Vistas de página en total

viernes, 27 de septiembre de 2019

Ancestro : los símbolos de la evolución


Los acordes fluyen sobre las terminales nerviosas del oído hasta que se transforman en impulsos eléctricos que de manera posterior serán traducidos por el cerebro para darles ritmo, coherencia y unidad: los tres elementos fundamentales de la música. Los ruidos coinciden hasta que adquieren un sentido, la fuerza del sonido muta en acontecimiento y las vibraciones acústicas encuentran su equilibrio para despertar sensaciones y motivar el viaje interno...

Luego de un tiempo de reflexión, cambio y silencio, Ancestro ha decidido su regreso sonoro a través de la publicación de su tercer álbum , una poderosa obra que provoca el paseo onírico a través del despertar de diversas sensaciones y la explosión eléctrica de sus instrumentos que ya se encuentra navegando las aguas de los algoritmos mientras espera su lanzamiento físico a través de Forbidden Place Records. Abandonando por momentos sus referencias chamánicas (El regreso de los brujos, 2016)  su esencia desértica (El gran altar, 2017), la banda de Trujillo ha construido un disco lleno de simbolismos que permiten el libre correr de las notas electrificadas dentro de múltiples significados más allá de los conceptos planteados dentro de los significados planteados en su sorprenderte arte.


El correr los tiempos ha provocado varios cambios en la alineación de Ancestro, algo que con la llegada de su tercera entrega titulada de manera homónima termina por determinar los nuevos papeles. Mientras el bajista Boris Baltodano se mantiene en su posición, Diego Cartulín cede las seis cuerdas al recién integrado Jorge Quevedo para ahora quedarse definitivamente tras los tambores y algunos teclados. Bajo esta nueva conformación, el trío peruano ha ganado precisión en los tiempos, fuerza en las melodías y elocuencia en cada uno de sus temas más allá del uso de blasones que les sirven de identificación gráfica y del carácter instrumental que ha distinguido al grupo tras el paso de los años.

Ancestro arranca de manera sombría a través de la zozobra provocada por unos sintetizadores omnipresentes que confiesan el nacimiento de un nuevo momento para el trío peruano (I), pero cuando pasamos al siguiente tema (II) todo se transforma en una tensa calma que denota el transcurso del alma dentro de este plano de la realidad, energía eléctrica entre diversas intensidades que de manera onírica revela el sentido de esta vida mientras transforma la obscuridad en iluminación.


Sin embargo, dentro de los densas tinieblas sonoras de su tercer álbum, Ancestro logra trascender sus ideas musicales hasta alcanzar momentos de potencia que logran incrustarse en las neuronas como si fuera un veneno fluyendo por el torrente sanguíneo. Aprovechando el poder de la distorsión, el quinto tema del disco (V) destroza aquella atmósfera de misterio para ofrecernos un melodía colosal donde coinciden el orden y el caos en un mismo espacio y tiempo dentro de la inmensidad del universo. La infinitud se muestra en su eterna plenitud mientras una tormenta de acordes nos ahogan hasta crear una marea incontenible que vaga entre el stoner, el metal progresivo y la psicodelia espacial.

La llegada de Jorge Quevedo no sólo ha traído consigo la imaginación lírica que ha alimentado de múltiples pasajes al estilo ya establecido de la banda de Trujillo, sino al mismo tiempo ha logrado construir una nueva posibilidad creativa a través del juego visual construido en la coincidencia de diversas representaciones gráficas de la alquimia y los signos de antiguas culturas que hacen referencias a las distintas concepciones del hombre como un ser en evolución frente al universo. Ya sea que la maldad se pose sobre el humano tras raptar y morder su desnudo tobillo como ocurre en la áspera IV, también podemos escuchar en el álbum la posibilidad de la redención, quizá la fe sobre una posible salvación que a través de VI fluye como un individuo extendiendo sus brazos hacia el cielo en espera del poder celestial hasta que todo explota en un orgasmo sonoro imposible de abandonar.


Como un puente de comunicación entre esta tercera producción y los materiales discográficos anteriores, Ancestro ofrece en III un track potente heredero del stoner que busca nuevos caminos a través de las figuras espaciales del rock progresivo y la psicodelia más densa. Mientras el símbolo de Júpiter se fusiona con el Ojo de Dragón en búsqueda de dominio total y poder supremo que controla los cuatro elementos, un solo de guitarra cósmico nos arranca los pies del suelo para dejarnos abandonados en algún rincón olvidado del manto estelar. Sin embargo, el tema demuestra la evolución sonora alcanzada por el trío peruano gracias al uso del mágico poder que cubre al número tres, una alegoría al equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu mientras el ser comprende que su paso el universo no es otra cosa más que aprendizaje perpetuo. El triskelion se posa sobre los tres integrantes de Ancestro y todo su andar toma un nuevo sentido, quizá la muestra de su designio y el trazo que permite comprender su destino...


Tratar de descifrar aquello que resguarda una colección de odas instrumentales puede resultar un afrenta a los oídos poco entrenados, el uso de extraños símbolos en coincidencia y superposición termina por ahuyentar ignoto. Sin embargo, Ancestro tienen la capacidad acústica para romper las fronteras del sonido y el esoterismo que provoca su uso de emblemas misteriosos gracias al poder de construir una colección de himnos sonoros que despiertan diversas sensaciones más allá de los significados y las historias que tan sólo sirven de guías o faros a la mitad de la noche. El trío se encuentra en plena evolución, pero ha alcanzado una idea concreta sobre su estilo y su concepto, una muestra de lo que resguarda el Perú dentro de los paisajes instrumentales del astral rock distorsionado...


No hay comentarios:

Publicar un comentario