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viernes, 11 de septiembre de 2015

“Viviendo la pesadilla” de Ladymen: ni un demonio que nos pueda salvar


El inicio de una banda siempre será difícil, duro e incierto. El rock puede ser una forma de vida, pero ella requiere esfuerzo, tenacidad y paciencia. Si a esto le sumamos que si naces en un pequeño poblado del interior de un país con pocos espacios para mostrar tu proyecto, es todavía más difícil. Sin embargo, existe gente que ha picado piedra para alcanzar su meta sin perder el piso y mantener la idea que originó todo: “hacer lo que más te gusta”. Entre ellos podemos encontrar a Ladymen.

Salidos de un pequeño poblado del estado de Jalisco, en México, este quinteto de jóvenes tuvieron la inquietud de hacer una banda con la intención de tocar y divertirse, para hacer lo que nadie hacía por sus rumbos y para expresar lo que no podían hacer de otra forma. Tras un pesado camino y arduo trabajo, el grupo logró llamar la atención gracias a su sonido y su actitud hasta que a mediados de 2014 pudieron publicar su primer disco.

En sus propias palabras, Ladymen se conceptualizan como “un grito salido directamente del callejón de la conciencia que busca atrapar al oyente y envolverlo en una atmósfera de persecución, balazos y redención demoníaca”.

Viviendo la pesadilla es un disco honesto, directo y sincero. Habla de lo que pasa por la mente de una juventud rodeada de problemas, confusiones, aventuras y muerte. Gracias a ello, no es de sorprender el sonido fuerte y rasposo de los instrumentos además de dura voz que clama por su atormentada vida de pecados y desventuras. Las almas descarriadas encuentran eco en las melodías de Ladymen y dejan a la deriva los arrepentimientos. En pocas palabras, este disco es el soundtrack ideal para aceptar la vida tal cual es y esperar sin remedio su final.

¿Pero quién carajos son estos tipos?

Lagos de Moreno, Jalisco es una población donde los preceptos de la religión católica establecen la forma de vida de sus habitantes. Las zonas montañosas que la rodean se llenan de cactáceas que poco a poco se van convirtiendo en frondosos árboles conforme se acercan al valle donde se encuentra este pueblo mágico. Haciendas se encuentran al pasear la mirada por el horizonte, mismas que beben de las aguas termales que inundan la zona. Un puente de cantera cruza el río donde se establecieron las primeras casas, un espacio que sirvió como descanso durante el siglo XVI para los viajantes que iban de la Ciudad de México a Zacatecas, antigua fuente minera y de riqueza.


Entre las antiguas casas y los abandonos muros de dicho lugar, cinco amigos formaron un grupo para hacer música en un lugar donde el rock es poco escuchado, casi nunca interpretado y materialmente jamás compuesto. Dentro de la irreverencia propia del género, Ladymen encuentra en el demonio y los pecados humanos un pretexto para componer y aterrizar las inquietudes de unos chicos que tuvieron el contacto con el hard rock y el stoner por medio de la radio y de internet.

Yiyo Martínez es la referencia de Ladymen. Joven de actitud fuerte en el escenario con imagen ruda, agresiva y sin piedad. Al ser el portavoz de la aceptación de sí mismo, Guillermo juega con su fuerza vocal para transportarnos a un obscuro lugar donde se encuentran los sentimientos más ocultos. El güero de barba y actitud retadora contrasta con el chico impaciente que busca sacar toda la energía y las ideas que en él burbujean.


Las guitarras eléctricas están a cargo de  L. Master y Edgar Liera (Muffin), quienes logran con su distorsionado sonido crear un muro sonoro muy cercano al stoner californiano. Muffin con su SG de Epiphone y Master con su Ibañez clásica amplificados con sus respectivos Marshall arman el ruido necesario que arrope las ideas de Yiyo. 


El muro de sonido eléctrico se completa con Xavier Medrano en el bajo, un joven que logra con su Squire complementar los riffs de guitarra, encontrando en ciertos momentos el espacio ideal para explotar y crear figuras geniales. Sus tonos graves son realzados y distorsionados en la producción del disco con la intención de crear una atmósfera densa ideal para los mensajes escupidos por Yiyo.


Finalmente, fue en la ciudad de León, Guanajuato donde Ladymen encontró a su baterista. Hugo o “Pelos” es un chico de gran energía que con su imaginación dota de base rítmica a la banda, logrando imprimir un estilo único a la banda. Su marca queda plasmada en el juego de los platillos y las figuras remarcadas en los toms.

El concepto

Tras la grabación de su demo que estuvieron rolando a finales de 2012, la banda se concentró a tocar en todos los lugares posibles hasta que obtuvieron la oportunidad en noviembre de 2014 de grabar formalmente en los Sony Music Studios de la Ciudad de México por medio de Converse Rubber Tracks quien da oportunidad de entrar a estudios profesionales a las bandas emergentes de manera gratuita. Sin embargo, es necesario escribir que esta posibilidad llegó al camino de Ladymen gracias al ruido que lograron hacer en el centro del país con sus salvajes presentaciones y la grabación de un EP por medio de Marro Records que contiene dos rolas grabas en directo en un espacio conocido como Casa Serrano.

La banda traía ya muy masticadas las rolas, por lo que sólo se dieron a la tarea de aterrizar sus ideas en el estudio de grabación con la intención de darle prioridad a su sonido: guitarras de distorsión fuerte pero de gran claridad y definición, un bajo con unos tonos graves que inundan las bocinas, una batería que otorga su prioridad al ruido generado por los platillos y un trabajo en la voz que logra hacer entender al escucha que esta sale desde el fondo de un cuerpo cansado como si se encontrara en un callejón sin salida.

Y finalmente, el resultado es genial. Directo, agresivo y definido sonoramente, Viviendo la pesadilla es un disco redondo que pocas bandas en México han logrado. Gracias al trabajo de los ingenieros de audio Héctor Castillo (instrumentos) y Uriel Villalobos (voces), además de la mezcla de Aaron Bastinelli en los Converse Rubber Tracks de Nueva York y la masterización de Maik Domínguez hecha en Fuzzland Records, la placa queda impecable.

La portada nos impacta de primera vista.  Un muerto viviente caricaturizado corre sobre su motocicleta a través de un camino desértico. Imagen ideal que orienta a quien la observa qué es lo que podemos escuchar en la placa. Gracias a este diseño de Grizzly Victory, el concepto del  Viviendo la pesadilla termina redondo, sin margen de error.


Ladymen cataloga su música simplemente como “rock n rol” con la intención de no encasillar su sonido. Sin embargo, si le rascamos un poco en ella, podemos encontrar hard rock con ligeros toques retros y un poco de stoner al estilo de las bandas californianas de Palm Desert; géneros muy pocos tocados en México. Lo curioso es que el proceso de composición del grupo no nace de un riff o figura instrumental, si no de alguna idea o concepto a través de la cual los integrantes trabajan con la intención de armar atmósferas. Si a ello se sumamos que las líricas están hechas totalmente en español, el valor de la banda incrementa y con creces.

Letras que hablan del individuo cayendo en el abismo que ha provocado sus pensamientos, sus decisiones y sus acciones. Líricas que nos hacen entender que la muerte siempre está rondando nuestros pasos, que sólo espera su oportunidad para arrebatarnos lo único que tenemos.  Viviendo la pesadilla cae en la sinceridad total y la auto-aceptación, que podría calificarse como cinismo para una sociedad regida por el catolicismo más recalcitrante.

Todos nuestros actos tendrán consecuencias. Nuestras decisiones marcarán el camino y tan sólo queda resignarse a lo que él nos depare. Las circunstancias nos van delimitando, pero al final del día es uno quien termina optando por determinada opción. Así es la vida y en ella es donde nos encontramos… hasta ahora.   

Canción por canción

Aquí comienza la ley: ¿Cuál es la necesidad de explicar las cosas si son tan claras? No es necesario repasar las reglas y recitar el sermón si es claro que se cruzó el límite. Trasgredida la frontera, ya no existe retorno. Es mejor reconocerlo y aceptar las consecuencias… Ritmo de marcha militar que se llena de fuerza al irse sumando cada uno de los instrumentos. Rock con sabor stoner al estilo desértico que al llegar a su puente las notas suben de noto para lograr una mayor intensidad en la melodía.

Tripleseis: Vender el alma al diablo supone la obtención del deseo a cambio de una eternidad de sufrimiento. Sin embargo, las cosas nunca son tan sencillas. La trampa fue bien puesta y hemos caído vilmente. Será el momento de enfrentar al maligno y reclamarle lo pactado… Un cencerro (cowbell) suena incesante como si nos diera el aviso de un tren sobre las vías. De golpe un grito nos anuncia la avalancha de sonido que nos arrastra sin remedio. Salvaje melodía que nos sacude y que logra en su solo de guitarra un despegue de la tierra. La voz de Yiyo busca hacernos entender que estamos frente a un hombre que ha vendido su alma al diablo y que éste lo ha engañado.


El maldito: Vivir la vida como se ha deseado se convierte en un estigma. Tras vender el alma al deseo, la cordura se pierde. Sin ello, el individuo queda varado y el único remedio que se tiene es aceptar las consecuencias de las decisiones tomadas… Un remate de batería da la entrada un ritmo de gran gancho que inmediatamente nos hace mover los pies. El bajo nos vuelva cabeza mientras la voz nos cuenta la historia del maldito. El riff de guitarra ayuda a redondear una rola que sin lugar a dudas es la ideal para ser sencillo del disco. Su video que fue dirigido por Jorge Bogarín y Tavo González nos cuenta el proceso de grabación del Viviendo la pesadilla en los estudios de Converse Rubber Tracks de la Ciudad de México, desde como salen de su natal Lagos de Moreno hasta el momento en que los instrumentos son registrados en las cintas. Un paseo por la avenida Reforma para terminar tocando en un pequeño lugar donde podemos ver como Ladymen hace lo que más les gusta: tocar para divertirse.

Easy rider: ¿Existe algún motivo que obligue a reconsiderar las decisiones tomadas? Las casualidades no existen y es mejor aceptar el infierno que uno mismo ha creado. La sentencia está hecha: o se mata a plomo o uno se convierte en carroña para los buitres…Un ritmo cortante que busca crearnos la imagen de una banda de motociclistas corriendo sobre una desértica carretera. La ruda melodía es cambiada drásticamente en su coro para alcanzar un rock pop. El lento solo de guitarra permite sentir el calor desértico para regresar la melodía a su energía inicial.

El amo del escándalo: Es fácil echar las culpas a los demás de lo que ocurre en nuestras vidas, aunque ella esté pendiendo de la frontera que delimita el morir o matar. El diablo sólo es el consejero, pero nosotros la mano que ejecuta. Nosotros somos la enfermedad y no existe cura para ella… Un canto hecho desde una trinchera sin fondo, donde se puede escuchar al mismísimo demonio acompañando con su voz en los coros. Distorsión que construye un obscuro muro sonoro de extrema cercanía con el rock desértico del stoner californiano. Vale la pena resaltar la guitarra que se escucha en la segunda estrofa de la rola, la cual resbala las notas para llegar a la que entonan el resto de los instrumentos. Los solos de guitarras recuerda mucho el sonido patentado por Josh Homme con sus Queens of the Stone Age.

Richard Tex Mex: Una turba enfurecida persigue a este par de asesinos. Ya no quedan balas ni demonio que los pueda salvar. La muerte vista desde sus dos posiciones: el que mata y el que muere. “Para poder vivir, primero hay que morir”… Cuatro salvajes golpes al hi-hat y comienza una frenética persecución donde las guitarras toman el papel principal, las cuales terminan en una espiral en descenso sin final. Ritmo agitado que termina de explotar por sus detalles ácidos.

La deuda: El lugar se está incendiando y sólo queda ver el infierno que uno mismo ha creado a su alrededor. Nada qué ofrecer y mucho qué explicar. Aunque se pague con la vida, la deuda siempre será mayor… Ritmo acompasado con juego de tarola y guitarras densas que se transforman en un hard blues muy al estilo de The Black Keys. La fingida voz de Yiyo en el coro de la rola nos lleva a pensar en una burla, pero bien sabemos que esta crítica es para uno mismo.

Más que nada: Una oda a la honestidad, aunque ella se pueda interpretar como cinismo. Nada queda a la imaginación y nada queda por hacer. No es necesario exhortar a nadie, las cosas se han mostrado todo el tiempo y en cada uno queda la decisión de continuar o no… Hard blues agresivo que regresa a la marcha militar con la que empezó el disco. Su hipnótico ritmo nos arrastra hacia un final irremediable tras su advertencia: “te vas a arrepentir”.


Este es el Viviendo la pesadilla de Ladymen, una placa que se nos va como agua entre las manos. Ocho rolas que como alma que lleva el diablo, se escurren y nos dejan desnudos en nuestro propio infierno.

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