Cuando escribimos Witchcraft hacemos referencia a una de las bandas más importantes dentro del movimiento vintage en Suecia, en Escandinavia y la Europa completa. Desde su formación en el 2000 de los restos de la mítica Norrsken, la banda ha girado alrededor de la figura de Magnus Pelander quien ha ido madurando con el paso de los años con su concepto musical hasta llegar al día de hoy con la publicación de su último disco: Nucleus.
Esta nueva producción fue presentada en enero de 2016 a través de Nuclear Blast, el cual está conformado por 10 tracks y con una duración total de una hora y trece minutos. Con una placa de enormes proporciones y piezas de hasta quince minutos, uno podría esperar un disco muy denso y difícil de escuchar, sin embargo, Nucleus es una obra de gran manufactura ya que los distintos tiempos que maneja logra que no perdamos la atención en el mismo, obligándonos a escucharlo completo y no reducirlo a una sola pista.
Para poder entender este disco, es necesario recordar un poco de la historia de Witchcraft. Tras conformarse como banda luego de un proyecto tributo a Bobby Liebling de Pentagram y a Rory Erickson de The 13th Floor Elevators, el grupo se estableció hasta que publicó su álbum debut en 2004. Sin embargo, desde entonces la agrupación ha cambiado de integrantes manteniendo sólo como miembro original y guía espiritual a Pelander; pero no debemos olvidar a gente importante como los hermanos Henriksson, Jens (baterista) y Ola (bajista) quienes forman parte de Trouble Horse, y el guitarrista John Hoyles, quien además de haber formado parte de esta banda, hoy tiene en Spiders su proyecto principal.
En 2015, Palender reconstruyó a Witchcraft para meterse a los estudios Bombshelter a grabar de la mano de Philip Saxin y Anton Sundel en la producción y mezclado del material. Para este disco, la banda estaría formada por Magnus en las guitarras y voces, Rage Widerberg en la batería y Tobias Anger en el bajo. Escondidos tras misteriosas máscaras, el trío comenzó a meterse en las redes sociales, páginas electrónicas y revistas especializadas con la intención de hacer ruido alrededor de su nuevo material.
En 2015, Palender reconstruyó a Witchcraft para meterse a los estudios Bombshelter a grabar de la mano de Philip Saxin y Anton Sundel en la producción y mezclado del material. Para este disco, la banda estaría formada por Magnus en las guitarras y voces, Rage Widerberg en la batería y Tobias Anger en el bajo. Escondidos tras misteriosas máscaras, el trío comenzó a meterse en las redes sociales, páginas electrónicas y revistas especializadas con la intención de hacer ruido alrededor de su nuevo material.
En noviembre de 2015 fue presentado como antesala al quinto disco de la banda el single The outcast, sencillo que contiene una versión editada de dicha canción en comparación a la publicada en el Nucleus y la canción "Even in his youth" como lado "B". Con esta pequeña probada, Magnus Pelander nos muestra la nueva cara de su Witchcraft, pero para sorpresa de todos, el sonido de la banda regresa a sus orígenes de hard rock setentero para mezclarlo con el amplio abanico del rock progresivo, pasando desde los clásicos Jethro Tull y King Crimson hasta la actualidad de Dream Theate y Opeth.
"The outcast" regresa a los riffs de guitarras directos que Witchcraft tenía en sus principios, pero en dichas figuras nos encontramos con una flauta transversa que nos remite directamente a Ian Anderson de Jethro Tull. Aquel sabor vintage que ha distinguido a la banda sueca regresa en este track gracias a las guitarras wah, los cambios de ritmo que tributan al rock progresivo de los años setenteros, la energía en las percusiones que no dejan de golpear un segundo, y la magia de la flauta a través de los pulmones de Chistoffer Wadenstrein, músico invitado que ha trabajado en el Watershed de Opeth. Explosiva melodía de lírica que busca quebrar lo establecido, romper las fronteras del sistema y sumergirnos en los océanos de la reflexión, el análisis y la crítica.
"Todos lo sabemos, pero nadie lo demuestra. Es difícil de admitirlo, pero debemos conseguir de dónde agarrarnos. Tenemos arena en los ojos, pero tenemos la gloria a la vista por decir lo menos... Mi análisis es superficial, pero reflexiono y ese el punto, me mantiene en la tierra. Cargo mi esperanza porque alguien amarrado será otro muerto. El juego del intelecto se trata de no ahondar porque nuestra vista es borrosa, por decir lo menos. Estoy salvando la nación de la mala economía y hacerlo es como navegar en un mar sin fin..."
Ante el mundo cegado por el sistema capitalista, el individualismo exacerbado y los medios masivos de información, existe algunos marginados, algunos parias, algunos desadaptados que con el pensamiento, la reflexión y la duda rompen con las cadenas de la "vox populi" y del "deber ser" para ver más allá de lo establecido, más allá de la cortina de humo creada para generar distracción y olvido a lo que realmente rodea a la sociedad, a las naciones, al mundo.
Nucleus es una obra colosal, no sólo por la magnificencia de sus temas, sino por el tratamiento que tiene cada uno de los tracks. El quinto disco de Witchcraft bebe directamente de la fuerza bruta que esta versión de la banda tiene en escencia, aunque al mismo tiempo se puede detectar toda la reflexión y el trabajo que realizó Magnus Pelander para concebir esta obra, un disco donde podemos detectar ese gusto por la fuerza del hard rock vintage, por las caprichosas mareas progresivas, por la densidad que tuvo el doom en sus momentos de gestación y por el estruendo del stoner cuando se funde con el metal.
Witchcraft nuevamente ha dado un paso hacia adelante con una enorme producción, por lo que no nos debería caer de extraño que la banda haya escogido "The outcast" como el primer sencillo del disco, un tema corto de tres momentos claros y figuras melódicas definidas que llegan directamente al gusto del escucha. Nucleus es un laberinto sonoro que puede desconcertar a la primera oída, pero temas como "The outcast" nos sirven como madeja de hilo para entrar, enfrentar al Minotauro, y salir de nuevo a la luz. Este disco es sin duda una colección de lo mejor de Witchcraft en sus cuatro discos anteriores, una recuperación de la atmósfera obscura y los riff directosde los primeros discos en mezcla perfecta con la fuerza y las líricas barrocas de los últimos discos; una mezcla que ha regresado a la banda a los reflectores y a Magnus Pelander al reconocimiento como un genio de nuestros tiempos.
"The outcast" regresa a los riffs de guitarras directos que Witchcraft tenía en sus principios, pero en dichas figuras nos encontramos con una flauta transversa que nos remite directamente a Ian Anderson de Jethro Tull. Aquel sabor vintage que ha distinguido a la banda sueca regresa en este track gracias a las guitarras wah, los cambios de ritmo que tributan al rock progresivo de los años setenteros, la energía en las percusiones que no dejan de golpear un segundo, y la magia de la flauta a través de los pulmones de Chistoffer Wadenstrein, músico invitado que ha trabajado en el Watershed de Opeth. Explosiva melodía de lírica que busca quebrar lo establecido, romper las fronteras del sistema y sumergirnos en los océanos de la reflexión, el análisis y la crítica.
"Todos lo sabemos, pero nadie lo demuestra. Es difícil de admitirlo, pero debemos conseguir de dónde agarrarnos. Tenemos arena en los ojos, pero tenemos la gloria a la vista por decir lo menos... Mi análisis es superficial, pero reflexiono y ese el punto, me mantiene en la tierra. Cargo mi esperanza porque alguien amarrado será otro muerto. El juego del intelecto se trata de no ahondar porque nuestra vista es borrosa, por decir lo menos. Estoy salvando la nación de la mala economía y hacerlo es como navegar en un mar sin fin..."
Ante el mundo cegado por el sistema capitalista, el individualismo exacerbado y los medios masivos de información, existe algunos marginados, algunos parias, algunos desadaptados que con el pensamiento, la reflexión y la duda rompen con las cadenas de la "vox populi" y del "deber ser" para ver más allá de lo establecido, más allá de la cortina de humo creada para generar distracción y olvido a lo que realmente rodea a la sociedad, a las naciones, al mundo.
Nucleus es una obra colosal, no sólo por la magnificencia de sus temas, sino por el tratamiento que tiene cada uno de los tracks. El quinto disco de Witchcraft bebe directamente de la fuerza bruta que esta versión de la banda tiene en escencia, aunque al mismo tiempo se puede detectar toda la reflexión y el trabajo que realizó Magnus Pelander para concebir esta obra, un disco donde podemos detectar ese gusto por la fuerza del hard rock vintage, por las caprichosas mareas progresivas, por la densidad que tuvo el doom en sus momentos de gestación y por el estruendo del stoner cuando se funde con el metal.
Witchcraft nuevamente ha dado un paso hacia adelante con una enorme producción, por lo que no nos debería caer de extraño que la banda haya escogido "The outcast" como el primer sencillo del disco, un tema corto de tres momentos claros y figuras melódicas definidas que llegan directamente al gusto del escucha. Nucleus es un laberinto sonoro que puede desconcertar a la primera oída, pero temas como "The outcast" nos sirven como madeja de hilo para entrar, enfrentar al Minotauro, y salir de nuevo a la luz. Este disco es sin duda una colección de lo mejor de Witchcraft en sus cuatro discos anteriores, una recuperación de la atmósfera obscura y los riff directosde los primeros discos en mezcla perfecta con la fuerza y las líricas barrocas de los últimos discos; una mezcla que ha regresado a la banda a los reflectores y a Magnus Pelander al reconocimiento como un genio de nuestros tiempos.
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