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miércoles, 19 de mayo de 2021

Greenleaf : cómo contener el estruendo dentro de una burbuja

 


Si existe una banda dentro del amplio audiorama de la escena sueca que tras una incesante búsqueda por un estilo propio estableciera un sonido inconfundible, esa es Greenleaf.  A partir de aquel monstruo sonoro que es el Rise above the meadow de febrero de 2016, y sin olvidar su adictiva y contundente continuación  Hear the rivers de noviembre de 2018 (reseña-review), el cuarteto Borlänge ha conformado perfil acústico muy definido a través de una serie de melodías intensas que son expulsada por las bocinas por medio de un colosal estruendo al cual nadie podría pasar desapercibido. Sin embargo, ahora es el momento de dar el siguiente paso sobre aquel sendero escogido...

En marzo de 2021 fue presentado Echoes from a mass, un álbum editado por Napalm Records que se distingue por ofrecer etéreas y ruidosas atmósferas que poco a poco te van hechizando bajo un tufo a misterio y zozobra. Las colosales guitarras de Tommi Holappa se agolpan en las bocinas como si se tratara de un incesante zumbido, pero en el momento en que se encuentran los secos golpes de batería en manos de Sebastian Olsson y las profundas notas de bajo provocadas por Hans Fröhlich, todo se convierte en un cíclope de malignas intenciones. Tras esta referencias, ya podemos darnos una idea de lo que nos podemos encontrar.


Todo comienza con algunos acordes secos de guitarras ásperas que logran su despegue a través de unos nebulosos coros que le dan la bienvenida a Arvid Hällagård con su impresionante color vocal. El vacío cósmico se muestra frente a nosotros gracias a la inaugural "Tides", aunque su nula gravedad queda definitivamente suspendida cuando la meteórica "Love undone" suena a través de una melodía sencilla que sabe explotar las bocinas por medio de un estribillo adictivo bajo el espectro de diversos elementos llenos de misterio y duda. Quizá con ello podríamos predecir lo que resta en el Echoes from a mass, pero Greenleaf sabe mostrar sus cartas en el momento preciso, así que cuando escuchamos la rastrera "Needle in my eye" con aquellas figuras retenidas, sabemos que los suecos tienen dominado su estilo para saberlo dosificar y, finalmente, ofrecer un colorido bajo un sonido por más definido gracias al trabajo de Karl Daniel Lidén en la producción técnica.

Conforme van pasando cada uno de los tracks del Echoes from a mass, podemos comprender por qué Greenleaf es uno de los referentes fundamentales del stoner escandinavo, aunque al querer definirlo con la palabras todo se hace complicado, pues la esencia de la banda está en las sensaciones que despiertan a través del poder de su sonido, en las melodías que enganchan a la memoria de manera inmediata, en las líricas enigmáticas cubiertas por un espeso velo de misterio y en la atmósfera general de grandiosidad que se levanta frente a nosotros sin que nada se pueda hacer ante ello. 


Ante el paso receloso y pensado de "Bury me my son", sólo podemos encontrar a un Greenleaf ahogado en zozobra, aunque aquel instante donde el distorsionado bajo se queda solo para ofrecer el preludio a un mágico solo de guitarra roto por el cambio de notas, nos hace comprender de manera clara lo que es el cuarteto sueco en el audiorama actual. Es imposible negarse al irresistible aguijón contenido en el juego melódico de "A hand of might", una alegre figura que se transforma en un demonio gracias al volumen; pero el hechizo de guitarras hipnóticas que explotan a la menor provocación que con el tiempo se han convertido en marca registrada de Greenleaf lo escuchamos en la inmediata "March on higher grounds", un tema de sonido contenido como si estuviera atrapado en una burbuja que mantiene el estruendo en una pequeña cápsula que sabe resguardar el eco de cada instrumento.

Conforme nos acercamos al final del Echoes from a mass, quizá sólo podríamos esperar algunas variaciones a lo ya escuchado hasta el momento, pero siempre el cuarteto tiene un as guardado bajo la manga. "Hang on" es una encriptada alimaña que muestra sus dientes a pesar de estar embozada para obligarnos a cantar el estribillo con ella, "On wings of gold" sube el volumen a través de una contundente figura de percusiones prehistóricas y sobrevuelos de cuerdas electrificadas y coros cantados por arpías malignas, y "What have we become" baja finalmente la intensidad para ofrecernos una melodía hipnótica donde la guitarra de Holappa se adueña de todo hasta que permite que un somero acompañamiento siga la aletargada armonía. Esto es saber cómo acabar un álbum!!


"Buen Dios, será mejor que escape a un lugar donde pueda ser libre, 
encontrarme a mí mismo de otra manera y dejar los pensamientos que me han estado atormentando.
Y sí, no hay manera de quedarse, necesito un lugar al cual pertenezca,
encontrarme a mí mismo otro día y finalmente elegir lo correcto de lo equivocado.

"Buen Dios, será mejor que escape donde la tierra se encuentre con el mar
y encontrarme a mí mismo en una sombra sólida... en efecto,
Sí Dios, necesito un mejor camino a la casa donde pertenezco
donde la verdad sea tan clara como el día... ¡cuánto lo anhelo! 

En algún lugar a lo largo de esas líneas que hemos dibujado
perdí lo que pensaba lo que era verdad y ahora tengo que alejarme.

Dios, mejor me alejo de tí
Buen Dios, será mejor que selle el día
Sólo hazlo como me gusta, tenlo de la manera que lo digo
y deja a los fantasmas que me han estado persiguiendo.
Sí, ahora hay otra forma.
He estado molesto por mucho tiempo
Las sombras de tu alma en mí se habrán ido
y correré y me esconderé.
¡Qué difícil es para ver los colores de otra forma en mí!

En algún lugar a lo largo de esas líneas que hemos dibujado
perdí lo que pensaba lo que era verdad y ahora tengo que alejarme

Dios, mejor me alejo de tí..."

Si queremos tener una pequeña muestra de lo que Echoes from a mass nos puede ofrecer sin hacer el recorrido que estas palabras han intentado hasta este momento, permitamos que Greenleaf nos convenza en tan sólo cuatro minutos y medio. "Good God I better run away" es una muestra del sonido stoner escandinavo creado a partir de una velocidad constante y un venenoso ritmo adictivo que es imposible de abandonar. Aquella sensación de huida que se palpa en cada acorde agitado intenta expresar lo que la lírica contiene, quizá un loco, desbocado y hasta absurdo escape frente al omnipotente. Sin embargo, este catártico reclamo pone en duda lo que hemos llamado "verdad" y termina por echar abajo cualquier creencia y esperanza vana. Una vez hecha la declaración, no hay marcha hacia atrás, así que lo único que queda es dejarse caer en un abismo mientras se aceptan las funestas consecuencias de aquella herejía...



Cuando una banda tiene tantos años trabajando puede ser difícil esperar que ofrezca algo nuevo, pero lo hecho por Greenleaf en su Echoes from a mass es una muestra que siempre existe un paso más para dar. Más allá de las etiquetas sonoras, los suecos han construido una colección de ásperos riffs pegajosos que caen en perfección con sus líricas incisivas, generando de esta manera una serie de atmósferas colosales que nos sumergen en historias explosivas que al mismo tiempo guardan un tufo de zozobra y duda. Por ello, es necesario regresar nuestros propios pasos sobre los surcos del Echoes from a mass para oir de manera más detenida entre las resonancias y reverberaciones con la finalidad de encontrar nuevos sentidos y, finalmente, maravillarnos otra vez con la gustosa escucha...

 

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