Cuando una banda cuenta con cuatro discos de estudio y dos álbumes en vivo, sabemos que estamos frente una institución sonora que ha logrado establecer su estilo hasta convertirlo en un referente obligatoria de una época. Sin lugar a dudas Kadavar ha logrado ésto con casi una década de carrera, pero es necesario saber que no todo ha sido terso durante su camino ni tampoco una monótona travesía sin propuestas, mutaciones ni experimentos. Sin embargo, es ahora momento de recapitular para comprender qué es lo que puede ofrecer una banda tan establecida como este power trío arraigado en Berlín.
En el transcurrir del tiempo, Kadavar se ha distinguido por una esencia vintage que buscaba crear temas adictivos a través de la fuerza de la distorsión y venenosos riffs. Tras establecer este principio sonoro por medio de dos discos ejemplares, la banda sufre un cambio en su alineación que le permitió romper sus propias cadenas para buscar nuevos horizontes. Desde entonces, sus siguientes dos materiales tomaron los senderos de la búsqueda hasta alcanzar la saturación auditiva como su principal característica. Berlín (reseña-review) y Rough times (reseña-review)terminaron por ser dos materiales ruidosos que llevaron a la banda a establecer al áspero barullo como un estandarte propio que cubriera sus composiciones como un velo perenne, quizá obligatorio. Pero las cosas tomarían otro curso en su último álbum...
Luego del anuncio en donde se notificaba la firma de la banda con la disquera Nuclear Blast, Lupus Lindemann, Tiger Bartelt y Dragon Bouteloup se encerraron en Neukölln (su sala de grabación) para aprovechar un momento creativo dentro del grupo y registrar así lo que sería su quinto disco, el cual sería presentado de manera íntegra hasta el 11 de octubre de 2019 bajo el sugerente título de For the dead travel fast. Tras la publicación de dos singles previos, el álbum compuesto por ocho temas que obligan al oyente a desarrollar una apreciación detenida si se desea encontrar la novedad dentro del estilo patentado por el grupo.
Tras una introducción sombría que eriza la piel entre el helado viento que se filtra por las bocinas, las voces internas de la mente comienzan a gritar al ritmo de los eléctricos gemidos de los desgarradores instrumentos de cuerda y los tormentosos golpes de percusión bajo el nombre de "The devil's master", primer sencillo del For the dead travel fast que se distinguió por su sorprendente video promocional grabado en áridas tierras mientras se observaba una misteriosa historia sobre tortura, muerte y religión.
Como si se tratara de una búsqueda dentro de las diversas posibilidades sonoras de la banda, Kadavar retorna al uso de riffs afilados bajo una atmósfera sombría que se permite aprovechar de la vieja dicotomía entre el ruido y el silencio para construir un álbum lleno de intensidad e intención. El power trio de Berlín nos ofrece en su For the dead travel fast temas con melodías someras como en "Dancing with the dead" que permiten la escucha precisa de cada uno de los instrumentos sin la omnipresencia de la distorsión, y al mismo tiempo retorna a sus viejos preceptos compositivos como en "Children of the night" sin abandonar los arreglos de teclados mostrados en su disco anterior o la melancolía del viejo blues eléctrico como se escucha de manera clara en la cerradora "Long forgotten song" con todos y sus obligadas explosiones de intensidad previamente mostradas en "The devil's master".
Si estuviéramos buscando un línea temática para el quinto disco de Kadavar, forzosamente llegaríamos al concepto de la muerte y toda aquella obscuridad que se esconde dentro de la mente del ser humano. Aun así, el trío barbado se escapa de los ritmos aletargados para ofrecernos dardos envenenados como la acelerada y proto-metal "Evil forces" donde se hace referencia a los miedos internos y las murmullos que nublan el pensamiento entre sorprendentes juegos vocales jamás escuchado en "Lupus", o en "Poison" con su fuerza entrecortada que de manera indudable nos regresa a los primeros tiempos del grupo. Pero si aún estuviéramos esperando un tema fuera completamente del ambiente general del For the dead travel fast, Kadavar nos regala la mórbida "Saturnales" bajo una melodía onírica de guitarra limpia y teclados inertes que logran el quiebre del álbum como si se tratara de un freno de mano.
"Puedo sentir a la tormenta llegar, siento electricidad, algo que pon en fuego a mi mente. Ceder ante un extraño deseo a través de los muros del espacio y el tiempo, una gravitación de la manera más fuerte. Los demonios toman control de mí, me dicen a dónde ir y qué decir. Desearía que me dejaran caer al océano y sumergirme y viajar con demonios en mi mente. No hay futuro..."
Como si se tratara de un registro visual para el Duna Jam, el video promocional realizado para "Demons in my mind" coloca a Kadavar en la playa mientras un poderoso tema ahogado en distorsión y wah lisérgico. Las capas de sonido se superponen una sobre otra mientras las voces etéreas poco a poco se acercan hasta nosotros con la intención de dictarnos a qué lugar dirigirnos y qué acciones llevar acabo. Aquel sonido vintage de antaño sólo muestra su influencia original, pero lo que ahora ofrece la banda berlinesa es un estilo propio dificil de no identificar en el panorama sonoro actual. Una vez al borde del abismo tras un frenético baile, nos dejamos caer sobre él hasta caer desnudos al agua.
For the dead travel fast es sin duda un retorno a las bases sonoras de Kadavar, sin embargo dentro de este ejercicio encontramos que el trío ha logrado conseguir un sonido propio con el pasar de los años. Una vez identificado ello, el quinto álbum de la banda afincada en Berlín respira una misma atmósfera a través del misterio alrededor de la muerte y los demonios internos, logrando de esta manera que el material sea obscuro a pesar de su áspero estilo. Por lo pronto, bajamos de nuevo la aguja sobre el vinilo y terminemos por descifrar la última propuesta de Kadavar mientras dejamos que la amenazadora vibra de los bosques que resguardan el viejo castillo de Bran en Transilvania se pose sobre las melodías como si se tratara de una densa neblina...
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