La curiosidad penetra
al hombre, reptante entra el deseo por saber, por eliminar la neblina de la
duda y por saciar el morbo. Cualquier cosa puede provocarla, pero existen unas
que despiertan más interés del individuo que otras. Se podría decir que es
parte del instinto del ser humano, algo que comparte con el resto de los seres
vivos; pero el nosotros tenemos la capacidad de desmenuzarla, reflexionarla y
expresarla. La falta de control ante lo desconocido nos despierta la búsqueda
de respuestas, aunque al escudriñar en el vacío y la nada nos quedemos con más
preguntas. La imaginación sustituye a la verdad y todo queda bajo un velo de
misterio y obscuridad.
Brimstone Coven abre el
baúl de los miedos en un intento por hablar sobre todo aquello que nos han
enseñado a temer, sobre las cosas obscuras que la mente humana les ha dotado
explicaciones sobrenaturales al no encontrar respuestas coherentes con lo que
hasta el día de hoy tiene en sus manos (religión, ciencia, tecnología y fe).
Las fantasías, los mitos y las creencias alimentan lo desconocido para crear
historias mágicas y misteriosas que terminan haciendo crecer la duda y el
morbo.
A través de un hard
rock vintage, la banda nos lleva a un viaje lúgubre por la obscuridad, lo
místico y lo desconocido. Con una referencia directa a los clásicos Pentagram y
Black Sabbath sumada a los sonidos creados por las bandas europeas como
Witchcraft, Graveyard y Kadavar, Brimstone Coven crea una atmósfera ideal para
penetrar el umbral de la duda y escuchar aquellas historias creadas por el
miedo y la imaginación del hombre, donde sólo nos queda soltar la mente ante
los temores que siempre nos han acompañado.
¿Pero
quién carajos son estos tipos?
Asentada en las
márgenes del río Ohio del valle del mismo nombre, el pequeño poblado de
Wheeling en West Virginia, Estados Unidos vió nacer a Brimstone Coven a
principios de 2011. Dicho valle ha sido semillero de varias bandas que se han
sumado a la ola de grupos que buscan rescatar los sonidos que constituyeron el
rock pesado a finales de los sesentas y principios de los setentas. Con un
concepto claro y un conjunto de canciones bajo el brazo, el guitarrista Corey
Roth se dio a la tarea de buscar músicos en la escena local que terminaran de
construir la idea que él tenía en mente: rolas que hablaran sobre ocultismo y
cosas místicas por medio de una base de rock retro y doom, salpicado del sonido
vintage de las bandas europeas de los últimos años.
En su búsqueda, Corey
encontró el video de un baterista llamado Justin Wood, un tipo de gran fuerza
en su ejecución y con un gusto por las bandas clásicas de rock como Led
Zeppelin y Rush, además de las bandas de rock sureño como Eagles y Lynryd
Skynyrd. Acompañado por su equipo Tama, la base estaba conformada.
Una vez integrado
Justin al proyecto, Corey audicionó a varios músicos para encontrar las
siguientes vacantes: bajo y vocales. Fue así que se presentó “Big John”
Williams como bajista para el grupo, quedándose con el puesto. Finalmente se
integró Andrew D’Cagna como vocalista y fue así como Brimstone Coven nació.
Sin embargo, tras
algunos ensayos con las canciones originales y algunos covers a Black Sabbath,
la idea musical que buscaba Corey no resultaba. Fue así que Andrew D’Cagna tomó
el bajo gracias a sus conocimientos como guitarrista en otras bandas amateurs
donde había tocado y dejó el puesto de vocalista principal a “Big John”.
Gracias a este cambio, la banda ganó presencia en su sonido, pues Andrew tomó
como equipo un bajo Rickenbacker amplificado en un Orange Terror y gabinetes Ampeg
para lograr una profundidad sonora inspirada en el estilo de Geezer Butler de
Back Sabbath y su gusto por la forma de tocar de gente como Geddy Lee de Rush,
Chuck Panozzo de Styx y Jonh Paul Jones de Led Zeppelin.
Al abandonar el bajo,
“Big John” se concentró en darle personalidad a las voces de Brimstone Coven.
Con su gusto por las bandas de psicodelia y rock progresivo (sobre todo Pink
Floyd), William dotó al grupo un aro místico a las canciones compuestas por
Corey, como si un grupo de monjes o religiosos entonaran cánticos y oraciones
en plena contradicción con las temáticas que manejaban las líricas de las
rolas. Comparado con el estilo “gregoriano” de Tobias Forge en la famosa banda
Ghost, las voces en Brimstone Coven guardan más un estilo de mantras y rezos
católicos modernos.
Con esta alineación, la
banda se metió a los estudios para grabar lo que sería su EP titulado
homónimamente Brimstone Coven,
publicado de manera independiente en 2012. El material que se presenta en esta
placa sería exclusivamente las cinco melodías de Corey Roth que había
presentado al resto del grupo y que servían de base para el proyecto, mismas que
lograron una aceptación y apertura de espacios donde poder exponer su música.
Dado este paso y con el
sonido de la banda consolidado, Brimstone Coven comenzó a componer de manera
integral un conjunto de melodías a través de riffs de guitarra de Corey, la
improvisación del grupo en los ensayos y la imaginación de todos sobre el
concepto místico que rodeaban sus primeras canciones. Sin embargo, durante este
proceso, el grupo sufrió su primera baja: Justin Wood necesitaba dejar la banda
para atender el nacimiento de su bebé y obtener los ingresos suficientes para
obtener una casa para su familia.
Bajo esta
circunstancia, Corey se dio a la tarea de encontrar un reemplazo para Justin,
llegando así Dan Hercules al grupo como músico de sesión. Con él, la banda
adquiría un músico de gran calidad que cambiaría la fuerza que originalmente
tenía el sonido de Brimstone Coven para adquirir una técnica que permitiría dar
intensidad y variedad a las nuevas canciones compuestas.
Con esta alineación,
Brimstone Coven se metió a los estudios Sacred Sound y Martins Ferry de Ohio
durante los meses de junio, julio y agosto de 2013 para grabar su primer disco
completo, el cual llevaría el título numérico de II. Publicado de manera independiente en Noviembre de 2013 y con
descarga desde la plataforma Bandcamp, la placa logró difundirse por todo los
Estados Unidos. Blogs y distintas páginas de internet reseñaron el disco,
provocando que la banda se diera a conocer y tuviera la oportunidad de tocar
con gente como Geezer y Doctor Smoke.
Bajo el halo misterioso
del nombre del grupo que nos remite al sulfuroso aroma de un aquelarre y las
líricas lúgubres ahogadas en la obscuridad y la magia de lo desconocido, el
artista Creighton Hill plasmó en la portada de II una impactante imagen que jala la mirada de manera instantánea.
Tres hermosas mujeres que recuerdan a un grupo de brujas o de jóvenes poseídas
sirven de telón de fondo para un misterioso ritual de magia negra donde podemos
ver velas encendidas y una calavera barbada. Finalmente, en la base de la
portada observamos el nombre de la banda coronada por el símbolo del azufre:
una cruz doble sobre el símbolo matemático del infinito, imagen relacionada con
el demonio.
Tras los buenos
resultados de esta placa, la disquera Metal Blade Records los firma para
incluirlos en su catálogo de bandas, lo que los lleva a editar nuevamente en
agosto de 2014 el Brimstone Coven II
con un nuevo diseño de portada elaborada por el propio Creighton Hill y con la
inclusión remasterizada del primer EP de la banda como bonus tracks. Es en este
excelente momento cuando la banda recibe dos noticias: el regreso de Justin
Wood como baterista del grupo y la confirmación para ser abridores en la gira
de conciertos en Estados Unidos del último disco de Pentagram junto con
Electric Citizen.
El
concepto
Brimstone Coven II es un álbum redondo se encontramos la línea que lo guía. Si la música que contiene le permite una cohesión perfecta, el concepto que le da origen a sus líricas logra que la banda maneje una filosofía. Esta placa significa un gran avance para el grupo desde lo musical hacia lo conceptual, que en comparación con su EP debut, aquí podemos encontrar una variedad de sonidos sin escapar de su rock vintage y oculto que los conformó.
El disco se mueve a través de la satisfacción del morbo, de la necedad del hombre de tratar de entender aquello que se le escapa a su comprensión. La duda le quema en su interior e irremediablemente se lanza a crear respuestas y razones para lo que sale de lo establecido, de lo calculado, de lo razonable. El ser humano termina creando historias que logren otorgarle paz y confort ante lo sobrenatural y lo sorprendente.
Es así como podemos ver en cada una de las letras una batalla entre la realidad y la imaginación donde la interrogación, el temor y lo inverosímil surge ante la desazón humana. A través del II podemos escuchar relatos sobre el poder de los astros ("Cosmic communion"), la llegada del hombre a la tierra y el nacimiento de la fe en deidades sobrehumanas ("Behold, The Anunnaki"), la caída de la mente humana ante las tentaciones ("Blood on the wall" y "The folly of Faust"), la eterna lucha entre el bien y el maldad ("Vying"), el satanismo ("Lord & master" y "The black door") y la duda sobre lo que hay más allá de la muerte ("The grave" y "The seance").
Canción
por canción
Cosmic
communion: La noche astral ha caído sobre nosotros con su
misterio. Ante la mágica obscuridad del manto nocturno, la luna brilla mientras
el sol reflexiona y la Tierra suspira. Esta es la comunión cósmica, un llamado a
la unión eterna de los cuerpos… Golpes secos que recuerdan el “Iron man” de
Black Sabbath, pero comienza la melodía y sabes que estamos ante algo
diferente, quizá no nuevo, pero si algo que nos hace mover el alma. El ritmo se
agita como una danza tribal donde los cuerpos se unen por medio de las figuras
gemelas de la guitarra y el bajo. Juegos de sonido y silencio que permite jugar
con los momentos de la canción hasta dejar las voces en un canto “a capella”.
Un bajo reptante mantiene la alocada figura mientras la guitarra Gibson SG de
Corey entona un excelente solo que termina marcando las notas como un cuchillo.
La sucesión de notas del final de la rola realmente logran llevarnos al éxtasis
y el orgasmo anhelado en su letra.
Behold,
the Anunnaki: He aquí los descendientes de An, el dios
del cielo. Arcadia y Sumeria, las primeras civilizaciones humanas conocidas nos
hablan de los hijos del cielo que han bajado a la Tierra. Tras una revisión de
las antiquísimas tablillas de escritura cuneiformes de la vieja Babilonia,
David Icke y Zecharia Sitchin relaciona a las viejas deidades con unos seres
intergalácticos llegados desde el planeta Nibiru que controlan a los seres
humanos. ¿El hombre no es lo suficientemente capaz de alcanzar lo que ha hecho
hasta el día de hoy? Los dioses nos han dado las herramientas para crear
nuestro camino o unos seres llegados de alguna estrella experimenta con
nosotros? El cielo está cayendo sobre nosotros tras una larga espera, los
secretos serán revelados... Unos ligeros acordes de guitarra sirven de
introducción mientras la melodía cambia a una lenta pero contundente figura. El
bajo de D’Cagna nos envuelve en su manto como si se nos encontráramos en medio
de un antiquísimo ritual de algún dios antiguo o alguna ceremonia masónica de
conocimientos secretos y místicos. Tras el hipnótico ritmo, los instrumentos
entonan una salvaje y desbocada melodía como si se tratara de un segundo acto
dentro de una misma obra. Irremediablemente nos dejamos ir ante el cambio de la
canción donde perdemos el control de nuestros sentidos, nuestros pies dejan de
tocar el suelo y sólo podemos soltarnos de nuestras propias cadenas.
The
black door: La pregunta se quema dentro de cada uno de
nosotros, pero en nosotros mismos está la elección de cruzar el umbral. Tras la
puerta de la obscuridad encontraremos los secretos de Satán, llegaremos a sus
dominios y no habrá posibilidad de regreso… Una grabación con voces al revés
nos dan la bienvenida a este ritual satánico. Un hipnótico ritmo que no se
detiene jamás nos arrastra a un abismo sin salida mientras un coro tétrico de
monjes nos invita a cruzar la frontera; un recuerdo directo del Opus Eponymous de la banda sueca Ghost.
Sólo en la parte media de la canción escuchamos un corte dictado por la
guitarra donde podemos escuchar un ligero silencio marcado por eco de los
instrumentos, mismo que rápidamente es salvado por un serpenteante bajo. Esta
rola está inspirada en la película norteamericana “The Black Door” de 2001
dirigida por Kit Wong, la cual nos relata por medio de un falso documental la
historia de un joven que investiga a una secta satánica que ha abierto un
portal al infierno que sólo podrá ser cerrado con un sacrificio y que a través
de una vieja y tétrica película de 8mm. se encontrarán las respuestas a una
serie de fenómenos sobrenaturales.
Blood
on the wall: El encuentro de las respuestas a
nuestras preguntas será una búsqueda incesante, un amor hacia lo ignorado, un
dolor por el encuentro. La sangre en las paredes se convierte en denuncia, en
reclamo y en verdad… Una lenta melodía de paso cansado, semejante a una marcha
fúnebre que avanza sin velocidad hasta irnos hipnotizando en su ritmo fangoso y
lúgubre. Las cuerdas van marcando un arpegio de notas sencillas que sólo sirven
de apoyo a las voces que en sus líricas nos recuerdan los actos cometidos por
la familia Manson, aquellos sangrientos asesinatos que llamaban a una extraña
revolución contra la explotación, la falta de oportunidades y la pérdida del
sueño idealista de un cambio. Se habló de satanismo, de drogas, de guerra
racial… todo quedó reducido una serie de letreros escritos en las paredes con la
sangre de varios inocentes.
The
grave: Escuchas a los ancestros llamarte por tu nombre
haciendo que tu sangre se agite por las venas. Tu mente está congelada y tus
pensamientos encadenados. Los días están contados y ellos han llegado para
llevarte a la tumba. Frente a tus ojos ha pasado la muerte desde el “otro
lado”, aquel lugar negro como la noche. Tu corazón está roto porque sabes que
ha llegado el momento de partir… Un místico riff del bajo de Andrew D’Cagna nos
arranca la atención para que nuestra mente se congele con la suma del resto de
los instrumentos. El juego de voces de “Big John” nos habla desde el más allá
para recordarnos que somos “seres para la muerte”. Cuando llegamos al coro, los
tiempos cortados por los remates de batería y los redobles de guitarra en
“mute” nos hacen entender que estamos frente una banda que sabe manejar los
tiempos y los silencios para dotar de intensidad a sus composiciones. Comienza
el genial solo de guitarra de Corey Roth bajo las enseñanzas de Tony Iommi y
sorprendentemente la melodía cambia a un juego de escalas descendentes donde la
guitarra y el bajo se toman de la mano para arrancarnos de este mundo. Esta
rola sirvió de sencillo del disco en su re-edición de 2014 para Metal Blade
Records, la cual sirve de fondo musical para un loop visual donde se hace
promoción de la placa con la nueva portada.
Lord
& Master: Esta es la noche para rendir tributo y
sacrificio al señor y maestro de la obscuridad, de la maldad y del poder. Una
vida es entregada en búsqueda de eternidad y muestra de servidumbre… Esta es la
canción más lenta y enigmática de todo el II.
Siguiendo los cánones establecidos por rolas como “Black Sabbath” de la
homónima banda inglesa, la melodía repite sin fin su riff y sólo con la
intensidad se marcan los cambios de la canción. Un himno satánico en dos
movimientos, uno lento e hipnótico y otro salvaje y desenfrenado, donde la
guitarra llora hasta quebrar en una escala infinita de notas de sacrificio y
negro ritual.
Vying:
La apuesta ha sido pactada: si el demonio roba el alma inmortal de un humano,
el arcángel tendrá que entregar la Tierra. Esta es la disputa entre Mefisto y
el ser divino por demostrar que es más fuerte: el mal o el amor… Basada en los
cuentos tradicionales que llevaron a escribir “Faust” a Goethe, el director
alemán de cine expresionista, F. W. Murnau realizó en 1926 una superproducción
de la historia, convirtiéndose con el tiempo en un clásico del cine mudo que
influyó al género gracias a sus sorprendentes imágenes. Esta película impactó
mucho a Corey Roth, lo que lo llevó a escribir varias canciones con esta
historia. En el caso de “Vying”, se aborda la lucha entre el bien y el mal
donde el hombre queda en medio de dicha disputa.
The
seance: Es de noche y todos los presentes se reúnen
alrededor de la mesa. Las velas encendidas generan la atmósfera ideal para
abrir la puerta entre este mundo y lo desconocido. Todos se toman de las manos mientras
la médium tiende un puente de comunicación entre los hombres y los espíritus.
Alguien repta sobre el piso y se escucha un grito. Percepción extrasensorial
que establece un contacto al más allá… Un ligero remate de batería como golpes
bajo la mesa en una sesión espiritista da entrada a un riff de guitarra y bajo
de fuerza rítmica que intimida. A cada ciclo podemos escuchar otra guitarra que
con un solo golpe nos lleva a una fúnebre campanada. Dos frases de voz seca
relatan el mundo de los vivos, mientras otras dos frases de voces en coro
responden desde ultratumba. Una guitarra ahogada en pedal wah baja el ritmo
para dejarnos abandonados ante una lúgubre atmósfera, hasta que un sorprendente
bajo entrecortado nos sacude ante la imagen. El solo de guitarra se deja
escuchar para regresarnos al cuarto donde nos hemos reunido.
Hades
hymn:
La lluvia cae y un teclado entona una fatídica tonada. Este es el himno para
aquel lugar donde moran los muertos, un lugar de tormento y sufrimiento sin
fin. La tormenta no cesa y los truenos se escuchan en todo momento. Este es el
abismo de donde las almas sin perdón jamás saldrán.
The
folly of Faust: El hombre no puede resistirse a la
maldad. La tentación por alcanzar la vida eterna, obtener el conocimiento
ilimitado y tener a la mano cualquier placer mundano, puede hacer caer a
cualquier ser humano. Mefisto le ha ofrecido todo a Fausto, quien insatisfecho
con la vida, termina enloqueciendo ante el deseo sobrenatural de la
inmortalidad, el poder y la gloria… Segunda canción del II donde la banda utiliza la antigua película muda alemana “Faust” de
Murnau como fuente de inspiración, donde el tema de la tentación humana ante la
maldad es la idea central. Una lenta melodía heredada del primer Black Sabbath
y que asemeja lo escuchado en “Behold, the Anonnuki”. Como si fuera un penar,
cada golpe de la batería asemeja a una lenta marcha donde el hombre se acerca
un poco más a su final. Al término de cada estrofa se puede escuchar una
escalera de notas de guitarra acompañada de coros como si se trataran de monjes
entonando una tétrica oración. Los instrumentos construyen un auténtico muro
sonoro a través de la sencillez de su melodía, sonido que es difícil no hacer
referencia a lo que hacen bandas como Eectric Wizard o Uncle Acid & the
deadbeats. La guitarra va ganando
espacio hasta construir otro mágico canto que hipnotiza hasta la perdición.
Este es el Brimstone Coven II, un album de sabor místico, retro y denso que nos lleva a cuestionar cómo el hombre ha creado historias, mitos y leyendas alrededor de sus propios miedos y dudas, provocando que sus temores crezca aún más. Este es el disco... disfrútenlo.
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