Con el paso de los años, el blues no sólo se convirtió en el género musical distintivo de los Estados Unidos de América durante el siglo XX, pues también fue la base sonora que permitió a diversos estilos nacer y desarrollar en otras tendencias auditivas. Etiquetar el día de hoy a una banda dentro del blues sería un error, pues en una época dominada por la fusión y el intento por crear un estilo propio ha provocado que cada grupo tome su propio camino. Esto es lo que pasa exactamente con Royal Sons, que gracias a su álbum debut, se han colocado dentro de las murallas de dicho género y al mismo tiempo las ha derribado de un solo golpe.
Cuatro músicos nacidos en la zona metropolitana que une a Dallas y Forth Worth, Texas se dieron a la tarea de compartir experiencias dentro de diversas bandas. Las capacidades de los guitarristas Chad Beck y Johnny McConlogue, el bajista Marcus Gonzales y el baterista Javier Garza los llevaron a coincidir también en diversas grabaciones de una disquera, por lo que fue natural para ellos plantearse la formación de un grupo en 2016. Sin embargo, no fue hasta la inclusión del vocalista Blake Parish que todo realmente tomó un rumbo claro.
Al escuchar Praise & warships, es imposible imaginar que éste es un álbum debut. Al transcurrir cada uno de sus once track podemos saborear las múltiples posibilidades que tiene Royal Sons, aunque bien se puede descubrir el origen de las mismas sin se escuchan detenidamente. El disco inicia con la innegable zeppeliana de "The devil's knockin'" gracias a su blues electrificado de guitarra slide, pero que al pasar algunos minutos, se convierte en un hard rock muy cercano a la escuela del Aerosmith de los setentas. No muy lejos de lo logrado por los también texanos Scorpion Child, podemos escuchar temas venenosos de buen rock pesado basado en riffs adictivos como en "Shuffin' shoes" y la francamente pegajosa "Taste of the whip"; aunque en el disco entran uno que otro experimento sonoro como la vaquera "Órale culeros" o la stoner "Familiars".
Sin embargo, el primer disco de Royal Sons respira por medio del blues americano y sus asimilación por la cultura popular. Un ejemplo vivo está en "The eye" con su tributo de los ritmos ancestrales de los primeros pueblos norteamericanos en mezcla perfecta con el blues electrificado, lo que recuerda lo logrado por The Picturebooks, The Black Keys o All Them Witches. La obscura y áspera "Nobody has to know" repta por los suelos hasta mordernos el tobillo, aunque es el tema que le da nombre al álbum cuando terminamos por entender el sonido de Royal Sons por medio de aquel blues desgarrador y todos aquellos sonidos surgidos a partir del efecto de distorsión como es el hard psych, el stoner y el rock revival que ha encontrado en América una tierra fértil.
El primer single promocional del Praise & warships fue "Let it burn", el track que quizá escapa más de lo que podríamos llamar "el estilo de la banda". Por medio de una hipnótica figura que se arrastra poco a poco hasta hechizar al primero que se cruce en su camino con su figura en forma de loop, la canción refleja coraje que termina por explotar de manera incendiaria e hiriente. Combustión de alto alcance y persistencia que incinera todo lo que toca, sonido misterioso que a la menor provocación estalla en un estruendo abrasador que recuerda los ataques mortíferos con napalm como en los ocurridos en los diversos conflictos armados de intervención realizados por Estados Unidos en el siglo pasado. Guitarras hirientes sobre un ritmo constante, una voz que pasa del suspiro al clamor y el irónico juego de ruido y sonido que permite crear una perfecta atmósfera de zozobra que cae con todo su peso sobre el oyente.
"Estamos en el desierto tratando de encontrar nuestro camino a casa. Tal vez no hay nada por lo cuál volver, así que sólo me dejaré quemar. Secretos escondidos y archivos de mentiras, pero eso no significa nada para mí. Me haces preguntas y yo te daré mis respuestas, así que no te sorprendas si te punzan. Desde el borde de la obscuridad de donde algo viene por mí, ojos cegados por la maldad vienen para liberarme. Yo no quiero saber... Napalm!! "
Anticipando el lanzamiento de Praise & warships que se llevó a cabo a finales de octubre de 2018, Royal Sons publicó el video promocional de "Let it burn"; trabajo visual dirigido por Dustin Schneider de Plastik Object Photography y editado por Johnny McConlogue, guitarrista de la banda. Bajo una estética vintage generado por el fuerte color sepia, observamos al quinteto texano interpretando su tema sobre el escenario mientras la lenta velocidad otorga una sensación de añoranza e intensidad. Entre público y amplificadores, Royal Sons demuestran su calidad interpretativa.
Si buscáramos adjetivos al hard blues construido por Royal Sons en su esperado álbum debut serían los de "esotérico" y "tribal" gracias al sonido creado por Barry Saling y los años de experiencia que tienen los miembros de la banda entre salas de ensayo y cuartos de grabación. Más allá de las múltiples posibilidades compositivas del Praise & warships, el primer disco del cuarteto texano logra colocar cada uno de los elementos que lo conforman en su lugar preciso, permitiendo al oyente escuchar cada instrumento de manera definida y al mismo tiempo uniforme con el resto de sonidos. Regresemos la aguja al primer surco del álbum nuevamente y disfrutemos de manera detenida este material, pues además de gozar de un hard blues electrificado bien logrado, tenemos la oportunidad de escuchar a una nueva banda con la intención de refrescar al género más allá de las etiquetas...
Sin embargo, el primer disco de Royal Sons respira por medio del blues americano y sus asimilación por la cultura popular. Un ejemplo vivo está en "The eye" con su tributo de los ritmos ancestrales de los primeros pueblos norteamericanos en mezcla perfecta con el blues electrificado, lo que recuerda lo logrado por The Picturebooks, The Black Keys o All Them Witches. La obscura y áspera "Nobody has to know" repta por los suelos hasta mordernos el tobillo, aunque es el tema que le da nombre al álbum cuando terminamos por entender el sonido de Royal Sons por medio de aquel blues desgarrador y todos aquellos sonidos surgidos a partir del efecto de distorsión como es el hard psych, el stoner y el rock revival que ha encontrado en América una tierra fértil.
El primer single promocional del Praise & warships fue "Let it burn", el track que quizá escapa más de lo que podríamos llamar "el estilo de la banda". Por medio de una hipnótica figura que se arrastra poco a poco hasta hechizar al primero que se cruce en su camino con su figura en forma de loop, la canción refleja coraje que termina por explotar de manera incendiaria e hiriente. Combustión de alto alcance y persistencia que incinera todo lo que toca, sonido misterioso que a la menor provocación estalla en un estruendo abrasador que recuerda los ataques mortíferos con napalm como en los ocurridos en los diversos conflictos armados de intervención realizados por Estados Unidos en el siglo pasado. Guitarras hirientes sobre un ritmo constante, una voz que pasa del suspiro al clamor y el irónico juego de ruido y sonido que permite crear una perfecta atmósfera de zozobra que cae con todo su peso sobre el oyente.
"Estamos en el desierto tratando de encontrar nuestro camino a casa. Tal vez no hay nada por lo cuál volver, así que sólo me dejaré quemar. Secretos escondidos y archivos de mentiras, pero eso no significa nada para mí. Me haces preguntas y yo te daré mis respuestas, así que no te sorprendas si te punzan. Desde el borde de la obscuridad de donde algo viene por mí, ojos cegados por la maldad vienen para liberarme. Yo no quiero saber... Napalm!! "
Anticipando el lanzamiento de Praise & warships que se llevó a cabo a finales de octubre de 2018, Royal Sons publicó el video promocional de "Let it burn"; trabajo visual dirigido por Dustin Schneider de Plastik Object Photography y editado por Johnny McConlogue, guitarrista de la banda. Bajo una estética vintage generado por el fuerte color sepia, observamos al quinteto texano interpretando su tema sobre el escenario mientras la lenta velocidad otorga una sensación de añoranza e intensidad. Entre público y amplificadores, Royal Sons demuestran su calidad interpretativa.
Si buscáramos adjetivos al hard blues construido por Royal Sons en su esperado álbum debut serían los de "esotérico" y "tribal" gracias al sonido creado por Barry Saling y los años de experiencia que tienen los miembros de la banda entre salas de ensayo y cuartos de grabación. Más allá de las múltiples posibilidades compositivas del Praise & warships, el primer disco del cuarteto texano logra colocar cada uno de los elementos que lo conforman en su lugar preciso, permitiendo al oyente escuchar cada instrumento de manera definida y al mismo tiempo uniforme con el resto de sonidos. Regresemos la aguja al primer surco del álbum nuevamente y disfrutemos de manera detenida este material, pues además de gozar de un hard blues electrificado bien logrado, tenemos la oportunidad de escuchar a una nueva banda con la intención de refrescar al género más allá de las etiquetas...
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