva de Bowie en Berlín; y 3) Carlos Alomar, guitarrista de origen puertoriqueño que con su toque funky rompió el sonido glam que tenía Bowie a principio de los setentas para crear joyas como "Fame" del Young americans, la trilogía de discos concebidos en Berlín y el menospreciado Scary Monsters de 1980.
El hombre de las estrellas apagó su luz sobre la realidad terrestre, pero su legado ilumina el obscuro firmamento para hacernos recordar que el riesgo debe tomarse para crear y hacer cosas completamente nuevas y hermosas. Él nos espera en el manto estelar, haciéndonos recordar que debemos soltar a nuestro niño interno para que juegue, invente, use y pierda su mente en un canto y baile que lo lleve a expresar todas las posibilidades que tiene en su interior, a olvidarnos del miedo por experimentar y ser todo a la vez, a permitir que los sentimientos ahogados en nuestros adentros aflore sin vergüenza alguna...