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lunes, 12 de diciembre de 2016

SVVAMP : el verdadero rock vintage sueco


Tenemos que aceptarlo, estamos en la época de oro del rock vintage. Las primeras dos décadas del siglo XXI han servido de escenario para que diversas bandas de todo el planeta regresen las manecillas a sus amplificadores con la intención de crear nueva música a través de los sonidos de antaño. Tomando como punto de partida los finales de los 60 y los principios de los 70, los grupos retoman aquella música hecha a partir de la unión del blues, el rock, la psicodelia y el folk, logrando así crear nuevas maravillas, pero con un sabor a clásico. 

Cada banda a tomado una vertiente distinta según sus preferencias musicales, pero existe en Suecia una banda que ha logrado fusionar todos aquellos ritmos que formaron parte de la generación Woodstock. Al sur de enorme lago de Vätternn, en la ciudad de Jönköping, se conformó un power trío bajo el nombre de SVVAMP, grupo que tiene cinco años tocando juntos hasta el día de hoy que tenemos en los tímpanos su álbum debut publicado por la norteamericana RidingEasy Records.


Tres amigos se juntaron para hacer música a través del sonido de las bandas que más les gustaban: Cream, The Jimi Hendrix Experience y el Thin Lizzy de sus primeros tres discos con el guitarrista Eric Bell. Por medio del jamming fueron encontrando su estilo propio hasta comenzar a componer sus propios temas, mismos que fueron grabados en los distintos locales de ensayos que tuvieron en una grabadora de cassette PortaPro de cuatro canales, haciendo prácticamente demos con grabaciones en vivo.

Gracias al dicho material grabado fue como SVVAMP descubrió su sonido, uno donde pareciera que estuviéramos parados frente a la banda en el cuarto de prácticas o en el estudio. Sin embargo, a esa sensación de inmediatez, la banda fue trabajando en el estudio para que la producción musical fuera realmente analógica, utilizando escasos overdubs y capas de pistas sobre pistas con la intención de mantener la sensación de "en vivo y en directo".


Sin embargo, esta idea de registrar en cinta lo creado en el cuarto de ensayo alargó el proceso de grabación del disco debut de la banda por tres años, pero gracias a la perseverancia y la paciencia, el resultado sonoro es espectacular. Adam Johansson en la batería y vocales, Henrik Björklund en el bajo y Erik Stahlgren en las guitarras eléctricas crearon una obra de 11 temas que sin duda podría haber sido firmado a principio de los años setentas, pero que en su elaboración tiene su valor, sin demeritar a la calidad de las canciones en su composición y en su interpretación.

El disco publicado en agosto de 2016 es un compilado de todas las influencias musicales de los suecos, desde el hard blues en la escuela de Led Zeppelin y Blue Cheer hasta el folk rock atascado de mandolinas y guitarras acústicas  al estilo de Crosby Still Nash & Young, los últimos discos de The Byrds y hasta el clásico de Rod Stewart "Maggie May". Tal es la facilidad con la que se puede digerir el material que sus 35 minutos se escapan como agua entre las manos, obligando a quien lo escucha a repetirlo sin duda para disfrutarlo con mayor calma, para desmenusarlo y saber de qué está hecho.


El álbum debut de SVVAMP abre con "Serpent in the sky", golpe directo a los tímpanos provocado por su infeccioso riff heredero del hard blues electrificado. Su ritmo sincopado nos muerde para no soltarnos, el bajo serpentea sobre el mástil mientas la guitarra corta el tiempo como si fuera una filosa cuchilla, pero cuando llega al puente, un genial solo sale de sus cuerdas ahogadas en un fundamental pedal wah. Este tema es sin duda una pequeña cápsula de dos minutos y medio que nos hace volver en el tiempo cuando las canciones en el radio eran directas en su intención, diminutas en su extensión y explosivas en su emotividad.

Sin lugar a dudas, el sonido de SVVAMP nos obliga a remitirnos a los padres del rock retro en Suecia: Graveyard y Witchcarft. El recuerdo por sus primeros discos publicados al inicio de este siglo guardan aquel tufo a viejo, a memoria y a vivo; pero lo logrado hoy por la banda de Jönköping nos sumerge en una neblina vintage que cubre todo a nuestro alrededor  hasta no dejar otra opción más que caer rendidos a sus pies gracias a su estilo propio. Este disco es su primer paso, ya preparan la promoción del disco para todo el 2017 y están aprovechando esta pausa para tomar nuevos bríos y componer nuevo material. Jamás han salido de la península escandinava, pero ya en otras partes del mundo estamos deseando que pisen nuestros escenarios para escuchar esta pequeña joya en vivo...


viernes, 9 de diciembre de 2016

Los Bluyines : tras las huellas de Tomás Vilche


Hace algún tiempo recordábamos el primer disco de La Patrulla Espacial, de aquel sabor a memoria y a nostalgia por ese rock nacido por la pasión al blues eléctrico y la psicodelia de finales de los 60 y principios de los 70 (reseña-review). En dichas líneas nos preguntábamos sobre la prematura salida de su vocal y guitarrista que provocó una nueva configuración en el concepto sonoro de la banda, aunque las respuestas las pudimos contestar con el paso del tiempo. Para este 2016 nos llega a los tímpanos el álbum debut de Los Bluyines, nuevo proyecto de Tomás Vilche que nos sirve de pretexto para repasar sobre su carrera y sus pasos que lo llevan hasta esta producción musical.

A finales de 2011 ocurrió la salida de Vilche de la banda que le otorgó reconocimiento y le puso los reflectores sobre su capacidad lírica y compositiva. Más allá de cualquier expectativa o suposición, los rumores se cumplieron cuando en febrero de 2012 se publicó a través de Mandarinas Records su primer disco titulado Ella, material grabado en su totalidad en su propia casa acompañado Martín "Chavo" Romero en las armónicas y Julian Rossini en los teclados, además de contener en la portada a su musa inspiradora, María Soledad. Los sonidos vintage que recordaban al viejo rock argentino eran hechos a un costado para acercarse a un proyecto experimental de pop etéreo lleno de ambientes y matices oníricos, aunque con uno que otro guitarrazo que delataba su pasado.


Lejos de lo que se pudiera esperar, este primer material solista de Tomás Vilche sirvió como plataforma para su siguiente proyecto musical. A finales de aquel 2012 el guitarrista formó en la ciudad de La Plata, Argentina a Los Bluyines, banda que buscaría rescatar el gusto por el rock psicodélico y el blues eléctrico que distinguía a Vilche junto con La Patrulla Espacial, pero ahora con toque de rock n' roll a la Rolling Stones muy de la escuela argentina de grupos como Los Ratones Paranoico y Viejas Locas, o más recientemente Callejeros, Intoxicados y Guasones.

Para esta nueva idea musical, Vilche se acompañó nuevamente de Rossini y Romero, pero complementó la alineación con el guitarrista Marco Domini, el baterista Imanol Sánchez y Sergio Caparelli en el bajo. Tras un año de ensayos y trabajo de composición, publicaron su primer EP El tiempo vuela, una breve prueba del sonido de la banda a través de cuatro temas a la cual le siguieron en 2015 el single Shattered (cover a The Rolling Stones) y Caminando/Bestial (adelanto al primer disco completo del grupo).


Ahora para 2016, la espera ha terminado y al fin ha sido publicado el álbum debut de Los Bluyines, disco titulado Rockdelia Guitarra que en un primer momento fue publicado por Mandarinas Records y que hace poco fue editado por South American Sludge Records, la disquera independiente fundada por Sergio Ch (Ararat, Soldati y ex-Natas) que ha buscado la difusión del rock sudamericano más allá de sus fronteras.

Rockdelia Guitarra es un disco lleno de canciones directas y sin pretensiones que entran fácilmente, diez temas construidas bajo la lógica de "lo menos es más". Sin embargo, esta sensación se queda corta cuando nos detenemos a escuchar con calma el material más allá de la primera impresión: la combinación de las guitarras sobre la base melódica, los detalles creados por la armónica y los teclados que adornan los temas, y por si fuera poco, las letras que bajo el velo de la sencillez se ocultan escenas mágicas, historias de amor profundo y tributos llenos de pasión y devoción a la música como maravilloso vehículo que logra tender puentes entre los hombres.


Para demostrar lo que hemos escrito hasta aquí, compartimos el primer track del álbum debut de Los Bluyines es "Manicomio club", canción que va más allá de su obvia referencia al Pescado Rabioso gracias a su lírica que enfrenta a la desidia social, la búsqueda del poder, el ejercicio del control y las falsas creencias. A diferencia de lo planteado por el "Flaco" Spinetta, Vilche tan solo observa locos a su alrededor, gente encerrada en su infierno de ficción, en el olvido de los demás y en su falsa creencia de libertad por tan sólo dejar de pensar. Sin embargo existen algunos que buscan escapar de este manicomio generalizado, aquellos que han logrado huir de la avalancha gracias a la simple búsqueda de razones, a la pasión por la música y al deseo por arder en la hoguera del amor.

Cuatro golpes al unísono sirven para desatar a un potro salvaje que corre sin control y choca contra nosotros sin piedad. El ritmo entra por el torrente sanguíneo y los pies comienzan a moverse al tiempo de la melodía. Una suave pero insistente guitarra nos toma de la mano y nos arrastra al delicioso universo que sólo el viejo rock n' roll puede crear. De la nada surge un puente musical que se escapa por las bocinas, y tal como le ocurrió a la Alicia de Lewis Carroll, por seguir al mágico conejo blanco caemos en profundo túnel hasta caer en un ambiente enrarecido por la queja, la locura y el deseo por romper con todo. Sacudidos hasta la última neurona, nos aferramos a la guitarra eléctrica para que nuestros deseos y nuestras ideas se mantengan firmes, completas y fuertes para continuar el camino que esta aventura llamada vida nos ha trazado.

Los Bluyines han llegado hasta aquí gracias al esfuerzo y la tenacidad que sólo los músicos de cepa tienen en su interior. Sin embargo, todo tiene un costo y en el viaje emprendido por la banda de La Plata han perdido a su bajista original. Hoy han encontrado en Matías "Trop" Lucero a un nuevo marinero decidido a embarcarse en el proyecto que comanda Vilche. Lo que comenzó en Ella hace algunos años, hoy rinde sus frutos en el primer disco completo de grupo. La adaptación de dos viejos temas ("Magia" y "La distancia") se han sumado a las nuevas composiciones para construir lo que hoy es la banda en sonido y en idea, aunque no debemos dejar a un lado la grabación en estudio de Gualberto de Orta y Eduardo Carreras, la masterización de Juan Manuel Cerrotta y el arte de la tapa hecho por Santi Pozzi; elementos todos necesarios para crear una obra redonda en su conjunto.

Rockdelia Guitarra nos catapulta con sus ocho temas hacia el recuerdo de un rock como se hacía antaño, donde el sentimiento bluesero era mezclado con el deseo despierto por la rebeldía, la pasión y imaginación. Música sencilla que logra introducirse en las células directamente y sin freno alguno, notas que pueden despertar los cuerpos dormidos y encender el fuego de las almas congeladas. Pinceladas psicodélicas, suaves ambientes cósmicos y arrebatados instantes rockanroleros hacen del disco una delicia al oído, una golosina para saborear y un sueño hecho realidad que es necesario escuchar una y otra vez... ¡¡Gracias Vilche por no abandonarnos y por permitirnos acompañarte en este nuevo viaje mágico a través de tu música!!



miércoles, 7 de diciembre de 2016

Wolf People : iluminados por la Mano de la Gloria


Hace algún tiempo escribíamos sobre Wolf People como una forma de recordarlos y demostrar nuestro deseo por escuchar algo nuevo de la banda originaria de Bedford, Inglaterra. Nuestras súplicas fueron escuchadas y hace unas semanas fue publicado su tercer disco bajo el nombre de Ruins. A través de su peculiar sonido que ellos mismos han bautizado como "psicodelia folk pagana", nuestra mente se refresca en sabores nuevos que invitan a devorarlos por completo, en un orgasmo auditivo de múltiples posibilidades condensadas en un mismo lugar.

Nuevamente Jack Sharp nos enamora con su peculiar voz entonada bajo melodías de recuerdo medieval, además de mantener a la alineación que grabó los dos discos anteriores: Joe Hollick en la guitarra principal, Dan Davies en el bajo y Tom Watt en la batería. Sin embargo, este nuevo material toma otros rumbos a partir del gusto por la música de finales de los años sesenta.


Wolf People se ha destacado desde su formación como una banda que rescata lo mejor de los sonidos que surgieron a partir del verano del amor hasta su bifurcación en la siguiente década. En cada una de sus producciones, los ingleses han propuesto una vertiente a través de su estilo ya construido, obteniendo así una serie de matices distintos hasta lograr un panorama amplio lleno de distintas posibilidades. 

Steeple de 2010 es una obra que busca los sonidos que sentaron las bases para el rock progresivo al estilo de Jethro Tull, como si se siguiera la línea interpretativa del folk inglés de franca influencia medieval donde el virtuosismo de los modernos juglares se demuestra en la interpretación (reseña/review). En cambio, Fain de 2013 es un viaje mágico y misterioso donde el hombre regresa a la Madre Tierra a través de la meditación y el uso de alucinógenos naturales, suave psicodelia pop que delata su influencia hippie, orgánica e introspectiva.


Para noviembre de 2016, Wolf People presenta Ruins, disco con dirección contraria a su antecesor gracias a su sonido lisérgico y distorsionado. Producción lo-fi en la que el fuzz es subido al trono para llevarnos por un paseo químico de guitarras fuertes que desgarran las neuronas, quizá inspirada por la escucha constante de Joe Hollick y su Iron Claw (banda pionera del heavy metal que mezclaba el sonido de los primeros discos de Black Sabbath y Led Zeppelin) y el movimiento vintage escandinavo encabezado por Witchcraft.

Líricamente hablando, el tercer disco de Wolf People imagina un escenario apocalíptico donde la humanidad desaparece del planeta para dejar tan sólo ceniza y polvo tras de sí. Luego de llegar a un punto tan alto con Fain, Jack Sharp estaba a punto de terminar con la banda, pero como si se tratara de un ave fénix, el grupo resurgió del fuego para regalarnos una verdadera joya ensordecedora que habla sobre el futuro incierto a partir de los restos de lo que algún día fue grandioso, mágico y poderoso.


Como primera mordida al Ruins tenemos a "Ninth night", tema que nos narra la leyenda del siglo XVIII alrededor de "La Mano de la Gloria" (Hand of Glory) la cual se decía era una vela hecha con la grasa del cuerpo de un ladrón muerto en la horca y que era sostenida por su propia mano cercenada del cadáver. Dentro de sus poderes mágicos se contaba de que podía hacer caer a la gente en un sueño profundo cercano a la muerte, que iluminaba sólo al portador del macabro candelabro y que hasta podía abrir cualquier puerta a su paso. Wolf People desbloquea el cerrojo de la inspiración perdida, ilumina el obscuro camino provocado por la vigilia y ruega porque esta noche el tétrico talismán nos lleve directamente al botín esperado.

Baja la aguja sobre el vinil que gira y a través de las bocinas se escucha un suave rasgueo de guitarra como si se tratara de una vieja melodía de un pasado muy remoto, pero a paso de unos cuantos segundos, todo se transforma en una distorsión que abarca completamente el espectro sonoro. Las cuerdas entonan una figura hipnótica, una espiral enigmática que nos sumerge en el interior de un abismo de incertidumbre, obscuridad y temor. La batería golpea sin piedad a cada tiempo y un gélido ritmo que nos eriza la piel truena en nuestro interior, tal y como si acompañáramos el paso de un condenado a muerte a su destino final. Un estridente solo de guitarra explota para indicarnos que la luz del macabro amuleto nos ha llevado hasta el umbral de algo nuevo e inesperado...

A través del canal de YouTube de la disquera Jagjaguwar, a mediados de septiembre de 2016 se publicó el video de "Ninth night" en donde podemos observa a la banda tocando bajo luces y sombras mientras el arte hecho por el Luke Insect Studio para la portada del Ruins se confunde con los colores secos acordes a la estética vintage del sonido. Este es el trabajo visual que sirve de fiel reflejo al fuzz de la mórbida melodía, nuevos aires para una banda que estuvo al borde de la separación y terminó creado un denso material que cimbra al más experimentado escucha. No queda más remedio que permitir que la luz de Ruins nos ilumine hasta los tesoros que guarda en su interior...


lunes, 5 de diciembre de 2016

Dirty Deep : 1,000 y un formas de abrir una cerveza


Una fría y refrescante cerveza se puede antojar en cualquier momento, en cualquier lugar. El deseo por tomar un sorbo de la amarga bebida puede tomarnos desprevenidos, despertando de esa manera nuestro ingenio para destapar la botella si es que una corcholata se nos atraviesa en el camino con la intención de asustar al deseo. La imaginación vuela y la capacidad humana por encontrar una solución al problema logrará obtener el resultado esperado. Una vez librado el obstáculo, tan sólo queda dar un sorbo y dejar que la vida pase...

Pero si acaso nuestra mente se quedara corta y no lograra encontrar la manera para abrir esa deliciosa cerveza, Dirty Deep nos ofrece diversas opciones a través del video hecho para "Bottleneck", tema que abre el Shotgun wedding de marzo de 2014. Un buen ritmo de guitarra slide, una cerveza espumosa y la tranquilidad del campo para dejar atrás todos los problemas y lograr así encontrar la salida a los "cuellos de botella".


Dirty Deep nació como un proyecto personal de Victor Sbrovazzo en el año 2010 en Estraburgo, Francia, en un intento de recuperar lo más básico del viejo blues negro del delta del río Mississippi, aunque ahora a las orillas del río Rhin. Teniendo como referentes directos a gente como John Lee Hooker y a Robert Johnson, en 2012 publicó su disco debut Back to the roots, material con el que empezó a llamar la atención por su líricas, su ritmo y su poder interpretativo gracias a su capacidad para tocar varios instrumentos al mismo tiempo (guitarra, batería y armónica).

Tras sentar las bases para su carrera artística, Sbrovazzo dió un paso hacia adelante y grabó su segundo material llamado Shotgun wedding, disco que fusiona el blues tradicional norteamericano, el folk a la Dylan, el southern rock de Lynyrd Skynyrd y el nuevo hard blues distorsionado de garage de gente como Left Lane Cruiser, Black Rebel Motorcycle Club y The Black Keys. Con la grabación y mezcla de Antoine "Sam" Ramadour, además de la masterización de Benoit Courribet, Dirty Deep lograba encontrar su concepto propio y ganaba así un espacio en el corazón de los amantes del género y su recuperanción electrificada del siglo XXI.


Sin embargo, para este nuevo peldaño para la carrera de Victor Sbrovazzo se requería un compañero de fórmula, un músico de apoyo y un amigo de confianza, alguien con el cual pudiera depositar parte de la responsabilidad rítmica para soltar toda su capacidad interpretativa en la guitarra. Fue así que de ser tan sólo un músico de estudio para la grabación del Shotgun wedding, Geoffroy Sourp se convirtió en el baterista de Dirty Deep, conviertiendo el proyecto en un dúo a semejanza de diversas bandas como los alemanes The Picturebooks, los irlandeses del norte The Bonnevilles y los norteamericanos The Black Keys.

Un zapato es quemado en las pantanosas aguas, señal de que los cambios en Dirty Deep era inminentes. La fuerte portada hecha a través de la fotografía de Bartosh Salmanski y el diseño de Marlon Saquet servía de telón de fondo para una obra cruda, rasposa y llena de sentimiento desgarrado. El antiguo blues negro ha cruzado el Atlántico para electrificarse y tomar nuevos rumbos, aunque las raíces quedan latentes en el sentimiento, la interpretación y las líricas humanas llenas de dolor y pasión.


"Bottleneck" abre el Shotgun wedding con su encantador riff de guitarra totalmente campirano, sabor sureño que nos hace tomar a nuestra pareja para bailar a su ritmo y mandar todo a volar. Mientras aplaudimos junto con la endemoniada melodía, una armónica explota hasta liberar el alma. Y como si se tratara de una aparición, de repente se escuchan algunas líneas adaptadas al clásico del bluesero Leadbelly, "Black Betty", tema que fue popularizado en los setentas por la banda norteamericana Ram Jam y que luego fuera rescatado por Throttlerod en el fundamental compilado Sucking the 70's de la disquera Small Stone Records, además de la poderosa versión de los australianos Spiderbait para su disco Tonight alright de 2004.

"Hey, nena no eches raíces en los caminos, ayúdame a encontrar mi sendero por mi propia cuenta. Miro al cielo y no veo ninguna luz, estoy yendo hacia abajo. Hey, Señor muéstrame la luz en este problema, me estoy volviendo loco y tan sólo quiero encontrar mi trayecto. ¿Tú puedes ver la luz? Ahora yo ya puedo ver la luz..."

El video de "Bottleneck" fue presentado por Dirty Deep en abril de 2014, el cual fue realizado por Mathieu García por medio de Kinto-mo TV. El trabajo visual comienza con un Ford Mustang corriendo por la carretera mientras se escucha por las bocinas un tema de mariachi, pero un giro al botón mueve el dial y un viejo blues a capella se deja oír. La marcha del bólido se detiene para tan sólo para recoger una preciada mercancía: un six de cervezas en botella (¿por qué Corona? jajajaja). Una zona rural sirve de lugar ideal para beber unas frías cebadas y dejar que la música negra fluya por las venas, así que como aquellos bluseros armados tan sólo con sus guitarras y el ritmo que marca el golpe de sus pies, Victor Sbrovazzo se convierte en todo un "hombre-orquesta" para sentarse sobre una silla mecedora de madera para tocar "Bottleneck".

La sed comienza a quemar la garganta del francés, pero la desesperación por abrir las botellas lo llevan a buscar las más ingeniosas maneras de lograrlo. Un encendedor, una hoz, una cadena, un cuchillo, otra botella, una armónica, una tarola y hasta una guitarra pueden servir de instrumentos ideales para quitar una tapa. Las cervezas se han acabado y con ellas la alegría de la música, pero siempre llegará un amigo con más alcohol y la música regresará con mayor intensidad. La vida puede ser bastante simple: guitarra slide, campos de maíz y la espuma de una buena cerveza saliendo por la botella de vidrio.


Las cosas han cambiado para Dirty Deep, pues de ser una "one man band", ahora para 2016 se presenta como un power trío con la publicación de su tercer disco, What's flowin' in my veins. A la pareja formada por Sbrovazzo y Geoffroy Sourp, se les ha unido el bajista Adam Lanfrey, logrando que la banda tenga mucha más fuerza de la que ya tenía. Mientras digerimos con calma su último disco, nuestro recuerdo rescata el "Bottleneck" y el deseo por abrir una cerveza ahora mismo... Salud!!



viernes, 2 de diciembre de 2016

The Bonnevilles : entre muertos vivientes y hard blues


Si buscamos en internet sobre Lurgan, encontraremos que es una pequeña ciudad de Irlanda del Norte que por muchos años fue reconocida por su producción textil, sobre todo de lino. Sin embargo, a partir de los años 60 el lugar comenzó a tener una mala fama debido a que formaba parte del llamado "triángulo de la muerte" junto con sus ciudades vecinas de Portadown y Craigavon, gracias a la serie de asesinatos políticos y sectarios derivados por el conflicto conocido como "The Troubles". Esta idea llevó a The Bonnevilles a componer un tema a su lugar natal, mismo que serviría de track inicial para su último disco.

A través de Alive Naturalsound Records, a mediados de 2016 fue publicado Arrow pierce my heart, un disco que fue pensado para hablar de amor, y según la banda, terminó hablando de drogas, sexo, alcohol, muertos vivientes, asesinatos y venganza. Aunque el resultado lírico no fuera el esperado, los doce temas de la placa no sólo sacuden el corazón, también el cuerpo y el alma. Bajamos la aguja sobre el vinil y el dolor, el sentimiento y la pasión se escapan por las bocinas sin remedio.


Chris McMullan en la batería y Andrew McGibbon Jr. en la guitarra y vocales nos regalan en su Arrow pierce my heart un viaje eléctrico que recupera las raíces negras del blues nacido en el delta del río Mississippi para fusionarlo con la agresividad de los grasientos sonidos del garage y del punk británico. Al escuchar cada tema, sabemos que estamos frente a una joya sonora llena de coraje y denso amor que inevitablemente nos ahogará en sus pantanosas aguas.

Bajo la escuela del nuevo hard blues construído en parejas como el de los norteamericanos The Black Keys y de los alemanes The Picturebooks, The Bonnevilles explota esa pasión tan poderosa que sólo el blues electrificado tiene en sus venas. Gracias a su sonido, han tenido la oportunidad de alternar con gente como los Left Lane Cruiser, Guadalupe Plata y James Leg, pero ahora con su último disco, todo ha sido consolidado para crear un material completo, maduro y redondo que desde ahora podemos disfrutar.


Un par de voces cantan a cappella hasta crear una atmósfera estremecedora. En sus versos se habla del repiquetear de las campanas del infierno. El eco de la guitarra delata su electricidad y nos pone en aviso de lo que vendrá, quizá un riff ahogado en efecto fuzz, quizá el golpe de una batería que marcará el ritmo hasta final. A nuestra mente llega los primeros discos de The Black Keys y el álbum debut de All Them Witches, pero los segundos corren y descubrimos un estilo propio a través de una melodía más allá del hard blues clásico y el llorar de las cuerdas con su distorsión y su gravedad más allá de lo que podríamos esperar.

"Las campanas del infierno están sonando por tí, pero no por mí... Los pequeños demonios están cantando y la muerte comienza a punzar. Me conozco a mí mismo y sé que me podría de nuevo como estandarte viendo hacia al pueblo, pero en Lurgan no hay ley. Nadie lo sabe como yo, pero no estoy de acuerdo con las 50,000 almas que vagan hacia donde los demonios temen pisar. Más de uno ha terminado muerto y ahora nadie lo echa de menos. Conocí a gente como tú e hicieron un guiso con su carne, pues dijeron que éso tenían que hacer. Abajo en el río hay un hombre muerto, el hijo de una madre, y nadie habla..."

Para contrarrestar una lírica tan cruda y tan dolorosa, The Bonnevilles presentó en septiembre de 2016 un video dirigido por Michael Mormecha a través de Dog Kannel Productions para promocionar "No law in Lurgan" como sencillo para el Arrow pierce my heart, trabajo visual que recurre a la metáfora de los muertos vivientes y los zombies al estilo de The Walking Dead y 28 days after para recordar a todos los caídos en el conflicto de Irlanda del Norte durante las últimas décadas del siglo XX.

Una pareja camina por las calles de Lurgan mientras la banda toca entre la maleza al resguardo de una fogata. De entre los árboles, la bella dama y el caballero salen de su escondite para alimentarse de sangre nueva. La pantalla se llena de color rojo hasta que Chris y Andrew se desangran frente a nosotros, mientras el fuego lo devora todo.


Aunque uno podría esperar que Arrow pierce my heart es todo dolor, venganza y melancolía, The Bonnevilles expían sus pecados al compartirnos "Eroctica Laguna Lurgana",  tema que exorciza los horrores vividos en Lurgan gracias a su sabor relajado, instrumental y despreocupado. Sin embargo, el valor que tiene el último disco de los de Irlanda del Norte es el desgarrado sentimiento impreso en cada acorde y en cada rima. "No law in Lurgan" sólo es el anzuelo para sumergirnos en el nuevo material de The Bonnevilles, pero una vez enganchados, será difícil que soltemos esta maravilla...


miércoles, 30 de noviembre de 2016

Datura4 : un paso más allá de la psicodelia dominante


Cuando buscamos sobre Fremantle, Australia encontramos que es una ciudad al oeste de dicha ciudad que cuenta con importante puerto y que además (dato importante para cualquier melómano que se jacte de serlo) es el lugar donde descansan los restos de cantante de AC/DC, Bon Scott. Sin embargo, nuestro conocimiento debería abarcar que en dicho lugar se formó en 2009 una de las bandas más importantes de Oceanía si a psicodelia y hard rock se refiere: Datura4.

Su nombre empezó a navegar por los enormes mares de la Internet gracias a su álbum debut Demon blue, disco de julio de 2015 que enamoró a propios y extraños con su ácido sabor lisérgico y atmósferas que vagaban desde el pop más melódico hasta el hard blues eléctrico heredero de aquellas bandas clásicas como Nazz, Humble Pie y The Yardbirds. Sus guitarras a través del efecto fuzz y ritmos insistentes de sencilla digestión se clavaron con facilidad en el gusto de los amantes del rock bien hecho, otorgándole un lugar muy especial a estos australianos.


A finales de octubre de 2016 han regresado a las andanzas bajo un nuevo corcel multicolor llamado Hairy mountain, segunda obra en su discografía que logra definir el sonido ya propio de la banda y que nos obliga a escuchar sin pensarlo dos veces. Más allá de la obvia influencia por el hard rock australiano de principios de los setentas de grupos como Buffalo, Coloured Balls, Masters Apprentices y Billy & The Aztecs, en este material podemos escuchar una maduración sonora más allá del garage psicodélico y hard blues del primer disco donde muchos han anclado sus naves y se han quedado definitivamente varados.

Si buscáramos una explicación del sonido que tiene Datura4 la podríamos encontrar a partir de sus dos pilares: por un lado tenemos a Dom Mariani, quien formara parte de la banda de pop estridente y teclados omnipresentes The Stems; por el otro tenemos a Greg Hitchcock con su pop ochentero del que formó parte junto con The Bamboos y el garage vintage de The Neptunes. A esta pareja nacida en la vecina ciudad de Perth, se unieron el baterista Warren Hall (quien fue el primer baterista de los salvajes The Volcanics) y el bajista Stu Loasby para terminar de darle forma a este proyecto.


Hairy mountain nos invita a escucharlo desde su portada, la cual es un verdadero deleite para la vista. En ella podemos observar desde arcángeles divinos hasta hermosas mujeres desnudas, todo revuelto en una dura mezcla de colores y figuras que retan a la mente. Naves extraterrestres, una luna impresionante, un ojo impresionante, rosas y cerebros... todo para ilustrar esta "montaña peluda".  Este arte no es una sorpresa al descubrir a su autor: Joshua Marc Levy, artista grafico que entre sus trabajos destacan las portadas de discos como Black rain de Ozzy Osbourne, Black ice de AC/DC, Warpaint de The Black Crowes y White horses de Dirty Streets.

Como primera probada al Hairy mountain tenemos su track inicial: "Fools gold rush", tema atascado de fuzz que nos toma de la mano para iniciar un viaje lisérgico. Su energético inicio nos haría esperar un tema cercano al stoner californiano, pero una vez que las voces cantan la suave tonada, el ambiente se vuelve místico e introspectivo. El dulce paseo por las neuronas de la melodía se convierte por momentos en un laberinto de guitarras, que en su maremoto de figuras encontradas y efectos mágicos, la conciencia pierde control para ceder el paso a través del torrente sanguíneo al ritmo venenoso.


Por si fuera poco el viaje sonoro que nos hemos pegado con el tema de los Datura4, su video promocional no se queda atrás. Por medio del canal de YouTube de la disquera Alive NaturalSound Records, los australianos presentaron este trabajo visual que nos recibe con un caleidoscopio atascado de luces y colores, un juego de imágenes en perfecta simetría acorde a la estética psicodélica de los años sesenta. Tras caer por el tobogán misterioso, un extraño ser de máscara zoomorfa y capa brillante nos recibe entre lujo explosivo y deslumbrante avaricia, mientras los cuatro integrantes de la banda giran sobre sí mismos para cantar el adictivo estribillo.


La aguja baja sobre el vinil y entra en la piel para inyectar la ácida sustancia. Un fuerte viaje comienza y la posibilidad de regreso se reduce a cero. Los cinco minutos que dura "Fools gold rush" son prueba viviente que todavía el pschy vintage puede ser una fuente de inspiración para crear verdaderas joyas, melodías que trasciendan el tiempo y crucen fronteras, himnos mágicos que embelesen la mente y el alma. Datura4 han regresado, este el momento de soltar las cadenas y permitir que su fuerte dosis corra por el cuerpo sin freno alguno...


lunes, 28 de noviembre de 2016

The Urges : garage y psicodelia desde Irlanda


Dentro de la marea vintage que ha inundado a todo el mundo desde hace ya varios años, la vertiente que recupera la psicodelia es una de las que ha logrado establecerse con mayor fuerza y se ha logrado filtrar a los rincones menos esperados. Aquellos sonidos surgidos en los garages olvidados de la costa oeste norteamericana entre el flower power y la experimentación con drogas sintéticas salen a flote nuevamente por todas partes para servir de inspiración en el siguiente siglo.

La infección contagió sin control hasta convertirse en una ácida pandemia de dimensiones continentales y consecuencias locales: Baby Woodrose en Noruega, Acid Mothers Temple en Japón, The Growlers en Estados Unidos, Cheap Wine y Sunder en Francia, Vibravoid en Alemania, Elephant Stone en Canadá o Purson en Inglaterra. El fuerte viaje nos lleva ahora a Irlanda, donde el trébol abandona el verde para transformarse en un caleidoscopio multicolor gracias a The Urges.


La banda tiene sus orígenes en Dublín por el año de 2003, cuando se integró el grupo por medio de su gusto por la vieja psicodelia sesentera  de bandas como The Seeds, The Chocolate Watch Band, The Doors y Love. Tras algunos años de composición y conformación de su sonido propio, The Urges presentó su single "(Around &) Around" que dio base a lo que sería Psych-ward, el álbum debut publicado a finales de 2007.

Comparados con los británicos de The Coral, los irlandeses tuvieron la oportunidad de tocar en Europa, Estados Unidos y hasta México, logrando compartir escenarios con gente de la talla de Kula Shaker, The Electric Prunes y los míticos The Sonics en su regreso. Por si fuera poco, fueron firmados por la pequeña disquera Wicked Cool Records de Steve Van Zand (guitarrista de la E Street Band, grupo de soporte de Bruce Springsteen), misma que re-editó el Psych-ward en 2008.


Tras un merecido descanso luego de la gira promocional de su álbum debut, The Urges publicó en abril de 2012 "Fire burning", lisérgico single que volvió a poner a a banda en las listas de éxitos en su país. Sin embargo, después de dicha genialidad , todo se volvió silencio. ¿Habían desaparecido de la faz de la tierra? ¿Los estridentes colores se habían apagado para dar espacio a la obscuridad total?

De manera sorpresiva, en abril de 2015 se presentó "Passing us by", sencillo que anunciaba la publicación de un nuevo disco de The Urges. El tema de aires místicos y teclado omnipresente colocaba a la banda de nuevo en el foco de atención y calmaba la ansiedad de los tímpanos desesperados por psicodelia densa. Aun así, su paciencia tendría que aguantar más de un año para poder tener en las manos el Time will pass, segundo disco de los irlandeses que vería la luz en octubre de 2016.


Para esta ocasión, el vocalista y guitarrista Jim Walters, el bajista Ross McGee, el guitarrista Peter Smith, el baterista Ken Mooney y el tecladista Thomas D'Arcy nos ofrecen una placa de obvia psicodelia, pero al masticar detenidamente sus diez temas saboreamos una orientación más hacia el pop sesentero que hacia los sonidos fuzz que identifican al garage muy presente en el primer disco de la banda. En Time will pass podemos escuchar paisajes orientales, trompetas con aires españoles y juegos melódicos donde las voces vuelan como aves libres que al final se encuentran entre sí.

Para acompañar el lanzamiento del segundo disco de The Urges, se presentó un segundo sencillo titulado "Echoes softly", quizá el track que logra resumir en sus poco más de tres minutos lo que podemos encontrar en Time will pass. Sus acordes son directos, mismos que de manera fácil llaman la atención y entrar al gusto de quien los escucha. La guitarra, el teclado y las trompetas las escuchamos en un primer plano, mientras el bajo y la batería se contentan con tan sólo dar el soporte al tema. Un innegable sabor a The Zombies se detecta en toda la canción gracias a su estructura melódica, el teclado de D'Arcy muy en la escuela de Rod Argent y la semejanza en el tono vocal de Walters con el de Colin Blunstone.


Hay dos puntos que llaman mucho la atención de "Echoes softly", mismos que nos obligan a regresar la atención en esta pequeña dosis de The Urges. Primeramente, la canción tiene un puente hecho a partir de un conjunto de trompetas que transforman el recuerdo pop sesentero a una melodía española, mismo que es acentuado por una guitarra muy marcada como si de una mandolina se tratara. En segundo lugar, tras los pequeñísismos solos de órgano eléctrico con figuras descendentes y de guitarra ahogada en fuzz, el espectro estereofónico del siglo XXI es abandonado por unos instantes para mutar a un viejo sonido monaural que tributa a las bandas que iniciaron la psicodelia; mismas que vivieron en carne propia la mudanza sonora al stereo y el uso de varios canales.

Acompañando el lanzamiento del sencillo, The Urges publicó un video realizado por Amos Kahana a través de la fotografía de Julien Vannucchi, donde podemos observar a la banda paseando por las calles de Florencia, Italia, lugar donde tuvieron la oportunidad de presentarse a finales de 2015. Reflectores multicolor, gente bailando al ritmo contagioso y una banda ansiosa por mostrar el nuevo material que trae entre manos.


Irlanda levanta la mano dentro del mapa de la recuperación de la vieja psicodelia. The Urges está de regreso y es momento de que los escuchemos, que gocemos su calidad y que dejemos que su música nos haga viajar en el tiempo y el espacio. Los ecos que salen de sus amplificadores resuenan en las neuronas de quienes rememoran aquella música empapada en fuzz y teclados estridentes, magia sonora de místicos vuelos que nos toman de la mano suavemente para invitarnos a un paseo por el recuerdo de una ácida época. Bajemos la aguja sobre el vinil y dejemos que todo fluya...