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viernes, 29 de marzo de 2019

Full Tone Generator : cuando Australia se encontró con California


"La shitstorm es una especie de reflujo,
con todos sus efectos destructivos"
En el enjambre, Byung-Chul Han (Alemania,2013)

Cuando pensamos en el stoner hecho en Australia, nuestro referente inmediato es Don Fernando, banda de Melbourne formada en 2006 que tras un legado de tres discos y un EP se desintegró a finales de 2017. Una vez solo, Andy Simpson (vocalista y guitarista) decidió trabajar con algunos temas que tenía en maquetas con la intención de grabarlas como proyecto personal, por lo que envió el material a Brant Bjork hasta California para que fuera él quien lo produjera. La sorpresa no quedó tan sólo en que el ícono del desert rock haya aceptado, sino que él deseaba ser parte del proyecto... Así inició la historia de Full Tone Generator.

Bajo el seudónimo de Andy Fernando, el músico australiano cruzó el Oceáno Pacífico acompañado del guitarrista y bajista Brad Young para grabar a mediados del 2018 en el estudio de Brant Bjork ubicado a la mitad del desierto californiano. A través de algunos temas definidos y algunas improvisaciones, las sesiones de grabación dieron como resultado Valley of the Universe, el poderoso álbum debut de Full Tone Generator donde podemos escuchar el stoner estridente como se comprende en Australia y su encuentro con el rock desértico lleno de cannabis como lo concibe la escena de Palm Desert. 


Cuando escribimos sobre Brant Bjork es hacerlo sobre una parte fundamental del stoner bajo la perspectiva arenosa y las dulces hierbas, lo que nos obliga a mencionar a Kyuss, Fu Manchu y Vista Chino. El reconocido baterista norteamericano coincidió con Andy durante la gira promocional del Tao of the devil (reseña-review) que tocó Australia y Nueva Zelanda en mayo de 2017, por lo que la invitación a trabajar juntos no fue del todo una sorpresa. Sin embargo, para que el sonido desértico  que buscaba Full Tone Generator fuera logrado, el mítico músico californiano invitó a su mano derecha en los controles técnicos: Bubba Dupree. 

Más allá de lo que podríamos esperar, Valley of the Universe es un álbum que toma como base el rock desértico para caminar sobre diversos senderos, lo que nos permite escuchar poderosos temas de hard rock llenos de boogie como en la inaugural "Let good times roll", tema que sirve de primer single gracias al innegable tufo a lo que ha hecho Brant Bjork durante sus dos últimos discos solistas. Sin embargo, Andy Fernando se permite así mismo abandonar lugares comunes para crear melodías más ásperas como "I only love you when I'm loaded", track desgarrador que asimila el stoner más crudo que finalmente logra explotar en un fuerte y denso viaje por el cosmos.


Valley of the Universe está claramente dividido en dos secciones: una creada a partir de temas definidos que fueron terminados de construir en las sesiones de grabación y otra hecha a base de  largas improvisaciones lisérgicas bautizadas como "Shermin drive". La libertad musical que se respira en estos jams nos demuestran la química lograda entre los tres músicos durante las grabaciones, lo que terminó siendo necesario registrar en el álbum publicado.

Sin embargo, aquellas maquetas propuestas por Andy Fernando que fueron terminadas bajo la influencia del desierto californiano son las que realmente valen la pena resaltar. "No future" es un acelerado golpe punk dificil de frenar, la misteriosa "Preacher man" está construida a partir de un riff concreto que sube de intensidad mientras el recuerdo a Kyuss flota en el ambiente, pero "Never to return" logra encontrar un sonido propio a partir de una figura fuerte muy lejana al cliché del stoner desértico, pues sus radicales cambios de melodía logran al final crear un track colosal que te puede sumergir en aguas abismales como tomar de la mano para invitarte a un paseo por las galaxias.


Si buscamos un tema que logre definir sonoramente a Valley of the Universe, sin duda "Shitstom" es el track ideal. Su ritmo inicial nos ofrece una colección de acordes entrecortados muy cercanos a lo hecho por el propio Bjork en los últimos años, pero antes de que cualquier otra cosa ocurra, Andy Fernando transforma la melodía en un poderoso V8 corriendo a toda velocidad por las polvorientas carreteras que cruzan los desiertos de California. Mientras escuchamos un fuerte reclamo sobre un amor suspendido, un fuerte torbellino de arena busca arrancar cualquier vestigio de aquella relación. Sonido directo que demuestra el encuentro entre dos formas distintas de entender un mismo género, un cruce de caminos a la mitad del paisaje árido bajo los alucinantes rayos del sol, una escandalosa protesta llena de notas que desgarran sin piedad.


Aquel mágico encuentro ha quedado congelado y resguardado por el Valley of the Universe, pero Full Tone Generator ha decidido continuar su camino. Andy Fernando y Brad Young han convocado a una serie de músicos decididos a mantener este proyecto vivo más allá del gurú californiano. Así es como han llegado Matt Evans en la batería y Ryan Kemp al bajo, éste último ex-integrante también de Don Fernando. Mientras las nuevas piezas del ajedrez se preparan para la nueva partida, nuestros tímpanos repasan detenidamente cada acorde registrado en el material publicado por las disqueras Ruined Vibes, Baby Gorilla y Hurricane Music en noviembre de 2018...


miércoles, 27 de marzo de 2019

Witchers Creed : entre brujas, rituales mágicos y ruido desgarrador


"-¿Qué haremos? ¡El pueblo está en la calle!
¡Recién llego de la granja, toda la comarca habla de brujería!
¡Abby, nos acusarán de brujas!
Tenemos que confesar, Abby!
Por brujería ahorcan...
¡ahorcan como en Boston hace dos años!
¡Abby, debemos decir la verdad!
Por bailar y las otras cosas sólo te azotarán"

Arthur Miller, The crucible (Estados Unidos, 1952)

Cuando se escribe sobre la brujería siempre se hace desde dos perspectivas: una que condena la persecución que sufrieron inocentes tras la creencia popular y la histeria colectiva, otra que mistifica y maldice la sabiduría sobre la naturaleza antes de que la ciencia tomara el control del conocimiento. La literatura, la música y otras expresiones artísticas han logrado confluir las dos tendencias, lo cual ha producido un halo de misterio sobre los muy diversos eventos ocurridos durante siglos de persecución y leyendas. Quizá uno de los momentos más álgidos haya sido aquel entre 1862 y 1863 cuando se llevaron a cabo los famosos juicios de Salem, instante de la historia donde fueron detenidas 150 personas, 29 enjuiciadas y 19 ahorcados... éste es el momento para recordar su historia.

El delirio ocurrido en aquel pequeño pueblo de Massachusetts llevó a sus habitantes a crear historias sobre brujería y posesiones demoníacas, que mezclado con el fervor religioso puritano, detonó una serie de alucinaciones masivas y acusaciones formales ante los tribunales. Las rencillas entre familias y la influencia de la iglesia local logran encender la mecha a través de las leyendas sobre aquelarres y misteriosas reuniones al resguardo de los profundos bosques, generando a su vez denuncias sin  más fundamento que las creencias religiosas sobre lo desconocido. Aquellas muertes hoy buscan ser vengadas, almas en pena que imploran que su cuerpo resucite para torturar a quienes los juzgaron...


En agosto de 2018 fue publicado a través de la disquera californiana Ripple Music el single "Salem (Resurrection)" de la banda sueca Witchers Creed, un tema desgarrador de riff directo inspirado en el doom metal más clásico bajo el sonido de Witchfinder General, Trouble, Candlemass y Pagan Altar. El track llama la atención gracias a su adictiva figura imposible de abandonar, misma que sirve de soporte para una mórbida historia de resurrección de aquellos que fueron enjuiciados en Salem para reclamar justicia; aunque jamás queda claro si realmente entre los ahorcados existió alguien que haya jugado con las fuerzas de la maldad para atacar a sus enemigos. 

Aquella ilustración de una chica desnuda pintando un pentagrama sobre el suelo y el infeccioso sonido de single despertaron la atención de los amantes del doom más primigenio, el heavy metal más obscuro y los primeros instantes del New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM). Los culpables tras esa grabación era un trío de jóvenes suecos originarios de la pequeña Katrineholm quienes habían convocado en agosto de 2017 a un cantante para que grabara con ellos su álbum debut, lo que lograron realizar en enero de 2018 en el Sunlight Studio.


Witchers Creed nació a finales de 2016 de las cenizas de lo que fue Illusion, una banda inspirada en los sonidos del rck de los 70's. Ahí fue donde coincidieron Filip Andersson, Charlie Rangstedt y Emil Bjällerhag, quienes terminaron cambiando de instrumentos para ser en su nueva re-encarnación el guitarrista, baterista y bajista, respectivamente. A ellos fue quien se sumó Emil Lundin como vocalista para la grabación de su primer disco, pero en el momento en que estaban firmando su contrato con Ripple Music, el cantante decidió salir del grupo, por lo que su imagen quedó oculta bajo una misteriosa capa en todas las fotografías promocionales de la banda.

Fue hasta febrero de 2019 cuando Awakened from the tomb... salió de su cripta para ser escuchado. Tras aquel primer golpe en los tímpanos provocado por "Salem", ahora se tenía la oportunidad de escuchar de manera completa la propuesta sonora de Witchers Creed a través de una receta de lo más tradicional del doom metal aderezado con un ligero toque lo-fi de las primeras bandas de heavy metal de finales de los años sesentas. Esto queda demostrado en "Depths of the black void", un cavernario hard blues electrificado que construye una figura hipnótica por medio de sus percusiones tribales y un bajo rastrero, el cual se transforma el protagonista cuando se decide explotar.


Si uno presta la suficiente atención al Awakened from the tomb... el álbum termina siendo un pequeño recorrido a la historia del heavy metal como género dedicado a la obscuridad y la maldad. El tema que bautiza a la banda nos ofrece un rock directo lleno de furia y ácida psicodelia, algo que ocurre también en "Raven's Claw" con sus pqueños detalles de cencerro (cowbell) que sirve como perfecto túnel en el tiempo para regresar hasta viejas épocas. Mientras "Victims of retribution" es un golpe directo de aquel NWOBHM áspero que asimilaba la rabia del punk, "Monolith" se clava en el primer doom más tradicional gracias a su densa atmósfera hecha a base de un impenetrable muro de sonido, mostrando así que Witchers Creed bebe de diferentes aguas sin que ellas hagan contradictorio el estilo de la banda.

Quizá el único tema que rompe con la atmósfera general del Awakened from the tomb... es "Larissa", una melancólica melodía que irremediablemente nos recuerda por su estilo vocal a los primeros momentos de Danzig. Una vez quebrado el mórbido ambiente, Witchers Creed nos regresa a sus abismos de maldad por medio del lacónico teclado de "Rituals of decay" que a los pocos instantes se transforma en un furioso tema que habla sobre los aquelarres, aquellos eventos realizados bajo el resguardo de la noche donde tenían oportunidad las brujas para encontrarse con los demonios en un fatídico baile de sacrificio y entrega total.


Sin esperarlo, Awakened from the tomb... se ha convertido de manera inmediata en un referente obligado de la nueva tendencia doom en Suecia. El álbum debut de Witchers Creed es demoniaco gracias a la magia negra y el coraje que se respira en cada uno de sus surcos, una prueba viviente que demuestra que se puede recuperar los viejos sonidos para crear maravillosos materiales llenos de maldad e intensidad... 

Ahora es el momento de dejar la calidez del estudio de grabación para plasmar sobre los escenarios lo que Witchers Creed es capaz de hacer. En lo musical no existe ninguna duda, pero ahora que se ha revelado bajo la túnica la presencia de Dannis Blohm Hedlund, las vocales se transformarán y, ¿por qué no?, orienten a la banda sueca hacia nuevos senderos que terminen por definir lo que ya han alcanzado con Awakened from the tomb... Nuestra atención ya la tienen ganada, ahora escuchemos cuál será su siguiente paso.


lunes, 25 de marzo de 2019

BUS : el retorno del fuerte sonido griego


¿Qué es lo que necesita una canción para funcionar dentro del amplio y competido universo del hard rock? La primera respuesta que llega a la mente es que debe tener la presencia de un riff infeccioso y una línea melódica que te obligue a recitarla en la mente una y otra vez sin que esté vibrando en los tímpanos. Sin embargo, aunque esta fórmula perfecta algunos han tenido la fortuna de alcanzarla, es la intensidad de la interpretación, la historia de sus líricas y la fuerza escénica lo que termina por crear un halo mágico sobre aquella estridente composición.

Quizá una de las bandas que tiene todos y cada uno de estos elementos es Bus the Unkown Secretary (por sus siglas, simplemente BUS), un grupo griego que ha construido un sonido propio a partir de recuperar las diferentes tonalidades del hard rock a través de su historia hasta obtener una amalgama muy cercana al proto-metal setentero con reminiscencias del doom más primigenio. A finales del mes de febrero de 2019 se publicó a través de RidingEasy Records su segundo álbum, un material que ha logrado afianzar su estilo para convertirlos en referencia obligatoria del género.


Cuando se presentó su debut The unkown secretary en 2016, la banda originaria de Atenas se arriesgó a ofrecer un rock obscuro como nadie en Grecia lo hacía en dicho momento, ya que gran parte de lo que hemos escuchado de las tierras helénicas es su potente stoner desértico en manos de gente como Godsleep, 1000mods y Out of the Earth. Sin embargo BUS se mantuvo firme con su propuesta, lo que le permitió conseguir la admiración de todos no sólo en su país, sino en otras partes del mundo.

Sin embargo, tras la promoción de su debut por toda Grecia que los llevó a compartir escenario con gente de la talla de Uncle Acid & the deadbeats y Orchid, la banda sufrió la salida de su guitarrista John Tsesmetzis. Fue así que el grupo conformado por el baterista Aris Fasoulis, el guitarrista y vocalista Bill "City" Politis y el bajista Spiros "Chob" Papadatos se dieron a la tarea de encontrar un sustituto para las seis cuerdas, teniendo en Fotis Kolokithas al candidato ideal.


Bajo esta nueva alineación, BUS compuso lo que hoy tenemos ante nosotros como Never decide, un álbum multifacético que le permite a los griegos abrir su panorama sonoro y al mismo tiempo confirmar su gran calidad dentro del hard rock lleno de obscuridad y maldad. Entre sus surcos podemos escuchar temas directos y sin mediación como la inicial "You better come in you better calm down" o en "Evil eyes" con ese entrecortado rock duro vintage que le escuchamos a la banda en su debut, aunque al mismo tiempo tenemos la oportunidad de escuchar cosas mucho más densas como la mórbida "The hunt" con su revelación satánica o el aletargado inicio de "This king", tema que termina explotando en un salvaje aquelarre sin retorno posible.

Cuando vemos la extraña portada del Never decide con sus gallinas gigantes destruyendo todo a su paso, nuestra mente vuela a aquellas extrañas cubiertas creadas para la banda británica de heavy metal UFO; aunque su ironía podría entenderse cuando escuchamos la bizarra "I buried Paul", track que inevitablemente nos remite al Primus de Les Claypool con su canto monótono y las figuras de su melodía. Aun así, el segundo disco de BUS tiene más elementos para sorprendernos: "Into the night" es derroche de técnica construida sobre las bases fundamentales del primer metal para transformarse una oda dedicada a la indecisión entre la luz y la obscuridad, aunque "Lucifer" es el punto climático del álbum con su tétrico piano inicial mientras escuchamos un agradecimiento al maligno y con su ritmo lento que nos toma de la mano como si se tratara de un danse macabre.


"¿El amor es una bengala o está en una cereza? El amor es el futuro. Dulce y preciosa criatura que vive adentro. El amor es la gloria, es una obligación. Amando con un poder fuerte como una torre, vive adentro. El amor es una bengala pero no me lastima... Niño de la luna, vive!"

Si existía alguna duda con respecto a la capacidad de BUS para crear temas que logren atrapar nuestras neuronas para alojarse en ellas y abandonarlas, "Moonchild" las despeja desde su primer acorde. Su riff inicial es incendiario, el ritmo es infeccioso y su línea melódica es simplemente adictiva; aunque es necesario destacar aquel pequeño detalle creado por sus guitarras gemelas hechas bajo la lógica del NBWOHM que simplemente enamora. Mientras escuchamos una extraña lírica sobre el amor que origina una obscura criatura que crece en nuestro interior, de manera hipnótica nos dejamos arrastrar por la salvaje música como si el maligno nos tendiera la mano para unirnos en su frenético aquelarre. Como si una hoguera ritual ardiera a la mitad de la noche en algún paraje oculto, una danza de encuentro entre demonios y brujas alcanza su clímax cuando se muestra ante sus participantes el hijo de las tinieblas, el niño de la luna que impone su gloria a través del poder.


Never decide tiene todos todos los elementos para convertirse en un clásico instantáneo del hard rock inspirado en los primeros instantes del metal y el doom. Sin lugar a dudas, el segundo álbum de BUS ha salido de las fronteras helénicas porque su sonido es universal, una adicción a la que es imposible escapar, una pequeña joya que arrasa con todo aquel que se anime a bajar la aguja sobre sus surcos. Obscuridad e himnos malditos se escapan por las bocinas mientras el corazón palpita por la emoción sonora y las neuronas se derriten a través de sus venenosos ritmos. Efectivamente, Never decide es una hermosa colección de temas que funcionan a la perfección y podrán quedarse en la memoria de los amantes del hard rock por muchos muchos años...


viernes, 22 de marzo de 2019

Desert Altar : un mágico ritual bajo el manto de lo oculto


Estamos a unos cuantos días de cumplir un año de la publicación del álbum debut de Desert Altar, un disco que en su momento despertó el interés de la escena hard rock y proto-doom de la costa este norteamericana pero que al poco tiempo se perdió como estrella fugaz ante el fulgor de tantos otros grupos bajo el mismo estilo. El tiempo ha pasado y ahora es necesario regresar a dicho material para descubrir en él cuál es su valor sonoro y qué elementos pueden ser los que bien podrían recuperar para continuar por la difícil senda del rock.

La ilustración de una mano penetrando un cráneo inmediatamente atrapa la pupila, pero al bajar la aguja sobre el vinilo las cosas cambian. Cuando se antepone la palabra desert en el nombre de cualquier banda, lo primero que se busca encontrar es un sonido stoner entendido según los californianos. Y aunque el disco no deja a un costado del camino a este estilo (lo que queda claramente establecido en "Desert sons"), la atmósfera general del primer disco de Desert Altar ronda por otros lúgubres lugares.


Lejos de las apariencias, Desert Altar es una banda formada en Richmond, Virginia, por lo que es el sombrío sabor de los profundos bosques es lo que realmente predomina su álbum debut. Su hard rock es obscuro hasta alcanzar por instantes un tufo a proto-doom y a occult rock, lo que provoca al terminar de escuchar sus treinta y seis minutos una sensación de misterio y magia fría muy lejos de las aspereza desértica que por momentos se intenta por medio de acordes nacidos directamente del stoner metal.

Dos afiladas guitarras se tienden a duelo bajo el dominio de Zach Snowden y Michael Potts. Mientras la batería de Mike Arjone asemeja a una tormenta eléctrica, el bajo ahogado en fuzz de Ed Fierro se encarga de guardar las líneas melódicas. Finalmente, Desert Altar encuentra en Piper Neddenien a su hermosa sacerdotisa que ofrecerá en denso ritual su tersa voz, elemento que terminará por crear un extraño equilibrio entre el occult rock caracterizado por bellas sirenas de canto hipnótico y un hard psych de vibras místicas que por instantes roza la esencia pop.


Tras uno acordes someros y limpio, el primer disco del quinteto de Richmond nos ofrece por medio de la inaugural "Gjallarhorn" una entrecortada melodía que muestra las dos influencias principales del grupo: el tiempo aletargado del primer doom y los acordes distorsionados e insistentes del stoner metal. Bajo la misma estética sonora, "Dark descent" nos ofrece un misticismo que de manera rastrera se arrastra poco a poco hasta el embrujo, tétrico tema lento que nos golpea sin piedad hasta sumergirnos en sus abismales aguas difíciles de navegar.

Sin embargo, el elemento que obliga a rescatar al debut de Desert Altar del olvido son los riffs melódicos que definen a varios de sus tracks al grado de crear una adicción a su alrededor. Bajo la atmósfera onírica de las voces femeninas y guitarras hirientes que hemos escuchado en otros polos del planeta como con los autralianos de Devil Electric o los mexicanos The Wizard, Desert Altar nos ofrece tres dardos venenosos imposibles de evadir: el hechizo del bajo en "Follow" que logra crear una atmósfera envolvente a su alrededor, el aguijón de la figura principal en "Rise" que suelta su líquido adictivo para viajar junto con su estridencia, y la directa "Animus" con su melodía sin contemplaciones ni frenos.


Una vez que la banda de Richmond ha encontrado su fórmula, la receta de manera repetida con mayor insistencia. Sin mediación alguna, un riff directo nos golpea al rostro hasta que un ligero detalle wah le ofrece un poco de acidez a su figura. El ritmo se entrecorta para darle espacio a la voz sin ataduras de Piper mientras escuchamos un tema que habla sobre máquinas mortales que llegan al planeta desde otras latitudes cósmicas. Los acordes de "Death machine" son atroces, pero al mismo tiempo le otorgan su lugar preciso a la voz y hasta un doble solo de guitarra es posible escuchar. Aunque es innegable la herencia del Black Sabbath más rabioso, Desert Altar nos ofrece un tema infeccioso con gran voltaje del cual es imposible escapar.


La magia de aquellos rituales realizados en algún lugar oculto y misterioso busca ser rescatada por la intensidad y la zozobra encapsulada en el primer disco de Desert Altar. Sin embargo, el álbum pasó inadvertido ante el tsunami doom que ahogado al planeta de doom ancestral con historias sobre desastres, aquelarres y muerte. Quizá una nube de transformación se pose sobre la banda de Virginia, pero quienes tuvimos la suerte de descubrir su primer material deseamos que mantengan aquella vibra obscura llena de intensidad y melodías directas que bien podríamos identificar como la principal característica de Desert Altar...


miércoles, 20 de marzo de 2019

1782 : un tributo a las brujas condenadas


"¡Oh bruja, qué espantoso poder tienes!
¡Yo no lo habría adivinado!
Pero ahora tengo miedo y horror...
¡oh!, ¡con qué razón eres odiada!
¡Qué gran día será cuando seas quemada!
Jules Michelet, "La bruja" (Francia,1862)

Con el transcurrir del tiempo, los juicios a las personas consideradas brujas fueron perdiendo fuerza debido a la falta de consistencia de las pruebas y la transformación de las creencias tras el desarrollo de la ciencia durante el llamado Siglo de las Luces. Sin embargo, en el año de 1782 se realizó en la antigua ciudad suiza de Glaris la última ejecución de una persona relacionada por la brujería. Una sirvienta llamada Anna Göldin fue culpada de envenenar a una niña de ocho años por medio de la ingesta de agujas. El veredicto de los jueces la condenó a la horca, por lo que fue considerada "la última bruja de Europa".

Bajo esta historia, al final del año 2018 un par de amantes del doom primigenio decidieron crear una obscura banda con el simbólico nombre de 1782. Su nacimiento se dio gracias al deseo de dos ex-integrantes de la agrupación italiana de hard psych Raikininas por hacer algo mucho más denso bajo la escuela del hard rock aletargado que surgió a mediados de los años setentas bajo las enseñanzas de Black Sabbath y Pentagram.


1782 está conformado por las secas percusiones de Gabriele Fancellu y las desgarradoras cuerdas de Marco Nieddu, quien se encarga de todas las guitarras y el bajo. Por medio de la construcción de melodías lentas que semejan el difícil paso de un condenado a muerte que arrastra un grillete amarrado al tobillo, una atmósfera densa se levanta frente a nosotros para crear el telón perfecto sobre el cual podremos escuchar mórbidas líricas sobre brujas enjuiciadas, persecuciones atroces y asesinatos desarrollados por la ignorancia, el temor y las creencias.

Sin permitir que el tiempo y la magia venciera sus negras intenciones, 1782 publicó en enero de 2019 por medio de Electric Valley Records el single "She was a witch" como una declaración de intenciones mientras era grabado lo que será su álbum debut, el cual será publicado en mayo de 2019 por Heavy Psych Sounds, disquera del reconocido guitarrista de Black Rainbows y Killer Boogie Gabriele Fiori quioen los firmó como parte de su catálogo hace unos días.


Para identificar el sonido de 1782 tenemos que remitirnos de manera obligatoria a sus influencias directas. Sus ritmos repetitivos atascados en barullos y cuerdas ensordecedoras están inspirados en aquel hipnótico Sleep de los años 90, el ácido doom de Electric Wizard del nuevo siglo y la potencia sonora del Monolord de los últimos tiempos. Una guitarra pantanosa juega con sus figuras mientras el bajo delimita la melodía y una batería golpea sin piedad para marcar el monótono tiempo. Ruido que alcanza en su constante repetición la mejor manera de crear su identidad y su fuerza innegable.

Mientras unas voces distorsionadas culpan a la mujer inocente de brujería, las llamas ardientes de la hoguera la consumen hasta las cenizas. Un acorde seco se levanta frente a nosotros como un muro impenetrable, sonido indomable que por medio del fuego se ha convertido en leyenda y temor. La alegría del aquelarre se ha transformado en un cruel lamento que no encontrará final ni el propio infierno. "She was a witch" es aletargada como la muerte a través de una pira funeraria, un tétrico  ruido que recuerda aquel castigo impuesto a quienes fueron culpados de pactos demoníacos, obscuros rituales de magia negra y actos inexplicables que la imaginación del vulgo denominó por siglos como brujería.

A través de la estética creada por el estudio Sscvlt por medio de litografías e ilustraciones coloreadas, 1782 encuentra su referencia visual mientras acompaña con fuertes imágenes el atormentado sonido creado por el dúo italiano. Mientras dejamos pasar las semanas que al fin nos permitan escuchar el álbum debut de la banda originaria de Sardinia, nuestra imaginación pasea por los obscuros pasillos de los iconos estridentes y el desgarrador sonido del doom más básico. Existen varios discos esperados para este 2019, sin embargo el estreno de 1782 logró colocarse dentro de lo fundamental de manera inmediata gracias a un solo tema. Ahora a esperar el resto... 


viernes, 15 de marzo de 2019

Stone Witch : el aquelarre ocurrido en el desierto


"La brujería difiere de las todas las demás artes perniciosas y misteriosas
en el sentido de que, de todas las supersticiones, es la más repugnante, 
la más maligna, y la peor, por lo cual deriva su nombre de hacer el mal,
y aun de blasfemar contra la fe verdadera..."
Malleus Maleficarum, H. Kramer & J. Sprenger (1486) 

Tambores rituales rompen la tranquilidad de la noche para anunciar el inicio del aquelarre. Una hoguera quiebra la obscuridad pero al mismo tiempo ofrece refugio para las criaturas profanas. La atmósfera se ahoga en zozobra ante un rito maligno que habrá de suceder bajo el amparo de las sombras. El desierto es tan sólo un mudo testigo de la demoníaca ceremonia que sobres sus arenas ha ocurrido...

La negra avalancha que el resurgimiento del doom ha creado dentro de la escena mundial del hard rock no frena su paso hasta llegar a cualquier confín. Hoy se ha adueñado del desierto de Arizona por medio de Stoner Witch, banda originaria de Phoenix que ha aderezado con la aspereza de la arena los sonidos inspirados en el proto-doom de Black Sabbath, Pentagram y Sir Lord Baltimore. Los clásicos sonidos aletargados que recuerdan al lento paso de un condenado a muerte con un grillete amarrado al tobillo suman ahora un elemento más a la tortura: el pesado andar sobre los páramos desérticos.


Los primeros espasmos de existencia mostrados por Stone Witch los detectamos con la publicación de su debut Order of the goat, un EP con cinco track publicado en julio de 2016 que paso sin pena ni gloria debido a la gran vorágine de donde surgieron discos y bandas sin control. No fue hasta sino hasta enero de 2019 que con su Desert oracle cuando el grupo puedo destacar gracias a su sucio sonido y su pesada atmósfera que enamora a cualquier seguidor del género.

Stone Witch está conformado por el guitarrista y vocal Jayare Robbins, el guitarrista Matt Wentz y los hermanos Colbert, Ian en el bajo y Jason en la batería. Este cuarteto ha logrado distinguirse del resto de bandas gracias a su sonido lo-fi que logra por momentos rescatar la esencia de las primeras semillas del doom sembradas en los primeros años de la década de los 70. La frialdad de sus melodías contrasta radicalmente con el ardor de sus rasgueos, algo que indudablemente han logrado gracias al ambiente que los rodea en la seca Arizona.


Desert oracle es un álbum por momentos aterrador, pero quizá se distingue por su atmósfera sombría. Sus percusiones iniciales nos remiten irremediablemente a un ritual místico realizado bajo la luz de la luna, pero los acordes secos de la inaugural "Cursed" terminan creando una sonora tormenta de arena que satura los tímpanos y continua sus lamentos hasta "Wizard's smoke". Sin embargo, la somera producción de estos dos temas junto con la stoner "Void of form" nos podrían hacer pensar que el material se trata de un simple demo, aunque todo se transformará de manera mágica.

Lo que podría ser un simple disco dentro del gran cúmulo existente, las melodías se transforman de manera radical para ofrecernos una colección de temas poderosos que aprovechan la baja fidelidad para crear una atmósfera rancia y ofrecen un soporte inmejorable para el proto-doom hecho por Stone Witch: el lúgubre sonido de "White eye" alcanza niveles de verdadero escalofrío aunque la banda no permite que el track se petrifique bajo ese ritmo cuando aumenta la velocidad y todo se transforma en un agitado aquelarre, la lisérgica guitarra de "Shadow" penetra los poros de la piel hasta provocar el ácido paseo por lo que ocultan las neuronas, y "The Ark" simplemente es el estandarte sonoro del Desert oracle gracias a su sombría melodía que hechiza a quien ose colocar su atención en ella.


Si el Desert oracle no tuviera más elementos con los cuales sorprender, inesperadamente escuchamos otro quiebre sonoro por medio de "Dutchman" y su viaje acústico de tintes desolados. Sin embargo, el segundo álbum del cuarteto de Phoenix cierra con dos granadas más: el alucinógeno hard psych "Hollow earth" y la onírica oda titulada "Pillar of the colossus", un tema lento que poco a poco nos arrastra hasta los propios abismos del averno.


La bruja de piedra que intenta descifrar los arcanos ha quedado petrificada, pero en una de sus visiones ha narrado la historia de una arca que navega bajo el lento ritmo de las aguas someras. El arrullo provocado por la figura monótona poco a poco nos arrastra a lugares desconocidos, pero la fuerza contenida en su interior sencillamente enciende hogueras internas imposibles de sosegar. "The ark" es el primer quiebre auditivo en el Desert oracle, quizá un cruce de caminos donde se ofrece el alma al demonio con la finalidad de obtener las mejores habilidades para alcanzar lo más preciado. Es inevitable no dejarse llevar por la onírica melodía hasta quedar embelesado, tenue beso frío de muerte y mórbido deseo por develar lo que esconde aquella dama descarnada hecha de arena.

Stone Witch ha creado un material hipnótico que requiere varias vueltas para ser digerido en plenitud. Sus nueve historias hablan sobre el pasar del tiempo en diversos espacios como aquella mujer que lanza las cartas del tarot para interpretarlo, obscuras visiones que intentan descifrar lo desconocido bajo una lúgubre atmósfera imposible de abandonar. Desert oracle es el rescate de lo narrado por quien la piedra ha sido callada, ruido que expresa la memoria de la revelación y la advertencia, un sueño que remite al recuerdo y al sonido de lo que ocurrió alguna vez...

miércoles, 13 de marzo de 2019

Dead Witches : la expulsión de los demonios internos



Desde su inicio, el andar de Dead Witches ha sido errante. Al igual que la larga trayectoria de Mark Greening (su líder indiscutible), la banda inglesa ha vivido una difícil historia que no le ha permitido establecerse como un grupo fundamental para el stoner doom como estilo sonoro. Los reflectores siempre han estado en Electric Wizard, pero tras su segunda salida, Greening ha peregrinado en búsqueda de establecerse en un lugar definido con la intención de forjarse un nombre propio; aunque su carácter errático e inconforme lo ha llevado a vagar una y otra vez.

Aunque hay que pecar de sinceridad: la desgracia persigue a Dead Witches. El fallecimiento del guitarrista Greg Elk antes de la publicación de su debut Ouija y la salida de Virginia Monti tras el rompimiento con Greening, sellaron el destino la banda. Sin embargo, el reconocido baterista decidió reconstruir al grupo sin abandonar su concepto sonoro: ásperas guitarras, baterías criminales y una hipnótica voz femenina.


Para mantener la potente base sonora, Greening mantuvo al bajista Carl Geary mientras terminó de conformar al grupo por medio del guitarrista Oliver Hill y la vocalista Soozi Chameleone. Con esta alineación, Dead Witches entró a los estudios Chuckalumba para grabar una lúgubre colección de temas que se distingue por el fuzz omnipresente y una seca voz femenina que se lamenta entre las  ruidosas ruinas que conforman cada melodía. Así es como tenemos ahora la oportunidad de destazar el The final exorcism, álbum publicado en febrero de 2019 bajo el sello italiano Heavy Psych Sounds.

El segundo disco de Dead Witches está claramente dividido en dos partes: en la primera escuchamos dos densos temas ahogados en distorsión lisérgica y desgarradores acordes que repiten su riff una y otra vez hasta la obsesión, mientras que en la segunda escuchamos temas más versátiles que vagan entre el doom más profundo y el stoner metal más áspero a través de temas aletargados. A manera de dejar claras estas divisiones, la banda inglesa inicial su nuevo material con una tétrica introducción llamada "There's someone there" que asemeja un llamado desde ultratumba y en su parte media nos ofrece una agridulce melodía titulada "When do the dead see the sun" que sirve de remanso auditivo, aunque sin abandonar su mórbida atmósfera general.


The final exorcism inicia con las suaves notas del tema que le da nombre al álbum, una obscura oda que a los pocos segundos se transforma en un intento infructuoso por arrancarse al diablo del interior. La producción técnica del disco permite colocar cada instrumento en un lugar preciso para poder apreciarlo, pero al mismo tiempo logra mantener la unidad que distingue el stoner doom con su característica muralla de sonido infranqueable. Sin embargo, cuando escuchamos el lisérgico riff de "Goddness of the night" sabemos que estamos ante una banda que rescata sus orígenes sonoros inspirados en el Black Sabbath más intoxicado y el Electric Wizard más crudo de quien formó parte en sus momentos más cruciales.

Dead Witches busca expandir sus propios límites más allá de un género por demás definido, por lo que se convierte en un reto para quien decide entrar en sus abismales aguas. Dejando a un lado "Fear the priest" con sus figuras retorcidas clavadas en el doom metal tradicional, la segunda parte del The final exorcism es un intento por romper sus propias cadenas para construir temas con mayores posibilidades estéticas que el ruido desgarrador y la pesadumbre de la muerte y los horrores ocultos tras de sí. "Lay, demon" esconde dentro de su melancólica melodía una serie de efectos fantasmales y una figura innovadora que permite enamorar a cualquier osado escucha para atraparlo como si se tratara de un canto de sirenas. Aunque la voz de Soozi Chameleone es más restringida que la de Virginia Monti, sus tonos crudos llenos de dolor logran captar la esencia de la banda hasta formar parte del propio barullo general.



Sin embargo, si buscamos un tema que defina los nuevos senderos de Dead Witches, es necesario hablar de "The church by the sea". Su poderosa guitarra descompuesta marca la melodía mientras los tambores rituales cimbran el suelo hasta que el tema nos muestra toda su fuerza. El bajo ahogado en fuzz quiebra la tierra donde se posan nuestros pies mientras la desgarradora voz entona una melodía sobre una desesperada lucha contra los demonios internos. DE manera inesperada, las líneas rítmicas se transforman a partir del ácido efecto del wah para simular como todo termina ahogado por las aguas abismales; pero si aún ello no nos ha sorprendido, la canción se transforma en su parte central por medio de una figura marcada e insistente que finalmente abre paso a un vals macabro y atmosférico del que será imposible escapar. La batería de Greening en primerísimo plano no deja de golpear de manera sorprendente, aunque el breve solo de guitarra de Oliver Hill es quien se lleva los aplausos gracias a su sentimiento y entonación.

Según cuenta el propio Mark Greening, "The church by the sea" fue escrita al poco tiempo de la muerte de Greg Elk (su primer guitarrista), siendo al mismo tiempo la primera canción terminada en su totalidad por la nueva alineación de Dead Witches. La figura de una iglesia frente al mar hace referencia a un lugar en el que se busca paz, pero una vez que la marea sube, todo se torna confusión y dolor. Los gritos desesperados que imploran salida, escape y libertad contrastan con los sonidos que atrapan y te jalan al fondo del océano sin posibilidad de huida. Asfixiante himno que lleva a Dead Witches a nuevos terrenos dignos de alabar que, si deciden seguir sembrando, seguramente les rendirán grandes frutos.


Para navegar las obscuras aguas del The final exorcism es necesario conocer el largo recorrido hecho por Mark Greening por medio de Electric Wizard, Ramesses y With the Dead, tres insignias del doom en su encuentro con el stoner más lisérgico. Sin embargo, el segundo álbum de Dead Witches tiene los suficientes elementos propios para ser disfrutado para quien gusta aventarse al abismo de lo desconocido mientras la estridencia satura las bocinas y las tétricas voces relatan historias de dolor, angustia y muerte. Los demonios internos de la banda buscan un refugio nuevo, la música ha logrado exorcizarlos mientras las almas  que les dieron hogar buscan su eterno descanso...



jueves, 7 de marzo de 2019

Sementales Salvajes : el dulce ruido de la verde hoja


Las palabras han sido erradicadas, arrancadas del sonido y lanzadas al olvido. El ruido se levanta con todo su poder mientras el dulce humo es inhalado y la realidad se torna difusa, quizá distinta tan sólo. Una nube psicotrópica ahoga el ambiente hasta que la estridencia toma el control de las neuronas para dejar su infeccioso aguijón clavado como aquellos mortíferos insectos del desierto. Los ásperos acordes desgarran la piel mientras el canábico ritual se lleva acabo entre los devotos al viaje y el estruendo. 

La amenaza estaba lanzada, pero el encuentro completo con aquello que apenas fue pronunciado ha roto con cualquier expectativa. En un primer momento, Greend fue un colosal tema presentado como single en noviembre de 2018, una calada para preparar el terreno. Sin embargo hace unos días Greend se convirtió en un álbum completo, el nuevo material discográfico de Sementales Salvajes que había sido probado sobre los más insospechados y obscuros rincones de México hasta condensar las densas improvisaciones en un conjunto de cápsulas bien definidas grabadas en el estudio BandInc.


Nuestra referencia inmediata sobre Sementales Salvajes era Vol. 0 (reseña-review), aquel álbum hecho a base de vibrante stoner metal con tufo desértico que fue coronado con una impactante portada que nos mostraba una mujer desnuda preparada para participar en algún ritual satánico. Tras cuatro años de su publicación, la banda originaria de Durango regresó a los escenarios con la intención de darle continuidad a lo realizado en dicha ocasión.

Si bien en ese disco de 2014 podíamos escuchar temas instrumentales de gran manufactura, hoy en Greend han quedado desterradas las líricas para ofrecernos una tormenta auditiva llena de furia y hierba quemada. Los juegos de palabras están ahora encadenados bajo los títulos de los abismales monstruos sonoros del álbum para explotar su múltiple significado y provocar resquemor en las buenas conciencias. 


Mientras las dulces hojas quedan inmortalizadas en un Santo Grial, el sonido que se escapa por las bocinas golpea irremediablemente los tímpanos del viajero psicotrópico. El potente impacto de las percusiones de Isaac Sánchez ofrece una referencia en el tiempo para las pantanosas líneas de bajo de José Peyro, pero las hirientes figuras de la guitarra de Isaac Sosa logran penetrar la piel hasta ofrecer la sangre inocente en sacrificio al maligno. "Beqa" nos prepara para el ritual con sus lisérgicas figuras,  quizá el inicio de una senda maldita que encontrará su objetivo en "Greend", un espesa oda de dimensiones titánicas que arrastra al viejo stoner desértico hacia los confines del doom más visceral y el sludge más sincero.

Para los oídos no adiestrados, Greend puede ser un material estridente y reiterativo que no llega a ningún lugar. Sin embargo, es necesario dejar que cada tema hable por sí mismo para que cada acorde se impregne sobre la piel y su vibración logre trasmitirnos su sagrado mensaje. La melodía de "Grimoire di opium" quizá pueda ser el tema ideal para adentrarse a las ásperas mareas sonoras de Sementales Salvajes gracias a su ritmo hipnótico que poco a poco nos ahoga hasta dejarnos sumergidos en sus abismales aguas. En cambio, si lo que buscamos es energía que sature las neuronas hasta perdernos en algún confín olvidado del Universo, "The eternal man" puede ser la dosis perfecta. 


Si uno es de aquellos aventureros arriesgados que saben navegar por aguas profundas, Greend será una joya en bruto digna de ser admirada. Las bestias guardadas en su interior requieren la quema de las dulces hojas verdes para que su vibración se pueda sentir en cada poro de la piel. La saturación sonora de "Green VVitch" es la muestra ideal del atascado ruido que se eleva junto con el humo para hechizar al más preparado. Sus insistentes figuras se pierden entre constantes golpes tribales y acordes desgarradores que no dejan ni por un segundo de rasgar, poderoso viaje canábico que golpea de frente contra una muralla de sonido imposible de cruzar.


Si tras los primeros cinco track de Greend no hemos quedado atizados ante el fuerte olor a hierba, además de cimbrados por el escándalo, Sementales Salvajes nos recetan un obscuro instrumento mental hecho a base de palabras sin sentido titulado "Black mantra", un hipnótico y monótono canto que logra rescatar nuestro espíritu para abandonarlo en el vacío. Mientras un extraño misticismo sustituye al barullo eléctrico, sólo nos queda ante nosotros el recuerdo de un zumbido insistente que mezcla lo prohibido con lo sublime, la magia del poder instrumental con la infinita posibilidad de significados, el sonido saturado en búsqueda de un cauce donde poder fluir y depositar toda su fuerza.

El ritual ha terminado por este momento, pero sabemos que el escandaloso veneno ha infectado a todo el torrente sanguíneo. Sin remedio, regresamos la aguja al punto de inicio para permitir que el vicio vuelva a ofrecernos aquella pasión que nada más puede satisfacer. México tiene en Greend de Sementales Salvajes una colosal obra doom para presumir al Universo...



martes, 5 de marzo de 2019

Mooner : los sonidos de la lejana isla de Java


Cuando escuchamos Indonesia llega a nuestra mente tan sólo referencias sueltas de un lugar lejano, exótico y desconocido. Siendo un país ubicado entre Oceanía y el sur del continente asiático, las noticias que llegan de ahí son muy escasas para Occidente, de nos ser la belleza de los paisajes tropicales y los grandes explosiones volcánicas que han dado origen a las islas que conforman la zona. Sin embargo, hoy hemos encontrado entre los mares electrónicos a una banda formada en dicho lugar que mezcla a la perfección lo sublime con el estruendo: Mooner.

Las redes sociales y el desarrollo de los medios de comunicación e información han creado las condiciones necesarias para los encuentros entre distintos pueblos y diferentes culturas. El tsunami creado por el fuerte sismo que ha sacudido al planeta en la última década alrededor del hard psych , el vintage rock y el proto-doom llegó a lugares insospechados, pero una vez asimilado el género, muchas bandas lograron imprimir su propio sello y hasta su forma de ver el mundo. Esto fue lo que ocurrió con Mooner, grupo que mezcla lo ácido de la psicodelia con la distorsión del obscuro rock eléctrico de principios de los años setentas mientras insospechadas líricas cantadas en su propio idioma.


Mooner nació en la ciudad de Bandung a mediados de 2016 a través del encuentro entre el bajista Rekti Yoewano y el guitarrista Absar Lebeh, quienes buscaban llevar el fuerte rock inspirado en el nuevo stoner que hacán en sus respectivas bandas para llevarlo a nuevos terrenos de experimentación. Fue así que llegó la vocalista Marshella Safira y el baterista Pratama Kusuma para terminar de conformar un cuarteto poderoso al que se le ha calificado de "super-grupo" gracias a que cada intengrante ha formado parte en algún momento de distintas agrupaciones importantes en Indonesia como Sarasvati, the SIGIT, The Slave y Signum.

En abril de 2017 el grupo presentó su álbum debut por medio de la disquera Bhang Records titulado Tabiat, material de hard rock directo donde se puede saborear algunas melodías propias de la nación asiática. Sin embargo, al escuchar su sencillo "Ingkar" uno puede detectar fácilmente la omnipresente influencia del Black Sabbath, pero si uno tiene la oportunidad de escuchar todo el disco de manera íntegra uno termina recordando a otras bandas donde las voces femeninas dominan el espectro auditivo como Electric Citizen, Psychedelic WitchcraftDevil Electric o Mount Salem.


A finales de enero de 2019, Mooner presentó su segundo álbum también por medio de Bahng Records llamado O.M., aunque en esta ocasión fue editado para su difusión internacional a partir de febrero con Outer Battery Records.  Para esta ocasión, el cuarteto de Bandung  abandonó los clichés del género para permitir una experimentación por medio de sonidos orientales que lograran transportar a sus oyentes a través del profundo oriente; algo que inevitablemente se vincula con las mezclas sonoras hechas en la primera psicodelia.

O.M. comienza con una breve introducción de cítara llamada "Indo", tema que logra arrancarnos de la realidad para llevarnos a sitios místicos de introspección y reflexión. Sin olvidar los ásperos sonidos alcanzados en Tabiat, O.M. respira directamente de la música indonesa entre percusiones y flautas que construyen un ambiente exótico como el narrado por Emilio Salgari en las distintas aventuras de Sandokan por las islas de Malasia, Sumatra y Java.


Para esta ocasión, Mooner ha dejado a un lado el proto-doom de Tabiat que aun se saborea en algunos instantes como en "Aram" o en la fugaz "Bahala" para regalarnos tenues pasajes nacidos del blues como en "Lamun ombak" o en "Renjana". Sin embargo, O.M. es un álbum de hard rock con tintes psicodélicos que insisten en mostrarnos los sonidos de aquella isla indonesa. "Gasang" juega con la magia del pedal wah sobre ritmos pop, pero Mooner se permite subir el volumen como en la hipnótica "Ilat" o en la múltifacética "Umara" con aquel sublime paseo cósmico que hay en su interior.

Lo que si es claro dentro de O.M. es que el álbum está construido a través de las distintas líneas melódicas creada por la voz de Marshella Safira, que a diferencia del disco anterior, sus líricas buscaban acomodarse en las melodías instrumentales hechas por Lebeh y Yoewano. "Menenggala" es un hechizo eléctrico que nos obliga a soñar en bellas mujeres bailando ataviadas en vestidos tradicionales mientras una línea de flauta al estilo de los alemanes Wucan nos vuela las neuronas. Quizá la luminosidad del segundo material de Mooner se opaca con las insistentes figuras de guitarra de "Kama", aunque ese velo exótico de sonidos entrecortados y cantos hipnóticos nos regresan al ambiente general del disco.


El estilo alcanzado por Mooner en su O.M. queda claramente demostrado en su primer single llamado "Kelana", que a partir del eco sonoro de cítaras entona una melodía infecciosa que poco a poco nos arrastra a su mística construida sobre algunos elementos de hard psych y cantos hipnóticos que hablan sobre un ser errante que vaga por el cielo estrellado mientras difunde su mensaje. Sin lograr separarse de su esencia, la banda de Bandung mezcla el frenesí alcanzado con la zozobra de ritmos aletargados herederos de las primeras semillas del doom. Sin embargo, el trabajo visual realizado por Agung Prawobo y dirigido por Badu Wirandoko a través de Seeds Motion nos ofrece un fuerte viaje ácido que nos muestra a la vida y a la muerte como motores del universo.


Poco a poco, las tendencias musicales nos han atrapado la atención hasta dejarnos encadenados a Europa y América. Sin embargo, en el resto de los continentes están construyendo interesantes fusiones sonoras que tienen los elementos suficientes para envenenarnos y provocar el abandono de la realidad. Sin abandonar su propio idioma, Mooner nos demuestra que se puede utilizar el hard psych y el proto-doom para crear bellas e enigmáticas odas universales. ¡Atención planeta Tierra! Ahora nuestros tímpanos están dirigidos hacia Java...