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miércoles, 30 de septiembre de 2020

Dead Lord : una rendición al hard rock sueco


Dead Lord es una banda que tiene una marca sonora establecida, una fórmula probada de la cual es imposible escapar. Tras la arrebatadora imagen de su frontman Hakim Krim, el grupo ofrece desde 2012 aquel dinámico sonido del clásico hard rock sueco al que muchos identificamos con The Hellacopters y que es heredero definitivo del estilo auditivo de finales de los años setentas a través de una mezcla de guitarras gemelas y ritmos constantes. Si bien ya nos habíamos hecho la pregunta al escribir sobre su anterior álbum In ignorance we trust de 2017 (reseña-review), nuevamente colocamos la interrogante sobre la mesa: ¿qué más nos puede ofrecer el cuarteto de Estocolmo?

Surrender es el cuarto álbum de Dead Lord y ha sido editado por Century Media Records a principios de septiembre de 2020 y, como era de esperarse, en él podemos escuchar su sonido patentado en materiales anteriores construido por medio de melodías directas, ritmos venenosos y guitarras adictivas. Sin embargo, los suecos han decidido dar un paso más allá de su estilo para ofrecer algunas experimentaciones sonoras que permiten pensar que quizá el grupo pueda realizar cosas distintas más allá de lo que todos conocemos hasta este momento. Eso nos obliga a repasar cada uno de sus tracks en búsqueda de indicios que indiquen sus nuevos senderos.


En primer lugar, es necesario establecer el contexto en el que se realizó Surrender. Su guitarrista Olle Hedenström abandanó a Dead Lord durante 2019, dejando a la banda sin uno de sus pilares. Esta situación obligó a su bajista Martin Nordin a tomar la vacante en lo que buscaban a un nuevo integrante. Aun así, los suecos decidieron en febrero de 2020 entrar al Humbucker Studio para grabar su nuevo álbum sin tener al personal completo; hasta que en mayo fue presentado Ryan Kemp como nuevo bajista de Dead Lord, dejando de manera definitiva a Nordin como guitarrista.

Con este antecedente, el cuarto material discográfico de Dead Lord requiere una atención mayor pues en su travesía descubriremos mayores diferencias con los álbumes anteriores. Uno de los sencillos promocionales del Surrender fue "Evil always wins", track de obvia referencia sonora de riff incendiario hecho con base en guitarras gemelas y un estribillo que obliga al canto mientras observamos la ingesta de unos hot dogs a la mitad de los bosques escandinavos. Otro de los singles que se han presentado previo a la publicación oficial del álbum es "Letter from Allen St.", un tema donde podemos escuchar una melodía heredera del clásico Thin Lizzy, pero que más allá de la inicial guitarra asesina, la canción queda anclada en un ritmo entrecortado que busca darle mayor importancia a la línea armónica.


Bajo estas dos pruebas previas al Surrender uno podría esperar que no hay más allá dentro de sus surcos, pero en una exploración más profunda, las sorpresas comienzan a salir a flote. Más allá de su base sonora construida a través de la marca registrada de Dead Lord, "Authority" arranca con un riff demoledor más cercano al NWOBHM que tras unos segundos queda olvidado bajo una melodía pop. Así mismo y como se comentó antes, Hakim Krim tiene en Phil Lynott su mayor referencia para componer, pero en "Messin' up" escuchamos un nueva versión del "Wild one" incluida en el Fighting de Thin Lizzy. Enseguida nos encontramos con "Dark end of the rainbow", un track que en sus estrofas nos hace olvidar el tufo vintage que identifica a Dead Lord, pero al momento de llegar a su estribillo, todo regresa a puerto seguro más allá del tenue piano que escucha en algunos instantes.

Sin embargo, para crear un álbum dentro de tiempos de reconstrucción, la mejor opción es aferrarse a la fórmula probada. De esta manera, nos encontramos con la directa y completamente hellacopteriana "The loner's ways", la setentera y barroca "Gonna get me" y la acelerada "Dystopia" con su inicio cósmico. Más allá de las obvias referencias, bien podríamos rescatar a la potente "Bridges", un tema donde podemos deleitarnos con la capacidad interpretativa de Adam Lindmark en los tambores mientras los constantes arreglos de guitarra nos transportan por instantes al NWOBHM setentero; delimitando al mismo tiempo que la banda podría retomar este sendero gracias al duelo de guitarras de Nordin y Krim, a la idea compositiva que le da coherencia al track, y a la intensidad lograda en la grabación.


Surrender abre como la demoledora "Distance over time" y su demostración de cómo se emplean las guitarras gemelas en el hard rock sueco del nuevo siglo. La velocidad constante del track permite arrebatar la atención al oyente para jamás devolverla. El ritmo entrecortado se torna filoso en cada una de las estrofas pero al mismo encuentra una ligera cadencia al llegar al estribillo, elemento que identifica sin lugar a dudas a todas las composiciones de Dead Lord. Casi desde el primer segundo del tema nos encontramos al borde del sillón esperando un ansiado solo de guitarra espectacular, que cuando llega sólo tenemos que dejar que explote irremediablemente en las bocinas. Asimismo, "Distance over time" logra ofrecer un nervioso puente sonoro de tarola sostenida hasta que la tensión revienta en mil pedazos para alcanzar sosiego en las frases del coro. Sin lugar a dudas, ésto es el hard rock sueco!!


Más allá de aquellos tracks explosivos que sin duda sirven de singles directos, debemos identificar al Surrender como un álbum de transición dentro de la discografía de Dead Lord. En algunos temas se puede saborear algunas experimentaciones que nos permiten olfatear los nuevos aires que podría tomar la banda sueca en un futuro, pero quizá todo sea prematuro mientras la nueva alineación no se afirma dentro del local de ensayos y sobre los escenarios. Por lo pronto, este disco satisface a los seguidores del cuarteto de Estocolmo al ofrecerles más de la misma dosis conocida, pero para quienes cavamos sobre su contenido en búsqueda de tesoros, tendremos la suerte de escuchar cosas frescas que permitan sembrar esperanzas hacia un desarrollo sonoro del grupo sin que éste pierda su estilo probado.

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