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lunes, 24 de mayo de 2021

Wedge : como si no hubiera un mañana

 


Jugar con los planos temporales es una actividad que hacemos en todo momento, ya sea cuando recordamos el pasado, cuando vivimos el presente o cuando nos imaginamos el futuro. Sin embargo, existe un imperativo que dicta la emergencia constante por vivir el instante, ya que el riesgo acecha a cada rincón. Al eliminar lo que puede pasar en una próxima ocasión, todo queda reducido al eterno momento. Sin remedio posible, ahora sólo nos queda devorar la realidad a cada segundo, quizá, antes de que todo desaparezca sin la posibilidad de retornar a ello.

Bajo esta primera idea, nos encontramos con el tercer álbum de la banda alemana Wedge, que a través del sugerente título Like no tomorrow, nos incita a digerir de manera inmediata sus cuarenta minutos de duración contenidos en ocho incendiarios tracks antes de los tiempos pandémicos nos quiten la oportunidad; pero si uno se detiene a reflexionar la frase que nombra al disco, descubrimos que todo queda en un inteligente juego de palabras...

Como bien lo sabemos, el trío de Berlín es una banda que nos ofrece un hard rock directo y sin contemplaciones a través de un esquema vintage donde fluye los recuerdos sonoros de Grand Funk Railroad, Uriah Heep, Humble Pie o Cream. Cuando tuvimos la oportunidad de escribir sobre su debut (reseña-review), además de su continuación titulada Killing Tongue de febrero de 2018 (reseña-review), descubrimos a un grupo amante de lo retro que se aferraba a recuperar los viejos acordes mientras les ofrecía su propio toque. Siendo de esta manera, lo único que nos queda para comprender el título de su última producción es que, precísamente, no hay mañana porque todo lo que podremos escuchar en su interior es ayer.

Ya con esta premisa comprendida, emprendemos el viaje al pasado a partir de la inaugural "Computer" con aquel incendiario riff inicial, que como inagotable fuente de notas, nos ofrece un ritmo desbocado que de manera inesperada se hace entrecortada a través de una estrofa feroz. No ha pasado más de un minutos y de manera inmediata nos enfrentamos con la versión más salvaje de Wedge, logrando de esta  forma rescatar los mejores elementos de sus dos álbumes anteriores. El sabor a rock setentero de teclados hipnóticos es innegable, pero es necesario ir más allá para poder descubrir que los alemanes intentan crear un track más grande a partir con aquellas semillas de heavy metal que podemos escuchar con su impresionante solo de guitarra hecho a dos canales, aunque es imposible hacer a un lado aquellos juegos de bajo saturado que son una delicia hacia la parte media de este tema inaugural.

Ante colosal entrada, quizá el resto del material podría resultar innecesario, pero las afiladas guitarras de Kyryk Drewinski que dan soporte a "Playing a role" permiten situarnos ante una banda que hace temas directos que se permiten hacer divagues instrumentales cuando las condiciones son las precisas. Una vez demostradas las capacidades de Wedge en tan solo dos tracks, "Blood red wine" baja la intensidad para ofrecernos una melodía llena de zozobra construida a través de figuras rebuscadas y entrecortados acordes que logran subir la intensidad al ambiente. Y aunque Like no tomorrow fluye de manera natural pista a pista, "Across the water" rompe la esencia del álbum con una armonía que retorna al misticismo psicodélico donde los aires californianos se pueden sentir en una canción introspectiva de melodía domada y autoreflexión asegurada cuando David Götz abandona las cuatro cuerdas y se dedica a crear ambientes oníricos con su teclado.

Al dar la vuelta al plato, el tercer disco de Wedge nos reserva otra dosis de rock setentero sencillo con tintes sureños de la mano de "U'n'L", un tema sencillo donde destaca el paneado solo de guitarra de Kyryk. Por si fuera poco, escuchamos enseguida una baladilla retrospectiva titulada "At the speed of life" que, a partir de la obvia referencia al paso del tiempo por medio de las estaciones del año, poco a poco nos envuelve en su dulce embeleso hasta que termina ofreciendo algunos detalles lisérgicos que logran crear aquel tufo vintage general del álbum. Finalmente, Like no tomorrow cierra de manera magnificente por medio de los nueve minutos de su "Soldier", un largo pasaje de psicodelia que se eleva poco a poco como neblina por la mañana y que de manera inevitable nos ofrece visiones de la guerra de Vietnam o, dentro del cliché filmico, un enigmático paseo de río arriba entre un salvaje clima subtropical bajo las órdenes del capitan Willard como ocurre en Apocalypse Now. Sin embargo, "Soldier" tiene tan espacio en su interior, que la canción desarrolla diversos pasajes al grado de que puede pasar sin mayores complicaciones de los someros devaneos instrumentales a los secos acordes colosales llenos de poder y fraseos concretos.


 Y aunque Like no tomorrow es un álbum ambicioso en sus insistentes arreglos y constantes cambios melódicos de cada uno de sus tracks, "Queen of the night" destaca gracias a su simplicidad rocanrolera y su explosión armónica que obliga a mantener nuestra atención dentro de sus cuatro minutos de duración. Es irresistible la tentación de Wedge de hacer puentes musicales donde las atmósferas originales de las canciones terminan siendo transformadas de manera radical, "Queen of the night" retorna constantemente a su figura inicial e incendiaria donde la incesante batería de Holger Grosser sirve de referencia rítmica donde se soporta la desbocada armonía. Ahí están los arreglos de teclados y los pasajes instrumentales ahogados en referencias pasadas, pero todo se torna sencillo gracias a una lírica descriptiva sobre su remisión femenina que sabe devorar todo a su alrededor. Efectivamente, aquí tenemos al Wedge en su mayor expresión sin excesos ni retoques...


Por increíble que parezca, y aprovechando el juego de dobles sentidos, en Like no tomorrow no ha pasado el tiempo. En una primera instancia, el último disco de Wedge es un eterno retorno al rock clásico que intenta aferrarse a un pasado rico de posibilidades que sin embargo quedó atrapado en una burbuja de ilusión y pasión. Aún con ello, y con ellos nos referimos a nuestra segunda idea, Like no tomorrow requiere de paciencia para descubrir todos los elementos que lo componen más allá de las obvias referencias que remiten al ambiente vintage que siempre a caracterizado al trío de Berlín. Es necesario permitir que fluya el tiempo hasta que el álbum envejezca frente el frenesí y la maravilla de un disco recién publicado, para que de esta manera, podamos saborear de manera clara la calidad de cada uno de los ocho temas resguardados en este material discográfico. Regresemos la aguja sobre los surcos y volvamos a escuchar el Like no tomorrow hasta empaparnos de él...

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