Tras la traición que sufrió el caudillo mexicano Emiliano Zapata al ser emboscado y asesinado en una hacienda abandonada, la leyenda cuenta que su caballo herido siguió andando hasta la que fuera la guarida del revolucionario. Alguien quiso atraparlo, pero el animal escapó para jamás ser visto nuevamente. A partir de esta historia, una pareja chilena retomó el nombre del equino para forjarse de un ideal y dotarse de una identidad que fuera traducida como rebeldía, libertad y perseverancia... Para todos ustedes, As de Oros.
Una guitarra distorsionada y una batería como únicas armas, reducción mínima para crear un rock crudo que confiese el amor por las raíces del blues y la suciedad del garage. Cuerdas y tambores que se desgarran hasta delatar su pasión por las mujeres, el alcohol y la noche. La brújula marca hacia el sur del sur donde el continente se convierte en un estrecho hasta llamarse Antártica, bajo el cielo de la Patagonia chilena nace una banda aferrada a lo básico y Punta Arenas se vuelve su base de operaciones.
Lo acústico y lo natural cedió el paso hacia lo enchufado y lo citadino, obvia transformación que llevó al blues negro a electrificarse, a abandonar los campos de algodón para refugiarse en las fábricas de manufactura. Este fue el mismo paso que llevó a Carlos Díaz a dejar la guitarra de madera por una eléctrica llena de pedales y a Ariel Torres por cambiar su cajón peruano por la batería y los platillos. Ahora ha quedado lejano aquel octubre de 2012 cuando decidieron hacer un proyecto alternativo al que tenían originalmente con la banda de rock y folclore Volantín de Acuarela, para llegar hasta el día de hoy cuando tienen un concepto bien establecido y, a punta de música grasosa llena de tabúes y deseos carnales, han construido una legión de fanáticos que caemos rendidos a su fuerza, a su sentimiento y a su pasión.
Las comparaciones se hacen obligatorias si a un dúo que mezcla el blues y el rock nos referimos. A la mente nos llegan los nombres de The White Stripes y The Black Keys, pero el caso de As de Oros es digno de frenar y escuchar con calma más allá de referencias sonoras. Los chilenos regresan a lo más fundamental hasta reducir sus composiciones a melodías básicas, que de no ser por la mediación eléctrica, podríamos calificar de rústicas; pero es quizá por esta cualidad elemental, que cada riff y cada ritmo son un anzuelo para las almas descarriadas y los cuerpos sedientos.
Luego de presentar un demo y un compilado, la pareja publicó de manera independiente en octubre de 2015 su álbum debut El negro, el blanco y el diablo, un disco que no frena un segundo hasta exprimir hasta el último pecado de nuestra vida mundana. La tentación sirve como sentimiento que orienta las acciones del ser humano, es inspiración y guía por una camino lleno de sexo, vicio y rebeldía. Dios nos regala el libre albedrío y el demonio nos ofrece el fruto prohibido, la música nos seduce hasta romper las cadenas y permitir que todo lo que oculta la noche ocurra sin límite ni freno.
Ante la avalancha de propuestas que nos llega día tras día a través de la vorágine electrónica, la suerte nos ha llevado a encontrarnos con este disco de As de Oros por medio de la disquera de Sergio Chotsourian, South American Sludge Records, quien lo rescató y lo incluyó en su catálogo para promocionarlo hasta que llegue a más oídos. Podríamos esperar que el colectivo argentino se podría dedicar exclusivamente hacia el stoner, el hard rock, el doom y el metal, pero S.A.S. se ha abierto a todas las posibilidades y la inclusión de los chilenos es un ejemplo de ello.
Entre motocicletas, choques de botellas y gemidos, en El negro, el blanco y el diablo podemos escuchar frases memorables como "lo cierto es que no puedo recordar por qué está todo mal, mala mezcla de pastillas con licor" o "¡cómo quisiera abrir tus piernas para darte mi calor!", pero nuestro tímpano queda anclado al estribillo que abre el disco: "A buey viejo, pasto tierno!".
"Pasto tierno" desde la página de Bandcamp de As de Oros:
https://asdeoros.bandcamp.com/album/el-negro-el-blanco-y-el-diablo
En una bocina se escucha un diálogo arrancado de alguna película chilena y en la otra un juego de tambores que ofrece una base rítmica a un riff de guitarra slide. La melodía explota para sumergirnos en un hard blues de gran fuerza ideal para atrapar la atención y quedarse clavado con el resto de la placa. De la distorsión surge la voz de Carlos para contarnos la historia de un ganador, de un tipo al que el paso de los años le ha llegado; pero antes de dejarse vencer, un cambio radical a su vida terminó siendo la mejor decisión que podría tomar: un barrio de clase alta, un auto mejor y buen sexo. Con la sentencia "el diablo si existe" al término del tema, todo nos queda más claro: siempre en el cambio, en la encrucijada, en la bifurcación de caminos está la tentación, la maldad y la posibilidad de estar mejor...
Para darnos una mejor idea de cómo suenan los As de Oros, compartimos un video realizado por Factoría Parlante, una agencia de Punta Arenas que difunde la obra de los músicos de Magallanes y la Antártica Chilena, mostrándonos su áspero clima y la calidad del blues sucio de esta banda. Algunos copos de nieve cubre el pasto de la campiña chilena, pero el sol llega para reverdecer la naturaleza y ofrecer nuevos retoños a los viejos enamorados del rock crudo de letras hirientes.
Las riendas de este caballo están sueltas. Este desbocado equino recorre viejos caminos para encontrar nuevos horizontes, otras posibilidades que la libertad muestra al arriesgado, al descontrolado, al loco. La guitarra y la batería sirven de pretexto, de compañeros y de pasaporte a un par de chicos del otro extremo del continente que han logrado llegar hasta nuestros tímpanos ansiosos de rock salvaje y desenfrenado. Con las cadenas rotas, As de Oros recorre aquella senda olvidada del blues, una que ha sido alimentada por el rayo eléctrico para potenciar su sonido sin perder el sentimiento, la ironía y la suciedad.
Las comparaciones se hacen obligatorias si a un dúo que mezcla el blues y el rock nos referimos. A la mente nos llegan los nombres de The White Stripes y The Black Keys, pero el caso de As de Oros es digno de frenar y escuchar con calma más allá de referencias sonoras. Los chilenos regresan a lo más fundamental hasta reducir sus composiciones a melodías básicas, que de no ser por la mediación eléctrica, podríamos calificar de rústicas; pero es quizá por esta cualidad elemental, que cada riff y cada ritmo son un anzuelo para las almas descarriadas y los cuerpos sedientos.
Luego de presentar un demo y un compilado, la pareja publicó de manera independiente en octubre de 2015 su álbum debut El negro, el blanco y el diablo, un disco que no frena un segundo hasta exprimir hasta el último pecado de nuestra vida mundana. La tentación sirve como sentimiento que orienta las acciones del ser humano, es inspiración y guía por una camino lleno de sexo, vicio y rebeldía. Dios nos regala el libre albedrío y el demonio nos ofrece el fruto prohibido, la música nos seduce hasta romper las cadenas y permitir que todo lo que oculta la noche ocurra sin límite ni freno.
Ante la avalancha de propuestas que nos llega día tras día a través de la vorágine electrónica, la suerte nos ha llevado a encontrarnos con este disco de As de Oros por medio de la disquera de Sergio Chotsourian, South American Sludge Records, quien lo rescató y lo incluyó en su catálogo para promocionarlo hasta que llegue a más oídos. Podríamos esperar que el colectivo argentino se podría dedicar exclusivamente hacia el stoner, el hard rock, el doom y el metal, pero S.A.S. se ha abierto a todas las posibilidades y la inclusión de los chilenos es un ejemplo de ello.
Entre motocicletas, choques de botellas y gemidos, en El negro, el blanco y el diablo podemos escuchar frases memorables como "lo cierto es que no puedo recordar por qué está todo mal, mala mezcla de pastillas con licor" o "¡cómo quisiera abrir tus piernas para darte mi calor!", pero nuestro tímpano queda anclado al estribillo que abre el disco: "A buey viejo, pasto tierno!".
"Pasto tierno" desde la página de Bandcamp de As de Oros:
https://asdeoros.bandcamp.com/album/el-negro-el-blanco-y-el-diablo
En una bocina se escucha un diálogo arrancado de alguna película chilena y en la otra un juego de tambores que ofrece una base rítmica a un riff de guitarra slide. La melodía explota para sumergirnos en un hard blues de gran fuerza ideal para atrapar la atención y quedarse clavado con el resto de la placa. De la distorsión surge la voz de Carlos para contarnos la historia de un ganador, de un tipo al que el paso de los años le ha llegado; pero antes de dejarse vencer, un cambio radical a su vida terminó siendo la mejor decisión que podría tomar: un barrio de clase alta, un auto mejor y buen sexo. Con la sentencia "el diablo si existe" al término del tema, todo nos queda más claro: siempre en el cambio, en la encrucijada, en la bifurcación de caminos está la tentación, la maldad y la posibilidad de estar mejor...
Las riendas de este caballo están sueltas. Este desbocado equino recorre viejos caminos para encontrar nuevos horizontes, otras posibilidades que la libertad muestra al arriesgado, al descontrolado, al loco. La guitarra y la batería sirven de pretexto, de compañeros y de pasaporte a un par de chicos del otro extremo del continente que han logrado llegar hasta nuestros tímpanos ansiosos de rock salvaje y desenfrenado. Con las cadenas rotas, As de Oros recorre aquella senda olvidada del blues, una que ha sido alimentada por el rayo eléctrico para potenciar su sonido sin perder el sentimiento, la ironía y la suciedad.
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