Aún están en nuestro recuerdo aquellos acordes secos de "Slipstream", aquel tema desgarrador de imágenes panópticas que hacía coincidir el lamento femenino con un stoner robótico bajo las premisas del Queens of the Stone Age de principios de siglo. Los responsables de aquel track venenoso eran cuatro chicos de Adelaide que bajo el nombre de Kitchen Witch nos ofrecían una mirada propia de aquel sonido californiano que transformaba al desierto en un áspero elixir lisérgico que se deshace de manera aletargada en nuestras débiles bocinas saturadas.
Aquel álbum publicado en abril de 2017 titulado de manera homónima (reseña-review) recuperaba algunos tracks presentados previamente en dos EP: el Trouble de enero de 2015 y el Back to the mud de junio de 2016. Sin embargo, es hasta agosto de 2020 cuando Kitchen Witch nos comparte un álbum completo construido de manera íntegra a través de siete temas que dota de una personalidad más definida a la banda por medio de un sonido más trabajado y composiciones más definidas a través de un concepto.
Bajo el nombre de Earth and ether podemos encontrar una colección de siete temas que logran su coherencia sonora a través del uso de acordes desgarradores que entonan melodías hipnóticas y que al mismo tiempo alcanzan su deleite por medio de una poderosa voz femenina que hechiza de manera irremediable. Más allá de esta esencia poderosa, Kitchen rescata su gusto por el blues rastrero que queda bien definido en la impresionante "Sunrise" y su pesado letargo que asemeja a una insolación obtenida por una larga exposición al sol desértico, pero el este álbum encuentra su clara definición en el stoner rebuscado de efectos alucinógenos que se escuchan de manera determinante en la inaugural "Lost", una oda que habla del extravío de la razón ante el enfrentamiento contra la incomprensión.
Las guitarras de Conor Kinsella mantienen ese tufo a desierto psicotrópico durante la totalidad del Earth and ether, pero al combinarse con las percusiones poderosas de John Russo y el pantanoso bajo de Simon Elliot, los temas que conforman el álbum tienen la posibilidad de viajar hacia dos ambientes que en podrían ser considerados contradictorios. Por un lado podemos saborear algunas texturas cósmicas que nos hacen perder la noción del suelo, pero por el otro tenemos la oportunidad de deleitarnos con fangosas melodías que nos ahogan con su misterio y zozobra; aunque ambas posturas logran dotar de versatilidad al material discográfico y convertirlo en una pieza digna de escucha detenida y deleitable.
Parece obvio que nuestra atención sea robada por las voces de Georgie Cosson, algo que ocurre de manera frenética en aquel tema que le da nombre al álbum, un track de melodía que poco a poco nos rodea hasta abandonarnos a nuestra suerte; pero la voz de la bruja australiana sabe tomarnos de la mano para mostrarnos de manera detenida todo el abismo sonoro que es provocado por la banda. Algo semejante ocurre con la eléctrica "Chase the sun", pues la rubia cantante logra atravesar el muro de ruido para enseñar lo que se guarda en su interior más allá de las distorsiones insistentes.
El riff asesino de "The frontal lobe" se acerca peligrosamente a un stoner metal infeccioso que al mismo tiempo ofrece mayores posibilidades acústica a la banda australiana, una rabia sin contención que explota frente a nosotros y que sólo nos permite unirnos al violento frenesí. Por si ello fuera poco, el Earth and ether concluye con la sombría "Many moons" que nos ofrece algunas notas de didgeridoo que son transformadas en una armonía sumamente electrificada que satura el audiorama hasta logar la perdición definitiva de nuestras neuronas.
de cuando estaba de piernas cruzadas por la luna y las luz de las velas
las ratas, los murciélagos y las arañas también estaban allí
No bromeo, era una imagen psicópata
Quemé esas palabras que me detuvieron en una barbacoa
Oh, tan lindo y rizado y negro.
El humo que se elevó de esa ceniza
limpiaba el aire y lavé mi cabello
no tenía idea cuánto cambiarían las mareas.
Evocando esas buenas intenciones, las otras las quemé.
Una cueva de malicia bajo el árbol de la vida.
Un santuario que alberga murciélagos en la noche.
La fruta permanece latente en lo profundo de sus extremidades.
La primavera trae cosecha y muchas asambleas."
El tema que ha servido de promoción para el lanzamiento del Earth and ether es "Cave of Mischief", un track que de manera irónica escapa del sonido general del álbum al sumergir dentro de un pozo el sonido general de los instrumentos, conteniendo su furia más allá de la intensidad que contienen la propia melodía. Mientras observamos a la banda entre múltiples colores y ruido blanco a través de un trabajo visual realizado por Capital Waste, la música nos va arrastrando con ella a su abismo hasta que nos obligar caer rendidos a su propuesta ahogada. Aquel stoner que distingue a Kitchen Witch queda reducido a un hard psych que logra su explosión definitiva en un interesante solo de guitarra de infinitas notas y una aceleración adictiva.
Siempre será reconocido y valorado el esfuerzo que realizan algunas bandas por retomar algún género sonoro con la intención de alimentarlo hasta hacerlo llegar hacia nuevos senderos dentro de un esfuerzo arriesgado que rompe reglas y clichés. Earth and ether logra romper las cadenas del rock desértico hasta ofrecer una personalidad propia a Kitchen Witch, pero es necesario tener pies de plomo al recorrer sus rincones si uno desea realmente saborear sus posibilidades más allá de los elementos distintivos de un estilo musical muy socorrido en las últimas dos décadas. Hay que permitir que los acordes del último álbum de la banda australiana escapen por las bocinas hasta que nos dejen hablar con su propia voz...
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