La ópera prima de una banda es la primera probada ofrecida al oyente ansioso, una muestra que servirá como referente obligado para todo lo que se ofrezca en el futuro. Existen trabajos que se elaboran de forma rápida con la intención de captar el dinamismo y la energía del momento como si se tratara de un producto crudo y sin pulir, pero también existen materiales que requieren de una mayor maduración con la finalidad de construir una obra definida a través de una expectativa concisa. Sin embargo, el uso de las redes sociales y la transformación del mundo musical ha quebrantado las reglas y los caminos establecidos para provocar que cada agrupación tome en sus propias manos la orientación de los pasos a seguir.
El arranque del camino de la banda peruana Hypernaut ha sido sinuoso entre esfuerzo por conformar una alineación definida que al mismo momento logre construir un estilo sonoro que le dote de identidad y unidad a sus composiciones. Si bien la semilla del grupo se encontraba en Bad Hombres, el contaste cambio de integrantes que a su vez modificaban el sonido terminaron por encaminar lo que hoy podemos escuchar en el recién publicado Ozymandias, pero es necesario comprender el largo recorrido de un tenaz joven para comprender por qué escuchamos lo que está contenido en el material discográfico que hoy es descrito en estas líneas.
Santiago Echecopar sembró la semilla de lo que se convertiría con el tiempo Hypernaut a través del objetivo de crear una banda que desarrollara gustos musicales como el thrash, el grunge y el proto-metal. Bajo esta premisa, poco a poco se han ido sumando a su larga travesía una serie de músicos que han añadido elementos como el hard psych y stoner que terminaron conformando la salvaje amalgama que es su álbum debut: el baterista Gary Saavedra, el bajista Mike Yugra y los guitarristas Martín Cardich y Giancarlo Yepez, quien a su vez a sido sustituido por Juan Diego Stein.
El primer contacto que tuvo Earthquaker con Hypernaut fue a través de la publicación de "Multiverse... battleword" (reseña-review), el rudo track incluído en el compilado Doomed and Stoned Latinoamérica Vol. II de septiembre de 2018 que se distinguía por su melodía entrecortada saturada de imágenes cósmicas y realidades alternas a través de obvias referencias metaleras y un sucio grunge. El tiempo pasó y la banda fue grabando toda la instrumentación de su primer disco, pero en el momento en que iban a ser registradas las vocales, la contingencia mundial de salud retrasó las grabaciones. Sin emabargo, aprovechando las bondades de la tecnología, el trabajo a distancia fue desarrollando el material sonoro que faltaba hasta que se logró el resultado final que hoy podemos escuchar bajo el nombre de Ozymandias.
El álbum debut del quinteto de Lima arranca de manera directa a través de un riff acelerado y áspero llamado "Panic attack" donde podemos escuchar todas las influencias musicales de la banda y, de manera irónica, podemos detectar algunos elementos propios que lograr conformar su identidad. De manera inmediata recibimos una dosis de metal directo por medio "Bad hombres", un track que confiesa su pasado inmediato y que de manera inevitable identificamos estructuras armónicas que recuerdan a "Multiverse... battleword" pero en una versión jucho más breve gracias a sus riff entrecortados y la melodía contundente. Pero si estuvieran esperando que el álbum se mantuviera en la misma intensidad, "Atomic breath" reduce el octanaje para ofrecernos un tema que recuerda el hard rock ochentero del estilo Guns 'n' Roses bajo una estética sonora llena de efectos de guitarra que nos alojan de manera directa en la década de los 90's.
En primera instancia, Ozymandias pareciera ser una obra incontenible y desbocada que sólo ofrecería granadas de fragmentación que irremediablemente nos dejaría exhaustos auditivamente, pero el material tiene track que saben domar la intensidad para que el oído preste atención a la propuesta sonora; algo que ocurre de manera indudable en "Swamp thing" con su velo de zozobra y su fuerza atroz. Sin embargo todo regresa a la carrera desenfrenada a través de la incontrolable "Cynicism is self-harm" con aquel tufo hard-core y quizá proto-punk que poco a poco baja la velocidad hasta los abismos del proto-doom. Bajo la misma tesitura y desenfreno podemos escuchar a la áspera "Worlogog" con su lírica de tecnología apocalíptica o a la brevemente salvaje "(There is where I) Draw the line" de melodía concreta donde su salvaje solo de guitarra sebe hacer explotar las bocinas en mil pedazos.