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miércoles, 8 de agosto de 2018

Foot : cuando el ruido se transforma en un escape


El correr del agua se filtra por las bocinas y de manera inmediata la madre naturaleza refleja su presencia en la mente. Tras algunos segundos de calma, se dejan escuchar una áspera instrumentación de cuerda que interpreta una melodía hipnótica que poco a poco toma el control del panorama auditivo. Inesperadamente, todo se transforma en un sonido borrascoso, en una lenta tormenta de arena que cae pesada sobre cualquier cosa a nuestro alrededor. Una vez que la conciencia regresa, de manera irremediable descubrimos que hemos sido parte de un viaje onírico, un escape sonoro que ha logrado eliminar la realidad, un juego perceptivo que ha alimentado nuestros sentidos para transportarlos a fantásticos lugares desconocidos.

Al buscar a los responsables de tal desafío, nos encontramos frente a una banda de Melbourne decidida a crear paisajes auditivos a través de una extraña mezcla del stoner arenoso, el rock progresivo más denso y la rabia del grunge noventero. Bajo el nombre de Foot, este grupo ha logrado construir un concepto sonoro definido a base de guitarras desgarradoras, bajos profundos y baterías aletargadas ideales para arrancar los pies de la tierra y sobrevolar los abismos más obscuros.


Tras un inicio prometedor con un debut presentado a mediados de 2016 donde se podían escuchar algunas ideas musicales concretas, no fue sino hasta la publicación de su segundo disco en enero de 2018 titulado Buffalo cuando la banda australiana logró definir su sonido de manera definitiva y contundente. El álbum está hecho bajo una atmósfera sombría, pero con una fuerza que puede hacer temblar a cualquiera. Su unidad sonora lo erige como una poderosa muralla infranqueable que es golpeada de manera suave por voces etéreas de dulce soplo y misterioso cantar que recitan frases inspiradas en el deseo por escapar de la cruda realidad.

Buffalo está inspirado en la belleza natural de Victoria, Australia, específicamente compuesto a través de improvisaciones hechas por la banda frente al lago y la montaña Buffalo, cerca del pequeño poblado de Myrtleford. Con el objetivo de crear un mecanismo de cura frente a la cotidianidad y una forma de huir del bullicio urbano a través de temas musicales con un sonido compacto, áspero y alucinatorio, el álbum es una forma de expresar los sentimientos de Paul Holden, vocalista de la banda, frente a los diversos acontecimientos que ha ocurrido en el mundo en los últimos años; aunque las líricas bien podrían tener una libre interpretación. Extravío y confusión ante una serie  de armonías saturadas que buscan ahogar todo entre distorsión y aletargadas melodías de onírica confección.


El segundo disco de Foot arranca con la mágica y poderosa "Thunder cave", una melodía lenta que hipnotiza con su somnolienta armonía basada en el encuentro de los desgarradores acordes de las guitarras eléctricas en manos de Paul Holden y Pete Wallder mientras escuchamos una historia sobre un meteorito sobre el cielo y el negro presagio que trae consigo. Con un ligero tufo a Duran Duran o Depache Mode, "Live laugh love" crea a su alrededor una densa atmósfera de misterio y zozobra que al final explota de manera sorpresiva. El enigmático riff de "Sweet stuff" que nos remite inmediatamente hacia algunos elementos del movimiento alternativo de los noventas que gestó al stoner y al grunge sirve de telón de fondo para una lírica que critica los intentos de rescatar al individuo de sus problemas y depresiones a través de la religión. La batería de Jack Eddie quiebra la tensa calma de la cerradora "Low mist" para demostrarnos la ambivalencia de la banda entre la delicadeza y la intensidad.

Para condensar el sonido alcanzado por Foot en su Buffalo, aterrizamos en la potencia indescriptible de "Cactus". Una figura de bajo distorsionado creado por Shaun Stolk sirve de brújula para que el resto de la banda se encaminen en una melodía densa y sonido áspero sin contemplaciones que permite a una colección de vaporosas voces que nos hablan sobre un rompimiento con el pasado, un establecimiento de límites y un nuevo inicio. Los muros de sonido se levantan frente a nosotros de manera imponente para demostrar su voluntad y su fuerza, una frontera que delimita lo anterior de lo nuevo, un contorno que sirve para dejar afuera todo lo que es innecesario. Cuando llegamos al puente musical, la figura retoma algunos elemento del rock alternativo de los noventas muy cercanos al "Shine" de Collective Soul; mas su distorsión nos regresa hacia aquel stoner progresivo que varias bandas europeas y norteamericanas han ido construyendo en la última década pero que por primera vez escuchamos de manera sorprendente en un grupo australiano.

"Necesitamos comenzar de nuevo, construye un muro, aléjate. Forma una fila, uno a la vez. Sólo un intento de un problema fascista. ¿Puedes oír tu nombre que ha sido llamado? Lo dije la primera vez, haz una fila. Precipitarse contra la frontera, la vida comienza. Gracias por tu tiempo y por ser tan amable, pero lo jodiste con tu sangrante estupidez. Tu ventaja se ha ido..."


Ahora ha llegado el momento de escuchar Buffalo sobre los escenarios, saborear la densidad del sonido de Foot de manera directa para lograr la huida de la realidad sin límites ni contemplaciones. Mientras eso ocurre, y para aquellos que nos encontramos lejos de Oceanía, regresamos hacia aquel material grabado durante tres días en el estudio Marthouse Records de Dougal Shaw con la intensión de penetrar las nebulosas atmósferas creadas por Foot para regresar a la fuerza de la madre naturaleza y reconocer nuestra fragilidad como seres humanos...


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