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viernes, 24 de enero de 2020

Hippie Death Cult : obscuridad, rabia y crítica social


Si hubo un disco que fue reconocido y celebrado durante el 2019 fue el álbum debut de Hippie Death Cult, banda poderosa y obscura nacida en Portland, Oregon que construyó una densa obra sonora indispensable para todo aquel amante del contradictorio pero tóxico ruido áspero en coincidencia con la posibilidad lisérgica y misteriosa. Bajo un tufo al primer doom setentero, nos encontramos con una colección de temas adictivas que despiertan el morbo a través de sus sombrías líricas y al mismo tiempo provocan la adicción con aquel sonido que bien podría ser comparado con un obscuro pozo de brea del que será imposible escapar.

Desde el momento en que fue anunciada la publicación del primer disco de la banda norteamericana a través de la reconocida disquera Cursed Tongue Records, los reflectores se posaron sobre el material discográfico. Más allá de las expectativas sembradas en el álbum, Hippie Death Cult logra dar un paso más allá del doom psicodélico que bien se confiensa en el nombre de la banda, para ofrecernos un verdadero aquelarre de obligatoria escucha donde la fuerza, la zozobra y la imaginación salen a flote de aquella neblina sonora llena de guitarras que sabe encontrar la rabia del fuzz con la viscosidad del wah.


Dentro de la tendencia marcada por los sonidos ásperos del stoner y la parsimonia del viejo doom lisérgico, Hippie Death Cult nos ofrece ambientes profundos que nos transportan a los misteriosos escenarios que describen sus líricas, a las líneas melódicas infecciosas que definen cada uno de los temas, y al consolidado sonido construido por el grupo gracias a la capacidad interpretativa de sus integrantes y a la conjugación de los instrumentos lograda a través de una excelente producción técnica realizada por Eddie Brnabic, guitarrista del grupo.

Presentado como 111, el debut del cuarteto de Portland arranca con "Sanctimonius" y su serie de acordes cavernarios que nos remiten de manera inmediata a tétricos y malignos rituales donde la conjugación entre fuerza y zozobra confiesan lo que podremos escuchar en el resto del material. Sin embargo, el siguiente track del disco rompe con cualquier idea preconcebida gracias a una melodía poderosa de guitarras pastosas y contundentes mientras escuchamos una historia de maldición. Luego de escuchar el poder de "Breeder's curse" y la magia final de aquel profundo teclado de Ben Jackson, sabemos que estamos frente un álbum fundamental para el género.


Si buscáramos un tema que pudiera representar el concepto sonoro de doom psicodélico, "Unborn" serviría de ejemplo perfecto gracias a su pegajosa pero aletargada introducción. Luego de escuchar esta canción que tiene la capacidad de transformarse en un afilado cuchillo que penetra en nuestro cuerpo en honor a aquellos niños que jamás llegaron a nacer, Hippie Death Cult puede dar un giro de 180 grados para ofrecernos una melodía acústica bajo el nombre de "Mrtyu", un respiro sonoro que sirve de puente hacia otra granada de fragmentación llena de maldad titulada "Pigs", crítico track que sirvió en un primer momento de single gracias a su obvio sabor a Black Sabbath y sus corrosivas letras que se quejan de manera amarga de la sociedad y la destrucción del medio ambiente.

Una militar batería a cargo de Ryan Moore delimita el tiempo para "Black snake", tema concluyente del 111 conformado por nueve minutos demenciales que se distinguen por la profundidad de la linea del bajo hecha por Laura Phillips, la demencia guitarra de Eddie Brnabic y los apagados juegos vocales de Ben Jackson que saben filtrarse entre las grietas de los constantes cambios melódicos. Como si se tratara de una continuación lírica de "Pigs", "Black snake" retoma la idea de la aniquilación humana gracias a lujos y la tentación de nos ofrece la lógica capitalista.


"No te olvides de soñar y déjalo ser.
No te olvides de respirar y agradece al árbol.
Tal vez no necesites todas esas cosas insignificantes
Salvajes pueden liberarte.
No sociedad...ustedes dos están combinados.
No te quedes atrás, no te olvides de brillar.
Tú vas a morir.

No muerdas la mano que te da de comer
No confíes en lo que piensas sobre todas tus sucias obras.
No vengas de manera barata.

Sentado junto a un arroyo puede que no tengas éxito
bajando por un camino solitario haciendo lo que te dijeron..."

El último sencillo promocional del 111 ha sido "Treehugger" a partir del lanzamiento de un trabajo visual realizado por el multifacético Eddie Brnabic, guitarrista del grupo. Mientras observamos difusas imágenes de la banda entre efectos vintage en simetría, Hippie Death Cult nos ofrece una melodía sombría que se permite a sí misma explotar cuando es necesario; lo que permite comprender las posibilidades sonoras de la banda más allá de la etiqueta del doom lisérgico. Sin embargo, y como podría esperarse, la banda transforma el track por medio de un riff sabbathico que bien podría servir de fondo musical para un aquelarre a la mitad de la noche frente a una fogata ritual mientras la muerte se acerca paso a paso.


111 es un álbum ambivalente, dos rostros de una misma moneda que demuestra la versatilidad de una banda poderosa en su interpretación musical e ingeniosa en su composición. El disco es una muestra de lo que se puede hacer más allá de las etiquetas impuestas al doom, el hard psych y el stoner durante la última década sin abandonar los logros obtenidos dentro del sonido que la ha distinguido. Sus más de cuarenta minutos requieren ser explorados detenidamente para descubrir en ellos todo lo que resguardan a través de la cortina ruidosa y sus adictivas líneas melódicas. Sin lugar a dudas, la propuesta de Hippie Death Cult capturada en su debut permite guardar esperanzas dentro de la áspera escena obscura, por lo que desde ya estamos esperando su continuación...



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