Ahogados en el abismo
de la noche, no existe algo de donde aferrarse. Su manto obscuro nos cubre por
completo y no existe escapatoria. De la nada y sin previo aviso, un relámpago ilumina
el lugar y quedamos pasmados ante su luminosidad, su poder y su energía llena
de electricidad y brillo. Por unos breves instantes, la luz que cayó del cielo
nos ha permitido ver que el lúgubre ambiente no sólo es un producto de la
imaginación, el lugar es un pozo de soledad y muerte. Aquello que era un rayo
de esperanza se convierte en un momento de lucidez ante la tétrica realidad, un
segundo de claridad ante la magnificencia de la obscuridad y el misterio que lo
acompaña.
El poder eléctrico toma
el control por unos momentos para mostrarnos claramente que los poderes
ocultos, la magia y la muerte que encuentran a un solo paso de nosotros, nos
acechan constantemente y jamás escaparemos de ello. Dicha energía dota de vida
a los instrumentos que buscan con sus mórbidas odas hablarnos de un mundo más
allá de la vida, del bien y de lo permitido. Unos cuantos segundos ante la
totalidad de la nada y su silencioso crimen.
Witchskull encapsula esos
instantes en ocho melodías de fuerza primitiva y originaria envueltas en
metáforas, versos e historias que a su luz deberán develadas. Una descarga
eléctrica que dota de voz a los misterios del más allá y muestra el lúgubre
destino que nos depara, aquel que es seguro al que llegaremos: nuestra
desaparición de este plano de la realidad.
¿Pero
quién carajos son estos tipos?
Hace mucho tiempo
atrás, dos amigos habían decidido hacer de la música su forma de vida, cada uno
conformó su proyecto propio, pero el destino les tenía marcado su encuentro
nuevamente. Canberra, Australia fue el lugar que los dio a conocer entre sí y
ahora era el mismo lugar que los uniría para recorrer un solo sendero. 2014 fue
el año que permitió que los astros se alinearan para colocar a dos viejos
compañeros de la escuela en el mismo proyecto musical.
Marcus de Pasquale formó
en 2006 una banda de hard rock y metal salpicado de stoner bajo el nombre de
Looking Glass, grupo con el que logró posicionarse en el gusto del público
australiano ávido de sonidos densos y distorsionados. Con el sobrenombre de “Merlin”,
Marcus se convirtió en el artífice del concepto de Looking Glass, donde su Sin
embargo, la búsqueda de nuevas formas de expresarse lo llevó a crear un nuevo
proyecto que mezclara el árido rock desértico con su pasión por las melodías
doom y las líricas sobre ocultismo y el mundo alrededor del umbral de la
muerte.
Joel Green fue
baterista y vocal de Armoured Angel, una poderosa banda de trash y death metal
de la que formó parte desde 1987 hasta 1995. Tras tener diferencias con “Lucy”
Luck, fundador del grupo, Joel se enroló en distintos proyectos sin que se
estableciera al 100 % en alguno. Sin embargo, sin abandonar sin gran capacidad
como baterista , continuó tocando hasta que se reencontró con Marcus, un viejo
amigo de la escuela.
Fue así que en 2014
nació Witchskull, un grupo que tenía un punto de encuentro a pesar de los
separados caminos de sus miembros fundadores. El gusto por el viejo doom llevó
a la pareja a componer estructuras musicales llenas de intensidad, mismas que
fueron intensificadas con la influencia stoner de la guitarra de Marcus. Una
vez construido el concepto musical, se hizo necesario cimentarlo con un
poderoso bajista que tuviera la capacidad de seguir las figuras de la guitarra
y a la vez mantuviera la fuerza rítmica de la batería. Fue así que llegó al
proyecto Tony McMahon y su bajo Rickenbacker.
Conformados como un
power trio, Witchskull trabajó hasta cuajar su sonido, mismo que terminó de ser
afinado gracias a las manos del productor Jason Fuller, quien ha trabajado con
las bandas australianas de distintos géneros: Blood Duster en el death metal /
grindcore y Dern Rutlidge en el stoner. Luego de un arduo trabajo en los
Goatsound Studios de su natal Camberra, el grupo logró editar de manera
independiente en octubre de 2015 su álbum debut titulado The vast electric dark.
El
concepto
Una mórbida imagen fantasmal
camina sobre el agua y apenas a lo lejos podemos ver el horizonte. Un cráneo animal
de larga cornamenta y obscura túnica impactan su reflejo en un espejo líquido
de blanco y negro. Un ser que nos anuncia un mensaje fúnebre, satánico y
oculto. Esta es la portada del The vast
electric dark de Witchskull, disco que colecciona ocho temas fuertes de
música directa y sin miramientos. Ocho melodías doom con potencia stoner en la
base rítmica, energía que se desborda por las bocinas entre grandes riffs de
guitarra, bajos distorsionados y golpes de batería sin descanso.
The
vast electric dark es un disco que busca convertirse en
una tormenta eléctrica que ilumine la profunda obscuridad de la noche, relámpagos
que muestran lo que hay más allá de lo que no podemos observar a simple vista.
Ante cada descarga caída del cielo logramos ver demonios, almas en pena, dioses
olvidados y a la propia muerte.
La grabación es un
intento por dejar al escucha al borde del abismo de lo desconocido, en la
frontera entre la realidad y el mundo oculto, en el límite de la vida y en el
umbral del más allá. Líricas obscuras y malditas que necesitan ser escudriñadas
para no perderse en sus laberintos metafóricos. Atmósfera lúgubre que gracias a
cada acorde termina ardiendo en una pira funeraria que devela lo oculto.
La imaginación de
Marcus de Pasquale para llegar a construir las místicas letras del The vast electric dark nacen de su gusto
por lo demoníaco, el ocultismo, la magia negra y la brujería. Teniendo como
referencias a autores como John Dee, Giordano Bruno, Aleister Crowley y hasta Carl
Jung, sus frases toman senderos sombríos donde los pensamientos y sentimientos
humanos se deforman ante lo desconocido, lo místico y lo enfermo. Por medio de
diferentes personajes de carácter tétrico, Marcus narra historias que enfrentan
lo establecido y sacuden los mandamientos, pasajes mórbidos que nos dejan cara
a cara con la propia muerte.
El álbum debut de
Witchskull es una contradicción en sus elementos, mismos que terminan
complementándose para lograr atención en cada uno de ellos. Por un momento
tenemos la obscuridad de sus encriptadas líricas y por otro lado tenemos el
golpe directo y eléctrico de la música. Cada uno en su lugar merecen atención
especial, pues el deleite sensorial por la instrumentación exige su espacio
cuando la mente busca entre los recovecos de las letras un mensaje oculto entre
líneas.
Quizá la única crítica
que podríamos hacer al The vast electric
dark es la línea melódica que imprime Marcus de Pasquale durante toda la
placa. Él no canta, él recita frases imponentes con la misma intensidad y
tiempo en cada uno de los cortes. La monotonía es rota gracias a las distintas
historias que cada una de las palabras contienen y gracias a los distintos
momentos melódicos que los instrumentos imprimen. Sentencias, invocaciones y maldiciones
que irónicamente se incrustan en el poderoso muro de sonido que Witchskull
levanta como si de dardos envenenados se trataran, heridas que ruegan
interpretación y lamentos que reclaman atención.
Canción
por canción
The
vast electric dark: Mis dañados ojos pueden ver una
fantasmal imagen que persigue la luz. Más allá de los árboles se escucha el
arrastre de cadenas y las burlas de la gente. Los tejedores de un sueño ácido
han tomado un cuchillo para cortar el nudo. La dama del funesto pecado ha
perdido su alma en la vasta y eléctrica obscuridad… Acordes de guitarra de golpean y resbalan por
el mástil, notas que caen como relámpagos al suelo y sacuden todo lo que está
en pie. Bienvenida agitada de rock desértico y stoner árido donde el bajo
cimbra con su grave distorsión y la batería juega con figuras fuertes y
primitivas. Solo de guitarra agitado sobre golpes de batería que marcan un
descenso hasta perder el control. Sólo bastan tres minutos para iluminar la
obscuridad en un solo golpe.
Temple
of Ly’s: El sol ha caído, la obscura bruja del odio ha
ganado en esta ocasión. Hemos llegado al templo de Ly para ofrecer nuestros
huesos y devolver las piedras. Este es el momento de entregarse al sueño sobre
el ardor de una pira funeraria… Un ácido
bajo marca la melodía y sirve de entrada para una guitarra llena de lamento.
Marcus entona frases cortas sobre la lucha entre lo material y lo espiritual
mientras el ritmo se mantiene inmutable, sin la más mínima modificación. Un
monótono hard rock lento cercano al stoner
termina quebrado por un solo de guitarra heredero del doom clásico y el
concepto de las figuras siamesas de Tony Iommi de Black Sabbath.
Pan’s
daughter: Ella sólo se expresa a través de símbolos. Los
demonios viven y se desarrollan en su interior. Una vez en trance, su luz
interior le da voz a murmullos e imprime en blancos lienzos el vórtice entre la
realidad y lo desconocido. Ella es una sacerdotisa de otra época. Gracias a
ella puedo saber cómo desangrarme en el fuego porque su voz silenciosa puede
llevarme a casa… Marcus de Pasquale hace
una densa oda dedicado a Rosaleen Norton, una pintora y poeta de Australia
reconocida por su cercanía con el ocultismo y la brujería, quien a través de
procesos de hipnosis alcanzaba estados de conciencia alterados para establecer
contacto con el mundo de los espíritus. Marcus se basó en el libro de Nevill
Drury, “La hija de Pan”, para acercarse a la vida de la “bruja de King Cross” y
así componer esta rola de tintes que van desde Wolfmother hasta Church of
Misery.
![]() |
Rosaleen Norton |
Swim
the abyss: Hiéreme, querida mía, con tus malditas mentiras, al
igual que lo hizo mi madre con su disfraz de bruja. El silencio parece
escuchar, el momento de maldecir está en la mirada. Este es el hijo de Mendes,
el macho cabrío clavado en el pentagrama que con su fuego ilumina el tiempo. El
impío está en el caos, así que no hay nada qué temer… La fuerza truena las bocinas por medio de una
melodía doom distorsionada que sirve para acompañar una lírica atascada de
símbolos satánicos que buscan arrancar los temores hacia el mundo de la
obscuridad y el pecado.
Raise
the dead: Corre y dile a los demás que el Padre ha muerto y
que la Madre lo perdonará por las cosas que dijo y realizó. Todos los
pensamientos se han nublado en color rojo. Este es un lugar de perdón, un lugar
donde los amantes mueren. Este es el jardín de las cruces, es el lugar donde se
erige la muerte… La batería entra marcando un ritmo acompasado, el bajo la
acompaña solemnemente y la guitarra marca una densa figura. Una voz nos habla
de perdón, olvido y muerte. Como si se tratara de una “danse macabre”, la
melodía nos hipnotiza al ritmo de almas moribundas que marchan sin tiempo. La
canción sube de intensidad para que la guitarra eléctrica tome el control y nos
muestre hasta el final el poder de la muerte en su espacio propio.
World’s
away: Me despierto en este asqueroso día. Una mancha
ceniza cruza mi rostro y el invierno de mi vida recuerda que ahora estoy solo y
apartado del mundo. El ídolo elegido está en el suelo, sólo queda aferrarse a
la luz que nos muestra el horizonte. No hemos llegado hasta aquí tan sólo para
morir… El feedback de la guitarra sirve
de entrada para una tormenta eléctrica insistente. El bajo no para de cabalgar
sin freno y la batería choca contra todo lo que encuentra en su camino. Los
dedos de Marcus recorren el mástil de su guitarra Gibson en un genial solo
lleno de adrenalina y poder. Hard rock de alto voltaje de notas insistentes que
dudan en hacernos tronar los tímpanos.
Harvest
of the druid: Él es el niño de la cosecha, sin
nombre, silencioso y abandonado sin esperanza ni amparo. Rindiendo culto al
relámpago en esta vida desolada, él es fruto de la siembra hecha por antiguos
sacerdotes olvidados, de un tiempo terminado, de otra vida… Un tributo
irrenunciable al Paranoid de Black
Sabbath de 1970, donde el recuerdo nos lleva a un encuentro entre “Iron man” y
“Electric funeral”. En la estructura de esta rola podemos identificar la
construcción musical clásica de Tony Iommi: un riff de acordes graves en escala
descendiente, una parte media de mayor velocidad para dotar de intensidad a la
melodía y dar espacio a un frenético solo de guitarra, regreso al riff original
y una coda de figuras opuestas al resto de la canción. El poder de la guitarra
de Marcus de Pasquale a toda su capacidad.
Cassandra’s
curse: Amabilidad, esa es su mentira. Complacencia, ese
será su fin. La mujer que enreda a los hombres será maldecida por el engaño
realizado. Mientras todo se quema, los demonios fluyen. Los vaticinios serán
sordos y la venganza se completará… Witchskull cierra su álbum debut con una
melodía llena de frenesí, un coraje que llena la boca de ira y sed de venganza.
Marcus personifica al engañado dios Apolo en aquel momento en que escupe a
Casandra y la maldice, logrando que sus visiones sobre el futuro jamás sean
escuchadas. Fuerza y velocidad de instrumentos desbocados que sin freno buscan
recuperar el honor perdido. Un frenético solo de guitarra corre descontrolado
hasta que cae al abismo.
En diciembre de 2015, la banda firmó con la disquera nortamericana STB Records un contrato para promoción del The vast electric dark, anunciando además la próxima re-edición del disco en formato de vinil. Por lo pronto, nosotros compartimos los treinta y seis minutos de duración de esta placa, esperando que la tormenta eléctrica que nos ofrecen Witchskull retumbe en sus oídos y nos muestre lo que la obscuridad nos oculta...
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