Ante la invasión de
bandas vintage que han inundado la escena musical desde algunos años, se ha
creado un debate muy fuerte entre los que apoyan a las bandas que están
componiendo a partir de los conceptos musicales del hard rock de principios de
los años setenta y entre aquellos que los tachan de falta de originalidad y
creatividad (y, ¿por qué no?, hasta de plagio). Una de las tantas bandas que se
encuentran en esta disyuntiva son Barbarian Overlords.
Con un obvio tufo a Led
Zeppelin, estos californianos publicaron su primer disco a finales de 2011, y
desde entonces, adoradores e inquisidores se lanzaron sobre su trabajo. Sin
embargo, desde la primera canción que se escucha de la placa, sólo existen dos
posibilidades: o te hacen poner play una y otra vez por el excelente tributo o
terminas irremediablemente tirándolos a la basura por el sacrilegio.
Lo que no se puede
negar es que dentro de las bandas que usan de punto de partida al zeppelín de
plomo como Rival Sons, Scorpion Child o Mad Shadow, Barbarian Overlords se
llevan los aplausos por su capacidad de asimilar las ideas de Page y compañía,
por la forma en que ejecutan de sus instrumentos, y por arriesgarse a componer
melodías desde los himnos sagrados de una de las bandas más importantes del
hard rock británico.
¿Pero
quién carajos son estos tipos?
Los Ángeles, california
vio nacer en sus entrañas a Barbarian Overlords, un grupo que se gestó por el
encuentro del guitarrista Joe Spadaro y el baterista Brandon Kachel gracias a
su gusto musical por Led Zeppelin. Tras probar a varios cantantes, la fortuna
los llevó a encontrar a Brent A. Nuffer, quien se unió al grupo sin dudarlo. Finalmente,
un guitarrista que se hacía conocer como GK Via tomó el bajo eléctrico para
formar parte de este proyecto.
Con largo cabello
rizado e imagen de corsario, Joe Spadaro busca cumplir con el prototipo del
guitarrista fan de Zeppelin. No sólo es igualar la imagen de Jimmy Page, sino
también encontrarse con íconos como Steve Perry de Aerosmith, Slash de Guns n’
Roses o Craig Ross de la banda de Lenny Kravitz. Una guitarra Gibson Les Paul
colgada al hombro y escoltada por amplificadores Marshall, además de la
habilidad de emplear un slide sobre el mástil de su instrumento, elementos
obligados.
Brandon Kachel es un
amante de John Bonham, al grado que su set de batería es idéntico al de él,
poco a poco ha cambiado su imagen para parecerse físicamente y ha formado parte
de la legión de bateristas que participan en el festival Bonzo
Bash evento que se organiza como tributo al músico inglés y donde han
partcipado gente de la talla de Steven Adler de Guns n’ Roses, Charlie Benante
de Anthrax, Dave Lombardo de Slayer o Mike Portnoy de Dream Theater. Sin
embargo, antes de la música, el baterista de Barbarian Overlords se dedicaba a
la lucha libre y su musculoso cuerpo lo demuestra; pero hasta en su sobrenombre
(Brandon Bonham - Kid Krazy) su
pasión musical era delatada.
Tras un proceso de
audiciones, Brent A. Nuffer fue escogido por Brandon y Joe como vocalista de la
banda. El color de voz tan semejante al de Robert Plant y el amplio rango vocal
que tiene, aseguró su espacio en Barbarian Overlords. A lo anterior podemos
sumar su gran presencia en el escenario y su conocimiento musical que le
permite tocar la armónica y hacer algunos arreglos en los teclados.
El último en
incorporarse al grupo fue GK Via, un músico en ascenso en la escena rockera de
Los Ángeles que formó parte de la banda Gods and Monsters como guitarrista. Sin
embargo, su capacidad como músico lo llevó a convertirse en un gran bajista que
logra compaginar sus líneas melódicas con el poder en la batería de Brandon
Kachel. Obviamente, su sonido está construido a partir de amplificadores Ampeg
para lograr una profundidad y fuerza.
El
concepto
El álbum debut de
Barbarian Overlords es un gran conjunto de rolas compuestas en tan solo 6 meses.
Esta velocidad logró que el sonido del disco sea crudo, salvaje y directo.
Asimismo, las líricas giran alrededor de lo que una banda de hard rock del
oeste norteamericano podría hablar: mujeres, fama y la búsqueda desesperada de
la calma perdida.
En Barbarian overlords se respira California: es como si Led Zeppelin
relatara sus correrías en la costa oeste de los Estados Unidos tras sus
primeras giras con las que lograron conquistar América. Si damos una revisada a
las tantas biografías del zeppelín de plomo, podemos encontrar muchas leyendas
sobre lo que vivieron los integrantes de la banda mientras giraban por este
rincón norteamericano. De eso se trata esta placa: rock, drogas, mujeres y sol.
Sin embargo, tras el
desenfreno total que el Oeste ofrece, el rock star busca la calma, la
tranquilidad para encontrarse consigo mismo tras perderse en el mundo de la
fama y el dinero. El corazón y el cuerpo están satisfechos, pero la mente no. Se
baja la velocidad y se desciende a los infiernos propios para encontrar la
salvación.
Si queremos entender el
punto de vista que tienen los chicos de Los Ángeles ante la invasión que
realizó Led Zeppelin en los setentas, Barbarian
overlords nos lo muestra de manera total. El disco explica lo que vive una
banda de hard rock triunfadora en un mágico lugar donde las reglas se pueden
romper. Mujeres sin ataduras en las calles, drogas rondando en cada esquina,
espacios por doquier donde poder tocar y el desierto como lugar escapar,
reflexionar y encontrar la redención de los pecados.
¿Cómo podríamos culpar
de plagio a una banda que retoma el sonido de Led Zeppelin para crear y
expresar sus propias ideas? ¿Qué bases tendríamos para reclamarle a un grupo
californiano de reclamar lo suyo y que en venganza utiliza los medios de
expresión de quienes compusieron sobre sus mujeres, sus lugares y sus
aventuras? Quizá Barbarian Overlord lleva a su máxima expresión el viejo refrán
que reza “ladrón que roba a ladrón…”.
Canción
por canción
In
a rush to meet the queen: una oda a la famosa Sunset
Boulevard, una de las avenidas principales de la ciudad de Los Ángeles y que se
ha convertido en un ícono contradictorio de la ciudad: por un lado el glamour
de las celebridades de Hollywood y las tiendas de instrumentos musicales y por
el otro la prostitución callejera y la zona roja de la ciudad. La paradoja está
planteada y en medio de la disyuntiva del sinuoso camino se encuentra el
músico… La canción abridora del disco es una declaración directa para quien la
escucha. La batería marca el tiempo con un redoble y los demás instrumentos
siguen el ritmo como una salvaje marcha cortante que recuerda el pesado tráfico
automovilístico de Sunset Blvd. Inmediatamente llega a la memoria el sonido del
Physical Graffiti de Led Zeppelin, y
en especial a “The wanton song”; algo innegable. Una armónica nos recuerda el
sabor a hard blues setentero mientras da la bienvenida a una voz que recita
frases como si de una improvisación se tratara, pero que imita el estilo que
impusiera Robert Plant. El vídeo de la canción fue dirigido por el propio
Brandon Kachel y en él destaca la gran fotografía: la banda se instala en una
mágica y espectacular locación en medio del desierto para demostrar su gran
fuerza musical.
The
company you keep: toda la gente que está alrededor de
las estrellas de rock tienden una red de mentiras y falsedad con la cual
ocultan sus verdaderas intenciones. La fama está rodeada por el interés. Las
malas compañías sólo crean una neblina densa que oculta la verdad y ciegan al
artista. Drogas y dinero, nada más. Sin embargo, al final de todo el músico
está solo y no tiene otra opción que seguir en el ring y continuar con el
espectáculo…Una rola con líricas sobre el mundo de perdición alrededor de la
estrella de rock, tema abordado por Led Zeppelin en “For you love” del Presence. El ritmo de la guitarra es una
marcha entrecortada que cuando llega al estribillo se convierte en una alegre
melodía, a pesar de lo duro que trata la letra.
Code
of the west: como aquellos aventureros que se
lanzaron hacia el Oeste por la fiebre del oro, las bandas de rock se fueron a
California durante el verano del amor para alcanzar la fama. Con tan solo los
suelos y las ilusiones en el bolsillo, se deja Detroit (la ciudad del rock)
para conquistar el Oeste (el lugar donde está el dinero). Los miedos se quedan
atrás, pero siempre será necesario aferrase a algo para seguir respirando y no
dejar de pelear… Un rockanrolito que nos recuerda a “Lemon song” del Led Zeppelin II, en una versión más acelerada.
Las líricas de la rola no paran de brotar de la garganta de Brent A. Nuffer,
como si nos quisiera hacer entender el ruego que hace la canción por encontrar
una guarida para tomar aliento.
Running
scared: la vida del rockquero exige abandonar muchas cosas
con la finalidad de alcanzar el estrellato, y una de ellas es el amor de
pareja. La soledad se vuelve tristeza y el abandono se convierte en
desesperación. Las manos están llenas de cicatrices, el corazón está roto y la
mente ahogada en preocupaciones. Sólo queda huir de todo y buscar la paz
interior, sin embargo ello es vano y únicamente queda el cansancio y las
huellas de las heridas… Se dice que cuando Led Zeppelin alcanzó el éxito total
con “Stariway to heaven” fue el momento en que rompió su cordón umbilical con
el blues que era su base musical. Aquí Barbarian Overlords busca hacer lo
contrario: se escucha una guitarra hacer el riff inicial del mayor éxito de la
banda inglesa pero con notas descendentes, lo que sirve de introducción para un
blues duro, profundo y sentido. Al hacer correr las manecillas del reloj hacia
atrás, la rola se convierte en un clásico blues zeppeliano muy al estilo de
“Since I’ve been loving you” del Led
Zeppelin III. La guitarra de Joe Spadaro suena espectacular en su solo,
logrando un real estilo propio e independiente de Jimmy Page y llegando a lo
genial cuando juega con las escalas pentatónicas que terminan siguiendo la
batería y el bajo. De hecho, esta es la única rola del disco donde se escucha
el bajo Rickenbacker de GK Via haciendo figuras independientes a la melodía de
la guitarra eléctrica, elemento fundamental del blues eléctrico propio de
Zeppelin, Cream o The Jimi Hendrix Experience.
Something
in the brush: ¿qué nombre podemos ponerle a ciertos
sentimientos que están dentro de nosotros y que no podemos explicar? Un zumbido
nos acecha y no lo podemos desechar: ¿abejas? ¿cascabeleos? ¿mariposas en el
estómago? En lugar de dejarlo pasar, es mejor dejar que se desarrolle esta sensación
y que pase lo que tenga que pasar. Quizá y esto pueda ser amor… Otro
rockanrolito al estilo de las primeras épocas del Zeppelin donde el solo de
guitarra se queda anclado en los efectos de pedal wah. En algunos momentos se
pueden escuchar unos efectos sonoros creados por el paso de un arco de violín
sobre las cuerdas de la guitarra eléctrica (estilo patentado por Jimmy Page),
tratando de “representar” esa extraña sensación que está invadiendo el cuerpo
segín lo que dice la letra de la canción.
Somewhere
to be: Detroit es la ciudad del rock y Chicago es la del
blues, pero es necesario encontrar un lugar para alcanzar la paz mental, la
tranquilidad, ni desenfreno ni dolor… Rock de sabor vaquero que trae al
recuerdo a “Hot dog”, rola de Led Zeppelin incluída en el In through the out door de 1979, y al cover a “Hello, Mary Lou”que
versionaron en la gira a la Costa Oeste de los Estados Unidos en 1972 y que fue
éxito de Ricky Nelson en los 50 y relanzada por los Creedence Clearwater
Revival también en el 72. La guitarra de Joe Spadaro juega con las notas
resbalando los dedos sobre las cuerdas, logrando un sonido country ideal.
No
lowly: sin modestia, ella sabe lo que nos provoca y sólo
nos permite apasionarnos más con ella… Una comparación entre la mujer perfecta
y la naturaleza, una imagen que recuerda las líricas del “flower power” del
verano del amor. Rola mágica de mezcla ácida: por un lado el blues más negro
del delta del río Mississippi con guitarra de slide metálico y del otro una voz
llena de reverberaciones y vibratos que nos remiten a la psicodelia de finales
de los 60. Esta canción es un tributo (¿fusil?) al clásico “Hats off to (Roy)
Harper”, rola del Led Zeppelin III de
1970 que a su vez fue un tributo (nuevamente pregunto, ¿fusil?) al blues “Shake
em’ down” de Bukka White y que la letra fue cambiada por Page y Plant para
homenajear a su vez a Roy Harper, cantante de folk y blues que hizo conocer en
Inglaterra la música de Lead Belly y Woody Guthrie.
The
ambassador: en ocasiones las cosas se pueden ver difíciles,
pero ésa es forma correcta. Sólo queda esforzarse y aprovechar las pocas oportunidades
que se presentan, sólo queda ofrecer la mano a los demás y dejar a un lado el
orgullo. Todos estamos juntos en este mismop barco, éso es lo que hay que
entender... Tal como inició el disco, esta rola también es una re-elaboración
del riff de “The wanton song” del Physical grafitti que publicó Led Zeppelin en
1975, pero basada en la estructura musical de “In my time of dying” del mismo
disco, aderezada con efectos de guitarra en slide y eco invertido muy parecidos
a los de “Whole lotta love” del Led
Zeppelin II. Cabe destacar el poder de la batería de Brandon Kachel, quien
desarrolla toda su técnica como ofrenda al mismísimo John Bonham.
Esta ha sido el disco
debut de Barbarian Overlords, unos californianos que sólo hacen música como su
banda favorita y lo disfrutan haciendo, logrando que los fans del zeppelín de
plomo añoremos más al grupo más importante de hard rock de los setenta.
Con toda la actitud Led Zeppelinezca!
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