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viernes, 31 de agosto de 2018

Rivers of Gore : el ruido que quiebra la noche


Una vieja casa abandonada sirve de escenario para que la legión de amantes del ruido y la distorsión se encuentren y compartan por una sola noche el clamor de sus instrumentos eléctricos, el rugir de un sentimiento oculto que se resguarda pero que siempre está en espera de encontrar la más mínima oportunidad para salir del abismo y explotar con toda su furia. Bajo un hipnótico ambiente de llovizna y humo, el fortuito encuentro versa sobre libros, películas, ideas filosóficas y mágicas referencias hasta que la cita con la música nos obliga a callar y permitir que las densas melodías se internen en las neuronas e impregnen con su olor el mensaje que protegen.

La oportunidad de ser uno de los primeros en escuchar de manera directa y sin mediaciones a Rivers of Gore tras la publicación de su debut, era una tentación imposible de no aceptar. Tras algunos días de ver la luz el primer álbum de la banda, las reseñas sobre el material por las páginas especializadas obligaban a vivir aquello que calificaban como potente y abismal. La invitación aseguraba encuentros, música de altos decibeles que harían vibrar la tierra bajo nuestros pies y extrañas pláticas entre alcohol y yerba, pero sobre todo, la primicia de presenciar a una banda presumiendo a su retoño sin el calor y el resguardo de un estudio de grabación, una desnuda muestra de lo que tres tipos pueden hacer por medio del doom y el stoner más ácido posible.


Esa banda mexicana que está haciendo ruido por las aguas turbulentas de las redes electrónicas nació a mediados del año 2017 por el encuentro de varios integrantes de algunas leyendas de la escena áspera de este país como Bloodwitch, Power Trip y Vinnum Sabbathi. Como si se tratara de una segunda generación escandalosa y alucinada, Rivers of Gore emerge desde lo desconocido para regalarnos el sonido escondido de las grutas del inconsciente, un desgarrador animal que aprovecha la improvisación canábica para reptar y soltar su ácido veneno tras morder al desprevenido.

Lo primero con lo que te enfrentas al encontrarte con el álbum son tres infranqueables muros de sonido con más 15 minutos cada uno, para al arriesgar un paso hacia su horizonte de sucesos, el agujero negro te engulle por completo sin oportunidad de escape.  Un violento viaje por la pesadilla de la vida, un paseo escandaloso por aquella humanidad aferrada al exterminio, un río de sangre que corre caudaloso entre odio, miedo y muerte. 


Concretos riffs son llevados hasta sus últimas consecuencias, improvisaciones enfermas que buscan cualquier pretexto para arrancarte del suelo, golpearte al rostro y salir huyendo con el frío de la noche para encontrarse con la cruda realidad. Los vientos de la guerra soplan por el panorama auditivo hasta crear el caos y alcanzar la destrucción, himnos dedicados al vacío que reflejan la desesperación  de las almas mientras se lamentan de su suerte. Un ejército de guitarras disparan sin compasión mientras los cavernarios golpes de batería caen como meteoritos al suelo y el bajo se desintegra en nuestros tímpanos.

Rivers of Gore nos ofrece un épico álbum que bien puede buscar una razón por la cual se vende el alma entre pesadillas e insistentes figuras encontradas como en "Glory and Punishment" o nos puede abandonar en una trinchera mientras nos desangramos como en "Shell shock". El debut de los mexicanos deja a quien osa aventurarse en sus tenebrosos pasillos frente a un abismo que por momentos puede transformarse en una marcha fúnebre de paso aletargado, pero luego de angustiosos minutos bajo una densa atmósfera, todo se transforma en una desbocada persecución que intenta alcanzar alguna estrella fugaz a la mitad de la noche. 


El piso comienza a cimbrarse ante una lisérgica figura de bajo que enseguida es repetida por una guitarra hiriente. Una melodía hipnótica se arrastra lentamente mientras el ambiente se torna sombrío, pero la irrupción de una voz tenebrosa nos obliga a retroceder y poner atención a su mensaje. Bajo el nombre de "Abduction (The massage)" escuchamos el primer tema del debut de Rivers of Gore, track que además de definir el sonido violento de riffs insistentes de la banda, le dota de su nombre e identificación. Una vez que la nave espacial choca contra el miedo, la velocidad cambia entre cegadoras luces y almas que se derriten entre gritos y fuego. La utópica Arcadia se desvanece frente a nuestros ojos a pesar de los sacrificios que se hagan a los dioses, sólo nos demuestra con ello que lo único seguro es la muerte. Pisamos el acelerador y dejamos todo atrás, respiramos el momento y permitimos que lo desconocido y lo inesperado llegue con lo que oculta la noche...


En compañía de amigos y extraños, la noche del humo eléctrico nos permite estar frente a Rolo Riemer, Daniel García y Samuel López para que desde el primer acorde todo pierda sentido. Aquel ejercito de guitarras contenido en el disco es transforma en un contundente rifle de repetición con la capacidad suficiente para saturar las bocinas y hacer delirar a las almas que se han dejado seducir por el fuerte sonido. El rebote de las cuatro cuerdas sobre el mástil colma de notas graves al pequeño local mientras los contundentes golpes de percusión desmoronan los cimientos sin que nadie lo impida. La tormenta que unos instantes antes bañó la ciudad queda reducida en un simple soplo frente al titánico brío de tres tipos que hacen rugir al propio silencio.

Abraham Anell de Bong Records ha logrado capturar la furia que Rivers of Gore suda sobre el escenario para condensarlo en un material francamente incendiario. Gracias al resultado final de la grabación, el debut de los mexicanos será editado en vinil por la disquera danesa Cursed Tongue Records y formará parte del catálogo de la argentina South American Sludge Records, etiqueta comandada por Sergio Chotsourian (ex-Natas y guitarrista de Ararat y Soldati). Si acaso no se han decido saltar hacia el precipicio, aquí está el empujón definitivo... aspiren fuerte, suelten las cadenas y sientan el ruido golpear sus neuronas sin piedad!! 


lunes, 27 de agosto de 2018

Deadly Vipers: a qué suena el stoner francés


Escribir sobre stoner en Francia no es común. Europa tiene algunas bandas bastante bien identificadas alrededor de este género, pero el país galo no se distingue por los sonidos ásperos del fuzz. Nuestras búsquedas por las redes electrónicas nos llevaron en algún momento hasta las estridentes aguas de Denizen o al hipnótico sonido de Out of Space, aunque una ilustración realizada por Jo Riou nos atrapó nuevamente la mirada para regalarnos otra propuesta llena de poder y desgarradoras notas.

Una hermosa mujer se desgarra el pecho para mostrarnos su mecánico interior, un bello robot postrado sobre un terreno árido bañado por la anaranjada luminosidad de un extraño planeta que sirve de portada del álbum debut de Deadly Vipers. Ya con la atención ganada desde el poder visual, le damos una oportunidad a su contenido y el fragor de algunos acordes secos rompe con la trayectoria de alguna sonda espacial perdida en una lejana galaxia. Los segundos pasan y todos aquellos elementos característicos del viejo stoner californiano fluyen por las bocinas hasta saturar de arena los tímpanos.


Siguiendo las reglas de aquel stoner californiano de Kyuss, Nebula y Fu Manchu, esta banda construye un disco rasposo que aborda la ciencia ficción sobre una base sonora de fuzz, guitarras secas e imaginación psicodélica. Pero tratándose un grupo formado en Perpignan, una pequeña ciudad escondida en los pirineos franceses, uno no podría esperar una propuesta tan concisa en lo auditivo ni una linea conceptual tan definida en lo temático.  

Bajo el nombre de Fueltronaut, Deadly Vipers nos ofrecen ocho tracks que sirve de travesía por lo que ha sido el stoner, desde sus bases desérticas establecidas por Masters of Reality hasta el estilo robotizado de la primera encarnación de Queens of the Stone Age, pasando por las fundamentales enseñanzas de los suecos Truckfighters. Gracias a este panorama tan amplio, el primer disco de la agrupación francesa brinda varias opciones sonoras que permiten su versatilidad y dinamismo para crear un material robusto sin llegar a la monotonía.


Fueltronaut fue grabado y mezclado por David Hannier en el estudio Seven Theory entre los meses de diciembre de 2015 y junio de 2016. Una vez terminado el material, fue enviado al Crystal Clear Sound de Dallas, Texas para que fuera masterizado por Kent Stump, quien es guitarrista y vocalista de Wo Fat. Luego de la firma con la disquera Oak Island Records, el disco pudo ser publicado finalmente en octubre de 2017.

Deadly Vipers presentó como primer single "Supernova", una granada de fragmentación que te explota en la cara desde su primer segundo por medio de su insistente figura ahogada en fuzz. En su video promocional podemos observar un antiguo V8 corriendo sobre el ardiente asfalto mientras se cuenta la historia de un sórdido secuestro de una chica rubia. Sin embargo, el álbum debut de los franceses contiene varios tesoros enterrados en sus tracks que son necesarios descubrir frente a un single que se queda corto frente a ellos.


El cuarteto francés construye su primer disco por medio de los clichés del stoner californiano de guitarras ásperas sobre una mezcla lírica de desierto y cosmos. "Doppleganger sun" nos coloca sobre la carretera mientras el ardiente astro quema todo a su paso, la instrumental "Meteor valley" repta lentamente sobre las arenas mientras la misteriosa noche se impone sobre el panorama, y la hipnótica "Dead summer" golpea con su crudeza hasta saturar las bocinas. Sin embargo, Fueltronaut tiene la capacidad de salir del prejuicio del rock desértico para ofrecernos algunos elementos alternativos como en "The prey goes on" que luego se transforman en una tensa calma como se escucha en "Stalker" y su innegable sabor a melancólico blues eléctrico.


Quizá el track que mejor condensa el sonido de Deadly Vipers es la inaugural "Universe", tema infeccioso de stoner clásico que sabe correr por los polvorientos caminos del desierto para terminar volando por el espacio exterior. Su riff directo clava sus colmillos en la piel e inmediatamente suelta su veneno para comenzar un paseo sin regreso posible por galaxias desconocidas y planetas abandonados. Aunque el tema tendría la capacidad de mantener de manera indefinida su desbocada velocidad, al llegar a su puente la melodía pierde aceleración para dejarnos abandonados en el vacío total del espacio, sin gravedad ni refugio todo es confusión y misterio. Los golpes de la batería de Vincent asemejan asteroides chocando contra la sonda, las densas figuras del bajo de Thomas se conjugan con los violentos acordes de la guitarra de David en un constante relampagueo que confirma nuestra odisea cósmica y la desgarradora voz de Fred marca las órdenes que dirigen el paseo cósmico por insospechadas estrellas que estallan ante los tímpanos.


Tras una promoción exitosa del Fueltronaut, la banda se encuentra dando el siguiente paso. Hace unos días anunciaron que se encuentran en su siguiente álbum, por lo que tendremos elementos para saber si Deadly Vipers tienen la capacidad de ofrecernos otra bomba stoner de gran calidad como su debut con la que puedan afianzarse como una referencia del género dentro de Europa. Mientras ello ocurre, regresemos nuestros oídos al maravilloso despegue del cuarteto de Perpignan y disfrutemos su cósmica imaginación entre ásperos sonidos sin control...



viernes, 24 de agosto de 2018

The Rare Breed : el rescate de un obscuro diamante


El tiempo ha pasado desde que el trío californiano The Rare Breed publicó su álbum debut, y desde entonces, las circunstancias se confabularon para que Earthquaker no escribiera sobre él. Gracias a la re-edición del Looking for today que presentó en junio de 2018 la disquera Ripple Music, tenemos el pretexto perfecto para regresar a este disco y escribir sobre las razones que hacen obligatoria su reseña. La revancha está en nuestras manos y ustedes la oportunidad de disfrutar un álbum lleno de 

Considerado como un material de culto dentro de la escena del proto-doom y el hard rock obscuro de Los Ángeles, Looking for today ha tenido la oportunidad de regresar de ultratumba para ser nuevamente valorado por las diversas páginas y blogs especializados en los viejos sonidos herederos del primer Black Sabbath, pero principalmente por quienes amamos al género y todo aquel intento por rescatarlo y encontrar elementos para alimentarlo. 


The Rare Breed nació a mediados de 2015 con el objetivo de recuperar el misticismo y la obscuridad que alguna vez tuvo el rock pesado cuando hizo encontrar el blues eléctrico con la acidez psicodélica, aquel momento en el que fueron sembradas las primeras semillas de lo que el tiempo bautizaría como doom y heavy metal. Sin embargo, la banda tendría la capacidad de asimilar dichos sonidos hasta lograr su aterrizaje dentro de lo hecho por otras bandas americanas como Freedom Hawk, Orchid, Demon Eye, Brimstone Coven o Salem's Bend.

Cuando Looking for today fue presentado por primera vez de manera independiente en septiembre de 2016, el material contenía una portada sombría hecha por David Paul Seymour donde podíamos observar a una frágil dama vendada y acorralada en un callejón obscuro por varios seres enigmáticos llenos de misterio. Este trabajo visual coincidía con el sonido del álbum de la misma manera como lo ha hecho con el Revelations of the third eye de Bad Acid, el Serpents, gods and men de Tempelheks, el Black magic de Heavy Stone o el The righteous bloom de Beelzefuzz. Sin embargo, en la re-edición de Ripple Music tenemos una hipnótica ilustración realizada por Kyrre Bjurling, quien es reconocido por su trabajo icónico para Vokonis y Mental Tremors.


Lejos de lo que se podría esperar, Looking for today no es otro tributo más a Black Sabbath. Sin negar la obvia influencia, The Rare Breed busca explorar otros terrenos sonoros alcanzados por el hard psych y el stoner sin abandonar el proto-doom fundamental. Tras una introducción llena de zozobra bajo el título de "Funeral pyre", la banda nos asesta un certero golpe a la mandíbula con un riff asesino lleno de poder y obscuridad llamado "The stranger" donde podemos escuchar los acordes descendentes que saben clavar los colmillos en la yugular y desangrar inevitablemente. La banda se permite jugar con los ritmos como en la psicodélica "Visions" con su puente lisérgico o la francamente densa "Witches lore" con su épica batalla de notas entre el bajo de Joey Castle contra la guitarra de Oscar de la Torre, sin olvidar su desenfrenada carrera hasta el apocalipsis que bien podríamos comparar con un orgasmo explosivo.

El álbum debut de los angelinos está basado en concretas melodías desgarradoras creadas por un powertrio que al mismo tiempo funcionan de brebaje lisérgico para infectar con su tóxica adicción como también de soporte para hipnóticas improvisaciones de proporciones abismales y líricas llenas de misticismo e incertidumbre ante lo que resguarda la obscuridad. "Mountains of dreams" desgarra el alma con sus ásperas figuras mientras su infeccioso ritmo basado en la batería de Hernan Rojas te hace bailar ante el fuego ritual de un aquelarre maldito mientras el solo de guitarra se derrite por tus tímpanos. El bajo lleno de fuzz de "Echo from the sun" nos remite al primer Sabbath, pero cuando la voz de Oscar de la Torre se filtra por la bocinas, las sospechas son desterradas gracias a su color de voz tan cercano al del viejo Ozzy Osbourne.


Dentro del definido estilo sonoro de The Rare Breed, quizá "Rusted diamond" sea el track que condesa todo lo que podemos escuchar en su álbum debut. Unos cuantos golpes de batería sirven para soltar a los demonios de un bicéfalo riff que desgarra todo lo que tiene al frente hasta que encuentra la pausa onírica de sus estrofas mágicas que hablan sobre la eterna lucha entre la luz y la obscuridad. Mientras la guitarra se lamenta en una figura hipnótica, una voz repite de manera desesperada tu amor es un diamante oxidado una y otra vez hasta trasmitirnos su angustia. Cuando el terreno sonoro está preparado, la banda nos regala una impresionante muestra de su capacidad interpretativa que logra llevar al tema hasta sus últimas consecuencias, un áspero viaje que nos arrastra a las profundidades del ser para dejarnos abandonados en ellas sin posibilidad de regreso.


Han pasado casi dos años desde la grabación de Looking for today y la fuerza del material aún sigue intacta. The Rare Breed continúa presentándose por toda la costa oeste norteamericana desde entonces, pero quizá sea ahora el momento ideal para rescatar a esta gran banda de las incontenibles arenas del tiempo y volver a colocarla en la palestra de grupos que recuperan el proto-doom setentero para ofrecerlo a las nuevas generaciones junto con algunas aportaciones propias al género. Mientras esperamos que el trío californiano nos regale la continuación a esta joya, nosotros regresamos a sus surcos hasta perdernos en sus pantanosas aguas y sus sombríos ambientes.

miércoles, 22 de agosto de 2018

Hazemaze : el maldito himno de la bestia


Cuando uno cree que la impresionante fuente de bandas de occult rock, vintage y proto-doom que existe en Suecia se ha secado, de la nada surgen otra invasión de grupos que regresan al género para alimentarlo con más obscuridad e intensidad. Con el apoyo de la disquera alemana Kozmik Artifactz, hoy tenemos la oportunidad de escuchar el mórbido debut de Hazemaze, una propuesta heredera de aquel hard rock denso de principios de los años 70 que ha asimilado lo que han hecho otras agrupaciones en Europa durante el resurgimiento de estos sonidos durante la última década.

Hazemaze es un powertrio nacido en Estocolmo a principios de 2016 que hace coincidir el primer doom con algunos elementos del stoner ácido a través del poder del fuzz, obteniendo como resultado su primer disco publicado de manera digital en febrero de 2018. Desde las desgarradoras melodías llenas de zozobra hasta los ritmos aletargados que se arrastran por el suelo como un animal rastrero, la banda encuentra el suficiente espacio para demostrar su pasión por la música áspera nacida de las manos de Tony Iommi y compañía con la intención de interpretarla desde su visión para ofrecer un aire fresco a estos sonidos que han postrado sobre el mundo en los últimos años.


Sin embargo, lo primero que supimos de Hazemaze en este lado del Atlántico fue gracias a Live at Copperfields, un álbum grabado de manera directa en una presentación de la banda realizada en junio de 2017 en su natal Estocolmo. En dicho material podemos encontrar todos los elementos que conforman el sonido de los suecos a través de una explosión sin mediaciones: guitarras ásperas  en manos de Ludvig Andersson inspiradas en los densos riffs del proto-doom al estilo de Black Sabbath y Pentagram, lineas de bajo creadas por Estefan Carrillo que saben llenar cada resquicio del panorama auditivo que ofrece el grupo y una batería concreta a cargo de Nils Ein que sabe cambiar los tiempos según las exigencias de cada melodía propuesta.

Aquella primera prueba de Hazemaze nos mostró a una banda cruda enamorada del poder del fuzz y el hard rock aletargado inspirado en las improvisaciones del blues eléctrico, pero al escuchar los ocho tracks contenidos en su debut, encontramos a una banda con muchas más posibilidades sonoras. Las obvias referencias hacia las primeras semillas del doom las podemos escuchar en la demoledora "Wall of confusion" hasta las lisérgicas "Black mamba" y "Lord Cubensis" donde encontramos algunos elementos de la psicodelia ácida recuperada por el stoner desértico al estilo de Sleep y Kyuss o más recientemente explorado por Black Rainbows.


Siguiendo los lineamientos establecidos por Electric Wizard, Hazemaze nos ofrece en "Lies" una impresionante melodía que de manera sencilla que lleva desde los abismos hasta el cosmos como lo hacía el químico estilo de Hawkwind en sus primeras épocas. Sin embargo, si nosotros quisiéramos escoger un track que sirviera de ejemplo perfecto para identificar al primer disco de los suecos, "Mind abyss" sería la elegida gracias a que sabe contener la zozobra dentro de una armonía lenta y obscura para que a la menor provocación desgarre las bocinas con una furia descontrolada de guitarras estridentes y ritmos dignos de un aquelarre que saben acompañar a una lírica que habla sobre el cosmos y la vida gracias al consumo de hongos y sustancias alucinógenas.

A pesar del ambivalente sonido que define el estilo de Hazemaze, la banda escogió a "Beast and prey" como su primer single, un track rabioso que recuerda las figuras cortantes llenas de maldad hechas por grupos como Beastmaker o Uncle Acid and the deadbeats. El trabajo realizado por Timmy Ternestal en el estudio de grabación nos permite escuchar de manera clara cada instrumento sin perder ese fundamental ambiente vintage, quizá hasta lo-fi. Su asesino riff es un éxito seguro para el amante del proto-doom y el hard rock obscuro, pero cuando el tema llega a su estribillo logra explotar en un orgasmo multicolor del cual es imposible regresar a la realidad. Escalas pentatónicas que suben y bajan como espirales demoníacas, percusiones tribales que danzan ante un sacrificio ritual y cósmicas ensoñaciones que no permiten el descanso para crear un himno maldito dedicado a la bestia.


Entre pentagramas, demonios y machos cabríos que sirven de tétrico telón de fondo, la música  se escapa por las bocinas a todo volumen. "Beast and prey" resuena mientras observamos el trabajo icónico de Gryphus Visual, aquel mezclador de imágenes que ha realizado fanvid de Haunted, Satori Junk o Mephistofeles a partir de una selección de viejas películas de serie B para mostrarlas entre filtros de colores, juegos de simetría herederos de la psicodelia ácida y caleidoscopios oníricos. El sacrificio de una bella joven sirve de tributo perfecto para el hijo de la maldad, sangre inocente de una presa y una bestia sedienta de poder y obscuridad.


La mística vibra del trío de Estocolmo se respira en cada acorde contenido en su disco debut, un álbum que de manera inevitable recuerda al primer Black Sabbath, pero que dentro de sus surcos se pueden encontrar algunos elementos ácidos y desérticos. Relacionados sonoramente con lo hecho por otras bandas europeas como Dunbarrow, Mountain Witch o Burning Saviours, Hazemaze logra desmarcarse a partir de su áspera interpretación y sus riffs infecciosos que tienen la capacidad suficiente de escapar por caminos insospechados. Atención amantes del proto-doom, estos suecos tiene todo para convertirse en su nueva banda favorita.




viernes, 17 de agosto de 2018

Bordelique : imagen y sonido en búsqueda de la memoria silenciada


Las contradicciones en el seno de una sociedad compleja conllevan a que los mecanismos de represión orquestados por los diferentes grupos de poder se traduzcan en un día posterior en condiciones para la participación ciudadana y el cambio. El lado obscuro de la realidad permaneció oculto, pero su influencia logró crear un imaginario colectivo restringido, censurado y sepultado. El carácter de mito se posa sobre la historia hasta silenciar a sus actores y colocar un velo de misterio difícil de eliminar. 

Pero es precisamente en la insistencia del activista, la palabra del poeta, la enseñanza del profesor, el esfuerzo del campesino, la imagen del fotógrafo y el acorde del músico cuando la memoria se resiste al olvido y comienza a labrar un nuevo camino para redimir las heridas y buscar los nuevos mecanismos para la lucha por la equidad, la libertad de expresión, la educación y la comunicación como forma de vinculación entre todos... Es en ese lugar donde se inscribe Bordelique.


Con la idea de crear un colectivo experimental que sirviera de punto de encuentro y fuga para músicos, fotógrafos, videastas y artistas conceptuales, en el año de 2015 nació Bordelique, proyecto que logra la interacción entre el sonido y la imagen, un espacio donde la música cobrar un valor trascendental mediante el uso de lo visual. Con el paso del tiempo, esta comunidad de artistas fue definiendo sus conceptos a través de la idea central del desorden, significado de la palabra que nombra al proyecto que poco a poco ha cobrado un matiz más definido hasta llegar a la noción de alcanzar el límite y el desconcierto.

Aunque la gran Ciudad de México sirvió de primera base, las circunstancias han difuminado los espacios físicos hasta encontrar en los digitales la posibilidad de creación, trabajo y encuentro. Ahora Bordelique se concibe como una plataforma en expansión y comunión entre diversas disciplinas, rompiendo los límites de las condiciones para generar música por medio de la experimentación de nuevas áreas y herramientas de expresión artística. Una amplia variedad de géneros musicales confluyen en su sonido como una oportunidad de dar sentido a un estilo arriesgado de expresión, provocando a su vez innovadoras experiencias artísticas y multidisciplinarias que se desarrollan hasta sus últimas consecuencias.


Aquel flexible y complejo colectivo encuentra en Joe, Lex, Darius y Rojo sus soportes creativos e interpretativos más visibles, pero el trascurrir de ideas y personas interesadas en colaborar en este proyecto se transpira en cada elemento de su propuesta audiovisual, granos de arena que hoy encuentran en su nuevo trabajo una muestra de pasión y entrega. Earthquaker se une a esta plataforma participativa para presentar Paramensia.

Una figura de guitarra en loop infinito se escapa por las bocinas para crear un ambiente de tensión y lograr un estado de hipnosis, onírica figura que te extra de la realidad para perderte en lugares desconocidos, quizá ocultos. Los remates de batería rememoran aspas de esos helicópteros militares que sobrevolaron los campos de arroz bombardeados en Vietnam o acaso aquellos que vigilaron las selvas de Chiapas y las multitudinarias marchas estudiantiles realizadas en conjunto con otros sectores sociales contra la represión y la privatización desde los años sesentas hasta el nuevo siglo. Líneas de bajo contenidas y encerradas como el preso político dentro de un bunker olvidado, como la mente de quien busca negar lo ocurrido y finge bajo el sopor de un falso bienestar. Una segunda guitarra eléctrica toma el control a través de un riff nocturno lleno de zozobra que de manera inesperada se transforma en acordes hirientes que ha manera de collage nos remite al sonido pantanoso de Creedence Clearwater Revival, la agresividad interpretativa de La Revolución de Emiliano Zapata y al psych que hace coincidir lo ácido con lo árido como lo hecho por Black Angels, Brian Jonestown Massacre, Psychic Ills o The Walking Who.

Bordelique 'Paramnesia' from Bordelique on Vimeo.

¿Por qué un Estado asesina a sus gobernados? Porque le son un peligro a su posición de poder. En el origen de los estados modernos, se concibió el concepto del Estado benefactor y protector de sus ciudadanos a través de un contrato social que dotaría de sustento al funcionamiento del sistema. Sin embargo esto no sucede... Desde hace mucho tiempo, en México y en el resto de los países latinoamericanos  se desaparece, se elimina y se asesina. La constante en nuestras tierras es la matanza de estudiantes, de campesinos, de ciudadanos, de todo aquel que piense diferente. ¿Y por qué olvidamos ésto? Porque la verdad está velada, mutilada, sepultada o trasgiversada. Con versiones a medias y leyendas llenas de misterio, la memoria colectiva crea imágenes falsas de los hechos del pasado o simplemente los omite por completo. El no hablar de estos hechos ha generado una indiferencia,  una opacidad por conocer las causas de los eventos ocurridos, aquellas razones ocultas y silenciadas. Para entender el presente, esta realidad que vivimos, el motivo por lo que el pasado duele está en entender la historia como una afrenta contra la muerte y la mentira. ¿Por qué no debemos olvidarlo? Porque duele y aún no se ha hecho justicia...

La censura icónica siempre ha sido una consecuencia de la eficacia emocional de las imágenes plasmadas, de su capacidad turbadora e insurrecta. El rescate de aquellos extractos visuales censurados que fueron resguardados en controlados archivos históricos sirven como herramientas para que Javier Sánchez construyera un video hecho totalmente de manera análoga donde observamos los dispositivos del poder para ejercer el control, instantes captados en cinta que confiesan la represión sistemática contra los actores y los testigos presenciales de una realidad que fue anulada mientras otro imaginario sustituyó los recuerdos de una época pasada. La denuncia del escritor mexicano Fernando del Paso al recibir el Premio Cervantes de manos del Rey de España en 2015 tan sólo es un intento por darle voz a quienes por años permanecieron en silencio. Aquí está la memoria borrosa que enfrenta al recuerdo en blanco y negro contra el destello onírico y multicolor del presente y el engaño de los sentidos condicionados de la mediación.


Aquí está tan sólo una probada de la multifacética propuesta de Bordelique, una de sus opciones para acercarse al borde del abismo y sentir el conflicto interno. Su propuesta instrumental encuentra un significado a través de su título y un trabajo visual concreto que busca despertar sensaciones y asociaciones conceptuales, pero sin olvidar la posibilidad de obtener una simple apreciación estética del producto audiovisual sin referente alguno. Sin palabras, sonidos e imágenes se encuentran en una flexible plataforma artística que rompe con lo convencional en búsqueda de una propuesta abierta, reflexiva y, finalmente, compleja...

Un poco más de Bordelique en: http://soundcloud.com/bordelique-musique




miércoles, 15 de agosto de 2018

Willow Child : entre dualidades, contradicciones y encuentros


Desde marzo de 2018 habíamos anunciado en las páginas de Earthquaker la próxima publicación del álbum debut de la banda alemana Willow Child luego de reseñar su mágico EP titulado Trip down memory lane (reseña-review). Finalmente, su nuevo material fue presentado en mayo a través de la disquera austriaca StoneFree Records bajo el nombre de Paradise & Nadir y ahora tenemos la suerte de poderlo escuchar detenidamente y escribir lo que el disco resguarda en su interior.

Manteniendo aquella línea sonora marcada en su primer EP que tanto nos recordó el estilo musical de otras bandas alemanas como Wuncan y Wolvespirit, la banda originaria de Nuremberg construye un disco de gran unidad estética; que sin alcanzar el calificativo de "conceptual", logra establecer una idea de equilibrio entre el rock psicodélico heredero del hard blues sesentero y las estructuras melódicas del nuevo siglo, un encuentro entre la energía interpretativa y la melancolía del sentimiento interno, la fuerza de la interpretación musical masculina y la sensualidad de la voz femenina que lanza al viento su forma de ver al mundo.


Si esta dualidad conceptual no ha quedado suficientemente clara, el título del álbum nos confiesa la idea central del material discográfico. El Paraíso es concebido por a banda como todo aquellas maravillas que tiene el ser humano gracias a la Madre Tierra de manera en contraposición del Nadir o el punto de mayor adversidad dentro de un proceso representado por la continua caída del hombre por sus errores y pecados.

Sin embargo, el concepto musical del Paradise & Nadir está construido a partir de ideas concretas creadas por alguno de los miembros de la banda que son trabajadas por el resto del grupo por medio del jamming en algún lugar remoto, con la intención de mezclar los estilos individuales a forma de rompecabezas que en conjunta logran una unidad sonora. Una vez con los temas terminados, Willow Child se refugió en el calor del BigSnuff Studio bajo el trabajo técnico del reconocido productor Richard Behrens, quien fuera bajista de Heat y Samsara Blues Experiment.


Paradise & Nadir está basado en la ambivalencia, y claramente lo podemos comprobar durante los más de cuarenta minutos de duración de sus ocho tracks donde escuchamos una constante lucha entre la guitarra de Flo Ryan Kiss y los teclados de Jonas Hartmann por convertirse en los protagonistas de la banda, creando increíbles duelos en que la batería de David Kohl y el bajo de Javier Zulauf son tan sólo testigos. Sin embargo, el sonido predominante del álbum está en el jam a base de hard blues psicodélico que permite crear oníricos paisajes donde el misterio se oculta y termina atacando como un ave rapaz tal cual como se escucha en "Little owl", en "Beyond the blue fields" permite que la guitarra se convierta en una bestia de varias cabezas hasta alcanzar una figura desgarradora que remite al áspero sonido del riff de "In a gadda la vida" de Iron Butterfly mientras se pasea por todo el horizonte auditivo, convirtiendo a este tema en siete minutos intensos en un largo clímax de rock insistente que de manera inesperada se transforma en una psicodelia lisérgica de dimensiones cósmicas.

Aun con estos instantes de gran intensidad, el debut de Willow Child nos muestra momentos de zozobra como en "Eirene" gracias a sus teclados hipnóticos y tambores rituales que logran crear un ambiente enigmático de extraño sopor muy al estilo de Blues Pills, así como la tensa calma que demuestra "Unspoken" con sus tenues acordes de guitarra y la hermosa voz de Eva Kohl. Sin abandonar su esencia vintage, la banda alemana se permite explorar otros terrenos musicales como en la multifacética "Mayflies" y en la nueva versión de "Red wood" con sus intermitentes pasajes que ya habíamos escuchado en Trip down memory lane.


El primer single del Paradise & Nadir es "Starry road", que es por mucho el tema más fuerte del álbum a base de su riff insistente y valvular creado por la guitarra y su enfrentamiento constante con las neblinas envolventes del órgano que buscan alcanzar la presencia definitiva, un duelo a muerte que refleja la paradoja entre la contradicción y el complemento que se respira durante todo el material discográfico. Mientras escuchamos una lírica que habla de manera metafórica sobre los días de vejez, sobre los destinos no alcanzados y la memoria que se borra poco a poco con el paso del tiempo, la música nos ofrece la sensación de un avanzar sin retorno para crear un equilibrio dentro del tema.


"Sendero estrellado y ojos brillantes. Desviarse hacia ningún lugar de un lado hacia otro. No hay frontera ni persecución, no hay destino en nuestro camino. Elevado temperamento y viaje relampagueante pasando por las ruinas de nuestra vida. Momentos de depresión difíciles de contener. ¿Quién se quedará en los días de vejez? Los nombres están escritos en la arena, quiero recordarlos pero aún no puedo, atrapar las olas que me rodean. Flotando a lo lejos está mi destino..."

Para acompañar la promoción del sencillo, Willow Child publicó un video dirigido por Nicolas Jansky para "Starry road". En dicho trabajo visual podemos observar a Eva Kohl manejando una camioneta sobre un camino desolado donde el frío paisaje boscoso lo domina todo. Poco a poco, el resto de los integrantes de la banda se suman al viaje hasta que llegan a su helado destino. Mientras la escenas del trayecto transcurren, podemos ver a la banda tocando en un lugar cerrado lleno de luces multicolores que nos sirven para ofrecernos una idea de cómo son las presentaciones del grupo.


Willow Child se encuentra en estos momentos en plena promoción de su Paradise & Nadir, lo que les está permitiendo participar en diversos eventos y festivales en Austria y su natal Alemania con otras importantes bandas de su género como Wedge, Lizardmen o Kamchatka. Por lo pronto el disco se encutra en las diversas plataformas digitales con la posibilidad de ser escuchado en plenitud, lo que nos permite digerir con la mayor paciencia un material con muchas aristas que no puede ser devorado en una sola mordida.


lunes, 13 de agosto de 2018

Saint Karloff : rindiendo culto a la obscuridad


La noche es densa y la obscuridad lo ha cubierto todo bajo un halo de misterio y zozobra. Los cuervos graznan mientras los truenos anuncian la lluvia inminente. La amenaza de algo terrible que se avecina nos obliga a afinar los sentidos, un estado de alerta domina al cuerpo mientras el alma espera lo peor. Un sombrío riff de guitarra nos remite hacia aquellos tiempos en los que el rock se endureció para reflejar los horrores que guarda lo desconocido, el miedo contenido en la mente del ser humano ante lo maligno, el poder contenido en la magia negra y la incertidumbre encubierta por las tinieblas.

Lejos de lo que imaginábamos, aquella espesa neblina que ha aglomerado decenas de bandas clavas en el sonido del proto-doom fundado por Black Sabbath y Pentagram sigue en irremediable expansión. Entre sus seres que aprovechan el crepúsculo para reptar por el suelo y rendir culto a la maldad nos encontramos a Saint Karloff, un grupo formado en Oslo, Noruega que se interna por las grutas de padre tiempo para ofrecernos un cúmulo de melodías arcaicas llenas de misterio y obscuridad que logran erizar la piel a fuerza de hipnóticos riff y tenebrosas líricas.


Saint Karloff es un power trío por el que respira aquel hard rock de antaño lleno de maldad e intensidad. Por la guitarra de Mads Melvold se filtran las míticas figuras de Toni Ioomi, aunque quizá sea su voz la que tenga más deuda con el cuarteto de Birmingham. Los lamentos que atraviesan cada uno de sus temas te obligan a recordar al Ozzy Osbourne de los primeros álbumes de Black Sabbath. Mientras los infernales riff de guitarra Gibson SG ahogan las bocinas, las líneas de bajo hechas por Ole Sletner construyen un soporte rítmico que de manera contradictoria mezcla la fuerza de melodías furiosas y un sonido alucinatorio que fluye de manera viscosa para penetrar cada poro de la piel. Sin embargo, la batería no podía quedarse atrás dentro de esta máquina de maldad gracias a sus percusiones insistentes que por momentos recrean a su alrededor el sonido ideal para acompañar a un aquelarre a la mitad del bosque. 

Por medio de las disqueras Twin Earth Records y Hellas Records, Saint Karloff a editado en julio de 2018 su álbum debut, un sombrío material hecho a base de un sólido hard rock heredero del más denso blues eléctrico y la más ácida psicodelia bajo el nombre All heed the black god. Con una estética sonora lo-fi lograda por Bjorn Larsen y Magnar Martinsen en el Blitz Lydstudio, el trío noruego nos sumerge en los pantanos de una música intensa con un tufo a hierba, maldad y obscuridad. Y sí, efectivamente este disco bien podría ser un tributo a esos momentos en que el rock se internó en la noche para recuperar de ella el misterio y los terrores que en en ella se resguardan como si se tratara de una sórdida película llena de muertos vivientes, rituales satánicos y demonios bailando alrededor de una gran fogata con la finalidad de liberar los poderes del mal. 


All heed the black god arranca con el riff asesino de "Ghost smoker", tema que crea un hipnótico ritmo clavado en el Black Sabbath más fundamental pero que logra desarrollar establecer la magia de la psicodelia en su estribillo hasta alcanzar un sonido propio dentro del panorama "revival". Tras esos siete minutos iniciales, de manera sorpresiva las bocinas explotan con un ritmo acelerado llamado "Space junkie" por medio de una figura acelerada que no frena ni un segundo y una voz alucinante, pero quizá lo mejor del tema sea en su parte final y su intensidad enferma que por momentos podría definida como proto-metal. Para calmar las aguas, Saint Karloff toma las guitarras acústicas para crear un remanso auditivo (aunque no por ello sombrío y misterioso) llamado "Ganymides" que obviamente nos recuerda a "Orchid" o "Sleeping village" del Sabbath. 

Tras el respiro, la guitarra nos receta otra figura infernal llena de aquel primer doom bajo el nombre de "Dark sun", tema denso que te atrapa de manera inmediata y te arrastra hasta los abismos sin remedio. Quizá uno de los elementos que más distinga a Saint Karloff es la capacidad que tiene para cambiarte la jugada por medio de bruscos cambios de melodías para llevarte a otros terrenos. Desde el final de la propia "Dark sun" hasta el término del disco nos encontramos con estos juegos que poco a poco transforman al disco en una maravilla. "Radioactive tomb" inicia con una frenética figura descontrolada que logra convertirse en un sacrificio ritual gracias a sus percusiones demoniacas o hasta en una ensoñación cósmica con su puente onírico lleno de magia; pero "When the earth cracks open" logra definir el estilo de Saint Karloff con sus acordes asesinos de su introducción, su entrecortadas figuras llenas de hard blues eléctrico y su definición rítmica de hard rock que te obliga a unirte al aquelarre maldito para adorar a la maldad mientras una guitarra ahogada en wah te vuela las neuronas del cerebro. 

 

La mejor manera como Saint Karloff podría terminar su All heed the black god es con su alucinada "Spellburn", un jam psicodélico que te arranca los pies de la tierra para hacerte besar las estrellas. Una vez que la banda te deja suspendido sin gravedad a la mitad de la nada, todo se transforma en un monstruo sonoro de ásperas guitarras y manos cornutas levantadas contra el cielo. Hacia la mitad de la oda, de nuevo los noruegos nos recetan una metamorfosis cósmica a través de un lisérgico vals que termina acelerándose en el hard rock más venenoso que podrías imaginar hasta que todo termina de manera abrupta luego de un orgasmo sonoro. En pocas palabras, "Spellburn" es una joya de ocho minutos que logra resumir todo lo que tiene Saint Karloff bajo su poder.


Quizá lo hecho en All heed the black god no sea original y termine en un homaneje al proto-doom de principio de los años setentas, pero lo hecho por Saint Karloff en este material es recuperar la esencia de una música mágica y obscura llena de intensidad y maldad que poco saben hacer. Mas allá de lo que han logrado crear bandas como Orchid, Demon Eye, Freedom Hawk o Beastmaker con este sonido, Saint Karloff tiene la capacidad de arrancarte el corazón y obligarte a danzar a la mitad de la noche con sus melodías llenas de poder y maldad, sabe conjurar al demonio y arrastra a las almas condenadas bajo himnos obscuros sacados de los abismos para elevarlos hasta galaxias olvidadas...


viernes, 10 de agosto de 2018

Black Elephant : la metamorfosis de una banda italiana


Al estar navegando por las redes sociales en búsqueda de recomendaciones, la suerte orientó los pasos para encontrar el primer single del segundo álbum de la banda italiana Black Elephant. Aquel trabajo visual realizado por Valeria Civardi nos mostraba a varios chicos realizando trucos en patinetas alrededor de cuatro tipos tocando entre sus amplificadores mientras en las bocinas escuchábamos un explosivo tema de guitarras ásperas y figura infecciosa. Tras esa buena impresión, ahora era necesario escuchar por completo el material para saber que más nos podría ofrecer. La sorpresa sería más que grata...

Black Elephant nació en 2010 bajo la atmósfera portuaria de Savona, en la región de Liguria, Italia. Desde aquel momento, cuatro amigos decidieron hacer una banda que mezclara el southern metal de la vieja escuela de Pantera con algunos sonidos del stoner arenoso que tantos frutos ha dado en los últimos años. En 2012 presentaron su EP llamado Spaghetti cowboys y a finales de 2014 su álbum debut titulado Bifolchi inside, ambos materiales elaborados a partir de estruendosos temas atascados de metal alternativo sin contemplaciones.


Al escuchar "Walking death" como primer sencillo de su recién editado Cosmic blues, nos encontramos con un fuerte cambio en el estilo sonoro de la banda, pero este tema tan sólo sería el principio de una verdadera transformación para Black Elephant. Ya desde el título del material podemos encontrar las primeras pistas hacia donde se orienta el renovado sonido de los italianos, pero al ir recorriendo los surcos de su nueva placa descubrimos a un grupo enamorado por el blues electrificado y la psicodelia espacial que inspiraron los últimos instantes de los años 60's.

Desde sus primeros acordes, Cosmic blues nos ofrece un paseo místico a partir del stoner más ácido y la improvisación del hard rock setentero, aquel que te lleva hasta las estrellas y revienta tus neuronas en millones de pedazos. La inaugural "Cosmic soul" es un verdadero tributo a las alucinaciones sonoras del mítico Jimi Hendrix, pero cuando escuchamos el violento y breve wah de "Chase me", sabemos que nos encontramos ante un monstruo auditivo que nos devorará de una sola mordida.


Black Elephant nos ofrece en "Helter skelter" la linea más desértica del álbum, pero al mismo tiempo confiesa la herencia de aquel southern metal que hacía la banda en el pasado. Sin embargo, a la menor provocación el Cosmic blues nos ofrece pesados blues eléctricos con guitarras que se deshacen en los tímpanos como en "Baby Eroina" o el onírico puente sonoro de "Inno" a pesar de su original armonía hecha a base de golpes certeros de rock alternativo, sin hablar de la obvia "Cosmic blues for solitary moose" y su maravillosa improvisación llena de pasión.

Alessio Caravelli en guitarras y voces, Marcello de Stefanis en el bajo, Simone Brunzu en la batería y Massimiliano Giacosa en la segunda guitarra han creado un espectacular disco hasta lograr dar un giro de 180 grados a su concepto; por lo que no sería de extrañar que la banda haya escogido a "Walking death" como su primera muestra del Cosmic blues con la intención de que sirviera como un puente entre el pasado y presente. Los acordes poderosos pero entrecortados sirven para crear una melodía adictiva que pisa los terrenos del stoner metal pero que en su solo de guitarra nos confiesa los nuevos territorios que ahora forman parte del estilo propio de Black Elephant.

En los primeros días del año 2018, el cuarteto italiano anunció en sus redes sociales que su segundo álbum sería editado por la disquera norteamericana Small Stone Records, lo que se traduciría directamente en el cambio de orientación sonora de Balck Elephant. Finalmente, Cosmic blues sería publicado de manera oficial en el mes de julio y desde entonces llamaría la atención de los amantes del blues psicodélico y el stoner pesado con tintes ácidos y oníricos.

Gracias a la experiencia de tantos años sobre los escenarios, la banda de Savona ha tenido la oportunidad de alternar con gente como Sasquatch, Black Tusk, Nick Olivieri (ex-Kyuss y ex-Queens of the Stone Age) y sus compatriotas de Ufomammut; lo que nos habla de un grupo con la versatilidad suficiente para ofrecer su música a diversos públicos. Ahora tienen la oportunidad de mostrar sus renovados sonidos ahogados en fuzz y wah, una prueba de fuego para demostrar su calidad interpretativa más allá del calor y la protección de los estudios de grabación.


miércoles, 8 de agosto de 2018

Foot : cuando el ruido se transforma en un escape


El correr del agua se filtra por las bocinas y de manera inmediata la madre naturaleza refleja su presencia en la mente. Tras algunos segundos de calma, se dejan escuchar una áspera instrumentación de cuerda que interpreta una melodía hipnótica que poco a poco toma el control del panorama auditivo. Inesperadamente, todo se transforma en un sonido borrascoso, en una lenta tormenta de arena que cae pesada sobre cualquier cosa a nuestro alrededor. Una vez que la conciencia regresa, de manera irremediable descubrimos que hemos sido parte de un viaje onírico, un escape sonoro que ha logrado eliminar la realidad, un juego perceptivo que ha alimentado nuestros sentidos para transportarlos a fantásticos lugares desconocidos.

Al buscar a los responsables de tal desafío, nos encontramos frente a una banda de Melbourne decidida a crear paisajes auditivos a través de una extraña mezcla del stoner arenoso, el rock progresivo más denso y la rabia del grunge noventero. Bajo el nombre de Foot, este grupo ha logrado construir un concepto sonoro definido a base de guitarras desgarradoras, bajos profundos y baterías aletargadas ideales para arrancar los pies de la tierra y sobrevolar los abismos más obscuros.


Tras un inicio prometedor con un debut presentado a mediados de 2016 donde se podían escuchar algunas ideas musicales concretas, no fue sino hasta la publicación de su segundo disco en enero de 2018 titulado Buffalo cuando la banda australiana logró definir su sonido de manera definitiva y contundente. El álbum está hecho bajo una atmósfera sombría, pero con una fuerza que puede hacer temblar a cualquiera. Su unidad sonora lo erige como una poderosa muralla infranqueable que es golpeada de manera suave por voces etéreas de dulce soplo y misterioso cantar que recitan frases inspiradas en el deseo por escapar de la cruda realidad.

Buffalo está inspirado en la belleza natural de Victoria, Australia, específicamente compuesto a través de improvisaciones hechas por la banda frente al lago y la montaña Buffalo, cerca del pequeño poblado de Myrtleford. Con el objetivo de crear un mecanismo de cura frente a la cotidianidad y una forma de huir del bullicio urbano a través de temas musicales con un sonido compacto, áspero y alucinatorio, el álbum es una forma de expresar los sentimientos de Paul Holden, vocalista de la banda, frente a los diversos acontecimientos que ha ocurrido en el mundo en los últimos años; aunque las líricas bien podrían tener una libre interpretación. Extravío y confusión ante una serie  de armonías saturadas que buscan ahogar todo entre distorsión y aletargadas melodías de onírica confección.


El segundo disco de Foot arranca con la mágica y poderosa "Thunder cave", una melodía lenta que hipnotiza con su somnolienta armonía basada en el encuentro de los desgarradores acordes de las guitarras eléctricas en manos de Paul Holden y Pete Wallder mientras escuchamos una historia sobre un meteorito sobre el cielo y el negro presagio que trae consigo. Con un ligero tufo a Duran Duran o Depache Mode, "Live laugh love" crea a su alrededor una densa atmósfera de misterio y zozobra que al final explota de manera sorpresiva. El enigmático riff de "Sweet stuff" que nos remite inmediatamente hacia algunos elementos del movimiento alternativo de los noventas que gestó al stoner y al grunge sirve de telón de fondo para una lírica que critica los intentos de rescatar al individuo de sus problemas y depresiones a través de la religión. La batería de Jack Eddie quiebra la tensa calma de la cerradora "Low mist" para demostrarnos la ambivalencia de la banda entre la delicadeza y la intensidad.

Para condensar el sonido alcanzado por Foot en su Buffalo, aterrizamos en la potencia indescriptible de "Cactus". Una figura de bajo distorsionado creado por Shaun Stolk sirve de brújula para que el resto de la banda se encaminen en una melodía densa y sonido áspero sin contemplaciones que permite a una colección de vaporosas voces que nos hablan sobre un rompimiento con el pasado, un establecimiento de límites y un nuevo inicio. Los muros de sonido se levantan frente a nosotros de manera imponente para demostrar su voluntad y su fuerza, una frontera que delimita lo anterior de lo nuevo, un contorno que sirve para dejar afuera todo lo que es innecesario. Cuando llegamos al puente musical, la figura retoma algunos elemento del rock alternativo de los noventas muy cercanos al "Shine" de Collective Soul; mas su distorsión nos regresa hacia aquel stoner progresivo que varias bandas europeas y norteamericanas han ido construyendo en la última década pero que por primera vez escuchamos de manera sorprendente en un grupo australiano.

"Necesitamos comenzar de nuevo, construye un muro, aléjate. Forma una fila, uno a la vez. Sólo un intento de un problema fascista. ¿Puedes oír tu nombre que ha sido llamado? Lo dije la primera vez, haz una fila. Precipitarse contra la frontera, la vida comienza. Gracias por tu tiempo y por ser tan amable, pero lo jodiste con tu sangrante estupidez. Tu ventaja se ha ido..."


Ahora ha llegado el momento de escuchar Buffalo sobre los escenarios, saborear la densidad del sonido de Foot de manera directa para lograr la huida de la realidad sin límites ni contemplaciones. Mientras eso ocurre, y para aquellos que nos encontramos lejos de Oceanía, regresamos hacia aquel material grabado durante tres días en el estudio Marthouse Records de Dougal Shaw con la intensión de penetrar las nebulosas atmósferas creadas por Foot para regresar a la fuerza de la madre naturaleza y reconocer nuestra fragilidad como seres humanos...