¿Qué más nos puede ofrecer una banda con una larga carrera de 22 años y con más de 10 años desde el lanzamiento de su último disco? Nebula formó parte de aquella primera ola de bandas californianas de la escena de Palm Desert que fueron etiquetadas bajo el concepto de desert rock tras la desintegración de Kyuss como Slo Burn, Fu Manchu, Unida, Fatso Jetson o Yawming Man, y que con el paso de los años se convirtieron en referente obligatorio de lo que hoy conocemos como stoner. Sin embargo, como si se trata de un exorcismo, el nuevo álbum de Nebula publicado por medio de Heavy Psych Sounds Records logra romper las etiquetas para ofrecernos un multifacético disco lleno de crudeza.
Nebula nació tras la salida del baterista Ruben Romano y Eddie Glass de Fu Manchu tras la grabación del In search of... de 1996, aunque su sonido era una obvia continuación de lo hecho en dicha banda. Tras el largo y sinuoso camino de la áspera agrupación, la figura de Eddie Glass ha sido quien mantiene el nombre de esta leyenda desértica tras el paso de gente como Scott Reeder (Kyuss, Sun & Sail Club y Fireball Ministy), Rob Oswald (Karma to Burn y Mondo Generator) o Adam Kriney (The Golden Grass); sin embargo el sonido de Nebula se ha modificado con el paso de los años hasta el día de hoy que han confeccionado un álbum lejano a ese legendario Let it burn de 1998.
Bajo el nombre de Holy shit recibimos el sexto álbum de Nebula con grandes expectativas, pero con la duda sobre lo que podemos encontrar dentro de él. Si bien su última producción Heavy Psych se acercaba a los agresivos sonidos fuzz de Black Rainbows, diez años después tenemos una obra desgarradora que juega con todas las posibilidades sonoras de la psicodelia más ácida sin abandonar la rabia que ha caracterizado a la banda. Todo comienza con la búsqueda de un sonido como si se sintonizara una estación de radio hasta que sentimos la fuerza de un riff criminal que cimbra el suelo mientras escuchamos una desvergonzada lírica dedicada al líder de los ángeles rebelados contra Dios. Siguiendo la misma tendencia malévola, la aletargado ritmo de "Messiah" se arrastra por los suelos hasta mordernos para soltar su tóxico veneno y preparar el terreno para la hipnótica melodía de "It's all over" mientras construye a su alrededor un ambiente francamente lisérgico.
Cuando llegamos a "Witching hour" con su insistente figura ahogada en heavy psych como si se tratara de un himno lleno de redobles y armonías hirientes, pareciera que Holy shit será un disco que se mantenga bajo la misma lógica de guitarras ásperas, voces lastimeras y melodías tribales dedicadas al maligno; sin embargo, cuando se escuchan los primeros acordes de "Fistful of pills" todo se transforma. Al llegar al meridiano del sexto disco de Nebula nos enfrentamos con un infeccioso baile instrumental al cual sólo le hace falta las chicas a go-go contoneándose en una jaula y bellas odaliscas con el vientre al aire.
Tras el parte-aguas que significa "Fistful of pills", Nebula nuevamente capta nuestra atención en espera de nuevas sorpresas durante la segunda parte del álbum. Primero nos encontramos con "Tomorrow never comes" entre filtros de sonido y guitarras acústicas que logran crear un ambiente psicoactivo a través de fuertes cambios de velocidad que de manera inmediata lograr un enamoramiento. Mientras escuchamos la entrecortada "Gates of Eden" con su sabor proto-punk que termina transformándose en un ácido que se deshace en las manos, "Let's get lost" nos retorna a la esencia cruda del disco como en sus temas iniciales hasta que finalmente escuchamos una sórdida balada llamada "The cry of a tortured world" que poco a poco se torna en un vals lacónico que abandona sin remedio en algún lugar olvidado de la galaxia.
Como resulta obvio, Holy shit está construido a partir de los riffs de Eddie Glass y sus enfermos cantos, pero el nuevo álbum de Nebula se distingue por las figuras que reptan creadas por el bajo de Tom Davies y la insistencia de las percusiones en las manos de Michael Amster; logrando de esta manera que la banda californiana abandone el sitio común y cómodo del llamado stoner desértico para investigar todas las posibilidades sonoras del heavy psych más allá de lo hecho en su álbum anterior. El resultado final es un material discográfico lleno de aristas diferentes que logra atrapar la atención del escucha sin perder perder el hilo conductor que guía al trabajo sonoro.
El primer sencillo de promoción del Holy shit es "Man's best friend", su track inaugural. Con un trabajo visual realizado por Tomfoolery que muestra extractos de las efervescentes presentaciones de Nebula mezcladas con fragmentos de diversas películas antiguas. Este tema habla sobre Lucifer en aquella faceta como el demonio que le dotó al ser humano de conocimiento tras la tentación que provocó la expulsión del paraíso. El tema está basado en una figura ruidosa que se repite con insistencia como si se tratara de un aquelarre a la mitad de la noche que logra alcanzar un escape sonoro y satura las neuronas con sustancias psicotrópicas. Bajo la lógica que hace coincidir al rock con la transgresión de lo establecido y lo políticamente correcto, Nebula toma el estandarte del pecado y la violencia para crear una melodía infecciosa llena de energía y lujuria.
Holy shit es un golpe directo a la mandíbula, pero al mismo tiempo es un viaje lisérgico que sobrevuela los temores más profundos del hombre y confiesa su inspiración demoníaca como si ésta se tratara de luz y energía pura. Lo que es un hecho, es cómo Nebula creó un disco fundamental dentro de los sonidos de esta década a partir de romper cadenas y clichés sobre su propio estilo. Quizá podríamos decir que esta Nebula no es la misma que formó parte de aquella escena de Palm Desert, pero lo que tenemos hoy con su Holy shit es un álbum impresionante que muerde para no soltar mientras al mismo tiempo demuestra cuál es el camino ha seguir dentro de los sonidos del heavy psych...
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