Aquí va de nuevo el viejo reptil
arrastrándose por las ardientes arenas del desierto californiano. El asfalto se
derrite bajo el poder del sol mientras la furgoneta devora millas a su paso. A
lo lejos se alcanza a ver una hermosa silueta, acaso una bella mujer, acaso un
espejismo. Un ligero viento sopla hasta mover los matorrales, quizá la brisa
que llega ligera desde el océano más allá de las áridas montañas. Aquel bello
par de piernas sube a la camioneta y un mal presentimiento sube por todo el
cuerpo...
Bajo estas imágenes nos llega Tao of the devil de Brant Bjork, el nuevo
disco de la leyenda arenosa que regresa al camino con su rock desértico de tufo
setentero. Dejando a un lado el stoner ahogado de fuzz de su anterior
placa Black power flower de 2014 bajo la firma de Brant
Bjork and The Low Desert Punk Band, el ensortijado músico nos regala siete
temas ensimismados que regresan la vista al hombre árido alejado del bullicio
de las grandes ciudades y las luces de los grandes escenarios.
Sin embargo, cuando escribimos sobre
Bjork, es imposible no recordar lo hecho por este pilar del stoner a la Palm
Desert. Formó parte de la mítica Kyuss junto con John García y Josh Homme, a
quienes terminó abandonando por diferencias musicales para comenzar una carrera
como productor. Luego de trabajar en los controles técnicos para el álbum debut
de Fu Manchu, se convirtió en su baterista por varios años. Antes de iniciado
el nuevo milenio, Bjork se involucró en tres proyectos distintos: como
baterista de Mondo Generator (grupo del bajista Nick Olivieri), como
guitarrista y vocal de Ché (un supergrupo formado junto con Alfredo Hernández,
baterista de Queens of the Stone Age, y Dave Dinsmore, bajista de Unida), y
finalmente el lanzamiento de su primer disco solista.
Lo anterior tan sólo es una muestra del
infatigable músico que es Brant Bjork, quien desde entonces mantuvo su proyecto
solista, ya sea con su nombre propio o junto con sus bandas de soporte The
Bros. y The Low Desert Punk Band. A finales de septiembre de 2016 ha publicado Tao
of the devil por medio de la reconocida Napalm Records, un disco que
mantiene el sabor árido y californiano de su creador pero que a la vez nos
ofrece aires frescos que hace vigente a un estilo sonoro por demás establecido.
Para esta ocasión, el lagarto venenoso
viene acompañado por el baterista Ryan Gut, el bajista Dave Dinsmore (con quien
conformó Ché y The Low Desert Punk Band) y el guitarrista Bubba DuPree, quien
además de producir y mezclar el material grabado en The Jalamanta House de
Joshua Tree, California, comparte créditos con Bjork por la composición de
todos los temas. Finalmente, el disco fue masterizado por John McBrain,
guitarrista de Monster Magnet que ha trabajado en diversos proyectos de Josh
Homme como The Desert Sessions y los propios Queens of the Stones Age.
Luego de este largo árbol genealógico de
la escena de Palm Desert, California, pongamos nuestra atención a la música del Tao of the devil. Para
esta ocasión, Brant Bjork regresa a los años setentas cuando se grababa a las
bandas de manera análoga, a esos momentos cuando las guitarras se escuchaban
sucias y distorsionadas más por el volumen y las características físicas de los
amplificadores que por los efectos de estudio y los pedales insertados. La
velocidad que devora millas a su paso es sustituida por
la cadencia que permite observar el paisaje desértico que nos rodea, es la
mordida de un monstruo de Gila que inyecta su veneno con su mordida pero que
infecta lentamente la herida
y enferma la sangre tras un lapso de tiempo considerable.
El término "stoner" siempre fue concepto rechazado por las bandas de la escena de Palm Desert debido a su connotación sobre el uso de estupefacientes que fue relacionado con el sonido denso, psicodélico e insistente que crearon aquellos grupos desérticos de la California de los 90's. Quizá uno de los pocos que asimilaron esta idea y enfrentaron la crítica y el rechazo fue Brant Bjork, quien ha mantenido la hoja de marihuana como parte de sus logos, la fuerza sonora de las guitarras en sus proyectos como solista y el constante uso de desierto como inspiración de sus letras e imagen en sus videos. Sin embargo, Tao of the devil se convierte en un "parte-aguas" al bajar la intensidad del stoner para crear nuevas melodías de sabor desértico mezclado con el rock crudo norteamericano de mediados de los 70's.
Para entender este cambio sonoro en Brant Bjork, presentamos dos canciones del disco que han sido unidos en una misma historia fílmica realizada por Adam Nelson y Matt Grayson. El primero es "Stackt", tema de bajo omnipresente y platillos aferrados que nos hipnotiza como el pesado sol del desierto. Bjork canta sobre la línea que marca su guitarra con una carencia despreocupada que permite que los espejismos provocados por la insolación nos pierdan sin clemencia. Tema crudo que nos deja desnudos sobre el ardiente pavimento, abandonados a nuestra suerte mientras los acordes nos golpean una y otra vez.
Una vieja vagoneta Dodge corre por esas clásicos caminos olvidados del desierto californiano hasta que a su paso una bella mujer levanta su pulgar para solicita un "ride". El coqueteo lleva al chofer a detenerse en una cantina para beber algunas cervezas heladas y jugar billar. Una distracción, las llaves del vehículo cambian de manos, una meada y la dama se escapa del lugar robando la camioneta.
El segundo tema que sirve de fondo musical para esta historia de engaño es "Luvin'", canción de infeccioso riff de guitarra rasposa que se adhiere a la piel para no soltarla. Boogie desértico que acelera el paso y sólo deja una nube de arena como rastro, un recuerdo del rock sureño setentero que guarda el tufo stoner a través de su puente de batería de danza india y figuras de guitarra que reptan sobre su intrigante ritmo.
Una loca huida lleva a la chica de piernas largas lejos de aquel árido paraje donde abandonó al engañado conductor. Con coraje y resignación, el hombre se sienta en la barra para sufrir su exceso de confianza. Un mal encarado tipo le ofrece un trago y la oportunidad de venganza contra la víbora de shorts de mezclilla. La suerte ha marcado las cartas y el destino lleva al estafado a reencontrase con su vehículo y abandonar a la bella chica a la mitad del desierto.
Esta es la nueva apuesta de Brant Bjork y su banda. La densidad stoner ha sido abandonada para crear una colección de temas arenosos que sin duda nos hacer mover la patita. El desierto no ha sido olvidado, pero ahora las ensoñaciones que el peso del sol crea en la acalorada mente son distintas. Los ritmos se han transformado hasta marcar un nuevo camino para este viejo trotamundos, nuevas posibilidades para el viejo reptil que no deja de cambiar de piel. Abramos los oídos y tan sólo permitamos que las melodías crudas nos ahoguen junto con el asfixiante calor...
Una vieja vagoneta Dodge corre por esas clásicos caminos olvidados del desierto californiano hasta que a su paso una bella mujer levanta su pulgar para solicita un "ride". El coqueteo lleva al chofer a detenerse en una cantina para beber algunas cervezas heladas y jugar billar. Una distracción, las llaves del vehículo cambian de manos, una meada y la dama se escapa del lugar robando la camioneta.
El segundo tema que sirve de fondo musical para esta historia de engaño es "Luvin'", canción de infeccioso riff de guitarra rasposa que se adhiere a la piel para no soltarla. Boogie desértico que acelera el paso y sólo deja una nube de arena como rastro, un recuerdo del rock sureño setentero que guarda el tufo stoner a través de su puente de batería de danza india y figuras de guitarra que reptan sobre su intrigante ritmo.
Una loca huida lleva a la chica de piernas largas lejos de aquel árido paraje donde abandonó al engañado conductor. Con coraje y resignación, el hombre se sienta en la barra para sufrir su exceso de confianza. Un mal encarado tipo le ofrece un trago y la oportunidad de venganza contra la víbora de shorts de mezclilla. La suerte ha marcado las cartas y el destino lleva al estafado a reencontrase con su vehículo y abandonar a la bella chica a la mitad del desierto.
Esta es la nueva apuesta de Brant Bjork y su banda. La densidad stoner ha sido abandonada para crear una colección de temas arenosos que sin duda nos hacer mover la patita. El desierto no ha sido olvidado, pero ahora las ensoñaciones que el peso del sol crea en la acalorada mente son distintas. Los ritmos se han transformado hasta marcar un nuevo camino para este viejo trotamundos, nuevas posibilidades para el viejo reptil que no deja de cambiar de piel. Abramos los oídos y tan sólo permitamos que las melodías crudas nos ahoguen junto con el asfixiante calor...
No hay comentarios:
Publicar un comentario