Paisajes sonoros y ensoñaciones eléctricas azotan el panorama auditivo como si se trataran de insospechadas ráfagas sobre los tímpanos. Insistentes melodías dejan caer el peso de su velo sobre las consciencias dormidas mientras el fuego ritual devora a los demonios interiores. Un abismo se abre a nuestros pies y ofrece la caída como remedio, medicina para el alma enferma que busca en las armonías el equilibrio perfecto, desvaríos ruidosos que encuentran su verdadera forma dentro del cuerpo dañado. Lo único que queda en pie es la esencia del ser tras el vendaval destructivo del tiempo y la vida, ruinas que no se dejan caer...
¿Cuántos más acordes habrá que esbozar para dar con la clave de la mística tonada? Esta es la pregunta que se hace Vago Sagrado para construir aquel tercer volumen que condense lo hecho durante seis años de hacer música por el simple vicio de hacerla. Quizá por catarsis, quizá por melomanía, lo cierto es que este trío de Santiago de Chile ha creado a partir de su insistencia una colección de melodías que rondan entre los oníricos paseos de una noche estrellada y los acelerados azotes de las ideas que surgen a la luz de un relámpago en la orilla del mar. Que sirva entonces de pretexto ideal la tercera entrega discográfica de los chilenos para degustar su densa dosis de atmósferas sonoras y melodías desgarradoras.
Publicado de manera digital en marzo de 2019 a través de la página de bandcamp del grupo, los sublimes sonidos del Vol.III invaden nuestras bocinas hasta que las palabras fluyen impacientes para ser impactadas en la fría pantalla del ordenador. Sin embargo, mientras esperamos la edición en vinilo hecha por la etiqueta peruana Necio Records programada para octubre de este mismo año, el tercer material discográfico del trío de los sudamericanos es digerido detenidamente para recorrer sus pasillos y descubrir en ellos cada uno de los ingredientes acústicos que lo conforman hasta lograr descifrar sus secretos.
Si existe un elemento que distingue al estilo sonoro de Vago Sagrado durante el tiempo ha sido su poderosa ambivalencia que sabe equilibrar entre las valvulares carreras que rompen todo a su paso y los tenues parajes auditivos que saben sobrevolar los barrancos de nuestro interior, irónicos desencuentros que logran su coincidencia gracias a la magia eléctrica creada por las guitarras de Alberto Paz, a los graves soportes melódicos del bajo Karlos González Lihn y las tribales percusiones de Nick Vayolence.
Vol.III se distingue de sus antecesores por ser pensado como un conjunto de viejas estructuras perdidas entre sombras y nieblas que poco a poco se dispersan hasta mostrarnos su forma que se resiste contra la acción del tiempo. El álbum es un conjunto de claroscuros que condensan la fuerza y la tranquilidad, aquella realidad y ese sueño que forman parte del ser humano durante su insistente permanecer. Cuando escuchamos la inaugural "K is Kool", bien podríamos esperar un disco lleno de tenues horizontes instrumentales para ensimismar al oyente; pero cuando se deja oír la zozobra de "Centinela" y su reclamo metafísico, sabemos que el material puede ir hacia cualquier lugar que deseé.
Sin temor al desarrollo de líricas entre distintos idiomas, Vago Sagrado construye obscuras historias que requieren atención y reflexión. De la misma manera, los ambientes sonoros logran arrancar al escucha del lugar donde se encuentre para abandonarlo en sitios tan inesperados como en el profundo abismo de la memoria que se escucha en "Fire (in your head)" o en una hipnótica fuga que jamás frena como en "Listen & obey". Las armonías electrificadas de "Sundown" sirvieron de primer sorbo al álbum gracias sus juegos paradójicos de avance sobre autopista y sueño sublime que hace perder los pies de la tierra. Si este recorrido fuera poco, Vol.III cierra con el sutil vaivén de notas que conforman "One more time with feeling" y la lisérgica "Mekong" con sus nueve minutos de mutaciones que pueden perder a cualquiera dentro de sus vaporosos laberintos.
Un vago sonido que viene de lo más lejano comienza a subir de volumen hasta que choca de frente a nosotros. Una vez que su explosión es nítida, los agitados acordes corren desbocados sobre una loca persecución acústica que nos arrastra por la acelerada senda. Al final del camino se observa una extraña señal mientras la espuma de una cerveza se derrama sin remedio. Salvajes azotes eléctricos avanzan a gran velocidad por un jardín sombrío sin que nada pueda ponerles un freno. "La pieza oscura" quiebra el horizonte sonoro y lo único que podemos hacer contra ella es sumergirse y para dejarse ir con el flujo, rápida corriente de ruido que hipnotiza y enamora...
El trabajo realizado por la banda chilena en el Estudio Lautaro bajo el control técnico de Pablo Giadach se ve claramente reflejado en el resultado final que es Vol.III y sus recorridos sonoros que invitan a perderse en ellos. Entre nubes de sopor y capas de sonidos que envuelven a quien se atreve a pasar por ellas, la música se convierte en un vehículo perfecto que permite pasear por las diversas atmósferas que propone Vago Sagrado; aquellas que bien podrían encontrar un símil como lo hecho por Viaje a Ixtlán, IAH o Bordelique. Sin embargo, más allá de las etiquetas del rock progresivo, cósmico y psicodélico, el último disco del trío de Santiago es una muestra clara de cómo se pueden tomar todos los sonidos oníricos para transformarlos en una muralla acústica llena de magia y poder muy difícil de igualar. Aquí queda la invitación para adentrase en los laberintos eléctricos de Vago Sagrado, que sirvan estas palabras como un hilo de telaraña para provocar el regreso a casa tras el fuerte viaje auditivo...
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