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miércoles, 4 de diciembre de 2019

The Black Furs : el blues de la muerte


Desde varios años, Argentina se ha convertido en un referente obligado para quienes buscan sonidos espesos ahogados en fuzz inspirados en obscuros rituales dedicados al maligno y en mujeres con dudosa reputación. Los nombres de gente como Mephistofeles o Fulanno suenan de manera inmediata en los rincones de nuestras oxidadas neuronas, pero al escuchar la mención a The Black Furs sabemos que estamos frente a una de las bandas más importantes del doom lisérgico de nuestro continente gracias a esa mezcla entre blues electrificado y sonidos atascados en aspereza y maldad.

Si su debut Doomed blues fue una obvia declaración de intenciones y referencias sonoras de 2016 donde se podía escuchar acelerados temas de rock n' roll salvaje inspirados en los viejos sonidos del delta del Mississippi y hasta en el rock desértico que algunos han etiquetado como stoner, la nueva placa de larga duración de la banda argentina es una definición de su estilo hacia las profundidades abismales de los tiempos aletargados y la estridencia auditiva fundamentada en la estridencia de las guitarras.


The Black Furs publicó en agosto de 2019 su Stereophonic freak out vol. 1, un álbum crudo de principio a fin que acaso resguarda algunas trazas de lo que fue su debut. Lejos de ser un rompimiento con su estilo, la banda conformada de manera primaria por el binomio Diego Rey en cuerdas y Eloy Sariego Sierra en percursiones continúa de manera lógica el desarrollo de su sonido hacia elementos llenos de morbidez y lujuria entre una espesa bruma de ruido, feedback y distorsiones tenebrosas. Sin embargo, para logra el registro de la placa el grupo cuenta con las participaciones de diversas personas como Eloy García, Paula Giribaldi, Daniel Gómez, Mariano Decaria o Melissa Spence, quienes colaboran haciendo voces, efectos, percusiones y grabaciones de radio.

Sin lugar a dudas, para esta ocasión The Black Furs nos ha regalado un disco salvaje que nos remite a prehistóricos rituales que mezclan la magia, la obscuridad y la sexualidad para ser dedicados a dioses malignos y entes místicos sedientos de sangre virgen. Bajo un concepto sonoro que la propia banda ha llamado como "blues of death", los argentinos nos recetan una tormenta de meteoritos que caen sobre nosotros con toda su fuerza y gravidez sin piedad alguna.


El escándalo comienza a través de "Smoke it alone", una muestra precisa de lo que debe de ser el papel de las percusiones dentro del doom más ácido y una pequeña advertencia de lo que será el Stereophonic freak out vol. 1: un reto para los oídos sensibles y un oasis para quienes buscan agua fresca dentro de la obscura música estridente. Enseguida podemos escuchar "Shock me cold", un megalítica oda que en lo más profundo de su docena de capas ruidosas se puede saborear la esencia del blues más denso, aquel género que determinó el nacimiento del heavy metal y el futuro doom gracias a las manos mágicas de Toni Iommi y Black Sabbath. En dicho temas podemos disfrutar pequeños instantes tribales, un maravilloso solo de guitarra en wah y hasta un orgasmo construido a través de un acelerado riff que nos arrastra a la destrucción de todo ante nosotros.

Asimismo, Stereophonic freak out vol. 1 desarrolla dos colosos con más de diez minutos cada uno, los cuales son una muestra clara de los nuevos fundamentos sonoros de la banda de aquí en adelante. "Wolfspit" es un aletargado lamento que recuerda a los maestros Electric Wizard gracias a su jadeante melodía y la pesada atmósfera llena de lisérgicos y zumbidos infinitos, aunque al mismo tiempo se permite encontrar un espacio para la improvisación inspirada en el blues electrificado de finales de los años sesenta. De la misma manera, encontramos en "Primitive hell" a un mastodonte tratando de escapar de una fosa llena de brea, un intento frustrado por sacar sus pesadas extremidades de la sustancia viscosa hasta que la muerte se posa sobre la enorme bestia y su alma trasciende a otros planos de la realidad.


Sin embargo, The Black Furs no abandonó del todo sus orígenes y dentro de aquella maraña de ásperos sonidos densos podemos escuchar un blues acústico surgido de lo más profundo de la América negra con su "Don't put so easy my name on a grave", quizá un ligero recordatorio a la poderosa influencia del Led Zeppelin experimental y su "Hats off to (Roy) Harper". Por si fuera poco, los argentinos también nos ofrecen otro breve puente sonoro de transición en "Eucharist of venom", una mística melodía de origen oriental (¿ a lo mejor hindú?) que logra hacer referencia a la portada del álbum creada por ZZ Corpse entre mujeres enigmáticas, magia y serpientes hipnotizadas.


El primer single promocional que se desprende del Stereophonic freak out vol. 1 es "Black Limousine Blues", un track que confiesa su origen genérico a través de su obvia línea melódica mientras juega con la potencia y la distorsión entre referencias a vampiros y demonios. De hecho, los argentinos tienen bien definido lo que podría ser el doom-blues como género musical gracias  a la mezcla de ritmos lentos y adoloridos bajo una atmósfera impenetrable de sonido y efectos que retan al más arriesgado


Mujeres desnudas recortadas de alguna olvidada revista pornográfica a blanco y negro, historias inspiradas en antiguas películas Serie B caracterizadas por malas actuaciones e historias de terror creadas con muy bajo presupuesto, y un sonido áspero que sabe equilibrar los primeros instantes de la música como pesadumbre y dolor frente a la estridencia del nuevo siglo. Eso es Stereophonic freak out vol. 1 y sin contratiempos The Black Furs lo logra. Sin más, el disco se convierte en un material de escucha obligada para los que buscan los nuevos senderos del doom lisérgico, pero de manera  primordial, para los que desean conocer las nuevas posibilidades del rock como medio de expresión sin límites ni cadenas...


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