Si posas tu mirada sobre el lago, por debajo del espejo de agua podrás observar a una misteriosa dama, aquella mujer de increíble belleza que las leyendas describen como un espíritu cruel que engaña con el fin de obtener todo lo que desea. La luz del día comienza a caer y el color de las aguas comienzan a tornarse obscuro y profundo mientras el frío se hace mortal. La tétrica imagen se acerca para tomarnos de la mano y guiarnos hasta el fondo... Abrimos los ojos y nos encontramos en la orilla mientras el día despierta. Quizá todo haya sido un mal sueño, pero mi mente confundida sabe que algo paso en el fondo de ese lúgubre estanque.
A través de esta vieja leyenda que siempre ha acompañado al hombre por su temor a lo desconocido, nos encontramos con el álbum debut de Cruthu, banda originaria de Lansing, Michigan, una cuidad ubicada precisamente en medio de dos de los Grandes Lagos en Estados Unidos. A principios de marzo de 2017 fue publicado su The angle of eternity, un disco denso formado por seis pesadas melodías que buscan rescatar el sonido original de los primeros instantes del doom, pero que más allá de la tendencia que se ha generado en los últimos años alrededor de dicho género, encontramos en este material varios elemento que valen la pena compartirlo.
La inquietud del guitarrista Dan McCormick por crear un grupo que rescatara la raíces del doom al estilo de bandas clásicas como Trouble, Pagan Altar o Witchfinder General para combinarlo con el sonido obscuro y aletargado de los eternos Black Sabbath y los míticos Pentagram, lo llevó a componer varios temas bajo ese esquema mientras formaba parte de The Swill. Por medio de un posteo en la red, Dan contactó al baterista Matt Fry con quien descubrió sus similares gustos musicales tras compartir una buena cerveza. Ésta sería la semilla del proyecto.
Fue en la primavera de 2014 que el grupo se terminó de conformar al integrarse la vocalista Teri Brown y el bajista Scott Lehman. Sin un nombre definido, la banda comenzó a terminar las maquetas hechas por McCormick y fue ahí cuando llegó la idea de llamar al proyecto Creation gracias al concepto de que ellos estaban "creando nuevas cosas a partir de un antiguo origen", pero al existir varios grupos con este nombre, se dieron a la tarea de buscar la palabra en otros idiomas. Finalmente, Teri propuso Cruthu, término en gaélico que se ajustaba a lo que la banda deseaba transmitir y que además ofrecía el plus de un toque místico.
Una vez que terminaron tres temas, la banda grabó en su propio cuarto de ensayos un demo al que titularon Creation para liberarlo a través de su página de bandcamp en junio de 2014. Dicho material fue reseñado por J.J. Koczan de la reconocida página electrónica The Obelisk debido a su amistad con el propio Dan McCormick, lo que podría hacernos dudar de la calidad del material. Sin embargo, este primer paso dado por Cruthu vale la pena por sí al crear una pequeña joya de proto-doom mezclado con occult-rock inspirado al hecho a principios de los setentas como al de Coven; comparación obligatoria gracias a la presencia de una female-woman en las vocales.
Sin embargo, lo que parecía un inicio prometedor terminó en un proyecto sin futuro debido a las actividades teatrales que distraían a Teri Brown de sus obligaciones con Cruthu, al grado de dejar las grabaciones de su álbum debut con la música registrada pero sin voces. Fue en ese momento que se buscaron diversas opciones para sustituírla, encontrando en la figura de Ryan Evans al candidato ideal gracias a que él era amigo de la banda desde sus inicios y había alternado con ellos en los escenarios con su banda Seritas.
La entrada de Evans a Cruthu transformó radicamente el concepto sonoro de la banda. Su grave y rasposa voz logró trasmitir a las melodías una atmósfera lúgubre, mismas que ahora navegaban sobre un misticismo más profundo por medio de las líricas re-escritas por el propio vocalista que hablan sobre las historias contadas en las viejas películas de horror o en las narraciones de H.P. Lovecraft. Fue así que Cruthu compuso cinco temas y reconstruyó uno del demo para conformar lo que escuchamos en The angle of eternity.
El álbum debut de Cruthu es un material que logra cumplir su cometido: crear un conjunto de melodías pasmosas y abismales que cayeran como losas sobre la espalda de quien osara bajar la aguja sobre el vinil. Si la música no fuera por sí sola suficiente para lograrlo, la banda se encerró en The Black Lodge (nombre con el que han bautizado a su estudio casero) para grabar la totalidad del material en cintas con la intensión de lograr un sonido crudo y de baja fidelidad como el que se escuchan en los discos setenteros. Guitarras desgarradoras, tambores secos y bajos imponentes como telón de fondo para una voz ceremonial que se arrastra sobre el suelo y se eleva como una densa niebla hasta envolvernos en zozobra y angustia.
Para entender la metamorfosis que sufrió Cruthu tomamos como ejemplo "Lady in the lake", tema que se llamaba "Walk with me" en el demo y se transformó en The angle of eternity. El riff de la canción se caracteriza por una figura lenta que asemeja el paso de un condenado a muerte que arrastra un grillete en su tobillo, melodía que llega a la intensidad cuando alcanza su estribillo hecho en base a una serie de escalas pentatónicas que juegan con las cuerdas a forma de un fúnebre vals.
En su versión original, el tiempo de la canción era muy lento y su bajo terminaba ahogado en un efecto wah muy profundo; además que la línea melódica cantada por Teri Brown terminaba haciendo del tema una balada que no lograba atravesar el empantanado bloque sonoro. Sin embargo, "Lady in the lake" sube la velocidad un poco para balancearnos con el movimiento de la barca que simula nuestro paso por las obscuras aguas. La penetrante voz de Ryan Evans sigue la figura marcada por la guitarra para crear una melodía más cercana a lo que Ozzy hacía en sus tiempos con Black Sabbath, pero vale la pena resaltar de que la nueva letra realmente logra trasmitir una enigmática historia que alcanza su climax cuando todo queda en silencio en una sorprendente pausa y comienza de nuevo el tema para dejarnos con la duda si lo relatado fue un producto de la imaginación o una terrorífica realidad.
Lo alcanzado por Cruthu en The angle of eternity es realmente maravilloso, pues el álbum en su totalidad logra transportarnos a finales de los setentas cuando el hard rock más obscuro se mezclaba con otros géneros para construir lo que hoy llamamos doom. Cuando se le pregunta a la banda cómo definen su sonido, ellos sólo se remiten a responder que "hacemos la música que nos gusta oír". Lo que podemos estar seguros es que este disco tiene los elementos suficientes para convertirse en álbum obligatorio para los amantes del doom clásico, cosa que también logra con su tétrica portada hecha por Dan McDonald, un amigo del bajista desde su infancia.
No sabemos cuál es el futuro que le depare a Cruthu, pues precisamente Scott Lehman salió de la banda hace un tiempo y ahora es Erik Hemingsen quien se encarga de las cuatro cuerdas. Quizá algunas cosas cambien en el estilo que la banda ha logrado con su debut, pero mientras se reconstruyen, sólo queda esperar a que Cruthu haga rodar el The angle of eternity en los escenarios para hacerlo madurar y que sus aprendizajes se puedan reflejar en un segundo álbum. El tiempo ya nos dirá...
El álbum debut de Cruthu es un material que logra cumplir su cometido: crear un conjunto de melodías pasmosas y abismales que cayeran como losas sobre la espalda de quien osara bajar la aguja sobre el vinil. Si la música no fuera por sí sola suficiente para lograrlo, la banda se encerró en The Black Lodge (nombre con el que han bautizado a su estudio casero) para grabar la totalidad del material en cintas con la intensión de lograr un sonido crudo y de baja fidelidad como el que se escuchan en los discos setenteros. Guitarras desgarradoras, tambores secos y bajos imponentes como telón de fondo para una voz ceremonial que se arrastra sobre el suelo y se eleva como una densa niebla hasta envolvernos en zozobra y angustia.
Para entender la metamorfosis que sufrió Cruthu tomamos como ejemplo "Lady in the lake", tema que se llamaba "Walk with me" en el demo y se transformó en The angle of eternity. El riff de la canción se caracteriza por una figura lenta que asemeja el paso de un condenado a muerte que arrastra un grillete en su tobillo, melodía que llega a la intensidad cuando alcanza su estribillo hecho en base a una serie de escalas pentatónicas que juegan con las cuerdas a forma de un fúnebre vals.
En su versión original, el tiempo de la canción era muy lento y su bajo terminaba ahogado en un efecto wah muy profundo; además que la línea melódica cantada por Teri Brown terminaba haciendo del tema una balada que no lograba atravesar el empantanado bloque sonoro. Sin embargo, "Lady in the lake" sube la velocidad un poco para balancearnos con el movimiento de la barca que simula nuestro paso por las obscuras aguas. La penetrante voz de Ryan Evans sigue la figura marcada por la guitarra para crear una melodía más cercana a lo que Ozzy hacía en sus tiempos con Black Sabbath, pero vale la pena resaltar de que la nueva letra realmente logra trasmitir una enigmática historia que alcanza su climax cuando todo queda en silencio en una sorprendente pausa y comienza de nuevo el tema para dejarnos con la duda si lo relatado fue un producto de la imaginación o una terrorífica realidad.
Lo alcanzado por Cruthu en The angle of eternity es realmente maravilloso, pues el álbum en su totalidad logra transportarnos a finales de los setentas cuando el hard rock más obscuro se mezclaba con otros géneros para construir lo que hoy llamamos doom. Cuando se le pregunta a la banda cómo definen su sonido, ellos sólo se remiten a responder que "hacemos la música que nos gusta oír". Lo que podemos estar seguros es que este disco tiene los elementos suficientes para convertirse en álbum obligatorio para los amantes del doom clásico, cosa que también logra con su tétrica portada hecha por Dan McDonald, un amigo del bajista desde su infancia.
No sabemos cuál es el futuro que le depare a Cruthu, pues precisamente Scott Lehman salió de la banda hace un tiempo y ahora es Erik Hemingsen quien se encarga de las cuatro cuerdas. Quizá algunas cosas cambien en el estilo que la banda ha logrado con su debut, pero mientras se reconstruyen, sólo queda esperar a que Cruthu haga rodar el The angle of eternity en los escenarios para hacerlo madurar y que sus aprendizajes se puedan reflejar en un segundo álbum. El tiempo ya nos dirá...
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