Al escuchar Altamont, inmediatamente nos viene a la mente el agrio recuerdo de aquel festival celebrado a finales de 1969 donde tocaron reconocidas bandas como Santana, Jefferson Airplane, CSNY y The Rolling Stones y que pasó a la historia por los altercados entre el público y los famosos motociclistas Hell's Angels que terminaron en la muerte de un joven frente al escenario. Aprovechando aquel fatídico encuentro entre el rock sesentero y la violencia motorizada cubierta en cuero negro nace una cruda banda californiana que nos hace guardar las esperanzas por el garage rock y el rock psicodélico más ácido posible.
Tras la celebración de sus quince años como banda, The Lords of Altamont se alejó de los escenarios para reconstruir su sonido y grabar un nuevo material discográfico, el cual fue publicado en octubre de 2017 bajo el título de The wild sounds of The Lords of Altamont por medio de la disquera Heavy Psych Sounds Records. Sin perder el sonido que los ha identificado desde el inicio de este siglo, el grupo originario de Los Ángeles nos ofrece una colección de once temas directos llenos de rock n' roll salvaje y valvular que no puede defraudar a nadie.
Con el liderazgo de Dani Sindaco en las guitarras y Jake Cavaliere en las vocales y teclados, The Lords of Altamont complementa su alineación para este último disco con Steven van der Werff en la batería y Rob Zimmerman en el bajo, además de contar con la producción de Paul Roessler quien ofrece aquel sabor a punk que tuvo la escena californiana de finales de los años 70 y principios de los 80. Sin embargo, si buscáramos enmarcar el sonido del cuarteto tendríamos que colocar en un matraz el rock sucio de The Rolling Stones, la crudeza de The Stooges y MC5, además de los primeros momentos del punk norteamericano en manos de Ramones y New York Dolls.
Aun con lo anterior, The Lords of Altamont logran construir un estilo propio gracias a su gran imaginación compositiva que ofrece una enorme gama de melodías para no aburrir con un mismo sonido durante todo el material, además de inyectar un ligero toque lisérgico gracias al teclado que sirve de contrapunto a las ásperas guitarras y al bajo eléctrico ahogado en fuzz.
The wild sounds of The Lords of Altamont atrapa desde el primer instante gracias a la energía derrochada en "Like a bird", track inicial del disco clavado en un heavy psych venenoso imposible de ignorar heredero del sonido creado por Gabriele Fiori (fundador de la disquera que publica el material y líder de las bandas italianas Black Rainbows y Killer Boogie). Sin embargo este vinilo no se queda ahí, pues bien nos puede ofrecer con temas que no rebasan los tres minutos y medio desde un rock n' roll sin contemplaciones como en "Been broken" o en "I said hey" como una aletargada rabieta como en "(It ain't) Revolution" o en "Where did you sleep", pasado además por un tributo al clásico bluesero "Evil", tema del que hemos escrito anteriormente gracias a sus múltiples versiones (reseña-review). De manera obvia, la sexta entrega del cuarteto californiano contiene punk muy americano como lo demuestra "Death on the highway" aunque inesperadamente todo se transforma en un hard rock directo como se escucha en "Can't lose".
El primer single que se desprendió de este material fue "Going downtown", tema presentado desde julio de 2017 que nace directamente del garage y que remite de manera inmediata a las pandillas motorizadas y a la diversión derivada por una vida en contra de las leyes. La batería marca el ritmo y la guitarra marca un riff filoso como navaja, pero todo ello queda reducido a una breve introducción que abre paso a una melodía descontrolada y furiosa que logra conectar con cualquiera que la escucha gracias a su ritmo y energía. En tan sólo tres minutos el rock n' roll sucio y salvaje entra por las venas para hacernos creer de nuevo en el poder de la música más allá de discursos, posturas y conceptos. Cuatro tipos le suben a su amplificadores para hacer un track directo que demuestre lo que debería ser este género: música, energía y diversión.
Acompañando el lanzamiento del The wild sounds of The Lords of Altamont, la banda publicó un video promocional para "Going downtown", un trabajo visual que nos muestra al cuarteto haciendo lo único que saben: tocar rock n' roll. Cuatro hombres tatuados vestidos de negro con pinta de motociclistas se adueñan del escenario, y armados tan sólo por sus instrumentos, explotan las bocinas en unos cuantos segundos de música infecciosa con un cierto e inevitable sabor vintage.
Regresar a lo básico es quizá la mejor solución para ofrecer algo fresco, directo y sincero. The Lords of Altamont lo han logrado en su último disco, material que se agradece ante la enorme oferta musical que cada día se rebusca en complicados conceptos sonoros que se alejan de la esencia de un género muy definido como lo es el rock n' roll. Si usted busca incendiarios riffs de guitarra, reptantes bajos que juegan sobre las melodías, arrebatadoras baterías y una áspera voz que grita para hacerse escuchar dentro del muro sonoro, The Lords of Altamont será su mejor opción...
Aun con lo anterior, The Lords of Altamont logran construir un estilo propio gracias a su gran imaginación compositiva que ofrece una enorme gama de melodías para no aburrir con un mismo sonido durante todo el material, además de inyectar un ligero toque lisérgico gracias al teclado que sirve de contrapunto a las ásperas guitarras y al bajo eléctrico ahogado en fuzz.
The wild sounds of The Lords of Altamont atrapa desde el primer instante gracias a la energía derrochada en "Like a bird", track inicial del disco clavado en un heavy psych venenoso imposible de ignorar heredero del sonido creado por Gabriele Fiori (fundador de la disquera que publica el material y líder de las bandas italianas Black Rainbows y Killer Boogie). Sin embargo este vinilo no se queda ahí, pues bien nos puede ofrecer con temas que no rebasan los tres minutos y medio desde un rock n' roll sin contemplaciones como en "Been broken" o en "I said hey" como una aletargada rabieta como en "(It ain't) Revolution" o en "Where did you sleep", pasado además por un tributo al clásico bluesero "Evil", tema del que hemos escrito anteriormente gracias a sus múltiples versiones (reseña-review). De manera obvia, la sexta entrega del cuarteto californiano contiene punk muy americano como lo demuestra "Death on the highway" aunque inesperadamente todo se transforma en un hard rock directo como se escucha en "Can't lose".
El primer single que se desprendió de este material fue "Going downtown", tema presentado desde julio de 2017 que nace directamente del garage y que remite de manera inmediata a las pandillas motorizadas y a la diversión derivada por una vida en contra de las leyes. La batería marca el ritmo y la guitarra marca un riff filoso como navaja, pero todo ello queda reducido a una breve introducción que abre paso a una melodía descontrolada y furiosa que logra conectar con cualquiera que la escucha gracias a su ritmo y energía. En tan sólo tres minutos el rock n' roll sucio y salvaje entra por las venas para hacernos creer de nuevo en el poder de la música más allá de discursos, posturas y conceptos. Cuatro tipos le suben a su amplificadores para hacer un track directo que demuestre lo que debería ser este género: música, energía y diversión.
Acompañando el lanzamiento del The wild sounds of The Lords of Altamont, la banda publicó un video promocional para "Going downtown", un trabajo visual que nos muestra al cuarteto haciendo lo único que saben: tocar rock n' roll. Cuatro hombres tatuados vestidos de negro con pinta de motociclistas se adueñan del escenario, y armados tan sólo por sus instrumentos, explotan las bocinas en unos cuantos segundos de música infecciosa con un cierto e inevitable sabor vintage.
Regresar a lo básico es quizá la mejor solución para ofrecer algo fresco, directo y sincero. The Lords of Altamont lo han logrado en su último disco, material que se agradece ante la enorme oferta musical que cada día se rebusca en complicados conceptos sonoros que se alejan de la esencia de un género muy definido como lo es el rock n' roll. Si usted busca incendiarios riffs de guitarra, reptantes bajos que juegan sobre las melodías, arrebatadoras baterías y una áspera voz que grita para hacerse escuchar dentro del muro sonoro, The Lords of Altamont será su mejor opción...
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