El inicio de una banda
siempre será difícil, duro e incierto. El rock puede ser una forma de vida,
pero ella requiere esfuerzo, tenacidad y paciencia. Si a esto le sumamos que si
naces en un pequeño poblado del interior de un país con pocos espacios para
mostrar tu proyecto, es todavía más difícil. Sin embargo, existe gente que ha
picado piedra para alcanzar su meta sin perder el piso y mantener la idea que
originó todo: “hacer lo que más te gusta”. Entre ellos podemos encontrar a
Ladymen.
Salidos de un pequeño
poblado del estado de Jalisco, en México, este quinteto de jóvenes tuvieron la
inquietud de hacer una banda con la intención de tocar y divertirse, para hacer
lo que nadie hacía por sus rumbos y para expresar lo que no podían hacer de
otra forma. Tras un pesado camino y arduo trabajo, el grupo logró llamar la
atención gracias a su sonido y su actitud hasta que a mediados de 2014 pudieron
publicar su primer disco.
En sus propias
palabras, Ladymen se conceptualizan como “un grito salido directamente del
callejón de la conciencia que busca atrapar al oyente y envolverlo en una
atmósfera de persecución, balazos y redención demoníaca”.
Viviendo
la pesadilla es un disco honesto, directo y sincero.
Habla de lo que pasa por la mente de una juventud rodeada de problemas,
confusiones, aventuras y muerte. Gracias a ello, no es de sorprender el sonido
fuerte y rasposo de los instrumentos además de dura voz que clama por su
atormentada vida de pecados y desventuras. Las almas descarriadas encuentran
eco en las melodías de Ladymen y dejan a la deriva los arrepentimientos. En
pocas palabras, este disco es el soundtrack ideal para aceptar la vida tal cual
es y esperar sin remedio su final.
¿Pero
quién carajos son estos tipos?
Lagos de Moreno,
Jalisco es una población donde los preceptos de la religión católica establecen
la forma de vida de sus habitantes. Las zonas montañosas que la rodean se
llenan de cactáceas que poco a poco se van convirtiendo en frondosos árboles
conforme se acercan al valle donde se encuentra este pueblo mágico. Haciendas
se encuentran al pasear la mirada por el horizonte, mismas que beben de las
aguas termales que inundan la zona. Un puente de cantera cruza el río donde se
establecieron las primeras casas, un espacio que sirvió como descanso durante
el siglo XVI para los viajantes que iban de la Ciudad de México a Zacatecas,
antigua fuente minera y de riqueza.
Entre las antiguas
casas y los abandonos muros de dicho lugar, cinco amigos formaron un grupo para
hacer música en un lugar donde el rock es poco escuchado, casi nunca
interpretado y materialmente jamás compuesto. Dentro de la irreverencia propia
del género, Ladymen encuentra en el demonio y los pecados humanos un pretexto
para componer y aterrizar las inquietudes de unos chicos que tuvieron el
contacto con el hard rock y el stoner por medio de la radio y de internet.
Yiyo Martínez es la
referencia de Ladymen. Joven de actitud fuerte en el escenario con imagen ruda,
agresiva y sin piedad. Al ser el portavoz de la aceptación de sí mismo, Guillermo
juega con su fuerza vocal para transportarnos a un obscuro lugar donde se
encuentran los sentimientos más ocultos. El güero de barba y actitud retadora
contrasta con el chico impaciente que busca sacar toda la energía y las ideas
que en él burbujean.
Las guitarras
eléctricas están a cargo de L. Master y
Edgar Liera (Muffin), quienes logran con su distorsionado sonido crear un muro
sonoro muy cercano al stoner californiano. Muffin con su SG de Epiphone y Master
con su Ibañez clásica amplificados con sus respectivos Marshall arman el ruido
necesario que arrope las ideas de Yiyo.
El muro de sonido
eléctrico se completa con Xavier Medrano en el bajo, un joven que logra con su
Squire complementar los riffs de guitarra, encontrando en ciertos momentos el
espacio ideal para explotar y crear figuras geniales. Sus tonos graves son
realzados y distorsionados en la producción del disco con la intención de crear
una atmósfera densa ideal para los mensajes escupidos por Yiyo.
Finalmente, fue en la
ciudad de León, Guanajuato donde Ladymen encontró a su baterista. Hugo o
“Pelos” es un chico de gran energía que con su imaginación dota de base rítmica
a la banda, logrando imprimir un estilo único a la banda. Su marca queda
plasmada en el juego de los platillos y las figuras remarcadas en los toms.
El
concepto
Tras la grabación de su
demo que estuvieron rolando a finales de 2012, la banda se concentró a tocar en
todos los lugares posibles hasta que obtuvieron la oportunidad en noviembre de
2014 de grabar formalmente en los Sony Music Studios de la Ciudad de México por
medio de Converse Rubber Tracks quien da oportunidad de entrar a estudios
profesionales a las bandas emergentes de manera gratuita. Sin embargo, es
necesario escribir que esta posibilidad llegó al camino de Ladymen gracias al
ruido que lograron hacer en el centro del país con sus salvajes presentaciones
y la grabación de un EP por medio de Marro Records que contiene dos rolas
grabas en directo en un espacio conocido como Casa Serrano.
La banda traía ya muy
masticadas las rolas, por lo que sólo se dieron a la tarea de aterrizar sus
ideas en el estudio de grabación con la intención de darle prioridad a su
sonido: guitarras de distorsión fuerte pero de gran claridad y definición, un
bajo con unos tonos graves que inundan las bocinas, una batería que otorga su
prioridad al ruido generado por los platillos y un trabajo en la voz que logra
hacer entender al escucha que esta sale desde el fondo de un cuerpo cansado
como si se encontrara en un callejón sin salida.
Y finalmente, el
resultado es genial. Directo, agresivo y definido sonoramente, Viviendo la pesadilla es un disco
redondo que pocas bandas en México han logrado. Gracias al trabajo de los
ingenieros de audio Héctor Castillo (instrumentos) y Uriel Villalobos (voces),
además de la mezcla de Aaron Bastinelli en los Converse Rubber Tracks de Nueva
York y la masterización de Maik Domínguez hecha en Fuzzland Records, la placa
queda impecable.
La portada nos impacta
de primera vista. Un muerto viviente
caricaturizado corre sobre su motocicleta a través de un camino desértico.
Imagen ideal que orienta a quien la observa qué es lo que podemos escuchar en
la placa. Gracias a este diseño de Grizzly Victory, el concepto del Viviendo
la pesadilla termina redondo, sin margen de error.
Ladymen cataloga su
música simplemente como “rock n rol” con la intención de no encasillar su
sonido. Sin embargo, si le rascamos un poco en ella, podemos encontrar hard
rock con ligeros toques retros y un poco de stoner al estilo de las bandas
californianas de Palm Desert; géneros muy pocos tocados en México. Lo curioso
es que el proceso de composición del grupo no nace de un riff o figura
instrumental, si no de alguna idea o concepto a través de la cual los
integrantes trabajan con la intención de armar atmósferas. Si a ello se sumamos
que las líricas están hechas totalmente en español, el valor de la banda
incrementa y con creces.
Letras que hablan del
individuo cayendo en el abismo que ha provocado sus pensamientos, sus
decisiones y sus acciones. Líricas que nos hacen entender que la muerte siempre
está rondando nuestros pasos, que sólo espera su oportunidad para arrebatarnos
lo único que tenemos. Viviendo la pesadilla cae en la
sinceridad total y la auto-aceptación, que podría calificarse como cinismo para
una sociedad regida por el catolicismo más recalcitrante.
Todos nuestros actos
tendrán consecuencias. Nuestras decisiones marcarán el camino y tan sólo queda
resignarse a lo que él nos depare. Las circunstancias nos van delimitando, pero
al final del día es uno quien termina optando por determinada opción. Así es la
vida y en ella es donde nos encontramos… hasta ahora.
Canción
por canción
Aquí
comienza la ley: ¿Cuál es la necesidad de explicar las
cosas si son tan claras? No es necesario repasar las reglas y recitar el sermón
si es claro que se cruzó el límite. Trasgredida la frontera, ya no existe
retorno. Es mejor reconocerlo y aceptar las consecuencias… Ritmo de marcha
militar que se llena de fuerza al irse sumando cada uno de los instrumentos.
Rock con sabor stoner al estilo desértico que al llegar a su puente las notas
suben de noto para lograr una mayor intensidad en la melodía.
Tripleseis:
Vender el alma al diablo supone la obtención del deseo a cambio de una
eternidad de sufrimiento. Sin embargo, las cosas nunca son tan sencillas. La
trampa fue bien puesta y hemos caído vilmente. Será el momento de enfrentar al
maligno y reclamarle lo pactado… Un cencerro (cowbell) suena incesante como si
nos diera el aviso de un tren sobre las vías. De golpe un grito nos anuncia la
avalancha de sonido que nos arrastra sin remedio. Salvaje melodía que nos
sacude y que logra en su solo de guitarra un despegue de la tierra. La voz de
Yiyo busca hacernos entender que estamos frente a un hombre que ha vendido su
alma al diablo y que éste lo ha engañado.
El
maldito: Vivir la vida como se ha deseado se convierte en un
estigma. Tras vender el alma al deseo, la cordura se pierde. Sin ello, el
individuo queda varado y el único remedio que se tiene es aceptar las
consecuencias de las decisiones tomadas… Un remate de batería da la entrada un
ritmo de gran gancho que inmediatamente nos hace mover los pies. El bajo nos
vuelva cabeza mientras la voz nos cuenta la historia del maldito. El riff de
guitarra ayuda a redondear una rola que sin lugar a dudas es la ideal para ser
sencillo del disco. Su video que fue dirigido por Jorge Bogarín y Tavo González
nos cuenta el proceso de grabación del Viviendo
la pesadilla en los estudios de Converse Rubber Tracks de la Ciudad de
México, desde como salen de su natal Lagos de Moreno hasta el momento en que
los instrumentos son registrados en las cintas. Un paseo por la avenida Reforma
para terminar tocando en un pequeño lugar donde podemos ver como Ladymen hace
lo que más les gusta: tocar para divertirse.
Easy
rider: ¿Existe algún motivo que obligue a reconsiderar las
decisiones tomadas? Las casualidades no existen y es mejor aceptar el infierno
que uno mismo ha creado. La sentencia está hecha: o se mata a plomo o uno se
convierte en carroña para los buitres…Un ritmo cortante que busca crearnos la
imagen de una banda de motociclistas corriendo sobre una desértica carretera.
La ruda melodía es cambiada drásticamente en su coro para alcanzar un rock pop.
El lento solo de guitarra permite sentir el calor desértico para regresar la
melodía a su energía inicial.
El
amo del escándalo: Es fácil echar las culpas a los demás
de lo que ocurre en nuestras vidas, aunque ella esté pendiendo de la frontera
que delimita el morir o matar. El diablo sólo es el consejero, pero nosotros la
mano que ejecuta. Nosotros somos la enfermedad y no existe cura para ella… Un
canto hecho desde una trinchera sin fondo, donde se puede escuchar al mismísimo
demonio acompañando con su voz en los coros. Distorsión que construye un
obscuro muro sonoro de extrema cercanía con el rock desértico del stoner
californiano. Vale la pena resaltar la guitarra que se escucha en la segunda
estrofa de la rola, la cual resbala las notas para llegar a la que entonan el
resto de los instrumentos. Los solos de guitarras recuerda mucho el sonido
patentado por Josh Homme con sus Queens of the Stone Age.
Richard
Tex Mex: Una turba enfurecida persigue a este par de
asesinos. Ya no quedan balas ni demonio que los pueda salvar. La muerte vista
desde sus dos posiciones: el que mata y el que muere. “Para poder vivir,
primero hay que morir”… Cuatro salvajes golpes al hi-hat y comienza una
frenética persecución donde las guitarras toman el papel principal, las cuales
terminan en una espiral en descenso sin final. Ritmo agitado que termina de
explotar por sus detalles ácidos.
La
deuda: El lugar se está incendiando y sólo queda ver el
infierno que uno mismo ha creado a su alrededor. Nada qué ofrecer y mucho qué explicar.
Aunque se pague con la vida, la deuda siempre será mayor… Ritmo acompasado con
juego de tarola y guitarras densas que se transforman en un hard blues muy al
estilo de The Black Keys. La fingida voz de Yiyo en el coro de la rola nos
lleva a pensar en una burla, pero bien sabemos que esta crítica es para uno
mismo.
Más
que nada: Una oda a la honestidad, aunque ella se pueda
interpretar como cinismo. Nada queda a la imaginación y nada queda por hacer.
No es necesario exhortar a nadie, las cosas se han mostrado todo el tiempo y en
cada uno queda la decisión de continuar o no… Hard blues agresivo que regresa a
la marcha militar con la que empezó el disco. Su hipnótico ritmo nos arrastra
hacia un final irremediable tras su advertencia: “te vas a arrepentir”.
Este es el Viviendo la pesadilla de Ladymen, una
placa que se nos va como agua entre las manos. Ocho rolas que como alma que
lleva el diablo, se escurren y nos dejan desnudos en nuestro propio infierno.
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