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viernes, 31 de enero de 2020

Satánico Pandemoniun : entre máscaras y blasfemias


Escribir sobre el álbum debut de Satánico Pandemonium a partir de la obvia referencia a la película de 1975 dirigida por Gilberto Martínez Solares sería muy sencillo. Más allá de influencias e inspiraciones a través de una obra cinematográfica, la propuesta sonora hecha por esta banda de la Ciudad de México tienen los elementos suficientes para ser analizados por ellos mismos gracias a su densa interpretación y la atmósfera ritual que les acompaña.

Para aquellos que no están empapados de la escena underground mexicana alrededor del doom psicodélico, desde a mediados de 2018 se fue corriendo de boca en boca el rumor de una banda de enmascarados que se habían juntado para crear un nuevo proyecto más allá de lo que cada integrante hacía en otras agrupaciones con un nombre propio forjado. Una vez preparado su poderoso trabajo sonoro, el grupo aprovecho cada una de las oportunidades para presentarse para construir una leyenda a partir de ásperas interpretaciones y una presencia escénica digna de la música que ofrecían y precisa con respecto al mensaje.


Con integrantes de Chacal, Rivers of Gore, La Prístina Stereotipia y La Maquinaria del Sueño, nos encontramos con un salvaje combo aferrado al doom más lisérgico que tiene en la obsesión de las atmósferas saturadas e instrumentales su soporte sonoro para desarrollar un viaje tóxico por senderos obscuros que remiten a rituales satánicos, posesiones demoníacas y sacrificios dedicados al maligno. Satánico Pandemonium nos había amenazado en un primer momento con demo Sexxxorcista lo que podríamos esperar con su propuesta: un material alucinógeno acompañado de extractos sonoros de películas serie B y bajo presupuesto donde el común denominador era la sexualidad y la muerte.Sin embargo, las cosas fueron desarrollándose de manera rápida hasta llevar al grupo a los estudios Grábele Grábele a finales de 2019 para registrar su álbum debut con la supervisión técnica de Héctor Fernandez Mosqueda, mismo que fue presentado de manera digital en enero de 2020 bajo el nombre Culto suicida y que en breve será editado en versión física a través de LSDR Records.

Los largos temas que lo conforman se transforman en difíciles pesadillas que toman nuestras fantasías para convertirlas en negros paseos por nuestros demonios internos, aquellos que toman extrañas formas para disfrazarse al igual que los integrantes del Satánico Pandemonium Miguel Castro en la guitarra, Daniel García en el bajo, José Morán "Cosmo" en la batería y Sergio Oscura en los efectos de sonido; cuatro tipos enfermos que utilizan las sesiones canábicas para abrir las puertas que resguardan la ultratumba y compartir lo que se oculta en ella.


Como una boluta de humo que sale tras una bocanada y se expande a nuestro alrededor hasta saturar el ambiente, la inaugural "Las suertes de la magia negra" se desarrolla por medio de una figura de bajo saturado hasta que la melodía cae en un letargo hipnótico del que será imposible escapar gracias a su tentador sabor a aquelarre. Una vez infectados por el veneno de este animal rabioso, Satánico Pandemonium nos ofrece un tema lento y pesado que asemeja el difícil arrastre de un grillete amarrado al tobillo que deja escuchar el lamento de un muerto viviente que poco a poco nos relata su desesperación y coraje; un track que le de nombre al disco.

Las vibraciones de un acorde seco y desgarrador se escapa por las bocinas hasta hacerla tronar, momento ideal para que un ritmo infeccioso nos obligue a danzar alrededor de un fuego ritual en honor del caballero de las tinieblas. Sin embargo, la melodía calma su ímpetu para ofrecernos un himno dedicado al regreso de aquellos que habitan el averno titulado de manera correcta "Olor a muerte". Finalmente, Culto suicida nos regala una poderosa oda viscosa dedicada a un trace desesperado llamado "Mal viaje" que intenta mandar todo al demonio mientras la tétrica música nos ahoga en una fosa de brea de la cual será imposible escapar.


Como si se tratara de una pesada losa que se lleva en la espalda, los cuatro temas del Culto suicida se arrastran de manera penosa hasta que es imposible soportarlos. Sin embargo, y lejos de lo que se podría pensar, el gusto por escuchar estos himnos a la maldad y la muerte está en esa sensación de letargo e hipnosis que provoca la abducción sin opción de evasión. Aquellos cuerpos que cuelgan según la inspiración de Francisco González (el famoso Don Peterete, bajista de la banda chilena Arteaga) nos advierten lo que resguardan al interior del material discográfico, pero una vez rebasado el límite de la imagen, el sonido explota sin mediación en una ácida mezcla de ruido y depravación que sólo estos extraños personajes pueden crear gracias al poder de la música distorsionada y la fértil imaginación que ha sufrido una desviación tras la excesiva exposición a esas viejas películas y aquellas melodías dedicadas al diabólico caballero de las tinieblas...


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