El aquelarre eléctrico se presenta ante nosotros de forma irremediable. El estruendo y la distorsión se toman de la mano con la única finalidad de bailar frente a un fuego ritual en honor al maligno. Gritos y alabanzas entonan odas que narran historias sobre obscuras ceremonias, sacrificios, sangre y venganza. Ante la ruidosa fogata, los pecados se muestran frente a nosotros con todo su poder y su insulto como si se tratara de una desfatacha insinuación más allá de la simple tentación. Mientras el sonido se desintegra poco a poco ante el ardor de una depravada lumbre llena de rabia y hambrienta de poder, el hombre se entrega de manera resignada hacia el encanto de un veneno adictivo ahogado en malicia.
A la luz de los primeros rayos de sol del año 2021, los estridentes acordes de la última bestia maldita de la ácida Italia se hicieron escuchar como si se tratara de un lamento distorsionado dispuesto a seducir los tímpanos de los amantes a los himnos dedicados al demonio. Bajo el nombre de Sonic Demon, nos encontramos ante una escandalosa banda que basa su sonido a través de agresivas guitarras ahogadas en saturación y percusiones violentas que nos proyectan a tiempos prehistóricos. Un velo de misterio se posa sobre este animal rastrero, pero ahora es nuestro menester desentrañar lo que hay en su interior mientras descubrimos sus intenciones.
Sonic Demon nace en el pandémico 2020 a través del encuentro de dos enigmáticos personajes autonombrados con las siglas A. y P. De dicha sociedad dual surgen la creación de una serie de armonías atmosféricas construídas a partir del ruido y la aspereza que desgarrada los tímpanos. La electricidad toma por asalto nuestras bocinas hasta lograr casi su destrucción, pero dentro de aquel muro de sonido se ocultan una serie de melodías lacónicas que hablan sobre los cultos demoniacos y la maldad oculta en ellos.
El dúo italiano ya había amenazado previamente a través de la publicación fugaz de dos demos: Doom 2020 y A thousand suns, ambos materiales creados bajo una estética minimalista y baja fidelidad donde cada instrumento se fue sumando poco a poco como si se tratara de una sucesión de capas de sonido sucio que en conjunto lograba un áspero ambiente de acidez lisérgica y películas giallo. Entre largos pasajes instrumentales y una que otra voz forzada, van transcurriendo cada uno de sus track como si se tratara tan sólo de una antesala de todo lo que tenía Sonic Demon oculto bajo la manga.
El primer trabajo visual de Sonic Demon lo podemos observar a través del video que acompaña a "Black smoke", track inaugural de Vendetta. Mientras se presenta ante nuestra pantalla varios extractos de películas clásicas como Häxen de Benjamin Christensen o La montaña sagrada de Alejandro Jodorowsky en perfecta armonía con algunas imágenes cosmicas de satélites en órbita y estrellas en plena ebullición, escuchamos un riff lento ahogado en fuzz y reverberación que poco a poco nos arrastra a sus abismos. Tras una larga y ácida introducción, el dúo italiano acelera el paso hasta crear una melodía hipnótica que en su estribillo logra acercarse a los fundamentales preceptos de Tony Iommi. Mientras las vibraciones saturan nuestro audiorama, la guitarra toma el control para ofrecernos un solo elemental donde el wah se convierte en su referente principal. De esta manera, todo queda concentrado en ruido, efectos lisérgicos y el ángel caído que busca adeptos para su adoración.
El misterio se posa sobre los integrantes de Sonic Demon, pero para contrarrestar el enigma que podría ser demasiado intrigante para una generación dependiente a la imagen, la banda se ha acercado al trabajo gráfico de Witchdoctor General, integrante de la lisérgica y escandalosa banda Devil's Witches. Aun sin ello, el dúo italiano tiene en su sonido toda la capacidad para llamar la atención del descuidado escucha gracias a la aspereza y los ganchos adictivos de sus melodías. Sin embargo, si una recomendación nos es permitida, para recorrer los escarpados senderos del Vendetta se requiere anda con pies de plomo y paso lento; ya que es facil extraviarse y caer sin remedio a sus barrancos interminables. Es necesario detenerse y permitir que aquel estruendo nos hable por sí mismo más allá de prejuicio y lugares comunes... el esfuerzo será seguramente recompensado.
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