Örebro solía ser reconocida en el mundo por su castillo medieval y su pasado comercial, pero a finales del siglo XX, esta ciudad sueca comenzó a llamar la atención por ser el lugar que albergaría una incipiente escena de rock vintage que bebía directamente del hard rock de finales de los años sesentas y el naciente doom de principios de los años setentas. De las cenizas de Norrsken (mítica banda de rock de recuerdos psicodélicos y blueseros) surgieron dos de las bandas más influyentes del rock retro de Suecia y de Europa: Graveyard y Witchcraft.
Teniendo en la figura de Magnus Pelander a su líder natural, Witchcraft nació en el año 2000 como un proyecto que buscaba continuar lo hecho por Norrsken pero con un toque de obscuridad al estilo de la legendaria banda Pentagram de Bobby Liebling y por aquel Roky Erickson, guitarrista y voz de los 13th floor elevators y The Aliens. La primera alineación de Witchcraft contó con el guitarrista John Hoyles y a los hermanos Henriksson, Jess en la batería y Ola en el bajo eléctrico. Tras algunos demos, la banda debutó discográficamente hasta 2004, pero Jess Henriksson abandonaría la batería para convertirse en el productor musical de la banda. Sin embargo, durante el periodo de formación y consolidación de Witchcraft como grupo, otra semilla se estaba germinado dentro de sus terrenos de sonidos tributarios y avejentados... Troubled Horse.
En la búsqueda de un sonido propio más allá de lo dictado por Magnus Pelander, el resto de los miembros originales de Witchcraft comenzaron a tocar por su lado, maquetando algunas ideas y disfrutando de la libertad creadora más allá del jefe. No fue sino hasta después de la publicación de The alchemist de Witchcraft en 2007 que Hoyles y los hermanos Henriksson decidieron retomar aquel proyecto sin Pelander, llevándolos a tomar la decisión de abandonarlo definitivamente para darle forma a su nueva banda. Ahí es donde entra Martin Heppich, un desconocido y barbado cantante que tenía la capacidad de escribir buenas líricas, redondeando así el concepto musical que buscaban.
De la mano de la disquera Crusher Records, Troubled Horse lanzó un disco de 7" con dos canciones para presentarse ante el mundo. Esta probada les sirvió para que la reconocida Rise Above Records los firmara para la grabación de un disco completo, mismo que tendría una mejor producción, además de difusión. Fue así que para finales de 2012, Örebro regalaba al mundo tres joyas discográficas que definirían el rumbo del hard rock europeo: la reconstrucción sonora contenida en Legend del nuevo Witchcraft de Pelander publicado en septiembre, el definitorio y contestatario Lights out de Graveyard en octubre, y el estreno de Troubled Horse en noviembre bajo el título Step inside.
Bajo la supervisión técnica en el estudio de grabación hecha por Anders Alexandersson (quien tenía experiencia trabajando en lsa consolas con Opeth), Troubled Horse construyó un excelente disco condensado en 10 odas vintage que reconocen plenamente su factura elaborada en el siglo XXI. En el disco podemos el instinto garage de los 60 de gente como The Animals, The Kinks y hasta de The Sonics y MC5; momentos psicodélicos inspirados en Grateful Dead y los propios 13th Floor Elevators; la densa obscuridad de Black Sabbath y Pentagram; y hasta la potencia sonora de Dust. Sin embargo, es innegable el sabor de hijos bastardos de Witchcraft y, en menor medida, de Graveyard.
Una muestra del variado universo sónico del Step inside la encontramos en uno de sus sencillos, mismo que formó parte del acetato de 7" presentado en 2010: "Bring my horses home". Sin piedad ni reparo, un imponente coro de seis momentos descendentes nos deja helados, atentos y dispuestos a escuchar lo que sigue. Una guitarra de entrecortados acordes sirve de base para un ritmo contagioso y una estrofa contundente en la voz de Martin Heppich, aquel barbado desconocido que termina convertidoo en el frontman ideal bajo una gorra policial y una fuerte presencia escénica. Por si fuera poco, un sentido solo de guitarra en las manos de John Hoyles nos lleva al cielo, pero como marca de la casa, Troubled Horse termina cambiando la intensidad por un riff denso de baja velocidad y nos hace caer por un mágico tobogán introspectivo de bajeo impenetrable hecho por Ola Henriksson y un ácido teclado interpretado por el músico invitado Jim Lundin.
"Intenta imaginar qué pasaría si la vida fuera más sencilla de lo que conoces, más allá de la mentira y con tus sueños derrumbando barreras. Sin embargo, la vida no es así...te necesito a mi lado, dejando que las cosas ocurran para no seguir cayendo. Cualquiera diría que eso sería muy fácil, pero realmente no lo creo."
Para acompañar la promoción del disco, Troubled Horse publicó un video de "Bring my horses home" , el cual fue dirigido por Jonas Wahlstrand. En sus imágenes podemos observar a la banda tocando en un lúgubre ambiente provocado por la obscuridad de un bosque, mientras algunos reflectores nos permiten ver a un hermosos corcel. Para no ocultar la influencia vintage, el video tiene algunos efectos psicodélicos de caleidoscopios y simetrías que mezclan caballos, amplificadores y mujeres desnudas bajo un velo de misterio y neblina. Si somos un poco observadores, pudimos notar que este video no está el baterista Jess Henriksson (por dedicarse a realizar distintos trabajos de producción musical) ni el guitarrista John Hoyles (quien decidió darle prioridad a su otro proyecto, Spiders, banda hecha con su hermana Ann-Soffie y que se refugia en sonidos crudos, roqueros y garageros en franco recuerdo a los legendarios The Hellacopters). Estos cambios son los que dejaron a la deriva el álbum debut de Troubled Horse, quedándose tan sólo como una joya olvidada de un momento explosivo de la música sueca.
Step inside va desde los acordes agresivos de referencias hard rock hasta texturas francamente pop, pero es precisamente en ese amplio margen el que logra que el disco funcione bien, mostrándonos así qué era lo que se estaba escuchando en Suecia durante 2012. Sin embargo, Troubled Horse se quedó en el limbo por varios años en los cuales Martin Heppich ha tratado de sacar el barco a flote. En la página de Facebook de la banda se anunció que en enero de 2016 habían regresado a los estudios de grabación para trabajar en su segunda producción, así que sólo nos queda esperar cuál será la nueva línea musical que tendrá el grupo luego de tantos años sin saber de ellos y luego de los cambios que han tenido en su alineación.
Una muestra del variado universo sónico del Step inside la encontramos en uno de sus sencillos, mismo que formó parte del acetato de 7" presentado en 2010: "Bring my horses home". Sin piedad ni reparo, un imponente coro de seis momentos descendentes nos deja helados, atentos y dispuestos a escuchar lo que sigue. Una guitarra de entrecortados acordes sirve de base para un ritmo contagioso y una estrofa contundente en la voz de Martin Heppich, aquel barbado desconocido que termina convertidoo en el frontman ideal bajo una gorra policial y una fuerte presencia escénica. Por si fuera poco, un sentido solo de guitarra en las manos de John Hoyles nos lleva al cielo, pero como marca de la casa, Troubled Horse termina cambiando la intensidad por un riff denso de baja velocidad y nos hace caer por un mágico tobogán introspectivo de bajeo impenetrable hecho por Ola Henriksson y un ácido teclado interpretado por el músico invitado Jim Lundin.
"Intenta imaginar qué pasaría si la vida fuera más sencilla de lo que conoces, más allá de la mentira y con tus sueños derrumbando barreras. Sin embargo, la vida no es así...te necesito a mi lado, dejando que las cosas ocurran para no seguir cayendo. Cualquiera diría que eso sería muy fácil, pero realmente no lo creo."
Para acompañar la promoción del disco, Troubled Horse publicó un video de "Bring my horses home" , el cual fue dirigido por Jonas Wahlstrand. En sus imágenes podemos observar a la banda tocando en un lúgubre ambiente provocado por la obscuridad de un bosque, mientras algunos reflectores nos permiten ver a un hermosos corcel. Para no ocultar la influencia vintage, el video tiene algunos efectos psicodélicos de caleidoscopios y simetrías que mezclan caballos, amplificadores y mujeres desnudas bajo un velo de misterio y neblina. Si somos un poco observadores, pudimos notar que este video no está el baterista Jess Henriksson (por dedicarse a realizar distintos trabajos de producción musical) ni el guitarrista John Hoyles (quien decidió darle prioridad a su otro proyecto, Spiders, banda hecha con su hermana Ann-Soffie y que se refugia en sonidos crudos, roqueros y garageros en franco recuerdo a los legendarios The Hellacopters). Estos cambios son los que dejaron a la deriva el álbum debut de Troubled Horse, quedándose tan sólo como una joya olvidada de un momento explosivo de la música sueca.
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