Las estrellas se han alineado para mostrarnos las enseñanzas del cráneo cósmico. El cuerpo ha recibido la ondas sonoras que llegan del espacio exterior y la mente se ha dedicado a descifrarlas hasta descubrir su mensaje. El poder de los astros descargan su energía sobre los hombres que los contemplan, pero es necesario un mediador para que nos devele su misterio. Aquí está el nuevo culto que une la música y el universo, un hermoso regalo para el hombre que se convierte en arte y religión.
Luego de ser el bajista del ácido monstruo stoner llamado Mammothwing, Bill Fisher tomó la guitarra eléctrica para formar parte de un ambicioso proyecto bicéfalo: fundar un movimiento religioso que buscara liberar a la humanidad de las posesiones materiales para unificar a todos los seres vivos es un todo cósmico y crear a una banda que fusionara aquellos sonidos que definieron los años setentas: el rock progresivo, la psicodelia y el pop. Así es como nació Church of the Cosmic Skull.
Desde el punto de vista conceptual, el proyecto de Bill Fisher estaría basado completamente en el número siete gracias a su valor mágico y su carácter místico (recordemos los planetas de la astronomía clásica, los chakras hindúes, los pecados capitales, los días de la semana o los colores del arco iris). Bajo la estrella de siete puntas, encontramos el símbolo de la integración que resultaría ideal para la banda: siete integrantes, siete objetivos o preceptos ideológicos y siete temas incluidos en el disco debut.
Refugiado en Nottingham, Inglaterra, Bill Fisher integró a su grupo con diferentes músicos de distintas bandas con la intención de lograr un equilibrio perfecto entre la instrumentación y los juegos corales: Michael Wetherburn en el órgano Hammond y teclados (Hellset Orchestra, Ulysses Storm), Amy Nicholson en el violonchelo eléctrico (Hellset Orchestra, Polymath) Caroline Cawley (Dystopian Future Movies) y Jo Joyce en las voces, Loz Stone en la batería (Iron Swan, Rescued by Wolves) y Sam Lloyd en el bajo (You slut!, Pilgrim Fathers).
Ya con la banda conformada, Fisher estableció un listado de siete pautas conceptuales que servirían de lineamientos a seguir por la agrupación como por sus seguidores: 1) reconocer la la naturales alucinatoria de la realidad, 2) investigar todos los aspectos de la realidad alucinatoria, 3) recibir todos los fenómenos con ecuanimidad, 4) celebrar y defender la libertad del arte, la ciencia y el pensamiento, 5) conocer los misterios con misericordia y determinación, 6) hacer lo que se quiera con amor en el corazón, y 7) mantener el enfoque sobre la unidad de todos los seres vivos.
En septiembre de 2016 fue publicado a través de Bilocation Records y Kozmik Artifactz el primer disco de Church of the Cosmic Skull bajo el sugerente nombre de Is Satan real?. En los 38 minutos que dura el material podemos escuchar una especie de ópera rock donde el misticismo de las líricas se mezcla con emotividad de la interpretación instrumental, pero lo que de manera irremediable llama a atención al gusto auditivo son las armonías vocales logradas por el grupo en un franco tributo a Queen.
Desde el punto de vista musical, Is Satan real? es un disco que juega con los recursos estilísticos de Mahavishnu Orchestra y su jazz progresivo, las líneas melódicas de Led Zeppelin, Deep Purple y Thin Lizzy, además de las estructuras sonoras cercanas a la teatralidad de Meat Loaf. A pesar de estar referencias hacia al pasado, Church of the Cosmic Skull logra crear puntos de encuentro con los conceptos sonoros actuales de gente como Black Mountain, Ghost y Uncle Acid & the deadbeats; lo que nos hace entender los distintos momentos del disco, desde las orgiásticas alabanzas de "Mountain heart" hasta la tétrica y dommy "Black slug", pasando por el paisaje folk de "Answers in your soul".
Quizá en momento cumbre del primer disco de Church of the Cosmic Skull sea "Movements in the sky", tema que valora cada uno de los elementos que conforman a la banda. Todo inicia con el arpegio de una temblorosa guitarra que obtiene confianza al entrar un atmosférico teclado. Una vez marcada la línea armónica de la pareja, las voces entonan una oda sobre el milagro estelar y los mensajes que el cosmos ofrece a todos los seres. El bajo eléctrico y el violenchelo eléctrico nos regalan la fuerza y la intención que requiere la melodía hasta construir el clímax del estribillo, mismo que bautiza a la canción y penetra en nuestra mente para no dejarlo de cantar una y otra vez.
"Escucha a las estrellas hablado en metáfora, así arriba como abajo. Observa al hombre buscando un semáforo que alimente su mente. Escucha a tu alma anhelando algo qué encontrar a través de los bosques. Siente a la luna jalando la marea, así arriba como abajo. Observa al sol cegando para que apartes la vista de la señal que nos muestra. Escucha al hombre hablando tan alto que yo no puedo escuchar nada más. Movimientos en el cielo que nos cambian a tí y a mí, movimientos en el cielo que cambian mi mente..."
La blanca congregación está de gira por Europa en estos momentos, llevando su mensaje estelar a los escenarios que han permitido que el ritual del heptagrama se realice. La luz que ilumina al manto estelar nos es compartida a través de himnos litúrgicos que ponen en duda las cosas la simple dicotomía entre el bien y el mal, regresando la mirada a los astros y al interior de cada ser. La música alimenta el alma mientras el anuncio astral es comunicado a los hombres, esperando a su vez que éstos lo interioricen, lo vivan y lo gocen...
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