La aguja cae sobre el vinil y aquella sustancia multicolor es inyectada al cuerpo, empujamos el émbolo y música entra por las venas creando a su paso un juego de imágenes caleidoscópicas y sonidos místicos que logran crear un viaje ácido del que será difícil salir. La percepción se distorsiona y distintas dimensiones abren sus puertas hacia nuevas experiencias y universos desconocidos, múltiples posibilidades se posan ante los sentidos hasta que la mente fluye hacia su propio interior...
Si hablamos sobre sustancias psicotrópicas, México tiene muchas cosas qué decir (hongos, ácidos, pastillas, etc.), pero cuando queremos abordar su efecto en la creación artística y su influencia directa en el rock, quizá nos podamos quedar muy cortos. Nuestra ansiedad por encontrar bandas que beban directamente del viejo rock psicodélico y de los nuevos intentos sonoros nos hacen encontrar satisfacción en bandas norteamericanas y europeas. Sin embargo, rascamos entre los escombros de la escena independiente y encontramos un lisérgico tesoro: The Old Red Wines.
Su historia comienza en el año de 2007 en la Ciudad de México cuando Paolo Martínez y Augusto del Ángel comenzaron a tocar en un proyecto que pudiera desarrollar su pasión por la música vintage de finales de los sesentas y principios de los setentas (Old) pero que a la vez mostrara el gusto selecto por la buena música (como los buenos vinos), aquella de buena interpretación y gran calidad melódica. Bajo esta idea nace el nombre de la banda y comienza su andar por el duro camino de la música original en este país.
No fue sino hasta 2012 que se unen Germán González y Aldo Cruz Mancilla, quienes al terminar su proyecto propio, fueron invitados por los guitarristas de The Old Red Wines para terminar de definir su idea musical. Las ideas coincidieron y se desarrollaron con el paso del tiempo, los ensayos y el jamming hasta que la banda tuvo la oportunidad de publicar su álbum debut Piel reptil en abril de 2015 a través de Tecolote Records.
Al material que finalmente pudo ver la luz consiste en diez temas bastante masticados por el cuarteto que sólo fueron plasmados en una placa ya solicitada por el público. Sin embargo, el disco abrió las posibilidades para que fueran conocidos más allá de las fronteras mexicanas, comenzando a recibir elogios de distintas personas de diferentes idiomas. Pero más allá de lo logrado en el extranjero, el grupo tenía la oportunidad con el disco editado para establecerse en el pequeño circuito de la Ciudad de México y comenzar a salir a provincia.
Quizá su fórmula sea sencilla, pero lo logrado es una elixir para los amantes de los fuertes viajes sonoros, los paisajes psicodélicos y la improvisación onírica como fuente de inspiración. Las influencias podrán ser obvias, pero ellos no dudan en citarlas: de los clásicos el Pink Floyd cósmico, los apocalípticos The Doors, el Hendrix de Woodstock y el Zeppelin nacido del blues electrificado, y de las bandas recientes están Black Rebel Motorcycle Club, Dead Meadow, Tame Impala, Radio Moscow, Black Angels y Brian Jonestown Massacre.
Como primer golpe al Piel reptil, The Old Red Wines nos ofrecen "Horizonte", tema de riff seco que es endulcolorado por un teclado retro que trae consigo atmósferas pasadas. El efecto sonoro sobre la voz nos arroja a barrancos desconocidos que terminan obscureciéndose con un fuerte viaje de improvisación que recuerda el "Whola Lotta Love" de Led Zeppelin, que en sus remates dados para salir a respirar de sus aguas profundas, termina por confesar la sospecha. Los pies despegan de la tierra para impactarse sin remedio contras las estrellas, lo que nos hace entender que estamos fuera de este mundo.
"Una mordida al peyote, una dosis suministrada directamente a torrente sanguíneo, una pastilla pasando por la garganta. El cuerpo sigue de pie pero todo comienza a tornarse confuso. Las horas pasan volando y el viaje comienza a mostrar sus síntomas. No hay miedo, el cuerpo se ha soltado y ahora es el momento de que la mente escape sin freno. Intentamos perseguir al conejo blanco pero el suelo desaparece, los pies no encuentran soporte y caemos sin remedio por una espiral. Las luces relampaguean sin pausa y lo único que deseamos es correr hasta aquel horizonte que se deja ver..."
Para acompañar el lanzamiento del disco, la banda presentó el video de "Horizonte", trabajo realizado por Marco García de Cargo Collective. En las imágenes que acompañan al ácido track podemos alcanzar a ver paisajes, autopistas, austronautas y antiguos ancestros entre juegos de simetrías y caleidoscopios clavados en la estética de la vieja psicodelia. Tras el vértigo multicolor, la mente abandona al cuerpo hasta quedar suspendido en el cosmos, no hay regreso y no hay final.
El primer paso ha sido realizado: estamos sacudidos ante el fuerte viaje y todo a quedado plasmado en un soporte. Tras el logro alcanzado, The Old Red Wines busca nuevos caminos. Quizá este país no esté preparado para asimilar la acidez provocada por su música y la opción está en encontrar nuevos públicos más afines a dichos sonidos. Un nuevo disco se está cocinando y muy pronto tendremos nuevos sueños por dónde volar, aunque este momento puede ser el instante para no aflojar y mantener la intención de llegar a más oídos. Hoy nos hemos volado la cabeza con "Horizonte", pero ahora es nuestro turno de invitarlos a caer por su espiral y que, junto con nosotros, aguarden la nueva dosis que nos depara The Old Red Wines y, ¿por qué no?, preparar el terreno para crear una escena psicodélica en la ciudad más grande del mundo...
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