Una sirena se escucha y
nos hace poner alerta. Afinamos el oído y las notas comienzan a golpear hasta
crear un sonido que nos despierta la añoranza por bandas de hard rock de
principios de los años 70. Pero no, no es un disco viejo re-descubierto y
desempolvado del estante olvidado de nuestros padres o abuelos. Volteamos la
tapa y vemos el año de producción: 2012.
Como si se hubiera
quedado atrapada en el tiempo, Suecia se ha convertido en un semillero de
grupos con ese sabor a rock pesado y blues, baja fidelidad en la producción y
líricas mágicas que hablen sobre el mundo, la sociedad, el amor y los problemas
humanos. Precisamente, Graveyard se ha convertido en la banda principal de
dicho movimiento gracias a excelentes discos e incendiarias presentaciones en
vivo.
Lights out es un disco
redondo, pero polémico. Con la intensión de ampliar la gama de sonidos,
Graveyard no se quedó encerrado en un esquema sonoro y musical conquistado en
sus primeras dos producciones con las que tuvieron una excelente recepción con
el público y la prensa del cual hubiera sido muy difícil de escapar. A tan sólo
18 meses después de haber publicado su Hisingen
blues, sacaron esta placa con una idea muy clara: experimentan con otros
ritmos y poner mayor atención en las líricas. La fuerza no estaría ahora sólo
en la música, sino en un mensaje que sacudiera las conciencias de sus escuchas.
Una apuesta difícil de la cual salieron bien librados.
¿Pero
quién carajos son estos tipos?
A mediados de los años
90 del siglo pasado, en Gothenburg, la segunda ciudad más importante Suecia, se
estaba formando una importante escena musical que tenía en el blues su soporte
e inspiración. La banda más importante de dicho movimiento era Norrsken, la
cual se terminó desintegrándose sin grabar nada oficial en el 2000. Sin
embargo, sus integrantes formaron diferentes bandas que a futuro establecieron
el sonido revival en el país escandinavo: el guitarrista Magnus Pelander fundó
la banda de hard rock doom Witchcraft, el baterista Kristoffer Sjödahl se
integró a la banda de rock psicodélico Dead Man, y el vocalista Joakim Nilsson
y el bajista Rikard Edlund formaron Graveyard en 2006, quizá la más cercana al
sonido original de Norrsken.
Joakim Nilsson es el
vocalista y guitarrista de acompañamiento de la banda. Él hace todas las letras
de las canciones y, finalmente, termina siendo la cara más visible de
Graveyard. Tiene una característica voz pedregosa que se convierte en una delicia
cuando la sube de tono, transformándose en un grito de protesta, de demanda.
El sonido del bajo de Rikard Edlund es la base
para el grupo. Crea figuras a partir de las cuales se construyen las melodías
de la banda. Un músico que gracias a su amplia gama de gustos puede crear
diferentes conceptos melódicos: desde el blues de Robert Johnson hasta la
brutalidad de Slayer. Armado con su Rickerbacker al hombro, su sonido es
completo, una mezcla entre sobriedad y exactitud. Una pérdida sensible a la
banda cuando decidió bajarse del barco a finales de 2014 para ser sustituido
por Truls Mörck, quien fuera el primer guitarrista de Graveyard (de hecho, él
grabó el primer disco de la banda).
En 2007 se integró al
grupo Jonatan “Svala” Larocca-Ramm como guitarrista para las presentaciones en
vivo del disco debut. Su estilo es muy limpio, con una claridad en las notas
que hacen brillas sus riffs en contraste a la rasposa voz de Nilsson. Su equipo
se conforma de guitarras Gibson amplificadas con los fundamentales combos
Orange.
La batería corre a
cargo de Axel Sjöberg, una copia calca del legendario John Bonham en la época
de los primeros discos de Led Zeppelin. Ingenioso músico que juega con los
ritmos, los remates de tarola y sus platillos hasta lograr atmósferas poderosas
que arropen las creaciones de Joakim y Rikard.
El
concepto
Estamos frente una obra
como pocas en la escena del rock revival y de la música en general en lo que va
de esta década. El tercer disco de Graveyard es claro en su idea y directo en
su mensaje: estamos en la más profunda obscuridad, en una ceguera social que
permite al poder y al sistema que lo ostenta hacer lo que desea con todos.
Es el momento de
sacudirse la opresión, pero éste no es un llamado a una revolución violenta.
Más bien estamos ante una solicitud muy clara: el cambio comienza desde el
individuo. Es necesario primeramente quitarse la venda de los ojos y observar
detenidamente lo que pasa a nuestro alrededor. En el camino se perderá nuestro
pasado, nuestros temores, nuestras confusiones y hasta nuestros amores. Una vez
sacudidos de todo aquello que nos aprisiona, tendremos la posibilidad de
encender la luz del cambio, la luz del interior que cada persona tiene.
El sonido del disco es
mucho más sombrío que los anteriores de la banda, con la obvia intensión de
reflejar el concepto que está plasmado en sus líricas. Hay momentos que hasta
el denso y aletargado blues toma por asalto al hard rock violento, lo que
provoca que el mar de sensaciones llegue a oleadas a nuestra revuelta y
pedregosa playa. Muchos acordes en cada canción y pocos solos de guitarra como
podría esperarse en un disco de rock vintage. El juego de voces en doble track
ayuda a crear la idea de discusión con uno mismo, y en algunos momentos, hasta
de doppelgänger (un doble de sí
mismo, un desdoblamiento que hace cosas contrarias a nuestros deseos).
Esta es una crítica a la
sociedad. Gente ciega y adiestrada por la lógica teledirigida. Policías,
oficinistas administrativos y jueces que sólo buscan hacer cumplir lo
establecido como una forma de vida que les garantice dinero para la adquisición
de bienes materiales. La aristocracia y el “sistema” tienen el poder en sus
manos y sólo busca la forma de mantenerlo a costa de una sociedad servil y
agachada.
¿Tendremos la
oportunidad de despertar del mal sueño? Según Graveyard la respuesta en sacudir
al ser desde sus cimientos para comenzar un verdadero cambio social. Pero el
riesgo está que la realidad puede ahogar al individuo, quien al verse solo en una
titánica pelea consigo mismo, termine ahogándose en los vicios que el propio
sistema ofrece como gustos, distractores y escapes.
Canción
por canción
An
industry of murder: la muerte acecha como buitre y no
existe algún lugar donde uno se pueda esconder. Se ha sellado un pacto
terrible: Dios y dinero. Todo el ambiente huele a dolor, guerra y asesinato.
Los viejos amigos ahora son enemigos. Sin embargo existe la posibilidad del
cambio, un contraataque que logre derrumbar el actual imperio: la industria del
homicidio… Las sirenas se escuchan, el toque de queda ha sido anunciado. Una
reptante guitarra se arrastra y sigilosamente el resto de los instrumentos se
van sumando hasta convertirse en un bloque que se levanta. La voz de Joakim
entra con fuerza y denuncia el asco que siente ante una sociedad sitiada por
los horrores del mundo actual. El sistema apaga las luces, pero desde la
obscuridad se fragua la rebelión.
Slow
motion countdown: así como es de profundo y enorme el
mar, así son los problemas que nos rodean. Todo parece despedazarse ante los
ojos, pero seguirá existiendo algo que podrá mantenerse en pie: uno mismo. A
pesar de la obscuridad que nos rodea, la luz interior no se apagará… Lenta
melodía que nos toma de la mano para bailarla como un vals. Poco a poco va
ganando fuerza gracias a la intensidad que le dan los arreglos de cuerdas (mellotrón)
y los teclados. Rola que permite entender que siempre nos podemos tener a
nosotros mismo.
Seven
seven: las cosas tienen que cambiar y en nosotros está la
posibilidad de hacerlo. Es el momento de dejar las cosas en el pasado para
vivir el presente, es el momento de atravesar los límites que nosotros mismos
nos hemos impuesto. Todos tenemos una razón para hacerlo, pero a veces es
difícil realizarlo cuando se está solo. Lo único que nos queda es tomar la
decisión para llevarlo a cabo… Rola directa que recuerda el hard rock de los
primeros discos de Graveyard. Las voces en doble track que combina una grave y
rocosa con otra alta son la marca del disco y el coro de esta rola gana en
intensidad gracias a ello.
The
suits, the law & the uniforms: una oda a la
conciencia de clases. Sólo los que forman parte de la base de la pirámide
social saben lo que es vivir en carne propia el control que impone el
“sistema”. Desde abajo se observa a los que reciben las órdenes del poder y a
sus íconos: trajes (oficinistas), uniformes (policías) y la ley (abogados y
jueces). Al adquirir conciencia de su posición social, una cosa es clara: no se
quiere estar en los zapatos de aquellos subordinados que reciben órdenes y las ejecutan
para mantener el control, dado que ellos no están arriba de la escala pero
someten a los de abajo por unos cuantos centavos... Melodía de guitarras
contagiosas que acompañan una fuerte voz de protesta. Rola centrada en la
lírica que termina explotando musicalmente por medio de un tenue solo de
guitarra y un saxofón que juega sobre el ritmo.
Endless
night: el individuo se ha deshecho de todo lo que tenía,
lo que hace pensar a la gente que él es el hombre, el elegido, el indicado. Sin
embargo, ellos están en un error. Este hombre ha nacido en una noche sin fin,
está en guerra y su enemigo es él mismo. A pesar de que ha perdido batallas una
y otra vez, éste es su último intento antes de que todo haya sido en vano… Las
cuerdas de las guitarras se raspan mientras un bajo marca un riff como si de
una marcha fúnebre se tratara. La batería remarca el ritmo hasta que todo queda
en silencio. Tras el mudo momento, todos los instrumentos entran en un
frenético ritmo como si se tratara de un automóvil deportivo corriendo sobre la
carretera a media noche. La voz de Joakim canta en dos tonos distintos y son
mezclados en un doble track para reforzar la idea de la disputa de uno contra
sí mismo. La melodía del coro es realmente un gancho al oído gracias al
sentimiento con el que es cantado y la guitarra de acompañamiento que logra
hacer escuchar como la plumilla pasa sobre las cuerdas. El solo de guitarra
slide y efectos nos hace volar. Esta rola es el segundo sencillo del disco y
para ello se grabó un video donde se muestra al vocalista de Graveyard montado
sobre un Pontiac GTO (auto deportivo que sólo se construyó entre 1964 y 1974)
mientras una serie de imágenes de películas antiguas realizan un collage como
si de un viaje ácido se tratara.
Hard
times lovin’: al desprenderse de todo lo que es, el
individuo también deja a un lado a los seres queridos. La separación no
significa rompimiento, pero ella es necesaria para encontrar la paz interior y
comenzar la reconstrucción personal. Los sentimientos están seguros, ¿pero el
otro lo comprenderá y tendrá la paciencia para esperar y mantener su cariño
intacto?... Un blues en toda la extensión de la palabra, donde el teclado juega
un papel fundamental para crear el ambiente sombrío y depresivo.
Goliath:.
Los lobos están en la puerta disfrazados de ovejas, tratando de esconder la
sangre de la multitud. El mundo está lleno de serpientes que murmuran en
nuestro oído, tratando de seducirnos con falsas palabras. El sistema intenta
vendernos la esclavitud como un ideal, manejando el miedo para convertir la
guerra en un producto de consumo. Haciendo referencia a la historia bíblica, un
gigante nos tiene asustados; esta es la sociedad teledirigida que no tiene
forma de ver el engaño… Primer sencillo del Ligths out. Los instrumentos entran en un sospechoso ritmo hasta
que se arrancan el velo de misterio y muestran su verdadero rostro. Nuevamente se
escucha la voz de Joakim con su intensión de denuncia y reclamo. Es de llamar
la atención la suave guitarra que deja escapar pequeños juegos tras el coro de
la canción. Cascadas de acordes que giran alrededor del multifacético rostro del sistema demoledor. El último y pequeñísimo solo de guitarra de la rola es
una joyita que nos demuestra la calidad de Jonatan Larocca-Ramm.
Fool
in the end: la lógica de la vida actual nos dicta que todo se
merece y que por ello debe ser sencillo, gratis y sin esfuerzo. Sin embargo, es
la presión y el miedo lo que realmente marca el camino. Es necesario cambiar la
forma de ver las cosas, aunque la realidad sea amarga y dura. Los que se queden
con la visión impuesta por el sistema se perderán en la profunda obscuridad sin
la posibilidad de encontrar una salida... Rolita basada en un hard rock que
nuevamente se convierte en reclamo, pero ahora contra los que no quieren
aceptar que su vida es una basura.
20/20
(Tunel vision): el individuo está solo en este mundo,
está preso en sí mismo y fue encerrado por todo lo que lo rodea. No ha tenido
la fuerza suficiente para sostener la batalla contra el sistema, contra la
sociedad, contra todo aquello que insiste en mantener las cosas como están. No
hay luz al final del túnel y sólo se puede ver el diente de oro en la sonrisa
del diablo. El individuo está derrotado y su única salida será el alcohol y la
música. ¿Acaso éste será nuestro destino? ¿Moraleja o resignación?... Suave ritmo
con sabor a blues blanco que crece para marcar su desesperación. El solo de
guitarra de Jonatan se queda bajo el ambiente de la rola, pero hacia el final
de la misma, termina explotando junto a un teclado eléctrico que se incorpora
mientras los coros se quedan entonando la melodía.
Éstos son los escasos
36 minutos del Lights out de
Graveyard, hard rock vintage lleno de crítica a la sociedad actual y búsqueda
del despertar del individuo. Disfrútenlo…
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