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martes, 24 de abril de 2018

Wicked Wizzard : cuando el infierno arde en Vizcaya


Un rayo cósmico se postra sobre la montaña sagrada para hacerla explotar en un millón de pedazos que quedan esparcidos por el desolado paisaje monolítico. La fuerza gráfica contenida en tan sólo una ilustración sirve de impacto visual para hacer referencia al contenido sonoro que resguarda. Con los sentidos atrapados, nos disponemos a darle la oportunidad a un material discográfico creado por una nueva banda, pero tras su detenida escucha, agradecemos el favor hecho por los dioses guardianes de la música al hacernos coincidir con un álbum mágico, directo y concreto.

Ante nosotros tenemos el debut discográfico de Wicked Wizzard, una banda formada a principios de 2017 en Mungia, un pequeño lugar dentro de Vizcaya, al norte de España. Desde sus primeros acordes, el álbum atrapa a los oídos ansiosos de escuchar rock distorsionado y obscuro heredero de aquellos momentos en que la ácida psicodelia, el blues eléctrico y el hard rock hicieron encrucijada para sembrar la semilla de lo que después se conocería como stoner. Acordes rabiosos bajo un manto de misterio nos dan la bienvenida, y tras algunos segundos, todo se convierte una melodía infecciosa que nos obliga a llevar el ritmo y levantar la mano cornuta.


Wicked Wizzard es un power trio en toda la extensión de la palabra: las guitarras afiladas de Unai Minguez desgarran las bocinas a la menor oportunidad, los tambores de Mikel Bidaurrazaga mantienen el ritmo mientras sus platillos rompen el silencio y las precisas figuras de bajo adornadas por momentos en un fuzz vintage sirven de soporte ideal para la voz de Iñigo Jauregui quien recita frases llenas de magia, obscuridad y maldad.

Son pocas las noticias que tenemos sobre bandas con este sonido en España, pero quizá lo sea más en el País Vasco y sobretodo cantando en inglés. Este tercio de jóvenes ya habían mostrado lo que eran capaces de hacer con su demo llamado Dirt y realizado de manera completa por ellos, aunque su calidad interpretativa quedó demostrada con su Live session, una presentación en directo del grupo realizada en Erandio (dentro de la zona metropolitana de Bilbao) que fue publicada en el canal de YouTube de la banda y ofrecido su audio a través de su página de Bandcamp.


A finales de 2017, Wicked Wizzard se metió al estudio Magic Box Musika bajo la supervisión técnica de James Morgan para grabar nueve temas, los cuales serían finalmente masterizado en Inglaterra  por Steve Kitch en su Audiomaster. El resultado obtenido es un poderoso debut que nos remite por momentos a Black Sabbath o a Pentagram como la inicial Witchstone con su riff ritual e infeccioso, la aletargada "The wizard" con su marcha fúnebre que le sirve de inicio o "Rainy sabbath" con su obvio título y su insistente figura. Sin embargo, el disco no es sólo proto-doom ya que el material se encuentra salpicado de momentos psicodélicos como la mágica "Swamp", el hard rock clásico de "Earthquake" con su solo de batería al más puro estilo de "Moby Dick" de Led Zeppelin, el suave desliz de concluyente "Hills of madness" o la stoner "Sin city" con su innegable sabor a carretera y marihuana.

El primer single del álbum es "Rednecks from hell", track que arranca con un riff entrecortado de gran intensidad que termina por agarrar camino y quemar combustible con su velocidad sostenida y directa. Como si se tratara de un contraste, la voz chillona de Iñigo surge de los fuegos infernales entre escalas pentatónicas fuzz muy en la escuela de Wolfmother y cambios de ritmo muy "doomys" con la intensión de sobrevolar los abismos. Cada instrumento encuentra su espacio propio para que en conjunto logren una muralla de sonido concreta difícil de quebrantar. En sus casi cuatro minutos, "Rednecks from hell" encapsula todo lo que es Wicked Wizzard: rock insistente que mezcla el stoner y el proto-doom por medio de temas bien construidos a través de riffs venenosos y el poder de un power-trio.


Los instrumentos y amplificadores colocados entre herramientas y una motocicleta, así es el garage donde Wicked Wizzard tiene su cuarto de ensayo. Así comienza el video promocional para "Rednecks from hell", un trabajo visual realizado por Xabi Giotisolo caracterizado por su suave tono sepia que coloca el fundamental sabor vintage cercano al sonido de la banda. La pequeña historia nos muestra las peripecias de Iñigo Jauregui en su trayecto al ensayo con el resto del grupo, un viaje entre cervezas que provoca el extravío de su instrumento. Una guitarra Gibson SG explota mientras un amplificador Orange conectado al bajo Fender le sigue el paso, compañeros ideales para una batería ilustrada por su propio dueño con imágenes que terminaron formando parte de la portada del álbum. Bajo el manto de la noche, una vagoneta devora kilómetros hasta frenar ante una tienda de instrumentos y para que el trío vasco cometer un robo...


Sin temor a escribir una exageración, el primer disco de Wicked Wizzard nos muestra a una excelente banda con un gran futuro frente a ella. Aunque pareciera contradictorio, su amplia paleta de estilos le confiere un estilo bien definido con múltiples posibilidades compositivas. Su equilibrado sonido entre la crudeza de la distorsión desértica y la onírica esencia lisérgica, le permite ir de la placa tectónica al cielo estrellado en unos cuantos segundos; algo que muy pocos grupos logran. Atención Mundo, Vizcaya tiene entre sus manos a un poderoso trío infernal que dará mucho de qué hablar...


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