Nuevamente Regina, la capital de la provincia canadiense de Saskatchewan, reaparece en el mapa musical gracias a su multifacético trío Black Thunder. Si bien con su III lograron despertar la atención de muchos espacios digitales dedicados a rescatar los sonidos ásperos gracias a aquella mezcla entre fuerte psicodelia, figuras progresivas y agresividad stoner (reseña-review), ahora la banda nos ofrece las llaves para abrir la puerta que ingresa a su universo sonoro entre una tormenta de acordes y múltiples armonías que desafían al más paciente escucha.
A finales de marzo de 2020 fue presentado a través de la disquera Transistor 66 el último álbum de Black Thunder que lleva el nombre La fine creata, un álbum que reta a quien se anima a cruzar su portal sonoro mientras se adentra a un laberinto que bien puede mostrar momentos llenos de luminosidad como puede enseñar abismos obscuros hasta provocar el extravío. Tres greñudos de gran imaginación bajo el resguardo técnico de Chris Dimas, el imponente frío del país de la hoja de maple y ocho temas que saturan las neuronas entre alto volumen y complejidad.
De manera irremediable tenemos que escuchar la referencia inmediata anterior para realizar una comparación entre ambos trabajos discográficos, y el resultado del análisis nos lleva a determinar que III fue un disco directo más allá de sus intrincadas armonías; pero lo alcanzado por Black Thunder en La fine creata es un álbum poderoso que obliga a su recorrido detenido si lo que se quiere es comprender todos sus paisajes sonoros construidos entre poderosas estridencias y complicadas figuras.
Tras dos minutos de bienvenida instrumental bajo el nombre de "Inch row" y una tormenta de acordes que nos azotan sin piedad, Black Thunder nos ofrece en los restantes seis temas un amplio universo de sonidos fractales que se reflejan a sí mismos entre repeticiones frenéticas, riffs de alto voltaje y largos pasajes de armonías complejas que te toman de la mano para mostrar un amplio audiorama que acompaña a una historia sobre la ansiedad que provoca el avance del tiempo en el hombre, teniendo en la tecnología y los avances científicos la posibilidad de detener la edad hasta convertirse en un cyborg.
En La fine creata podemos encontrar místicas melodías lisérgicas como "The black rag", track que hace coincidir el hard psych con el rock progresivo en una espiral infernal, pero en contradicción el álbum nos ofrece hipnóticas figuras robóticas como en "Despersononlization" a partir de algunos sintetizadores atmosféricos que son desgarrados finalmente por un riff de acordes ásperos y secos que nos regresan los pies a la tierra.
Sin lugar a dudas, el cuarto álbum de Black Thunder respira directamente del rock progresivo italiano de bandas como Banco del Mutuo Soccorsso, Premiata Forneria Marconi y Le Orme como queda claramente demostrado en el track que le da nombre al material, pero a mismo tiempo podemos detectar algunos trazos del universo sonoro de los australianos King Gizzard and the Lizard Wizard debido a la rabia de ciertos acordes y los abruptos cambios de melodía que te teletransportan a dimensiones opuestas como en "Lack of photons" y su fuerza incontrolable. Aun así, el trío canadiense se da el espacio para crear una enfermiza armonía instrumental titulada "Tetris syndrome" que es capaz de sumergirnos en el agujero negro de los videojuegos hasta devorarnos con sus insistentes figuras y mundos paralelos que acechan a cada cambio de estructura melódica.
La fine creata requiere tímpanos educados bajo la escuela progresiva y neuronas resistentes a los múltiples cambios melódicos y los desgarradores niveles de volumen. Sin embargo, el último material publicado por el trío de Regina es álbum lleno de posibilidades acústicas que bien sabrán apreciar los buscadores de complicadas figuras quienes están aburridos de un mundo simple lleno de acordes fuertes pero sin modificación. Black Thunder nos ha propuesto el reto, ahora es momento de tomarlo y recorrer aquellos pasillos de múltiples posibilidades mientras el tiempo corre sin piedad sobre la carne y el alma...
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