Estamos a unos cuantos días de cumplir un año de la publicación del álbum debut de Desert Altar, un disco que en su momento despertó el interés de la escena hard rock y proto-doom de la costa este norteamericana pero que al poco tiempo se perdió como estrella fugaz ante el fulgor de tantos otros grupos bajo el mismo estilo. El tiempo ha pasado y ahora es necesario regresar a dicho material para descubrir en él cuál es su valor sonoro y qué elementos pueden ser los que bien podrían recuperar para continuar por la difícil senda del rock.
La ilustración de una mano penetrando un cráneo inmediatamente atrapa la pupila, pero al bajar la aguja sobre el vinilo las cosas cambian. Cuando se antepone la palabra desert en el nombre de cualquier banda, lo primero que se busca encontrar es un sonido stoner entendido según los californianos. Y aunque el disco no deja a un costado del camino a este estilo (lo que queda claramente establecido en "Desert sons"), la atmósfera general del primer disco de Desert Altar ronda por otros lúgubres lugares.
Lejos de las apariencias, Desert Altar es una banda formada en Richmond, Virginia, por lo que es el sombrío sabor de los profundos bosques es lo que realmente predomina su álbum debut. Su hard rock es obscuro hasta alcanzar por instantes un tufo a proto-doom y a occult rock, lo que provoca al terminar de escuchar sus treinta y seis minutos una sensación de misterio y magia fría muy lejos de las aspereza desértica que por momentos se intenta por medio de acordes nacidos directamente del stoner metal.
Dos afiladas guitarras se tienden a duelo bajo el dominio de Zach Snowden y Michael Potts. Mientras la batería de Mike Arjone asemeja a una tormenta eléctrica, el bajo ahogado en fuzz de Ed Fierro se encarga de guardar las líneas melódicas. Finalmente, Desert Altar encuentra en Piper Neddenien a su hermosa sacerdotisa que ofrecerá en denso ritual su tersa voz, elemento que terminará por crear un extraño equilibrio entre el occult rock caracterizado por bellas sirenas de canto hipnótico y un hard psych de vibras místicas que por instantes roza la esencia pop.
Tras uno acordes someros y limpio, el primer disco del quinteto de Richmond nos ofrece por medio de la inaugural "Gjallarhorn" una entrecortada melodía que muestra las dos influencias principales del grupo: el tiempo aletargado del primer doom y los acordes distorsionados e insistentes del stoner metal. Bajo la misma estética sonora, "Dark descent" nos ofrece un misticismo que de manera rastrera se arrastra poco a poco hasta el embrujo, tétrico tema lento que nos golpea sin piedad hasta sumergirnos en sus abismales aguas difíciles de navegar.
Sin embargo, el elemento que obliga a rescatar al debut de Desert Altar del olvido son los riffs melódicos que definen a varios de sus tracks al grado de crear una adicción a su alrededor. Bajo la atmósfera onírica de las voces femeninas y guitarras hirientes que hemos escuchado en otros polos del planeta como con los autralianos de Devil Electric o los mexicanos The Wizard, Desert Altar nos ofrece tres dardos venenosos imposibles de evadir: el hechizo del bajo en "Follow" que logra crear una atmósfera envolvente a su alrededor, el aguijón de la figura principal en "Rise" que suelta su líquido adictivo para viajar junto con su estridencia, y la directa "Animus" con su melodía sin contemplaciones ni frenos.
Una vez que la banda de Richmond ha encontrado su fórmula, la receta de manera repetida con mayor insistencia. Sin mediación alguna, un riff directo nos golpea al rostro hasta que un ligero detalle wah le ofrece un poco de acidez a su figura. El ritmo se entrecorta para darle espacio a la voz sin ataduras de Piper mientras escuchamos un tema que habla sobre máquinas mortales que llegan al planeta desde otras latitudes cósmicas. Los acordes de "Death machine" son atroces, pero al mismo tiempo le otorgan su lugar preciso a la voz y hasta un doble solo de guitarra es posible escuchar. Aunque es innegable la herencia del Black Sabbath más rabioso, Desert Altar nos ofrece un tema infeccioso con gran voltaje del cual es imposible escapar.
La magia de aquellos rituales realizados en algún lugar oculto y misterioso busca ser rescatada por la intensidad y la zozobra encapsulada en el primer disco de Desert Altar. Sin embargo, el álbum pasó inadvertido ante el tsunami doom que ahogado al planeta de doom ancestral con historias sobre desastres, aquelarres y muerte. Quizá una nube de transformación se pose sobre la banda de Virginia, pero quienes tuvimos la suerte de descubrir su primer material deseamos que mantengan aquella vibra obscura llena de intensidad y melodías directas que bien podríamos identificar como la principal característica de Desert Altar...
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