The Growlers son una banda salida de Costa Mesa, un pequeño suburbio de Orange Country de la costa californiana. Bajo la influencia del mar y el sol, además por su gusto por los grupos psicodélicos de los sesentas, estos chicos se juntaron para crear música y divertirse. Junto con otras bandas de la zona, han creado un movimiento llamado Beach Goth (Playa gótica, textualmente): jóvenes que hacen canciones obscuras con sonido sesentero, psicodelia ácida sacada de la playa para escucharla en el tráfico.
El sonido de estos californianos es un combo de garage, surf, space rock, pop psicodélico y country grabado a través de equipos análogos para crear el ambiente lo-fi muy de moda en la costa oeste de los Estados Unidos. Brooks Nielsen en las vocales atascadas de efectos y reverberaciones, Matt Taylor en la guitarra principal inundada de fuzz, Scott Montoya en la batería, Anthony Braun Peery en el bajo amplificado con el obligatorio Orange y Kyle Straka en los teclados mágicos y alguna guitarra ocasional.
Los shows de The Growlers son la fiesta total. Dentro de su magia hippie, los integrantes de la banda utilizan disfraces y pelucas para crear ambientes propicios para sus composiciones, además de integrar al público en su puesta en escena. Bailes, mujeres desnudas y luces de colores inundan la visión para lograr un bello viaje ácido.
En 2013 publicaron el Hung at heart, su tercera producción a través de Everloving Records, placa que logró colocarlos en la atención de los diversos medios musicales especializados y que fue catalogado como un viaje comunal donde se mezcla la playa, el espacio y los viajes ácidos ilegales. De dicho álbum, rescatamos el sencillo One million lovers, canción que logra reflejar el concepto musical y escénico del grupo.
Esta rola es una oda a la mujer ideal, aquella que entra en la mente y no escapa de ella. Las posibilidades son infinitas, pero se escoge a ella porque no se necesitan palabras para explicarla y para sentir su ritmo a través de la mente. Nada permanece, todo cambia; pero la unión entre el hombre y su musa permanecerá por siempre.
Sin embargo, One million lovers puede interpretarse de otra manera. Existe un millón de cosas que el hombre puede escoger para clavarse, pero aquello que no se puede explicar, que atraviesa su mente de manera borrosa y extraña sólo puede hacer referencia directa a una cosa: las drogas ácidas. Un doble mensaje de las líricas que no se escapa de la atmósfera que crean los californianos.
Un negro universo nos da la bienvenida a un viaje en una camper a través del espacio liberal. Juegos en blanco y negro que logran crear colores en nuestra imaginación. Indumentaria psicodélica de finales de los sesenta y equipos de grabación de la misma época son el único equipaje. Un asteroide rompe la tranquilidad y hace caer la improvisada nave a un extraño planeta de metálica apariencia. Estrellas, máscaras, globos, burbujas espesas, escarabajos y mariposas nocturnas se conjugan con imágenes de la banda tocando sobre el galáctico paisaje. La mujer panóptico hecha de merengue nos conquista con su magnético baile.
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