A primera vista, la
portada impacta. Sin palabras y sin íconos… sólo dos rubias envestidas de vinil
y cuero negro nos observan de manera directa y sin freno. Sus miradas nos retan
a traspasar el límite para entrar a su obscuro mundo de muerte, sombras y
demonios. Una noche sin estrellas se postra para dar paso a una lúgubre
atmósfera sin salida. Acorralados y sin remedio, nos damos a la tarea de apretar
el botón para escuchar sus primeros acordes de ruidosas guitarras. Esto es The
Oath.
Los agresivos sonidos
nos hipnotizan y caemos rendidos a sus pies por medio de un heavy metal
británico al estilo de la llamada “nueva ola” de finales de los setentas (Iron
Maiden, Judas Priest, Angel Witch y Witchfinder General), al que se le suma un
sabor a doom que varias bandas con mujeres al frente han hecho y que beben
directamente del Black Sabbath setentero (Blood Ceremony de Canadá, Mist de
Eslovenia, Witch Mountain de Estados Unidos o
Jess and the Ancient Ones de Finlandia).
Igualmente, su nombre
nace por el gusto a las bandas clásicas. Recordando el segundo disco de
Mercyful Fate, Don’t break the oath,
el grupo se bautiza en fuego sagrado y firman su pacto con el demonio. Por si
fuera poco, el logo de la banda fue diseñado por Erick Danielsson (bajista y
vocalista de la banda sueca de black metal Watain), el cual nos muestra la
dualidad que es constante en la magia negra que rodea a The Oath. Cruces encontradas, el nombre del grupo y el uso del simbólico número siete escondido.
Sin tregua y sin miramientos, el álbum debut de The Oath nos sacude por todo el cuerpo. Ya sea por su sonido a metal antiguo o por sus tétricas líricas, esta placa no puede pasar inadvertida. Rompiendo los cánones del género, dos mujeres forman un concepto a partir de sus gustos, aficiones y vicios. Mórbidas y blasfemas imágenes invaden el ambiente mientras guitarras afiladas entran directamente en nuestro subconsciente. Sólo queda abandonar el cuerpo y permitir que la obscuridad tome su lugar.
¿Pero
quién carajos son est(a)s tip(a)s?
Bien podría escribirse
que la historia de The Oath tiene en Berlín su punto de arranque. Fue en el año
de 2012 cuando Johanna Sadonis estaba rondando bares de la capital alemana para
conformar un grupo de heavy metal junto con el baterista Vicent Wager, hasta
que Henrik Palm, guitarrista de In Solitude, les recomendó a Linnéa Olsson, una
chica sueca que había decidido dejar su natal Estocolmo con la intención de
reiniciar su carrera musical tras su paso por la banda alterna de Palm como
guitarrista de acompañamiento. Las dos chicas comenzaron a platicar, encontrando
muchas similitudes en ideas y gustos musicales, además de su parecido físico:
una banda se había iniciado.
Johanna Claudia Sadonis
es una chica alemana que creció dentro de un ambiente metalero. Se fue vivir a
California durante tres años y tras su separación conyugal, decidió regresar a
Berlín. Sin dinero, comenzó a trabajar atendiendo una librería de ocultismo,
donde se acercó aun más a estos temas. Ahí fue cuando decidió formar una banda
donde ella fuera la cantante, por lo que se dio a la tarea de encontrar a gente
que compartiera sus conceptos. Ella escribe letras de canciones desde antes de
la conformación de The Oath a través de melodías que va creando, las cuales
tienen una influencia directa de Ozzy Osbourne en su primera etapa en Black Sabbath.
Linnéa Olsson era la
guitarrista rítmica de la banda sueca Sonic Ritual, la cual tenía como base de
operaciones su natal Estocolmo. Este grupo era un proyecto de Henrik Palm,
quien tenía como objetivo principal a In Solitude. Un poco harta por la escena
local de metal de su país y por la falta de actividad con Sonic Ritual, Linnéa
comenzó a buscar opciones para salir de esta situación. Tras una visita a una
psíquica, encontró la respuesta: escapar de todo, poner distancia y comenzar
desde cero. Encontrando en Berlín el lugar ideal, comenzó a componer riffs y a
buscar opciones para dar forma a su proyecto. Con la recomendación del propio
Palm, Linnéa conoció a Johanna y el clic fue inmediato, ya que las líneas
melódicas que había creado en el escaso tiempo que ella tenía en Berlín
tuvieron la precisión de clavar en el concepto buscado por Johanna.
Con la idea definida, Johanna
propone a su novio para que sea uniera al proyecto. Simon Bouteloup es un
músico francés quien fue bajista de la banda stoner Aqua Nebula Oscillator y,
como lo hicieran Olsson y Johanna, pensó en Berlín como el lugar idóneo para
continuar si carrera musical gracias al reconocimiento obtenido con su primer
banda. Su sonido estaba basado en la vieja psicodelia y rock ácido de los sesentas,
pero al entrar en contacto con la escena berlinesa, poco a poco fue cambiando su
equipo y definiendo la forma en que deseaba escucharse. Ello es claro al
comparar los discos que grabó en Francia con lo hecho en The Oath.
Al principio del
proyecto, el baterista fue Vincent Wager, músico alemán que ayudó a crear el concepto
de la banda junto a Sadonis con la intención de mezclar el sonido de la NWOBHM
con la lírica del doom de las bandas de principios de los setentas. Con esta
alineación, The Oath grabó a principios de 2013 un single bajo la producción de
Tiger Bartelt (baterista de Kadavar) que contenía “Night child” como lado A y
“Black Rainbow” en el B. Tras esta publicación, Wagner decidió salir de la
banda.
Como trío, The Oath
terminó de escribir las canciones que conformarían su álbum debut. Buscaron a
un nuevo productor que lograra definir el sonido que tenía en mente el grupo,
por lo que Linnéa se acercó nuevamente a Henrik Palm para que los recomendara
con Martin “Konie” Ehrencrona (In Solitude, Vampire y Nifelheim). Gracias a sus
ideas y dirección, la banda definió su sonido de estudio y tuvieron la
oportunidad de trabajar con Andy Prestridge, baterista inglés que formó parte
de Winters y de Angel Witch.
A través de las
recomendaciones hechas por los diversos contactos, las presentaciones de la
banda como grupo abridor de los suecos Ghost y el reconocimiento por parte del
blog “Bandoftheweek” de Fenriz (baterista de la banda noruega de black metal
Darkthrone) , la disquera Rise Above Records de Lee Dorrian (cantante de
Cathedral y antiguo miembro de Napalm Death) decidió firmarlos para editar el
álbum debut.
El
concepto
Con la idea de hacer un
disco de heavy metal que fusionara el sonido de la NWOBHM de los 80 con el hard
rock de principios de los 70, la atmósfera doom y los conceptos del black metal
escandinavos, The Oath se metió a los Studio Cobra de Estocolmo a finales de
2013 de la mano de Martin “Konie” Ehrencrona. En tan sólo diez días de
grabaciones y con la plena intensión de captar un sonido directo, crudo y
vintage, el grupo logró captar su esencia obscura en nueve tracks que
previamente habían compuesto, pero que terminaron de definir su estructura
musical en el estudio.
Bajo el cliché del
ocultismo y satanismo, The oath versa
sobre el concepto ya masticado por el metal y todas sus variantes desde su
creación. Pero al contrario de lo que se pudiera pensar, las temáticas
planteadas por Johanna Sadonis nacen directamente de lo vivido por ella durante
su obscura vida: creció escuchando a Led Zeppelin gracias a sus padres, tuvo su
primer concierto de metal a los 14 años cuando vió a Danzig en Berlín, se
volvió fiel seguidora de las bandas de black y death metal europeas, trabajó en
una librería de ocultismo, montó un bar metalero llamado Kill’em All Club, etc.
Con una difícil atmósfera rodeada de drogas, sexo y muerte, Johanna terminó
concibiendo el mundo alrededor del metal en la formación de una banda donde
tuviera la posibilidad de expresar todas sus ideas.
Sin embargo, si
pudiéramos resumir esta placa en una sola palabra, ella sería obscuridad. Todas las canciones versan
bajo las sombras de la noche y aclaman su presencia. Espacio ideal para el
demonio, el dolor y la muerte. La lúgubre atmósfera se respira paso a paso hasta ahogarnos por completo. Metáforas, símbolos y enigmáticas imágenes nos envuelven en un halo de ocultismo y misticismo que termina por dotar de un mórbido placer.
Canción
por canción
All
must die: No hay estrellas en el cielo y sólo se escucha el
estruendo de los truenos. Este es el momento ideal para invocar por el ángel
del séptimo amanecer. Todos deberemos morir y hemos tomado la decisión: cerrar
los ojos y esperar que Satán nos lleve con él… Unas salvajes guitarras nos dan
la bienvenida. La batería remarca los tiempos para explotar junto con la
melodía. Johanna nos dice que es momento de invocar al demonio mientras
escuchamos cómo Linnea suelta un acorde y Simon bombardea notas en su bajo. El
recuerdo del primer Iron Maiden con la influencia punk de Paul Di’Anno llega de
inmediato, pero cuando la rola alcanza su puente, el sabor obscuro se postra
sobre nosotros sin permitir ni regreso ni arrepentimiento.
Silk
road:
Simon Bouteloup y Andy Prestridge buscan arrancar nuestra atención amarrada a
al par de rubias líderes de la banda a través de una gran introducción de ritmo
tribal. Sin embargo, la guitarra de
Linnéa nos sacude con su riff y permite que Johanna nos recite versos sobre una
metafórica y onírica ruta de la seda. En su parte media, la canción baja hasta
los mismísimos abismos que ya había visitado Tony Iommi, sin embargo, la
batería vuelve a marcar un ritmo acelerado para colocarnos en un juego de riffs
difíciles de soltar.
Night
child: El corazón se quema de deseo, agoniza por la
obscuridad en espera a que desaparezca la luz. Cabalgando sobre la bestia que
cruza el valle de muerte, se postra ante nosotros el dios, el hijo de la noche…
Rola que recuerda al Alice Cooper de sus primeros discos cuando Vicent Funier
no se adueñaba del nombre de la banda. Esta canción fue lanzada como single con
la producción del baterista de Kadavar, pero en esta nueva versión la mezcla
dirigida por “Konie” Ehrencrona termina por colocar cada instrumento en un
lugar preciso logrando una mayor intensidad, como si la banda tocara en este
momento frente a nosotros. Fuerza, poder y sentimiento en un pedazo canción.
Leaving
together: Cuando el alma siente la obscuridad, ella nos
abandona junto que ella. El maligno siempre se ha ocultado en la ausencia de
luz, pero quizás, los demonios se encuentran en uno mismo… Melancólica melodía
donde las seminotas de Linnéa nos dejan paralizados ante un ambiente desolado
de obscuridad y muerte. El contrapunteo que hace el bajo termina fortaleciendo
la sensación de abandono que busca la canción. Cuando la rola rompe en su coro,
ésta se convierte en un clamor al demonio para que éste tome el alma de quien
se ha quitado la vida. Hacia el final, este himno termina en un demoniaco vals
de notas descendentes donde compiten la guitarra y el bajo mientras el solo de
Henrik Palm, guitarrista de In Solitude, nos marca el obvio desenlace. La letra
de esta rola fue hecha por Johanna inspirada en el suicidio de un amigo de ella
unos años antes.
Black
rainbow: Cuando muere la noche, se puede ver al final del
camino el arcoíris negro, aquel que te podrá llevar al otro lado. Despertando
de las profundidades del sueño, el arcoíris negro te permitirá atravesar la
obscuridad de los valles como si se tratara de un alma en pena. Todos hemos
nacido para morir. No duermes, estás muerto y tu espíritu se ha percatado de
ello…Quizá sea la rola más cercana de todo el disco al sonido del NWOBHM, que
gracias a su agitado ritmo nos hace correr sobre un caballo desbocado en la
noche más obscura. Si ponemos atención en sus líricas, descubrimos en “Black
rainbow” una metáfora del eterno sueño y el despertar de la muerte a un vagar
eterno.
Silver
& dust: Todo es soledad y abandono. Toda la gloria termina
con la irremediable muerte. La búsqueda ha terminado… Rola inspirada en los
riffs de Tony Iommy de Black Sabbath, aunque termina con un irremediable sabor
a los suecos de In Solicitude. La combinación de guitarras en tonos diferentes,
acusan innegablemente la influencia de la
NWOBHM. Cabe destacar el gran trabajo de Simon Bouteloup en el bajo,
donde sus arreglos logran hacer despegar la rola a lugares insospechados.
Death
delight: La sombras rondan alrededor clamando por un alma
que hoy recogerán. Están en cacería y saben que su presa no se escapará. Este es el encanto de la muerte. Aquí
está el demonio y viene por tí. … Melodía de gran ritmo y inevitable gancho. Los acordes sueltos de Linnéa y los
juegos en el bajo de Simon se convierten en la combinación ganadora. Los muy pequeños arreglos de guitarra son hechos por Henrik Palm, de In Solitude, quien busca seguir las figuras clásicas de Dannis "Piggy" D'Amour de Voivod.
In
dream: Melodía instrumental compuesta por Linnéa y Simon
con inspiración directa de los pasajes acústicos de Black Sabbath como “Orchid”,
“Embryo” “Fluff” o “Laguna sunrise”, aunque con una cercanía muy estrecha con
la atmósfera de “Sleepin village”. Bello pasaje que sirve de pasaje hacia el
final de la obra.
Psalm
7:
Una oda al número siete, símbolo al cual está obsesionado la vocalista de The
Oath, Johanna Claudia Sadonis, tres veces el número siete (“Seven, seven, seven
is my name...”, frase en tributo a la canción de Danzig). Canción de siete
minutos que representa la lucha entre el bien y el mal, que como habla el Salmo
7 de la Biblia, es una plegaria de un
inocente perseguido donde se reconoce al pecador como autor y víctima de su
maldad. Si buscamos referencia en el famoso libro del ocultista Aleister
Crowley, 777, el numero es un elemento que representa la búsqueda del control
de los pensamientos y las acciones propias. Siete son las virtudes del espíritu
y siete los pecados capitales. La marca de Caín, las siete cabezas de la bestia
del Apocalipsis y la estructura septenaria del Libro de las Revelaciones: siete
sellos, siete trompetas y siete copas. Un número de gran simbolismo que
cualquier persona fascinada con el ocultismo y la numerología como Sadonis
tendría que dominar.
A unas cuantas semanas
de la publicación de The Oath, la
banda anunció su separación temporal. Desde entonces Johanna Sadonis y Andy
Prestridge crearon Lucifer, una banda de hard rock y doom con Gaz Jennings, ex
guitarrista de Cathedral. Simon Bouteloup se incorporó a Kadavar para sustituir
al bajista “Mamut” Lippitz. Finalmente, Linnéa Olsson entró a la banda filandesa
Beastmilk, la cual se transformó hace unos meses en Grave Pleasures.
Así que sólo tenemos
los casi 44 minutos del único álbum de The Oath, hard rock y doom en donde las
mujeres toman el control y los hombres dan soporte a sus ideas. Disfrútenlo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario